Titulo: Arcadia Lovers.
Autor: Ibrahil.
Rating: NC-17
Fandom: Supernatural
Categoria: AU, Wincest.
Personajes: DeanWinchester, SamWinchester, CastielCollins, MishaCollins, DamonSalvatore, StefanGilbert, EmmetCullen, JasperHale, JohnCampbell, Alaistair, NicoRobin(One Piece), Bash&Gabranth(FFXII), Evian(OC), Adam Abel, Gwen Campbell, Andrew Callagher.
Plot: A semanas del asesinato del Rey de Longardia, las tierras amigas, Dean debe ser nombrado Rey, pero antes, tendrá que viajar al reino de su mas grande enemigo, principal sospechoso de la muerte de su padre;
(Manip hecha por mi, la de Dean soldado-caballero, y Header por mi tambien, me amo a mi misma)
Capitulo 3 Recuerdos de un día de fuego y lluvia.
Bratja (Hermano)
Prosti menya, mladshiy brat! (Perdoname, hermano menor)
Ya tak pred toboy vinovat. (Yo soy el que deben culpar)
Pyitatsya vernut' nyelzya (Es imposible regresar…)
Togo, chto vzyala zyemlya.(…eso, que ha sido tomado de la tierra)
La habitación llena de espejos, ahora resplandece con el crepitar de las llamas, que no dejan de brotar del bastón de Castiel, quien en su furia totalmente razonable, no deja de buscar de freír a Dean, olvidando completamente el entrenamiento por el cual el principie y futuro rey esta allí. Misha tampoco parece recordarlo, no cuando el también esta huyendo de las flamas de su hermano, el único hechizo de magia negra que conoce.
El, quien es un experto en la magia negra, sabe perfectamente que su hermano no tardara en agotarse, la magia negra siempre ha tenido ese efecto en el; y aunque lo agradezca, porque no quiere morir calcinado por su propio gemelo; su mente no puede mas que regalarle imágenes de Cas no sabiendo controlar su debilidad frente a un alto enemigo, como lo seria Raphael, el mago negro de Rozarrian.
Raphael.
Ese enfermo bastardo, el mismo que acabo con toda su familia, incluso fue quien los forzó a ambos a convertirse en magos, solo por buscar venganza, Misha eligió el camino duro y oscuro, convirtiéndose en demonio solo para defender a lo que mas amaba en ese mundo, su hermano.
Las nubes van y vienen tan rápido que el presagio de una tormenta se puede leer claramente en ellas, en especial viniendo del norte, donde el clima lluvioso y tormentoso abunda como las polillas en los arboles de las cercanías de los terrenos Vongola, donde la vida es mas fácil, según cuentan los viajeros que se detienen a comprar sus pequeños Bowreys, criaturas de fuego que iluminan un oscuro pasaje, muy útiles para quienes se aventuran en las cuevas de la estepa de Cerobbi, donde abundan pasajes subterráneos que llevan a minas de oro y diamantina, incluso el tan ansiado Orichalcum.
Demasiadas cosas que a ambos les gustaría explorar vivir, quizás sino estuvieran demasiado desesperados con la preocupación de que comerán al día siguiente. No tienen tiempo para nada mas que eso, por mas que le duela admitirlo, por mas que le duela siquiera pensarlo; mas cuando esos ojos azules, tan brillantes y anhelantes, le miran con fervor.
- ¡Demasiados! - La voz de Cas le hace sonreír, siempre se asombra cuando van a cacerías de Bowreys.
Estos no son muy difíciles de encontrar, empezando con el hecho de que son bastante tontos y despistados, y terminando con que parecen tener una extraña fascinación con las piedras blancas del camino. Las cuales no se atreven a alcanzar por temor a ser aplastados por los caballos o carruajes que cruzan el lugar.
- Si, demasiados, vamos toma la bolsa. - le indica a Castiel, que sujeta el otro extremo de la bolsa que Misha sostiene con una mano. - Voy a empezar.
- ¡Ok! - Castiel se mete en su faceta de cazador, que tanto hace reír a Misha, pero eso es después de que terminen de cazar a esos pequeños sujetos que se acumulan frente a ellos, atraídos por las piedras de camino que han apilado en el centro de la explanada.
Las pequeñas criaturas resplandecientes lanzan chillidos estridentes cuando Misha comienza a patearlas, tomando desprevenidas a las primeras veinte, antes de que las restantes comiencen a huir despavoridas.
Es casi suicida tomarlas con la mano, pero solo hay un par de guantes, y Misha deja que Cas las use para que las que tratan de escapar de la bolsa de cuero de dragón no le quemen la piel.
- ¡Ja! ¡Te tengo! - gruño el mas joven cuando logro darle a uno que intentaba escapar, cantando victoria cuando lo encesto en la bolsa. - ¡Bastardo, sabia que podía ganar!
- ¡Misha! ¡No digas malas palabras! - Le regaña Castiel, blandiendo sus manos, pero al parecer en su enfado con su hermano, y lastimosamente para ambos, pierde el control.
Los Bowreys salen horrorizados, gritando con sus voces chillonas, pero en la dirección indebida, caminan por los brazos del gemelo mas viejo, sus llamas quemando los antebrazos del pequeño.
El grito de Castiel debería haber roto los tímpanos de Misha, pero mas se rompe su corazón al verlo tan roto, tan adolorido, puede ver a los pocos metros de la explanada de tierra, donde se puede ver el pequeño agujero por el que los Bowreys intentan meterse, como Castiel lucha por quitárselos de encima.
Misha sabe que cuando llegue a el ya será muy tarde, ya habrán calcinado parte de sus brazos y será imposible salvarle de perderlos; su alma se rompe con cada paso que da; ya han perdido suficiente, no dejara que Castiel pierda aun mas.
El chocar de las nubes resuena en todo el lugar, y el rayo de luz, expulsado de las batallas entre los cúmulos sobre ellos, cae no muy lejos de donde están, cegando a ambos pequeños, uno aun gritando de dolor, y el otro derramando lagrimas de sufrimiento ajeno.
La luz solo dura segundos, pero los suficiente para dejarlos confundidos y aturdidos, Cas ya no grita y Misha se desvive por encontrarle entre la nube cegadora que se alza en sus ojos, no permitiéndole ver nada por lo encandilado que le ha dejado el rayo de luz.
La lluvia comienza a caer, primero pequeñas gotas que humedecen la tierra, y apagan las llamas de los pequeños Bowreys que aun huyen a su madriguera. El cuerpo de Misha se humedece, y comienza a recuperar su vista al tiempo que se arrastra donde escucha los gimoteos de su hermano, sus ojos azules se desanublan, y puede verlo allí, retorciéndose de dolor, el olor a carne quemada llegando a sus sentidos, descontrolando cada fibra de su ser.
Puede escuchar una revuelta a lo lejos, disparos y explosiones, incluso puede ver como nubes de rayos caen en el bosque de Fey, a pocos metros de donde el y Castiel están; las piedras del camino tiemblan con cada explosión, tintineando contra el suelo, casi pareciera que fuera un sismo muy fuerte lo que estuviera ocurriendo.
En parte lo es para el pequeño e indefenso niño, que no tiene idea de cómo detener la hemorragia en los brazos de su hermano; le lastima verlo así, mas de lo que pensó, pero todo parece joderse mas; porque sus brazos también comienzan a quemarse.
Pronto sus gritos invaden el lugar donde se encuentran, sus brazos vibran de dolor, y pronto esta viendo como la piel de sus manos comienza a escaldarse y a despegarse de sus brazos, las mismas heridas de su hermano.
Vínculos de gemelos.
Duele tanto como ver las heridas en los brazos de su hermano.
Esta tan cegado de sus sentidos, que no escucha los pasos que se aproximan, son apresurados, provenientes del bosque, cientos de ellos como una estampida que se acerca peligrosamente.
A las orillas del bosque, hay un humano de pie, Misha y Castiel no pueden verlos, están ciegos para verlo; la figura se detiene, rápidas respiraciones azotan su cuerpo, pero no parece cansada, solo agitada de una larga carrera por salvar su pellejo, que es blanco como la misma luna resplandeciente, incluso parece fulgurar con cada rayo de luz proveniente de las profundidades de los bosques.
La silueta resplandeciente parece observarle, sus ojos son perlas verdes, diamantes que parecen amoldarse a toda su figura resplandeciente, es lo que llamarían, una de las criaturas mas hermosas en la tierra.
Es una Viera.
Una femina, y su respiración finalmente parece haberse apaciguado.
- Ere na hiní… - una voz le susurra al oído a la Viera, cuyas orejas híspidas se mueven en dirección contraria, captando exactamente cuantos pasos les tocara a los soldados de Rozarrian acercarse; son rápidos, pero no tanto como los de ella.
- Tlu elghinyrr! - Le reclama, lo que la serpiente dentro de su simple armadura negra le propone, es sinceramente loco, no la mejor opción.
- Mu nã feinile. - La voz le gruñe, dejando a la pobre creatura de los bosques resignada a obedecer, por mas que no sea una orden.
Se acerca lentamente, con pasos calculados milímetro por milímetro, paso por paso que pueden costarle la vida, esa que tanto ha estado protegiendo, claro, sin arriesgar primero su cuello demasiadas veces como para llevar la cuenta en sus largos y afilados dedos.
Para cuando llega a ellos ambos han perdido el conocimiento, y sus rostros, divinamente dormidos, comienzan a apaciguarse, abandonando el dolor con la presencia de la Viera, que a pesar de estar contaminada con los aires obscenos de las afueras de los bosques.
- Humanos… - susurra, acariciando el rostro del mas joven, por lo que puede sentir, sus manos cierran las heridas ardientes, dejando las pieles perfectas, inmaculadas, como si recién hubieran nacido, de nuevo. - Tu culpa si nos asesinan.
- Ha…
- ¡Cas! ¡Tu bastardo! ¿Cómo te atreves a arruinar mi armadura? - chilla el Winchester a la vez que trata con toda su alma de escapar de las llamas, tropezando con el cofre donde su espada esta resguardada, o mas bien encerrada por la maldad propia.
- ¿Qué como me atrevo? - repite el ángel con rabia, sus ojos resplandecientes con las llamas, a las cuales el tiempo le ha regalado el placer de no temerles.
Con su báculo, crea un látigo de fuego, que no duda en lanzar contra Dean, que tirado en el suelo, prácticamente indefenso, trata de pensar el canto de un hechizo protector.
- Definitivamente debí prestar mas atención. - susurra, audible para ambos, ángel y demonio, Castiel tiene una pequeña sonrisa, ha ganado esta batalla, siempre gana, el Winchester siempre es demasiado tonto para aprender en todo el tiempo que lleva entrenándolo, siquiera un mísero hechizo de curación.
- ¿La magia te sigue pareciendo patética? - Pregunta satisfecho de si mismo, observando al futuro rey con sorna y gracia en su rostro, debe ser odio natural.
Dean no sabe la verdad, de porque Castiel pone tanto esfuerzo en enseñarle algo que le cuesta tanto aprender, el es un guerrero, no tiene tiempo para palabras cruzadas, solo debe blandir su espada contra el objetivo, atacar, cortar, matar.
Es simple.
O eso parece.
- En una batalla real, estarías muerto, mi querido príncipe. - Sonríe, como hace mucho tiempo no lo hace, al menos no a los ojos de otro que no sea su adorado hermano, o la hermosa reina, que prefiere pasar las tardes escapándose por las ventanas a los bosques, donde ella cree pertenecer.
- ¡Ha! ¡No he perdido aun! - Dean se pone de pie de nuevo, con la firmeza, luce feroz, con el bastón alzado hacia Castiel, que no tarda en regresar a su reservado carácter, mirándole por encima de su nariz, con altivez. - Dame tu mejor tiro. - Dean le guiña un ojo.
Es de común saber que Castiel no soporta ninguna clase de provocación, y menos una tan sexual como las que el Winchester, heredero al trono de Longardia, le da; menos en momentos que ameritan gran fortaleza mental para el mago blanco.
Se rompe el dique para el.
Es un insulto, y Dean debe pagar por ello.
- ¡Destrucción de la naturaleza, reuniéndose en llamas!, ¡Fuego! - Grita, y los recuerdos en la mente del menor de los Collins resuenan como cuernos de guerra en sus oídos, el peligro, su advertencia, todo se activa en su cuerpo, sus rápidos ojos, no tan rápidos como los de su hermano, saben el momento exacto en el que ha bajado la guardia, cuando la sonrisa de Dean aparece de nuevo.
Agresiva y peligrosa.
- ¡Rompedor de hechizos, conviértanse en una luz vengadora! ¡Refleja!
Puede ver el miedo en los ojos de su hermano, quien estaba tan dentro de la Victoria que el tiempo que tiene para reaccionar es demasiado lento, en especial, por que la magia de Dean, es peligrosa.
- ¡Congelare Terzo!
Una pared de hielo, lo suficientemente fuerte para sostener el débil ataque de Misha, que Dean devolvió con su hechizo, uno de los pocos que el mismo Misha le enseño como protección; lo que nunca pensó es que su hermano seria atacado por esa razón. Eso le aterra.
- Suficiente. - La fuerte voz de la reina sobresalta a los presentes, sus ojos verdes, resplandecientes como diamantes se fijan en Dean, que susurra una disculpa, al ver la severidad con la que su madre le ve.
- Vas tarde al entrenamiento de los elegidos para la guardia. - Suena mucho mas a un lárgate, demasiado implícito para que algunos de los presentes se lo pierda, y Dean no tarda en buscar su espada, pisando por el piso quemado de reojo por el hechizo del ángel, que respira agitado como Dean no le ha visto nunca.
- Si, madre. - responde de inmediato, desapareciendo por el portal.
No hay mucho que contar.
Eso es lo que dicen cada vez que pregunta.
¿Por qué Castiel le teme al fuego si es el único hechizo de magia negra que puede conjurar?
Nunca responden con un “No lo se” o un “No lo recuerdo”. No, siempre es un inquietante y frustrante: “No hay mucho que contar.”
El, sinceramente lo odia; en especial cuando es Misha quien lo dice, con su sonrisa casi eterna, luciendo mas atontado de lo normalmente sagaz que era, como usualmente le demostraba a Dean y a cualquiera; la curiosidad era mala, eso es lo que siempre le habían enseñado a Dean, pero era imposible no tenerla.
No cuando tantos buscaban guardar el secreto.
Continuara…
* Ere na hiní: Solo son niños.
* Tlu elghinyrr!: Estan muertos.
* Mu nã feinile: Eres egoísta.
* Congelare Terzo: Congelar tercero.
El idioma que la viera habla es Drow, la lengua de los elfos oscuros, y el de la serpiente es Quenya, la lengua de los elfos de Tolkien.