Ay ay aayyy... que está llegando al final... aaayy!
En serio. Me da mucha penita estar acabando esto. Porque 'Into the wild' me ha dado muchas alegrías, tanto a nivel personal como de lectores (léase, vuestros maravillosos reviews :), es mi primer fic no one-shot (al fin xDD) y he aprendido mucho mientras lo elaboraba. Éste no es el final de mi Draco y mi Nott, ni mucho menos, y de hecho ITW no va a acabar cerrado herméticamente.
Al lío, que divago in extremis.
Recomendación musical:
Foo fighters - Stranger things have happened El título ya es bastante aclaratorio, pero tiene su historia. Llevo varias semanas escuchándola casi de continuo, imaginándome a un Draco muy rubio, muy triste y entre las sábanas *O* Es TAN ellos, pero sobre todo tan Malfoy, es todo lo que le quema y es incapaz de decir, lo que gritaría a los cuatro vientos pero que simplemente se conforma con transmitir en cierto sofá azul. Es toda esa debilidad que tanto se preocupa por ocultar... su lucha personal contra la soledad y el papel de Nott en todo esto, doloroso e inevitable a partes iguales.
Stranger things have happened
"Goddamn this dusty room
this hazy afternoon
i'm breathing in the silence like never before
this feeling that i get
this one last cigarette
as i lay awake and wait for you
to come through that door
oh maybe, maybe, maybe
i can share it with you
i behave i behave i behave
so i can share it with you
you are not alone dear loneliness
you forgot but i remember this
so stranger, stranger, stranger things have happened
i know
i'm not alone dear loneliness
i thank god that i remember this
so stranger, stranger, stranger things have happened
i know, oh ohh, oh ohhh
you'll dream about somewhere, a smoke will fill the air
as i lay awake and wait for you to walk out that door
i can change, i can change, i can change,
but who do you want me to be?
i'm the same, i'm the same, i'm the same,
what do you want me to be?
you are not alone dear loneliness
you forgot but i remember this
so stranger, stranger, stranger things have happened
i know oh ohh, oh ohh..."
Cosas extrañas han pasado
"Maldita sea esta polvorienta habitación
esta confusa tarde
estoy respirando en el silencio como nunca antes
este sentimiento que tengo
este último cigarrillo,
mientras me tumbo despierto y espero que
aparezcas a través de esa puerta.
Oh quizás, quizás, quizás
pueda compartirlo contigo,
me comporto, me comporto, me comporto
así que quizás pueda compartirlo contigo.
No estás sola, querida soledad
tú lo olvidaste pero yo lo recuerdo
tan extrañas, extrañas, extrañas cosas han pasado,
lo sé.
No estoy solo, querida soledad
gracias a Dios que lo recuerdo
tan extrañas, extrañas, extrañas cosas han pasado,
lo sé, oh oh oooh.
Soñarás con algún lugar, el humo invadirá la habitación
mientras me tumbo despierto y espero que salgas por esa puerta
puedo cambiar, puedo cambiar, puedo cambiar
¿pero quién quieres que sea?
Soy el mismo, soy el mismo, soy el mismo
¿qué quieres que sea?
No estás sola, querida soledad
tú lo olvidaste pero yo lo recuerdo
tan extrañas, extrañas, extrañas cosas han pasado
lo sé, oh oh oooh..."
9. Por la boca muere el pez
Desde la última banca de clase de DCAO, sus ojos oscuros escrutan el sitio que queda - insultantemente - vacío junto a Pansy Parkinson. Severus Snape pasa las hojas de su libro con celeridad y las miradas nerviosas -casi preocupadas- que dirige a esa misma banca han despertado la curiosidad de Nott. Es altamente imposible que el ceñudo profesor sepa algo de un Draco refunfuñando en calzoncillos y tarareando una victoria moral. No, es totalmente imposible. Pero, aun siéndolo, esa mirada no desaparece.
Snape exige escupe una redacción de metro setenta y cinco. Para el día siguiente. A primera hora.
Es hora de abandonar la situación pasiva.
Draco irrumpe en la habitación con la túnica sobre un hombro y la camisa arrugada. Suciedad y algo de humedad. Profundos surcos ojerosos marcan su rostro y su pelo está apagado, opaco. Le mira de reojo y tira la túnica sobre su cama. Se tumba con dejadez, corre la cortina y se quita los zapatos con los pies.
Nott le intuye a través de la cortina. Parece una burda mentira que lleve meses conociendo cada rincón de su cuerpo. Que sea el único que recuerde el tacto del sofá azul de la Sala de Requerimientos. Que solo ambos recuerden esas conversaciones demasiado difíciles. Que están un paso más allá de la familia, que se quedan lejos de la amistad, que desconocen cómo hacer el amor. Que el yugo que a ambos les une está marcado por la sangre. Que sangre es lo que hierve dentro de Draco. Que rojo mancha su futuro.
Que se levanta de la cama, coge sus libros y sale sin hacer ruido. Que la primavera parece no querer llegar este año.
Draco cierra los ojos mientras oye sus pasos. Pasos que le torturan y le hacen odiarse aún más. Odiar lo que parece estar condenado a ser, o lo que probablemente ya es. Y está tumbado sobre la cama verde, pulcra y concienzudamente hecha. Entre las manos sostiene un libro del cual ha leído una única página, la primera. La que está en blanco pero que ya cuenta con su número uno en la parte inferior. La de las cursiladas, las fechas, los buenos deseos.
“Confío en ti. No te olvides de ti mismo.
Pase lo que pase, te quiero.
Mamá.”
No puede apartar el tomo. Está dentro de sus manos. Es incapaz de soltarlo. La sensación inerte de la maldad le envuelve y le estremece. La soledad hace viles a las personas. Las hace hurañas, desconfiadas, casi mortíferas. Draco sigue aferrándose a esa pequeña calidez que le ayuda a combatir los síntomas. Siente el odio inundar su cuerpo; un odio hacia sí mismo, hacia su cobardía. Hacia su dejadez, hacia ese algo que le empuja a dejarse llevar y no aplacar el enfermo desamparo en el que bucea día a día, cada vez más profundamente. No soporta la esperanza de su madre porque quema, duele en su orgullo. Y aviva su miedo, el que noche a noche le susurra palabras venenosas de muerte y fracaso. El que le trae imágenes de un futuro sin su madre, sin su padre. Sin Nott.
Intenta reprimir la humedad en sus ojos. Aprieta, casi clavando las uñas, el libro entre sus manos. Se da la vuelta, arrastra las sábanas hacia él como puede y se encoge sobre sí mismo. Siente una lágrima pesada descender por su cara. Siente otra. Siente muchas más.
- Draco está raro.
Nott maldice interiormente y siente un nudo en el estómago. Por qué tiene que ser tan lista.
- Tal vez solo esté un poco agobiado.
- No - se acerca a él, adquiriendo un tono de confidencialidad. - Ayer en la cena recibió un paquete - una mueca preocupada - no te puedes imaginar su cara cuando lo abrió - Nott no estaba, no recuerda esa cara, pero sabe que debe ser muy similar a la que acaba de aparecer en él. - Además, están las ojeras, el mal aspecto. Está tremendamente apático - se acerca un poco más. - Por Merlín, Nott, ¡piensa cuánto tiempo lleva sin meterse con Potter!
En su mente aparece su imagen. Una imagen desgastada, rota. Tirándose sobre la cama. Llevando algo en la mano. Y esa expresión que le daba punzadas al final del cuello, tan abatida.
- Daphne - pronuncia su nombre y apenas siente culpabilidad. Prefiere creer que no hay otro modo de hacer las cosas. Que lo que durante un momento sintió en la biblioteca, esa necesidad de volver, tiene demasiado de utopía y felicidad. Algo que no es para él. Y tampoco para Draco. - Tengo que irme.
Sube una, otra, decenas de escaleras más con la sensación del error profundamente anclada. Para crecer, dicen, hay que hacer las cosas por uno mismo. Hay que equivocarse una y otra vez, hacer daño, salir heridos. Enmendar los perjuicios y los errores. ¿Pero qué ocurre cuando no se tiene conciencia de esos mismos errores?
Supera los escalones de dos en dos. Llega a la puerta jadeando, con la túnica arrollada a un lado y la frente sudorosa. Apoya ambas manos sobre el marco de entrada, expira y aspira varias veces con intensidad y cuenta hasta diez. Acerca los dedos al pomo, pero antes de girarlo aproxima la cabeza a la ranura de la puerta. Oye un murmullo prolongado y cierra los ojos con fuerza, casi lastimándose. Sigue empujando suavemente, incluso con una reticencia que nace en ese lugar de su interior que suele acallar día a día. Apenas queda luz natural en la habitación. Una penumbra tenue envuelve la estancia y Nott entrecierra los ojos, haciéndola aún más oscura. Encaja la puerta a sus espaldas y escucha como el lamento se entrecorta, a la vez que unas sábanas se remueven y enturbian el silencio a media voz.
Avanza despacio y suelta sus libros en la mesita de noche, apenas rozando la oscura madera, como si el más mínimo contacto le resultara desagradable. Baja los párpados una vez más y se reprocha interiormente el motivo de su visita. No, no es el motivo. Es incluso el mismo hecho de la visita. Es eso tan extraño que le impide escapar, que le ancla una vez más a la misma habitación, la misma cortina, la misma almohada. El mismo suelo que siempre está pisando, besando, ese sobre el que se arrastra y se compadece. Se impide vivir. Una y otra vez. Se impide querer, se impide soñar, se impide alzar el vuelo, abandonar finalmente la fría piedra de un suelo que pisa casi agradecido.
La culpa es apenas perceptible junto a ella, se hace liviana y casi inexistente. Pero a su lado, entre las mismas cuatro paredes que él, respirando su llanto, su profundo dolor, siente cada parte de su cuerpo pesada. La misma conexión venenosa de la primera noche, la fiebre y la asfixia que nublaron el momento consumen ahora por completo su vida.
- Ella nunca será como tú - aparta la cortina y reprime una terrible muestra de compasión ante sus ojos grises, empañados por ese tono rojizo de las lágrimas. - Nunca lo será - pone las rodillas sobre el suelo y se inclina sobre el borde de su cama. Toma ambos lados de su rostro entre los dedos. Siente cómo toda la indiferencia en su interior arde y deja su mente llena de cenizas. - Qué es lo que pasa - presiona un poco más sobre el mentón. - No voy a dejar que vuelvas a mentirme.
Draco nota de nuevo la humedad y cierra los ojos con dureza ante la insistencia -física y verbal- de Nott para que los abra y le hable. Le sacude a un lado y a otro y pega su nariz contra la suya. Desiste con lentitud y deja que le vea desde abajo, ve su -novedosa- mueca de desesperación, sus manos masajeando las sienes. También puede ver como se sienta en la cama frente a él, con la mueca de la bestia cansada asomando en sus ojos oscuros. Casi puede percibir su impotencia como algo corporal, molesto. Quién quieres que sea, se pregunta Draco una y otra vez. En quién crees que me he convertido.
- No puedo - se acerca a él, ralentizando el contacto, evitando no mostrar nada más que la inutilidad y la pérdida que siente en ese momento. - Theodore - se sienta frente a él - no puedo.
- Entonces creo que tampoco podemos seguir con esto - le mira con determinación. Con esa que blanden los héroes, los valientes, los dispuestos a dar su vida en la batalla el segundo anterior a desenvainar. - Déjame el libro.
- ¿Cómo sabes…? - no termina la frase puesto que Nott se levanta con ímpetu y de un paso alcanza el objeto. Pasa las páginas sin apenas verlas, lo cierra y le mira con suspicacia. Abre la primera página.
- “Pase lo que pase” - repite mientras alarga el brazo devolviéndole el tomo.
- No puedo - le mira suplicante. - No lo intentes.
Nott se sienta a su lado. Parece haber recuperado la tranquilidad habitual. Su confortable pasividad. Coge una de las manos de Draco y la sitúa sobre el libro. Pone la suya propia como último piso y le transmite su calidez. Nota su corazón bombear en cada latido, pausado. Nota su mirada en esa zona del pálido cuello entre la oreja y el nacimiento del pelo. Casi puede escuchar cómo se destroza, se desintegra, se derrumba el muro en su interior. Y casi siente que se ahoga con el polvo putrefacto que levanta.
- Es Dumbledore.
Sí, LO SIENTO. Soy angst puro y nunca voy a dejar de serlo, ¡qué le voy a hacer! De hecho con este chap también he disfrutado muchísimo, aunque no tanto como con el anterior, ciertamente :)
El siguiente refrán será muy obvio pero tengo ya como la mitad hecho, espero no decepcionarles, aunque ya adelanto que será un final abierto y en la línea habitual.
Gimme some new milk, bitch!