Fanfic Naruto: Vida y Obra ninja. Cap. 1-2

Aug 24, 2015 22:05


Él la mira y, aunque Biwako está frunciendo el ceño y tiene las manos hechas puños a los lados de su cuerpo, Hiruzen Sarutobi solo siente un gran alivio y le sonríe.

―Biwa-chan, kami te ha enviado desde los cielos. ¿Podrías ayudarme con todo esto, por favor? El Yondaime simplemente da por hecho que voy a revolucionar… ―Más por instinto que por deseo, Hiruzen mueve su cabeza para alejarla del alcance de la palma de la mano de su esposa. Eso la hace dar un bufido aún más enojado.

―¡No tienes ninguna vergüenza, Hiruzen Sarutobi! ―exclama ella―. Me has vuelto a ignorar cuando sabes que odio que lo hagas, y ¿luego me pides un favor? ¡Antes si quiera de pedirme perdón!


El Sandaime sonríe apenas, y se tira al suelo donde pone la frente en el piso. Biwako se sorprende al principio, mientras él dice rápida y desesperadamente… En un tono que dice a las claras que se trata de una juguetona pantomima de disculpa.

―¡Perdóname, oh Biwako-hime! Perdona a este hombre que no merece siquiera poder mirar a tan espléndida, maravillosa mujer. ―para ese entonces, ella ya está negando ofuscada aunque, poco a poco, empieza a sonreír, divertida muy a su pesar. ¡Es que en algunos momentos, su esposo seguía siendo el joven pagado de sí que alguna vez fue!

―Para ya, tou-san. Mira que eres irrespetuoso y sin vergüenza, quién te viera…

Pero su esposo la vuelve a sorprender cuando se levanta, todavía arrodillado frente a ella, y la abraza por la cintura. Luego la observa a ella, con su cabeza apoyada bajo sus senos y una mirada amorosa en el rostro. Biwako gira la cabeza hacia la puerta, temiendo que alguien los viera, sonrojada. No se da cuenta de que le pone las manos en los hombros a su marido mientras lo hace. Pero la sonrisa victoriosa de él atestigua que Hiruzen sí que se ha dado cuenta.

―Quien me viera solo diría: «Ahí está el hombre más afortunado de la historia, el que no se merece la mujer que tiene». ¡Por favor, te lo pido, perdóname, hime! Ya sabes que he cometido un deshonor en contra de todas mis convicciones. Es que es tanto el amor que te tengo, tanta la devoción, que lo único que siento cuando se me aproxima su iluminada presencia es paz y amor. Estoy tan acostumbrado a sentir el peligro, que no registro fácilmente tan…

―Anda ya, ya, termina con eso, zalamero.

―Solo si dices que me perdonas.

Ella niega. Ya está muy roja pero, a la vez, sonriente. Le da unos palmadas en los hombros.

―Kami-sama. Te perdono. Ya, deja las tonterías y…

Él la calla cuando se levanta, aún abrazándola, y le da un beso en los labios. Luego, se vuelve a sentar frente al escritorio como si no hubiera pasado nada.

―¿Qué me decías Biwa-chan? ―pregunta, con esa actitud reposada y amable que ha hecho sentirse a salvo a todos los ninjas paranoicos y endurecidos por la guerra que estuvieron bajo su cargo.

Biwako sonríe y se acerca para arrimarse al escritorio, junto a él.

―Decía que no debiste usar un kage bunshin para el entrenamiento con Asuma-chan. No lo tomando en serio, Hiru-kun. Te dije que eso solo pondrá las cosas más difíciles entre ustedes dos.

Él frunce el ceño y mira hacia el papeleo. No quiere tener de nuevo esa conversación.

―Biwako, por favor, no vuelvas con eso. Parece que se te olvida que aquí yo soy el padre y él es el hijo. Asuma Sarutobi debe respetarme a mí y a su clan. ―Su voz está llena del comando de un hokage―. Yo he hecho todo lo que he podido por Konoha, mi clan y, sobre todo, por nuestra familia. Pero a él parece importarle muy poco. No me toma en serio y no toma en serio quién es y de dónde viene. No ayuda en las responsabilidades del clan como debiera, no entrena lo suficiente en nuestro taijitsu, todavía no ha encontrado un compañero simio y ¿¡no lo oíste regodeándose con su tonta idea de que me podría ganar en una pelea si yo no usaba ninjitsu!? ―El Sandaime baja la mirada, triste e impotente, se pasa la mano por el rostro. Da un suspiro y luego habla con sinceridad y cierta desesperación―: No sé lo que le pasa Biwa-chan, antes me respetaba. Ahora, parece que todo lo que haga o no haga está mal a sus ojos.

Ella suspira. También está harta de la misma conversación, y de que él parezca no querer entender lo que sucede.

―Anata, esta va a ser una de esas veces en que te voy a hablar con la verdad sin tapujos. ―el interpelado cierra los ojos, pero asiente―. Él respetaba al hokage, pero no sabe qué hacer con el padre que ahora no es su hokage.

―Biwako, por favor…

―Lo siento, Hiru-kun, pero es la verdad de lo que sucede. Siempre supiste que tus responsabilidades iban a tener un costo en nuestra familia. Y es Asuma el que más lo ha sufrido, porque él es el que menos tuvo tiempo de calidad contigo. ―ella le toma un antebrazo para reconfortarlo, pero su tono de voz sigue siendo firme―. Y tú también has estado acostumbrado a tratar con Asuma Sarutobi el ninja, no con el Asuma hijo por eso mismo. Pero no es tarde, siempre…

Su esposo la interrumpe con voz trémula.

―Sabes que hice todo lo que pude por ustedes. ―su cuerpo está totalmente tenso y, en su mirada, hay una pena e ira apenas contenidas que dirige hacia la pared, o hacia sucesos del pasado que viven en su memoria―. Sabes que estuve horas, de horas y horas en esa oficina y en el campo de batalla por su seguridad. Por la seguridad de nuestro hogar, nuestra gente y nuestros hijos. ¡No es justo Biwa-chan! Me duele que vuelvas a recriminarme por haber tomado en serio una responsabilidad que yo no pedí ni pude rechazar. Una responsabilidad de la que dependían nuestra vida, nuestro hogar y todo lo que es importante para nosotros.

Biwako siente una punzada de culpa. Ella sabe que su esposo se ha acostumbrado a sentir que él es responsable de las consecuencias de sus decisiones. Como si cada muerte o revés en alguna misión pesaran sobre él, solo porque él decidió a quién enviar a ese lugar. Biwako se acerca más a su esposo y, como ve que Hiruzen no hace un ademán para alejarse como otras veces ha hecho, sonríe apenas y se sienta en su regazo.

―Por favor, no sientas que te estoy recriminando. Solo quiero que entiendas la situación y… ―pero él la vuelve a interrumpir:

―Siempre dices eso, Biwa-hime, pero no lo creo. No creo que no me resientas o no me culpes. Nunca me lo has dicho, pero a veces tus miradas y silencios gritan por ti. ―Hiruzen levanta la mirada para posarla en la de su esposa. Se ve que ella quiere alejar la vista, pero se resuelve a no hacerlo. Aún así, Biwako no puede evitar pensar: “tal vez si hubieras usado los kage bunshin para acompañarnos a nosotros como lo hiciste para Konoha…”. Pero ella no lo dice, no quiere que él se sienta peor―. Te he dejado sola y a los niños mucho tiempo. Y no solo en momentos importantes de felicidad y orgullo, si no, y eso es lo que te debe doler tanto como a mí, en los momentos de necesidad y tristeza.

Biwako no puede evitar alejar la mirada esa vez. No quiere que su Hiru-kun vea su dolor. No quiere que crea que él es el que se lo produjo. Su esposo no tiene la culpa de que el primero de sus hijos muriera poco después de haber nacido, sin que él siquiera pudiera conocerlo por estar en una misión que se alargó más de lo previsto mientras los gemelos se adelantaron un mes. Pero ambos pudieron cicatrizar rápidamente de ese dolor. Tenían a Kasukedo, y ella fue testigo del padre que su Hiru-kun es cuando puede serlo. Sin embargo, Kasukedo murió a los doce años, en una de sus primeras misiones clase C.

Pero ella no quiere hablar de lo tan rotos que estuvieron los dos después que eso pasara… Menos quiere decirle que, por muchos años y en su fuero interno, ella lo culpó por haber entrenado a Kasukedo para matar o morir, por haberlo enviado a esa fatídica misión y por no haber estar ahí, con él, protegiéndolo. Hiru-kun solo sabe que ella se odió a sí misma por razones muy parecidas.

Tal vez debieran conversar sobre eso de nuevo. Han hablado de Kasukedo cada tanto, y siempre se sienten más livianos después de que lo hicieran. Pero Biwako no cree que podrían volver a ser los mismos como pareja si ella habla de lo airada que estuvo con él por tantos años.

Aunque sabe que él lo sabe…

―Si te soy sincera, muchas veces he pensado que bien podrías haber usado los kage bunshin para estar más con nosotros ―dice con cierta dificultad. Y, de alguna manera, eso logra alivianar un poco al ambiente. Él destensa su mirada y cuerpo mientras la abraza, rondeándole suavemente sus brazos. Algo en su expresión le pide que siga hablando, y ella lo hace―. Pero eso es el pasado. Y el pasado solo sirve para decidir qué vale la pena recordar para el futuro. Así que, ¿sabes lo que en verdad te recriminaría?

―Sé que me lo dirás.

Llaman a la puerta y alguien comenta sin abrir: “Biwako-dono, ha llegado una visita para usted. Se trata de Uzumaki Kushina”. Pero ella no le responde a la voz joven de detrás de la puerta, concentrada en hablar con su marido:

―Te recriminaría que no dieras todo lo que puedes para mejorar tu relación con Asuma. Y al decir todo lo que puedes, incluye dejar a un lado tu enorme ego de hokage para poder acercarte a tu hijo realmente. ―”Biwako-dono, ¿se encuentra ahí?” se oye la voz de la joven mientras los esposos están teniendo un duelo de voluntades y miradas. Pero algo cambia en la de Hiruzen y Biwako sonríe victoriosa―. Sé que lo harás bien, tou-san. ―Le da un cariñoso beso en la mejilla y se pone en pie y se dirige a la puerta cerrada―. Sí, estoy aquí. Ya salgo Sayuri.

El Sandaime se puede haber dado por vencido, pero no lo hará sin condiciones.

―Está bien, lo haré. Pero tienes que hacer algo con el ego que tiene ese muchacho también.

―Oh, créeme. Te prometo que lo haré ―ella abre la puerta… Esa fue una promesa que no pudo cumplir.

Pero, antes de que ella saliera y con mucha más rapidez de lo que debiera tener a su edad, su marido se encuentra a su lado y le susurra al oído: “y sobre los kage bunshin. En la noche podemos recuperar un poco de los tiempos perdidos con ellos”. Y él también le da un beso en la mejilla mientras Biwako se sonroja y le da una palmada en el pecho, regañándolo con un “¡Hiruzen Sarutobi!” mientras ve hacia la pobre Sayuri, que parece no saber qué hacer con sí misma de la vergüenza.

Él no se disculpa en lo más mínimo y, mientras se devuelve a una velocidad común a su asiento, comenta:

―Y no creas que no sé que tu mano debe estar metida en todo esto de Minato-kun haciéndome responsable de la revolución educativa de Konoha.

Ella ni se inmuta.

―Admítelo Hiru-kun. ―comenta, con otra mirada victoriosa en su rostro―. Te estabas volviendo loco sin tener nada que hacer después de terminar con los acuerdos de paz. ―“Y eso nos estaba volviendo locos a todos, a decir verdad”.

―Sabes que por eso vas a tener que ayudarme con todo este endemoniado papeleo y burocracia.

―Prefiero aguantar el papeleo que tu depresión, quejadera y mal humor tou-san.

Y ella sale mientras él vuelve a ver hacia la montaña de papeles, sin saber qué iba a ser con todo ello.

No se dijeron “Te amo” porque creyeron que iban a verse poco después, en el almuerzo. Sin embargo, el Sandaime no lo lamentaría, pues sabe que ella nunca dudó que la ama. Eso era lo de menos. Nada se compara con el dolor de haber perdido al único pilar y resguardo en su existencia. El panorama de vivir sin ella… simplemente parecía imposible, inexistente.

-o-

Apenas la ve sabe lo que está sucediendo. Kushina está muy quieta y silenciosa. Y eso no es lo único que la hace saber que algo sucede. Su rostro está totalmente contorsionado. Se muerde el labio inferior, cierra los ojos con fuerza y parece que ni respira mientras una de sus manos está bajo su viente y, la otra, en la espalda baja.

Que esté de cuclillas a la par del sillón en vez de sentada en éste también es otra inequívoca señal. Justo cuando Biwako se acerca a ella, su mano brillando verde por el chakra médico, Kushina abre los ojos, deja ir el aire, se levanta y se sienta en el sillón.

―No es necesario, Biwako-san. ¡La contracción ya terminó! ―Kushina lo exclamó con el mismo tono que hubiera usado para declarar que había ganado la lotería. En su rostro hay una gran sonrisa. Biwako sabe que está haciendo un esfuerzo por encubrir su preocupación con ella, pues su mirada no se ve alegre―. Duelen mucho, pero cuando se van es como un gran alivio. Las lesiones son peores. No se va el dolor, es menor que el de las contracciones, pero no se va hasta que PUM, uno queda inconsciente o es tratado por un ninja médico. En fin. Gracias por recibirme, Biwako-san.

―Cómo va a ser, Kushina-chan. Siempre es un gusto tenerte aquí. ―responde ella, sentándose junto a la joven mujer. De cerca puede ver que está pálida y sudorosa, sus mejillas sonrojadas―. ¿Cada cuánto están llegando?

Kushina la mira sin su máscara de alegría por un instante. Preocupación y terror bien plasmados en su rostro. Pero pronto los cubre nuevamente, con otra gran sonrisa.

―Sinceramente no lo sé, Biwako-san. Pero no se preocupe, no he venido a preguntarle qué es lo que sucede. Sé que la estuve atosigando los primeros seis meses con preguntas, lo sé. Pero ya no. Nato-kun me hizo leer uno de esos libros que sacó de la biblioteca. Y eso me tranquilizó, la verdad que fue de mucha ayuda. ―frunce el ceño―. Pero no se lo digas a él. ¡Insisto en que “Cuido de embarazo y bebés para tontos” no es el mejor título para ese libro, ttebane! En fin, que me faltan dos semanas para llegar a término y, gracias a ese libro, sé que estas contracciones son solo entrenamientos de mi cuerpo para cuando… ―no logra terminar lo que está diciendo porque tiene que ponerse en pie. Cierra los ojos, se muerde el labio inferior, se pone de cuclillas, ahoga un grito y reposa de nuevo sus manos en la espalda y bajo el vientre.

Sin decir una palabra, Biwako usa su chakra médico para aliviar el dolor lo más que pueda. Kushina se lo agradece con una sonrisa y la ninja médico la mira con paciencia y tranquilidad.

―Fueron menos de tres minutos entre una y otra contracción, Kushina-chan. ―acaricia de arriba hacia abajo la espalda de la joven madre con su mano llena de chakra―. Voy a pedir que alguien vaya a avisar a Minato-kun, mientras yo misma te llevaré…

Kushina la mira con súplica.

―¡Pero faltan dos semanas! No puede ser ya. No estamos listos, Nato-kun apenas se las ingenió para conseguir ciertas concesiones en la oficina para acompañarme en casa el siguiente mes, y el sello necesita madurarse un par de veces más para ser perfecto, y…

―Lo cual se podrá hacer dentro de las siguientes horas mientras te alistas para el parto ―dice Biwako, y pone un mechón rojo de cabello detrás de la oreja de la joven―. Y Minato-kun acaba de convencer a mi marido de tomar un trabajo que le acarreará montañas de papeleo, inventará algo para poder estar con ustedes en estas semanas. Además, me tienes a mí y a Taji, las ninjas médicos mejor capacitadas en toda la Nación del Fuego para este parto. Todo estará bien, Kushina-chan. Vamos, en menos de un día tu vida estará llena de felicidad. El dolor, cansancio… Todo lo demás no importará después de eso.

Kushina sonríe, y esta vez sí es real.

―Sí, ¿verdad? Tal vez sea mejor. Ya está todo listo en casa, y kami sabe que la paciencia no es mi fuerte. No es el fuerte de los Uzumaki, salvo cuando nos poníamos en modo obsesivo con los sellos pero, con lo demás, no. ¡No nuestro fuerte, ttebane! Y no soy la única Uzumaki que ha estado esperando por tanto tiempo. Sí, esto es lo que debía pasar. Y leí en el libro que cuando los partos se dan dos semanas antes de término prácticamente son sin problemas, ¿verdad? ¿verdad? ―mira a Biwako con cierta desesperación. Ella responde en seguida.

―Claro que casi no conllevan problemas. Menos estando Taji y yo junto a ti. Además, esto no es nada que no hubiéramos estado esperando. Ya sabíamos que los partos múltiples suelen adelantarse. Todo está preparado.

―Sí, claro. Nato-kun tiene todo listo. Si no lo tuviera, lo atacaría con mis cadenas de chakra sin piedad, y él lo sabe. Así que…

Otra contracción ataca y Kushina vuelve a interrumpirse a sí misma. Biwako la consola nuevamente como puede y, justo después de que ésta termina, le dice amablemente:

―Mejor llegar temprano que tarde, ¿no crees, Kushina-chan? ¿Qué tal si iniciamos el protocolo Mito? No sabemos cuánto va durar, pero es mejor tener todo a punto para cuando se dé el parto.

―Sí, es mejor. Sí… Pero, ¿puedo comer ramen antes de ir? Ya casi es hora de almorzar y necesito toda la energía posible ―pide Kushina, sentándose en el suelo, quitándose sudor de la frente y viéndola con una mirada aniñada y suplicante.

Biwako no puede evitar sonreírse y negar mientras se pone en pie.

―Sí, se puede. Yo misma te lo haré conseguir cuando termine de instalarte en la sala. Pero eso sí, tiene que ser poco y espaciado. ―mientras le responde, Biwako va hacia una ventana y hace señales a ciertos ANBUs por medio de pulsos de su chakra.

Ella no sabe que alguien no autorizado conocerá pronto que Kushina dará a luz. Ni sospecha que esa persona ya tiene un plan para poder infiltrarse en la cueva. Pero no es tan fácil de entender el cómo es eso posible. Bien que mal, el maestro de Tobi estuvo presente en la primera y única vez que se había implementado el protocolo Mito anteriormente.

fandom: naruto, tipo: familia

Previous post
Up