Tabla: Ventura
Fandom: Harry Potter
Claim: Ginevra Weasley/Harry Potter
Personajes: Ginevra Weasley.
Tema: #12 Hábitos
Extensión: 543 palabras
Advertencias: Ninguna
Notas: Dedicado a
gabilu . No es lo mejor que podría haber, pero es lo que hay. Al menos por ahora. Feliz cumpleaños atrasado.
Ginny Weasley siempre pensó que si la relación alguna vez llegaba a terminarse, no le quedaría otra salida posible para seguir viviendo que odiarlo- porque no había manera de transformar ese sentimiento de amor tan intenso que sentía por él en una simpatía, un cariño, una amistad. Debería odiarlo, o nada, si no quería ser destruida en el proceso.
Los procesos de la mente y el corazón son extraños, casi incomprensibles. Pero a Ginny le parecía algo natural, hasta fríamente lógico. No podía cambiar la intensidad de lo que sentía por él. Sólo podía cambiar el signo. Del amor al odio en un solo paso. No sabía si a la inversa la fórmula era factible de darse, pero sabía que la suya funcionaría perfectamente.
¿Si le dolería? Por supuesto que le dolería. Pero ya había soportado años siendo su amiga; sabía que no podría volver a ese sentimiento tibio y a esa sensación de constante insatisfacción- ahora ya sabía lo que se sentía tenerlo, por lo que no tenerlo sería cientos de veces más doloroso. Preferiría odiarlo. Preferiría ser un número negativo que un cero a la izquierda. No podría dejar de albergar sentimientos hacia él, y aunque sonara egoísta, si él no era suyo, no sería de nadie. Ginny Weasley se avocaría a su destrucción, y eso sería mucho peor que tener al Señor Tenebroso clamando por su cabeza.
La teoría era virtualmente perfecta, y Ginny se sentía muy orgullosa de ella. De algún modo, sentía que si la situación llegaba a darse, estaría completamente preparada para afrontarlo, lo cual le daba mucha más seguridad.
(Y este pensamiento nunca llegó a formularse nítido en su mente, pero la verdad es que cuando estamos preparados para la catástrofe, casi deseamos que la catástrofe suceda, con tal de demostrar que podemos hacerle frente).
El problema llegó en el momento en que Ginny se dio cuenta de que la teoría era completamente incompatible con la práctica. Había acertado en un punto, pero solo en uno: no estaba lista- y por lo que parecía, no lo estaría nunca- para pasar a quererlo como un hermano, como un amigo más del montón, para dejar de preocuparse por él hasta que se le erizara el cabello.
Pero tampoco podía dejar de amarlo.
Ginny sabía que sería doloroso hasta la agonía el momento en el que él volviera a cruzarse en su camino, y a ella le ardieran las yemas de los dedos de las manos de las ansias de tocarlo. Pero no podía.
Ginny lloró hasta deshidratarse, gritó, tiró elementos poco valiosos- o no tanto- contra las paredes de su cuarto, habló con Hermione durante horas seguidas, hizo ejercicio hasta casi perder la conciencia. Pero no había nada que hacer. El sentimiento seguía ahí.
Para el momento de la boda de Bill y Fleur, Ginny ya se había resignado. Dejar de amarlo para odiarlo- y mantener el sentimiento, la intensidad y la cantidad de energía (mal)gastada en él de idéntica manera- hubiera sido perfecto, pero a su corazón no le gustaba, a su cuerpo no le gustaba, a su mente no le gustaba. Ginny Weasley, como ente complejo, como entidad, y no como pensamiento lógico racional abstracto, se había hecho adicta al hábito de amar a Harry Potter.