Reto cosas de mayores- Sirius/Hermione

Jan 02, 2011 05:27

Fandom: Harry Potter
Personajes: Hermione Granger. Sirius Black. Con la participaciín estelar de la voz de Molly Weasley.
Pairings: Hermione/Sirius. Menciones de Harry/Ginny, Remus/Sirius y Hermione/Ron.
Título: Todo lo que siempre suiso saber sobre Hermione Granger y nunca se animó a preguntar
Extensión: 4853 palabras (que cuentan para el quinesob )
Advertencias: Juegos sexuales explícitos. Diferencia marcada de edad. Posibles OoC e incoherencias varias. Menciones de slash.
Dedicatoria: para ghost_ostrich , que lo pidió en la comunidad cosasdemayores . Perdón por el retraso de siglos, y porque no es ni de cerca lo que pedías, pero lamentablemente me sentí incapaz de cumplir todos los requisitos. No actúan como enamorados, pero en cierta forma salen un poco enamorados. Puse el Harry/Ginny y traté de poner el humor, pero creo que me quedó bastante poco gracioso. Y el Draco/Luna me las puso negras, lo siento :(

  
Todo lo que siempre quiso saber sobre Hermione Granger, y nunca se animó a preguntar

Del trío fantástico, Hermione Granger era la que peor le caía a Sirius Black. Precisamente por esto fue que, el susodicho, en lugar de enfadarse y maldecir, apreció el sentido del humor de los gemelos cuando se percató de que se las habían apañado para dejarlo encerrado con ella en un cuarto oscuro, pegajoso e inexpugnable de Grimauld Place. Se echó a reír con ganas, con esa risa perruna que le salía directo desde el estómago, y que en los últimos tiempos parecía aún más sobrenatural, por ese leve barniz oxidado que le daba la falta de uso. Sintió los penetrantes ojos marrones de la castaña taladrándole la nuca. Por supuesto, jamás se largaría a llorar, como cualquier otra niña haría en su situación; simplemente haría lo que McGonagall hubiera hecho: desaprobar todas sus acciones de forma rotunda y contundente, hasta que Sirius sintiera ganas de tirarse por una ventana para ahorrarse el sufrimiento moral.

Sirius sabía perfectamente el por qué Hermione Granger era la que peor le caía de los tres. Era bastante perspicaz, y había compartido la broma y había maldecido a partes iguales al destino por los paralelismos que había podido establecer entre su generación y la de Harry, aún pese a las claras diferencias (que Sirius desestimaba con un movimiento de la cabeza; a fin de cuentas, para él era un consuelo pensar que la historia se repetía, y que los errores del pasado podrían ser subsanados). Harry era James, de eso no cabía la menor duda (aunque fuese imposible no notar en Harry la dulzura, la fuerza de voluntad, la terquedad y- santas calcetas de Merlín- las manos de dedos largos que había heredado de Lily). Ron lo representaba a él mismo, y a Sirius la comparación le arrancaba una sonrisa, porque el pelirrojo le caía simpático, y siempre había pensado que tenía potencial, aunque, claramente, no le llegaba ni a los talones en cuanto a encanto. Porque, claramente, el mundo no estaba preparado para sobrevivir a dos Sirius Black juntos. De otro modo, hubiera estallado de éxtasis y placer en el orgasmo más intenso de la historia planetaria. (Era esta comparación, también, la que lo dejaba pensado sobre si, en sus tiempos de colegio, él habría sido tan evidente en su atracción por Remus como lo era Ron con la suya por Hermione). Que Ginny jugaba el papel de Lily, Sirius lo había notado a la primera ojeada, y era algo mucho más profundo que el mero hecho de que las dos fuesen pelirrojas. Le basto estar cerca de ella un segundo para percibir el aura de esa alma apasionada que lucha y no se entrega, que ama con el corazón y con la mente de forma absolutamente insobornable, y que se sepulta con un único amor para toda la vida. Fue suficiente observar de reojo la forma intensa y dulce con la que Ginny miraba a Harry cuando creía que nadie la estaba mirando para terminar de convencerse.

Claramente, todo lo anterior generaba que Hermione fuera Remus, pero no por una cuestión de simple descarte, sino por verdadera afinidad. Si no fuera porque Harry era prácticamente un calco de su padre, y el hecho de que Ginny fuese pelirroja furiosa le daba muchos puntos, Sirius incluso hubiera dicho que era el paralelismo más acertado de todos. El gusto por la lectura, la inteligencia, el ingenio, la reverencia hacia las reglas, el ego frágil que se sustentaba en logros académicos, el deseo de tener siempre la razón. El problema de Hermione- y el motivo por el que a Sirius le caía tan mal- radicaba en que era como era Remus antes del alabado gran cambio, como solían llamarle él y James en la época en la que se había producido. Mojigata, aburrida, severa, moralista… una pesada ancla para el ingenio y el futuro merodeador de los amigos que habían tenido la desgracia de haberse visto enredados con ella en una aventura de las que unen para toda la vida, estando tan solo en primer año.

Sirius no sabía que Hermione había abofeteado a Draco Malfoy en tercer año. De haberlo sabido, seguramente eso hubiera cambiado muchos de los preconceptos que tenía sobre ella.

Se dio cuenta de que había estado perdido en sus pensamientos durante un tiempo seguramente excesivamente largo. Se volteó a mirarla con su sonrisa más encantadora, y el alma se le fue a los pies cuando la vio sentada en el suelo, con la espalda apoyada contra la pared, los ojos cerrados y recitando el alfabeto rúnico. Por todos los mortífagos, ¿ni en una circunstancia tan espectacular- estar encerrada con Sirius Black era algo por lo que la mitad de la población femenina hubiera dado su brazo de la varita- podía abandonar esos aires tan abrumadoramente aburridos?

- No entiendo cómo te tragan, a decir verdad.- Se dio cuenta de que estaba siendo demasiado cruel. Que, para empezar, ella era una chica, y además solamente tenía quince años, edad en la que las chicas suelen ser particularmente sensibles. Se le cruzó por la cabeza el pensamiento de que ella le molestaba particularmente porque era mujer, y no solo no caía rendida a sus pies, sino que ni siquiera parecía percatarse de sus encantos. Se sonrojó de solo pensar que su aprehensión se debía a que ella representaba una patada en el hígado a su ego, pero como todo pensamiento que nos molesta, lo descartó con un movimiento de cabeza, y no sólo se dijo que esa idea no tenía pies ni cabeza, sino que su sola existencia lo sulfuró para continuar molestándola aún con más saña.

- ¿A qué demonios te refieres?- La había interrumpido justo en la parte del alfabeto que más le costaba recordar, y se había dibujado una muesca de disgusto involuntario en sus labios.

- A Ron y a Harry, por supuesto. No sé cómo pueden soportarte todos los días con esos aires de sabelo-todo-métome-en-todo que tienes. Deberías aflojarle un poco a la moral, Hermione.

La boca se le llenó de un sabor amargo al ver que ella se mordía los labios y las comisuras de los ojos le brillaban de lágrimas de rabia y vergüenza mal contenidas. Se volteó inmediatamente cuando se dio cuenta de que él la estaba observando. No debía querer que él la viera llorar. Imaginó que el orgullo debía ser una característica importante de su personalidad.

- Te golpearía si no fuera porque podrías ser mi padre, Sirius.

Trató de conservar la compostura de chico malo, pero no pudo evitar reírse a carcajadas.

- ¿Y eso qué tiene que ver? Si algo te molesta, actúas en consecuencia y punto. Además, podría, pero no soy tu padre.

Ella se encogió de hombros.

- Supongo que es una cuestión de respeto, pero no esperaba que tú entendieras de ello. Imagino que nunca sentiste respeto por nada ni por nadie.

Sirius se llevó una mano a la barbilla, en actitud pensativa. Era una pregunta verdaderamente interesante.

- Puede ser que tengas razón. Pero creo que es un defecto de mi personalidad no tan grave, sobre todo considerando que, en contrapartida, tú no sabes divertirte, Hermione.

Ella se volteó a mirarlo. Tenía las mejillas marcadas por el llanto, pero sus ojos castaños relucían con un brillo furioso.

- ¿Y qué tanto crees saber tú de mí como para poder afirmar eso?

Sirius se acerco a ella peligrosamente, tomándola de la barbilla. La respiración de ella se agitó. Él sonrió, triunfante. Entonces no le era del todo indiferente. Hermione Granger, te tengo en un puño. A fin de cuentas, eres igual a todas las demás mujeres.

- Te he visto, Hermione. Sé como actúas, sé lo que opinas, hasta podría decir que sé lo que piensas. Y como si eso fuera poco, conozco a la gente de tu calaña.

- ¿Y qué calaña es esa, si se puede saber?

- Oh, la gente como Remus, antes de que Lunático tuviera la bendición de dejarse contaminar por James y por mí: escrupulosa, moralista, mojigata, predecible. Profunda y mortalmente aburrida.

Y entonces, Hermione Granger hizo algo que Sirius Black jamás hubiera esperado de ella- para ser sinceros, hizo algo que tal vez ni ella misma se hubiera esperado. Se puso en puntas de pie y lo besó profundamente en la boca. Sirius no contestó al beso, pero tampoco la rechazó. Tenía los ojos muy abiertos, y los cinco sentidos muy alertas. El beso duró pocos segundos, pero fue de una intensidad que dejó a Sirius pasmado. Contra todo pronóstico que él hubiera podido hacer, no era ni cerca la primera vez que Hermione besaba a alguien. Fue ella quien se separó, le dio un pequeño empujoncito en el pecho y se alejó con algo que pareció un chasquido de desaprobación. Se sentó donde estaba originalmente en el momento en el que él la había interrumpido, y volvió a recitar el alfabeto rúnico desde el lugar preciso en el que lo había abandonado. Sirius se quedó petrificado en su lugar durante unos instantes, hasta que recordó que era Sirius Black, y que, como tal, tenía una imagen que mantener. Se acercó a ella con dos grandes zancadas y se le paró delante con los brazos en jarra. No se detuvo a pensar en lo ridículamente parecido a Molly Weasley que se lo veía.

- ¿Qué demonios fue eso?- Inquirió, demandante.

Hermione apenas levantó la vista para mirarlo, como dando a entender que él no valía ni un segundo de su tiempo, ni una pizca de su atención.

- Caramba, y yo que creí que ibas de Don Juan. Anda, que de haber sabido que no sabes ni lo que es un beso…

Touché. Sirius sintió que los colores se le subían a la cara al tiempo que descubría el primero de los rasgos de Hermione Granger a los que nunca les había prestado importancia: tenía una lengua afilada, y una mente rápida (lo cual era más que obvio; lo que no era obvio era que la usase para algo más que para ser la primera en contestar a las preguntas de McGonagall). Pese a su eterno renegar de su familia, no se es un Black en vano, y sentía que el orgullo herido le iba a hacer estallar el pecho. La tomó de los brazos y la obligó a levantarse. ¿Ella quería jugar rudo? Pues bien, había encontrado al peor rival posible.

- Por supuesto que no puedo reconocer eso como beso, porque no le llega ni a los talones a un beso de verdad.

La tomó con firmeza de la nuca con la mano derecha, y la besó en los labios con autoridad y conocimiento de causa. Ella se resistió un poco al principio, retorciéndose entre sus brazos, pero él no cedió un ápice, y Hermione finalmente se dio por vencida, entre cansada de luchar contra la marea y seducida por aquel beso de película. Sirius tenía boca ancha, de labios carnosos, de buen reír, buen comer y buen besar. Hermione, por el contrario, tenía una boca pequeña, de labios finos, con tendencia a contraerse en señal de mal humor y desaprobación. Pero junto a los labios de Sirius, y la lengua de Sirius, que buscaban, que mordían, que invadían, como si ese hubiera sido su propósito final en la vida, y no formar parte fundamental del sistema digestivo, los labios de Hermione se abrieron como una flor, se volvieron más suaves, más ardorosos, más ávidos, más juguetones. Sirius la besó como si no hubiera un mañana, recorriendo con su lengua cada secreto que podía esconder su boca, y acariciando con sus manos su espalda, sus hombros, su cabello enmarañado. La besó poniendo toda su alma en el beso, porque era eso lo que quería demostrarle, que a la hora de besar, Sirius Black no se andaba con chiquitas, pero también porque era preferible pensar en el beso en sí y no en el por qué la estaba besando.

Parte II

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