1. Madre, esposa y ninja-médico.
El 24 de setiembre de ese año hay una mañana soleada, pero fría y ventosa. Sin embargo, a Asuma Sarutobi eso le importa muy poco. El dolor en los músculos hinchados, los órganos internos lacerados, los huesos fisurados y la sangre manando por todas las heridas que penetraron su piel le hace imposible sentir el frío, viento o importarle en algo la luz.
Ha estado tirado en el suelo por casi media hora, su respirar rápido y difícil, su cuerpo totalmente sudado y su ropa ensuciada y desgarrada. Y sin embargo, eso tampoco era lo que más le importa. El dolor más grande que siente es el golpe contra su propio orgullo. ¡Necesita tanto un cigarro!
¡Smack! Siente el manotazo en su cabeza. «¿Pero cómo supo que estaba pensando en eso? Juro que a veces parece que es una Yamanaka… ¿¡Como puede ser que está bien que mate pero no que fume!?» piensa Asuma mientras mira perezosamente hacia un lado. Ahí, tapando la luz del sol que oscurece sus facciones, puede vislumbrar el talle bajo y delgado de su madre. Da un suspiro. Ella tiene las manos sobre sus caderas. Eso solo puede significar que…
―Vas a oírme, Asuma Sarutobi, y a oírme bien. ―el interpelado da otro suspiro. Como había previsto. Su madre va a darle otro sermón―. Estás dejando que tu orgullo se interponga, de nuevo.
―Él fue el que insistió en que tuviéramos este duelo, no yo.
¡Smack!
―Dije que vas a oírme, no que puedes hablar.
Pero Biwako se mantiene en silencio. Ella se sienta y ejecuta los sellos necesarios para activar la técnica de la mano sanadora. Asuma espera también en silencio, sintiendo como su madre le toca con ese chakra que se siente extrañamente líquido y cálido. Acaricia hasta el centro de sus huesos. Eso lo relaja en seguida, el diagnóstico siempre lo hace. La sanación en sí puede llegar a ser hasta más dolorosa que la herida misma…
―Él solo quiere entregarte tu legado ―vuelve a hablar su madre de repente, mientras pasa sus manos a los dos lados de su tórax, sintiendo las costillas magulladas―. En verdad ha intentado acercarse y llevarse mejor contigo y tu hermana, sueo.
Asuma no se lo discute. Pero es que, después de haberlo visto solo como hokage toda su vida, no le es fácil acostumbrarse a que él de repente quiera ser un padre. Eso lo llena de ira. Siente como si Hiruzen Sarutobi no se hubiera ganado ese derecho. O lo hubiera perdido para poder ser el hokage. El poder supremo, al mando de un ejército listo para sacrificarse con el fin de cumplir cualquier misión que él hubiera ordenado. Como hiciera su compañero de equipo.
Pero Asuma no quiere hablar de eso con su madre. Tal vez después lo hable con Saya…
―No quiero aprender sus técnicas colaborativas ―decide decir, tercamente―. Esas son sus técnicas, no las mías. Si voy a ganar el rango de jonin será solo por mis habilidades.
Biwako suspira, pero mantiene su ritmo y técnica para diagnosticar el cuello y cabeza de su hijo.
―Si los ninjas pensaran así, nadie sabría hacer el kawarimi porque otro lo inventó ―replica ella, con más fuerza en la voz―. Solo por orgullo, estás perdiendo la oportunidad de aprender técnicas que podrían salvar tu vida. Y, más importante aún, estás perdiendo la oportunidad de volver a ser cercano a tu padre.
«Lo dice como si yo fuera capaz de recordar esos tiempos. Apenas tenía cinco años cuando inició la guerra.» Pero de nuevo, no quiere hablar con su madre de lo herido que eso lo hace sentir. Saber que su padre y él fueron unidos solo incrementa su rabia.
―No me parece que el ser humillado cuando y cómo él quiere sea una mejora en nuestra relación. Me toma tan poco en serio, que me exigió que luchara en su contra con la intención de matar mientras él… ―retruca Asuma con fuerza, su voz cada vez más airada. Pero toma silencio cuando recuerda la manera en que su padre lo dejó en el suelo, utilizando solo taijitsu y en menos de tres minutos.
Y su padre había estado usando un kage bunshin todo el tiempo… Es decir, Asuma ni siquiera había podido golpearlo una vez para cancelar su técnica.
En verdad necesita un cigarrillo.
―Fuiste tú el que le insistió que podrías ganarle fácilmente sin su ninjintsu ―y su madre no le está ayudando con su mal humor. Al menos, la sensación del chakra médico en sus brazos sigue siendo muy ameno―. Y fuiste tú el que accedió en la apuesta. Sabes lo que eso significa.
Asuma da un bufido, cierra los ojos y mira hacia el lado contrario de donde está su madre. Ella se mueve para diagnosticar sus piernas. Sigue hablando sin misericordia.
―Has perdido la apuesta y debes cumplir lo pautado. Desde mañana mismo, vas a aprender los jitsus colaborativos que te quiera enseñar tu padre, y lo harás con la mejor disposición. ¿Queda claro?
Asuma da otro gruñido.
―Juro que con esa falta de habilidad oral a veces pareces un Uchiha… ―dice Biwako como para sí misma. Pero luego, la firmeza en su voz es mucho más afilada―: ¿¡Dije que si queda claro!?
―Sí señora ―"como si fuera un niñito de cuatro años que apenas está entrando en la Academia. ¡Si estuve en una guerra, por kami-sama!".
Ajena a las quejas internas de Asuma, Biwako cancela la técnica médica y le acaricia los cabellos a su hijo, sonriendo animada y cariñosamente.
―¡Muy bien! Solo te quedan poco más de dos meses para entrenar. ¡Estoy segura que impresionarás a todos los examinadores!
Parece que Biwako espera que él diga algo.
―Gracias ―repone Asuma, solo para interrumpir el silencio entre los dos.
Ella le da un pequeño manotazo en el hombro y se pone en pie.
―Vamos a la casa. ¿Qué tal si vapuleas a tu padre al shogi mientras preparo el almuerzo?
Asuma no se mueve de donde está y solo da otro gruñido. Ella exhala uno muy exagerado para burlarse de él e inicia su camino de regreso. Eso sí le llama la atención a su hijo.
―¡Ey! ¿No me vas a sanar?
―¿¡Pero qué dices!? Si no tienes ninguna herida de importancia. ―ella niega, hastiada―. Juro que ustedes los hombres son unos quejicas. ¡Vamos, arriba!
―Primero mi padre el ex-hokage me humilla a golpes y luego mi madre, la gran ninja médico pediátrica, no me quiere sanar. Esto es simple maldad, lo juro ―se queja él por lo bajo, pero ella lo oye.
―¡Por favor! Tienes quince años y eres un ninja de Konoha desde antes de la pubertad ―rebate ella, juguetonamente―, compórtate como el chunin que eres y levántate. Sabes que el entrenamiento no termina hasta que eres capaz de buscar tu propia ayuda médica. Te sanaré cuando llegues a la casa. ―Otro gruñido―. Y ya que estamos teniendo esta amena conversación, te pido por favor: ¡aféitate esa barba de una vez! Ya casi llega hasta tu pecho y te ves tan desaliñado con ella ―gruñido―. ¡Ah! Y, por último, tiré todos los cigarrillos que encontré escondidos en el asentamiento ―un gruñido atroz―. Y te amo.
―Te amo ―responde él por inercia pero con mal talante, los ojos escondidos detrás de un brazo.
¡Cigarrillos...!
No tuvo la fuerza para decirle que esa tradición suya, de siempre despedirse con esas palabras, era ridícula en ese tipo de situaciones. ¡Si se verían para el almuerzo!
Menos de un día después, Asuma se lamentaría por haber pensado eso. Esa fue la última vez que vería a su madre con vida. Una de las pocas cosas que lo consolarían será el saber que esas fueron las últimas palabras que se dijeron.
-o-
Hiruzen Sarutobi no puede entender cómo ha vuelto a estar en esa misma situación. Había creído que esa batalla había quedado en el pasado, que solo fue un mal sueño de muchos años. Pero ya no es así. Ahí está de nuevo, frente a él: el papeleo ha vuelto.
El Sandaime Hokage, el único kage que ha dejado su puesto por absoluta voluntad propia, vuelve a estar sentado frente a un escritorio lleno de papeles. ¿En qué momento se le ocurrió comentarle a Minato que tenía mucho tiempo libre en su retiro…?
Al recordar cómo había pasado, se da cuenta que tiene que darle mérito al muchacho. En verdad que es un genio. En un momento, su ego estaba siendo inflado por los comentarios que le hiciera el nuevo hogake; y al otro instante, y para cuando se dio cuenta, estaba recibiendo los documentos necesarios para cuatro muy extenuantes misiones.
―Y con esto, podrá sentirse de nuevo de utilidad, y Konoha se lo agradecerá mucho…
―Minato-kun, espera un momento…
Pero el joven hokage hizo como que no lo oyó de lo emocionado que estaba. Su sonrisa era enorme, casi como la de su esposa.
―Mire, en este pergamino está todo lo que necesitas sobre la escuela básica. Y lo de la Academia ninja ya lo traerán. Pero lo del programa avanzado será todo a su discreción desde el puro inicio. Solo pida y se le dará. Estoy muy interesado en…
Hiruzen estaba tan indignado al darse cuenta que el rubio lo había hecho caer en una trampa, que ni siquiera tuvo la fuerza de ánimo como para poder huir. Nunca debió creer que solo estaban conversando cuando el rubio le pidió su opinión sobre cuál es la mejor escuela básica. “Pronto seré padre, tengo que pensar en esas cosas, ¿sabe? Y quién mejor que “El Profesor” para darme un consejo” había dicho esa traicionera y endiablada criatura conocida como Minato Namikaze. Y solo con eso, fue como si le diera cuerda a un reloj. Simplemente se le salió su pasión por la educación, y su lengua se relajó. Eso hizo que pasaran de un tema a otro hasta que ¡BAM! Minato atacó. Y siguió atacando sin piedad:
―… Como bien usted acaba de decir, Sandaime-sama, por más que muchos de los niños civiles entran en el primer año de la Academia, menos del quince por ciento llegan a hacer el segundo examen genin, y de ellos, el total que logra llegar más allá de chunnin es menos del cinco por ciento. Por eso, como usted bien apuntó antes, se necesita…
En resumen, el Sandaime había sacado las kunai, las había afilado y se las había dado a su enemigo, mientras se maniataba de pies y manos a sí mismo para recibir el ataque. ¿Cómo contradecir lo que decía Minato, si estaba usando las propias palabras que él dijera unos minutos antes? ¿Cómo negarse sin caer en las mismas faltas de quienes había criticado? ¿Qué podía decir?: «No me hagas esto, Minato-kun. Aguanté 30 años y tres guerras de él. Ya no puedo más. ¡El papeleo es el peor de las torturas!».
No, se calló, asintió a lo que su hokage le pedía, ¡Hasta le dio las gracias! Y se puso la soga al cuello. El papeleo ha vuelto, y no se irá en mucho tiempo.
“Bueno”, se intenta decir Hiruzen, “pudo ser peor. En verdad me apasiona la educación, y hasta ya había pensado en hacerme de un proyecto algo parecido a esto…” pero no logra auto-engañarse por mucho tiempo: “Aunque es muy diferente revitalizar los diferentes tipos de taijitsu en pareja del Clan Sarutobi, que hacer… Todo esto.”
La primera misión es algo simple: organizar un curso para los niños de la escuela básica, con el fin de desarrollar los conocimientos y habilidades que ellos necesitan para cuando entren en la Academia. No es fácil de conseguir, se hace en cada clan y él bien puede usar esos conocimientos para organizar un curso para los niños de la escuela. Esto solventaría en mucho las diferencias que enfrenta un niño civil en comparación con uno nacido en un clan. Logrando eso, se está mucho más cerca de aumentar la retención de niños en la Academia ninja.
Pero la segunda misión no es tan fácil: mejorar el contenido curricular en la Academia ninja, así como la manera en que se evalúa. Hace mucho que se sabe que las notas de los niños en la Academia casi no se relaciona con su progreso en la profesión. Muchas veces, los novatos del año no viven ni para ser chunin, mientras los últimos puestos en el grupo pueden llegar a ser… Jiraiyas.
La tercera misión sigue aumentando en dificultad, aunque tal vez es la más importante de todas: organizar al Escuadrón Genin. ¿Qué es el Escuadrón Genin? Es la "institución" donde van a parar todos los chicos que no pasan el segundo examen genin hecho por los jonin líderes de equipo. Ahí, los ex-estudiantes de la Academia ninja terminan siendo los comodines de la vida laboral en Konoha. Trabajan por horas en incontables misiones mal pagadas de rango D, casi siempre tomando el puesto de algún civil o ninja de rango muy bajo que está indispuesto para trabajar por alguna razón. Esas tareas tratan desde barrer los caños hasta lavar los platos en restaurantes pasando por peinar perros.
¿Cuál es el problema de esta "institución"? Su organización solo consiste en una secretaria en recepción de misiones, que es la que hace la lista de los pre-genins, misiones D que se tienen que hacer, a quién asignársela y, luego, a quien pagarle por ella. En resumen: es el abismo de las posibles carreras ninja. Ni siquiera está hecho para que sea un trabajo estable, como pueden hacer algunos genin de profesión. Solo existe para ayudar a que los ex-alumnos obtengan algo de dinero, mientras dan con alguna idea de lo que van a hacer con su vida. No tienen otra que hacerlo. El máximo de edad permitido en este Escuadrón son los dieciséis años. Cuando los cumplen, sus expedientes se archivan y se olvidan. Adiós posible ninja, hola civil de por vida o, peor, criminal de varios tipos.
Vale recordar que solo la tercera parte de los equipos que se gradúan de la Academia ninja, logran pasar el segundo examen genin. ¡Tanto potencial desperdiciado!
Es verdad que la mitad de los chicos del Escuadrón Genin logran salir de ese atolladero para ser parte de la esfera laboral shinobi. Muchas veces, y por medio de diferentes tácticas, esos pre-genin logran llamar la atención de algún ninja que lo quiera patrocinar y enseñar para que trabajen en instituciones que no siempre necesitan ninjas expertos en misiones en el campo de batalla, como Detección y Defensa, Cuerpo Médico, Inteligencia y Tortura, Policía, Desarrollo e Investigación, Mensajería, Coordinación y, si no hay de otra, lo más bajo de lo bajo: Archivo. ¡Los que inventan, hacen y exigen el endiablado papeleo…!
El Sandaime recuerda, con una punzada de culpa, que en medio de la Tercera Guerra Ninja, Root y Danzo Shimura fueron los mayores empleadores del Escuadrón Genin. Hiruzen suspira. Pobres niños. Es posible que un ANBU vuelva a ser solo un jonin, pero un agente de Root… Nunca podría parecer un humano común de nuevo. Como muchas otras veces, el Sandaime agradece que estén en tiempo de paz y que lo más que necesita Konoha en esos momentos sea fortalecer su infraestructura y defensas. ANBU ahora es más que suficiente para las operaciones encubiertas.
Pero volviendo al Escuadrón Genin. Hay una posibilidad a la que más se aferran estos chicos. Esa es entrenar en equipo, con la esperanza de tener otra oportunidad de pasar un segundo examen genin. Es muy común que los jonin que estuvieran llegando a su edad de retiro del trabajo activo (al rededor de los 38 años, cuando la edad y una vida violenta empiezan a pasar factura a su condición física) decidieran terminar su carrera activa enseñando a un aprendiz o a un equipo genin, antes de ocupar un puesto más burocrático o darse de baja.
Las personas del Escuadrón Genin nunca saben cuando algún jonin les llamará para hacer un nuevo examen. Algunas veces, algún pre-genin se ha ido a dormir en su cama y se ha despertado en medio del bosque, en sus pijamas, sin ningún equipo y un pergamino pegado a su frente que dice: «lleguen los tres juntos y sanos en menos de cinco días y a tal lugar si quieren ser ninjas. Esperando: jonin sádico de turno».
Hiruzen sonríe. Ese fue el examen genin del viejo Shippo Inuzuka, y ha sido muy usado por los jonin que quieren pescar algún buen equipo del Escuadrón Genin. Los tiempos cambian. Antes, Shippo dejaba a sus posibles genins desnudos y con las tobillos amarrados en medio del bosque.
Ahora que piensa en él, Hiruzen recuerda que él hace poco que se retiró como líder de los Ninjas Caza-recompensas. ¿Shippo Inuzuka estaría interesado en dar un curso de rastreo?
Porque claro, todo lo anterior no era suficiente para Minato, no. El nuevo hokage también le encargó otra misión: organizar cursos para ninjas que quieren aprender diferentes especializaciones. Así se impartiría mejor el conocimiento, y se guiaría a las nuevas promesas hacia las instituciones sin que sus empleados deban entrenarlos demasiado si no, solo, conocer las notas de las personas obtuvieron en esos cursos.
¿Y de dónde sacará Hiruzen Sarutobi a la gente que dé los cursos en las escuelas básicas y esos quién sabe cuántos y sobre qué cursos especializados? De otra pila de papeles, claro: la lista de los ninjas retirados.
―Esto se me ocurrió hace años, cuando Obito me contó como su Asai-obaa estuvo más que feliz de ayudarlo con su chakra control. Y ella no fue la única, muchas más personas retiradas ayudaron a Obito a llegar a ser un genin. No es de extrañar que él le tuviera tanto cariño a las personas de edad. ―Le había dicho Minato, con una sonrisa leve y cariñosamente, como siempre cuando recuerda a su alumno―. Eso me hizo darme cuenta de la cantidad de conocimiento táctico, de vida, técnico… Que esos ninjas tienen, y que se están desperdiciando en un retiro que, muchas veces, solo los hace sentir inútiles. Eso no es justo, si ellos quieren, bien pueden seguir ayudando a Konoha por medio de enseñar su conocimiento. Siempre que pensé en esa idea, se me viene a la mente el nombre del “Legado Obito” ¿qué le parece?
―Creo que es buen nombre, sí ―había dicho el Sandaime, aún abrumado por toda esa reunión.
En resumen, Minato le ha pedido, con una sonrisa alegre y un encoger de hombros despreocupado, que revolucione la educación ninja en Konoha. Es que no sabe ni por dónde comenzar. Ni siquiera tiene una secretaria para… ¿Y si le exige a Minato-kun que le contrate por lo menos dos asistentes desde Archivo para…?
―¡Hiruzen Sarutobi, que te estoy hablando! ―oye la voz airada de su esposa justo cuando la mano de ella conecta con su cabeza.
CONTINÚA