One more Shot [5/?¡] parte uno

Apr 26, 2012 19:34

Oki doki lamento la eterna espera pero nuestra amada Katty fue hostigada por los mal habidos de su profesores, y se mato haciendo trabajos y estudiando como negro al sol.... eso espero, *se descostilla* de al fin y al cabo aquí esta la continuación de nuestro querido impala y sus nuevas experiencias...*ejem* así que disfruten y yo intentare capturar la atención de Katty para terminarlo XD.



CAPÍTULO CINCO

El camino de regreso desde el pantano fue largo y pesado, pero al menos los mosquitos y alimañas habían desaparecido mágicamente. Sam imaginó que algo tenía que ver la anciana bruja y el ganso/avestruz que había cazado y que ella había reclamado. Tal vez era su manera de agradecerles o algo así, pero Dean creía que era simple brujería sin sentido y punto. Bebé, en cambio, sólo se mantuvo callado. No tenía mucho que decir al respecto y la verdad era más entretenido ir saltando de un charco de agua a otro, que pensar en mosquitos desaparecidos.

Entrando en la civilización Dean se hizo con otro auto, pero esta vez Bebe eligió el modelo. Al principio quería montarse en un Camaro rosa, que, según él, “Tenía la delantera más aerodinámica que había visto en su vida”. Claro, Dean no se iba a meter dentro de un automóvil rosa, mucho menos iba a conducirlo, así que obligó a Bebé a elegir otro auto menos marica, y terminaron en un Ford rojo con poco kilometraje y chapas nuevas.

- Me gustaba más la Camaro. Se notaba que era una chica con clase. - Unos pasos más atrás, Sam comienza a reír, completamente divertido con la nueva discusión que han comenzado esos dos.

- ¿Y cómo sabes que es una chica? - Consulta Dean, con tono majadero.

- Dean, es un Camaro y es rosa ¡Es obvio que es una chica! - Dean sólo bufa en respuesta, porque incluso para él eso es más que obvio.

- Vas a tener que enseñarle a Dean a diferenciar el sexo de un auto. - Interrumpe Sam, dando dos pasos largos hasta ubicarse junto a Babé, pasando uno de sus brazos sobre sus hombros. - Porque durante años juró que tú eras una chica.

Bebé sólo le muestra la lengua, seguramente imitando los gestos que hacía Sam cuando era pequeño, y luego se mete al Ford sin chistar. Parece mucho más cómodo dentro del Ford casi nuevo que dentro de la viaja camioneta, incluso se toma su tiempo para contemplar el interior recién tapizado antes de entrar.

- Así que eres un pervertido. - Dice Dean, una vez que está dentro del auto. Sam toma asiento a su lado y Bebé termina en la parte de atrás una vez más.

- ¿Qué cosa? - Bebé obviamente no entendía a qué se refería Dean con semejante declaración, mucho menos entendía la risa divertida de Sam. - ¿Por qué dices eso?

- Por que te gustan jóvenes. - Le aclara Sam, riendo en complicidad con su hermano. - Eres un pervertido, igual que Dean.-

- ¡Yo no soy un pervertido! - Se defendió Dean, pero su argumento se vio muy afectado cuando se distrajo al mirar a un par de escolares que venían caminando por la acera.

- Son cinco años y un día, Dean. - La advertencia de Sam lo sacó de sus fantasías y rezongando encendió el automóvil.

- Cállate, sabiondo. -

Apenas llegaron al motel es que Bebé no se quedó callado ni un segundo. Encontró un afiche sobre una exposición de automóviles que se realizaría en Nueva Orleans el día siguiente, y no existía poder sobre la tierra que lo obligara a no asistir. Dean no quería ir, decía que: “Todos esos palurdos son nenas de papito y pijos afrancesados” y que entre esos autos nuevos no encontrarían nada con brío de su Impala, aunque su impala ya no fuese un auto.

Sam dio el boto final. Irían a la exposición, después de todo, no tenían más que hacer hasta que la maldición de Dean se rompiera y la verdad es que ver feliz a Bebé por algo tan simple como una exposición de autos era realmente muy tierno.

Claro, pensándolo más profundamente, una exposición de autos para Bebé era el equivalente a una exposición de pornografía en vivo para un humano. Es decir, todos esos autos, con sus capós abiertos y sus piezas al descubierto… Dios… sería una combinación muy grotesca entre porno y carnicería.

- Como que ya no quiero ir, Dean... - Dean terminaba de vestirse cuando Sam le habló.

- Te jodes, ya le dijimos a Bebé que iríamos. - Dean no quiso preguntar el porqué de la cara descompuesta de Sam, sólo se calzó las botas y caminó a la salida de la habitación. -- Iré por algo de comer, asegúrate de que Bebé se seque el cabello y se ponga ropa limpia… y tú báñate. Apestas.

- Sí, mami. - Dean sólo frunció el seño. Medio ofendido y medio alagado por el hecho de que su hermanito lo llamase “Mami” aunque fuese en broma.

Comieron, durmieron, y a la mañana siguiente vieron televisión como si nada los tres echados sobre el sillón. La calma que se respiraba entre ellos era demasiado bizarra teniendo en cuenta la maldición en la que estaban envueltos, pero ese día decidieron tomárselo con calma, pese a que prácticamente habían que amarrar a Bebé para hacerlo comer y Dean no paraba de rezongar que deseaba apagar a Bebé de una buena vez y Sam ponía cara de trauma cada vez que miraba el afiche de la exposición sobre la mesa del pequeño comedor.

- Mira ese parachoques…  ¡Oh, Dios! ¡Mira ese chasis! -

Una vez en la exposición, detener a Bebé era imposible, corría de un lado a otro, sin importarle llamar más la atención que cualquiera de los nuevos modelos de automóviles. Con sólo verlo corretear por ahí, con su rostro y físico perfectos, con esa elegancia de sus movimientos pese a estar saltando como un crío, era imposible no quedarse prendado de él en segundos.

- Oye, tranquilízate un poco. Todos estos son modelos de este año, tú tienes más de cuarenta. - Pero Bebé no parece ni siquiera aludido por el comentario de Dean, simplemente se voltea a verlo, plantando los pies bien firmes en el suelo, luciendo sus pantalones apretados y su camiseta de cuello en V y esa sonrisa coqueta que Dean no sabía que tenía.

- Que yo sea mayor nunca te ha molestado, Dean. - Y sin decir más Bebé siguió correteando por ahí, queriendo comprar todas las bujías y los fusibles de colores, entusiasmado incluso con las correas de distribución y los filtros de aire.

- Debes admitir, Dean, que lo vas a extrañar cuando vuelva a ser un simple auto. - Comentó Sam, pasando por su lado y siguiendo a Bebé, que ahora estaba casi de cabeza sobre un nuevo Chevy descapotable.

Dean en tanto se quedó ahí parado, la realidad dándole un golpe en la cara, porque era cuestión de tiempo para que perdiera a Bebé. Se suponía que para terminar con la maldición debía aprender a respetar al ángel y a su hermanito. Bien, respeta a Sam si lo hace ¿ok? está a acostumbrado a joderlo, como broma, claro, y puede ponerse algo pesado e inaccesible y puede que a veces, sólo a veces, llene su laptop de porno, pero él es así ¿no? Joder, que difícil, la cabeza le duele y presiona con sus palmas las sienes.

Lo es mejor pensar la manera poder hablar con Castiel, pero ¿Cómo? Si para eso necesita eso “amuletos” que la bruja le daría después de que la maldición se rompiera, ¿Cómo lo va a hacer entonces? Y en caso de que mágicamente Castiel apareciese, él se “Disculpase”, aprendiese la mierda que tenga que aprender y todo eso…  entonces Bebé…  ¿Volvería a ser un auto?

- Hey guapo ¿No quieres un recuerdo para tu novia?

Dean se gira hacia la voz, asumiendo que le hablan a él con sólo ese “guapo”. La mujer que le habla atiende un pequeño puesto de recuerdos, con todo tipo de baratijas y tonterías con las marcas de los autos impresos. Dean se acerca más porque la chica es justo como le gustan a él, que por querer comprar algo.

- No tengo novia, pero podría comprar algo. - La sonrisa canalla “Made in Dean” se deja ver en todo su rostro.

- Nah, no compres ninguna de estas estupideces. Son pura mierda. - Dean ríe, encantado con la mujer. Es una castaña casi rubia, busto abundante, caderas anchas, cintura estrecha. Lleva Jeans tan ajustados, que parecen dibujados sobre su piel, y un intento de camiseta cortada a la altura de su cintura, con el logo de AC/DC resaltando en medio de ese escote que también es cortado, dejando ver su ombligo perforado y su sujetador de encaje. - Soy Darlene y tú, guapo, eres un deleite para la vista. -

- Gracias, yo… espera ¿Darlene? ¿”Oooh, Baby, Darlene”? ¿Cómo la canción de Led Zeppelin? -

- Sí, guapo, soy hija del Rock, mis padres me “hicieron” cuando el disco salió a la venta. - Dean sólo río ante semejante dato.

- Mis padres la bailaban todo el tiempo. - Era definitivo, si Dios en algún momento pensó en recompensar a Dean Winchester por todos sus sacrificios, esa chica era la encarnación misma de su premio perfecto. - Por cierto, soy Dean. -

- Dean, el guapo Dean. Pareces ser de los que sabe de autos ¿Me equivoco, Dean? -

- Sé algunas cosas… - Dean se apoya en el mesón en el que se exhiben todas esas camisetas feas y las gorras mal bordadas, husmeando entre los productos sólo para hacerse el interesante. - Me especializo en autos clásicos, tengo…  tenía un Impala. -

- ¿Tenías? - La chica se reclina sobre el mesón, mostrando su generoso busto a un Dean que sólo sonríe y se muerde los labios, observando toda esa piel desde atrás de sus pestañas. - ¿Te lo robaron?-

- No, claro que no. Digamos que por ahora simplemente no está bajo mi poder, pero lo recuperaré muy pronto. -

- ¡Dios! ¡Dime que no lo empeñaste! - La mujer se tapa la cara con ambas manos, estrujando su delantera, y con voz mortificada continúa. - ¿De qué año era…? no, espera, no me lo digas. Sufro… - Dean sólo ríe ante la espontaneidad de la mujer. Sumándole un punto más a su lista de razones para hacerle un altar a esa mujer.

- Del 67' y no sufras, dulzura, está en buena manos…  sólo que se lo preste a alguien…  por unos días - Dice, intentando sonar despreocupado, pero es más que evidente lo triste que está al recordar su auto.

- Uff… hombre, que susto me diste…  ¿Le quieres, no?- Pregunta nuevamente la mujer, con la sonrisa pintada en esos labios rojos.

- Claro…  es mi Bebé… - Levanta una ceja y deslumbra con su sonrisa, hacia rato no coqueteaba con una chica…  ¿Cinco días? ¿Una semana? Demasiado trabajo y poca diversión hacen de Dean un hombre demasiado estresado. Claro, sin contar la pequeña “mantención” que le hizo a Bebé el día anterior, no había tenido nada de Acción hace ya bastante tiempo.

- ¿Tienes una foto?- Pregunta Darlene, jugando con el colgante de Dean y paseando sus dedos hasta tocar el fino cabello rubio cenizo, y este se deja jalar un poco por la mujer hasta que decide que es suficiente, y con cuidado se aleja de la mujer, tomando entre las suyas los finos dedos de la chica con el esmalte a juego con el labial.

- Sip, pero tendrás que ganarte el derecho a verla… - Ya su tono es otra cosa y la mujer se retira, con una sonrisa cómplice, y se agacha detrás del stand. Dean mira en todas direcciones, fijándose que no haya moros en la costa, no está totalmente seguro de qué es lo que planea hacer Darlene allá abajo, pero no se necesita ser un genio para sumar a Dean Winchester más chica-sexy, multiplicarlo por esa delgada tela que separa las caderas de Dean del espacio bajo el stand y restarle la bragueta de su pantalón.

- ¿Dean? - Mierda, otra vez se quedó pegado en una fantasía sexual. Darlene está de pié frente a él, con una caja en las manos. - Esto lo tengo reservado sólo para los clientes que si saben amar a un coche… - Pone la caja de madera sobre el mostrador y Dean sólo suspira. - Hecha un vistazo - Su imaginación terminará por matarlo un día.

Dentro de la caja hay unos cuantos colgantes y un par de collares muy ostentosos que Dean apenas pudo mirar, porque eran demasiado brillantes y femeninos, pero los colgantes lo cautivaron. Cada cual grabado con el logo de una marca distinta. Por el color Dean intuye que se trata de plata y la calidad del grabado es muy buena.

Sin pensarlo demasiado lleva su mano al colgante con el logo de Chevrolet, midiendo su peso y su condición, encantado al darse cuenta de que podría grabarle algo al reverso.

- Tengo la máquina para grabar aquí mismo. Sí te interesa podría ponerle el nombre de tu auto. - Ok, puede que la chica ni fuese a darle la mamada de su vida, pero joder, era realmente perfecta en todo lo demás.

- ¿Cómo sabes que mi auto tiene nombre? - Dean le entrega el colgante, indicándole con un pequeño movimiento de cabeza que lo comprará.

- Oh, vamos… Todos le ponen nombre a su auto. - La chica no tarda ni un segundo en instalar la pequeña máquina para grabar el metal. - Mi campeón se llama “Valbett". - Dean se ríe, más que fascinado con la mujer. Es jodidamente perfecta. - ¿Y Bien? ¿Qué escribo, cariño?- La mujer le guiña un ojo.

- Bebé. Mi Impala se llama Bebé. - La Darlene sonríe, grabando rápidamente el nombre en la cara posterior del colgante con letras largas y delgadas. Su caligrafía es simplemente perfecta, como todo en ella.

- ¿Para regalo o lo llevarás puesto?-

- Mmm… regalo. - Acota, pensando que sería un lindo detalle para dárselo a Bebé. Incluso podría colgarlo del espejo una vez que… bueno, Bebé fuese un auto nuevamente.

- ¡Ja! ¡Entonces si tienes novia! - Dean ríe de buen agrado, mientras le da el dinero correspondiente a la mujer. El colgante es caro, pero bien vale el precio.

- No… no es para una chica, pero es para alguien especial. - Divagó en la última parte, mirando la cajita celeste que Darlene le acababa de entregar.

- Mmm…  y…  ese chico ¿Lo amas mucho? ¿Como a tu auto o más?- Dean levanta la mirada, sorprendido y algo azorado, ¿Lo quería tanto hasta ese punto? Él nunca se cuestiono el amor que le tiene al impala, pero a Bebé…  ¿Son la misma cosa no? ¿La misma persona/auto? ¿Por qué duda entonces?

- Yo no dije que fuese para un chico… -

- Claro que sí, dijiste que no era para una chica, pero si para alguien especial.-

- No…  yo… creo que ya tengo que irme, gracias de todo modos… - Se despide de la mujer con un gesto de cabeza. La conversación se estaba escapando de sus manos y no le gusta que indaguen tanto sobre su situación actual, así que huye.

Ok, él ama su auto, ama arreglarlo, darle velocidad y presumirlo con los pringados, ama dormir en él y más recientemente, con él, pero también le gusta esta nueva faceta suya: el cómo cuida a Sam aunque le riña, le gusta esa sonrisa que lo dejó pasmado, le gusta tenerlo cerca de él y saber a ciencia cierta que no es un desconocido más, sino algo/alguien que lo conoce incluso antes de nacer.

Mierda… literalmente Bebé lo conoce desde siempre.

Suspira cansado, pensando en esa vez que le dijo al impala que pensaba que se había enamorado. Tenía 17, estaban en Florida con su padre por unos metamorfos, y Rossy era su primera y dulce gran amiga. Amiga… Dean Winchester tuvo una amiga jamás compartieron más que un beso que no pretendía ser en los labios, sin no en la mejilla. Aun así flotaba de contento, y recuerda que se lo contó a su Impala en medio de la tormenta y de repente el auto se detuvo. No quiso arrancar; tenía combustible, estaba en perfecto estado, apenas el día anterior le había hecho una mantención con su padre, pero bastó que Dean confesara su posible enamoramiento en voz alta para que el Impala no volviese a encender hasta que llegó su padre y lo arrancó.

Volvió de su recuerdos cuando vio correr hacia él a Bebe con dos cervezas en la mano. Mierda, si fuese la chica que siempre imaginó ya le habría pedido matrimonio. Pero así también estaba muy bien, con dos botellas del liquido ambarino en la manos y con ese cuerpazo y esa sonrisa huyéndole a Sam de no sabe qué problema. Podría acostumbrarse a eso.

- ¡Dean! ¡Toma! - Bebé llegó corriendo y se sentó a su lado, empinó la cerveza en su boca y Dean lo vio beber durante un segundo, imitándolo después.

- ¡Dean, detenlo! - Sam llegó corriendo unos segundos después, totalmente agotado de correr tras Bebé por doquier de una punta a la otra de la expo de autos. Puede que el impala ya no fuese un auto, pero joder, era rápido como la sabandija más escurridiza. - No lo…  Oh, Dios…  no lo dejes beber eso. -

- ¿Por qué? Es sólo cerveza, Sam, no le hará daño. - Dean le sonrió a Bebé, quien sólo volvió a beber de la botella con gusto.

- Dean, jamás ha bebido ¡Lleva cuatro de esas! -

Sólo con eso Dean voltea a mirar a Bebé, quien sólo le sonríe con la botella metida en la boca. Sus mejillas sonrojadas y su cuerpo relajado podrían fácilmente ser producto de la carrera que acababa de hacer con Sam, pero ese brillo en los ojos era claramente producto del alcohol.

- Dean ¡No te rías! - Pero Dean ya estaba medio tirado en su silla, riendo a todo pulmón al ver como la botella de Bebé ya estaba vacía cuando Sam se la quitó de las manos.

- Sabe…  sabe raro, pero es mejor…  que la cosa que bebí en la mañana…  estoy…  ¡Estoy lleeeeeno de energía! - Y se tiró al cuello de Dean, medio colgándose se él, riendo no sabe de qué, pero todo parece hacerle cosquillas en ese momento.

- Ok, es hora de irnos. Ya han jugado demasiado. - Sentencia Dean, poniéndose de pié con Bebé aún colgado de su cuello.

- ¿Jugar?- Sam lo mira sin creerlo. Él sólo ha estado vigilando a Bebé todo el día, cuidando que no se impresionara demasiado al ver un auto desarmado o algo, y Dean sólo se ha sentado allí a hacer ¡Nada!

- Pero Deeeeeaaaan. - ¿Podía ser más adorable? Bebé era de los que cantaban todo cuando estaba borracho. - No me han comprado NINGUNA de las bujías de platino… y estoy seguro, segurísimo, de que la Subaru amarilla de allá me ha estado coqueteando toda la tarde.

- No, no. Es hora de irnos. - Dean pasa un brazo por la cintura de su impala, atrayéndolo a su cuerpo y sacándole más de esas risas borrachas, a la par que empuja a Sam por la baja espalda, porque se ha enfurruñado como un crio, comenzando a caminar hacia la salida. - Sam ya está cansado y necesita dormir, es un niño en crecimiento después de todo. -

- ¡Dean! - Sam enrojeció de vergüenza, temiendo que alguien pudiese oír las estupideces que decía su hermano, pero la única que estaba cerca era una rubia que se despedía de ellos con una enorme sonrisa en la cara, haciendo un pequeño juego de miradas con su hermano, quien sólo apartó la mirada y la ignoró.

- Oh…  Sammyyyy ¿Quieres que te lleve? Te haré dormir como cuando eras un bebé, así "Ruuun, ruuuun" - Bebé definitivamente estaba borracho y Dean no podía hacer más que reír por eso.

Una vez fuera del recinto, la rubia se encaminó hacia la salida, viéndolos perderse por la calle. A su espalda las personas que caminaban de un lado a otro por la exposición se hicieron humo, dejando a su paso pequeños muñecos de papel con marcas indescifrables, los puestos y los productos no eran más que palos y piedras, y los maravillosos autos sólo un par de troncos llenos de bichos. El local dejó de estar limpio e iluminado, convirtiéndose en una vieja bodega llena oxido y ratones.

En la puerta la rubia ya no existía, dejando a su paso a Voodoo Mama, quien sonreía con malicia. Su rostro pintado estaba distorsionado por la felicidad que la invadía, porque su maldición estaba saliendo mejor de lo que pensaba, sumado a eso, tenía ahora en su poder un fino mechón de cabello corto, que le había robado a Dean cuando éste le permitió tocarlo.

No tardó nada en meter el mechón de cabello dentro de un pequeño muñeco hecho de trapos, y sonrió con su obra terminada entre las manos. Dean Winchester aprendería su lección, por las buenas o por las malas.

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Eran casi las 10 de la noche cuando finalmente llegaron a la habitación del motel. Atravesar la ciudad a pie había sido un fastidio, pero Bebé estaba muy entretenido admirando todas las cosas que podía hacer ahora que tenía pulgares, eso y que además tenía una lista interminable de anécdotas en las que Sam terminaba sucio o medio desnudo, y Dean no paraba de reír, porque muchas de esas anécdotas no las sabía, porque Sam jamás se las contaría, obvio.

- Y esa vez, cuando perdiste tu chupete (chupón, chupeta, tete) entre la tapicería… ¡Dios, Sammy! Me moría de angustia con ese pucherito que hacías y si hubiese tenido oídos, seguramente me habrían sangrado al escucharte llorar ¡Dios, eso pulmoneeeeeees! - Sam no podía más, estaba demasiado avergonzado, así que se lanzó en la cama disponible más cercana y le importo una mierda las quejas de Dean que esa era su cama, sólo colocó las almohadas sobre su cabeza y se enrolló en las mantas, claro, todo eso lo hizo aún vestido, por lo que Bebé corrió a quitarle las botas a un Sam medio dormido que sólo se dejó hacer.

Dean lo miro sacarle las botas a su hermanito torpemente y sentarse a los pies de la cama mareado.

- Bueno, una ducha y a la cama Bebé…  - Le dijo, parándolo y sacándole la chaqueta que tan bien le quedaba, pero no le quedaba mejor que esa camisera gris en V ajustada y corta.

- ¿Dean? - Bebé lo miró mareado y serio, como si tuviese un momento de lucidez entre la neblina de la borrachera parcial.

- ¿Si?… - Despreocupadamente metió los dedos en el escote de la camiseta de Bebé y miró con más atención las cicatrices de su pecho, esas iniciales mal dibujadas que su hermanito y él habían tallado en el impala. Bebé sólo se dejó hacer, encantado con el toque y la cercanía de Dean.

- Tú… ¿Cómo me prefieres? -  Preguntó, ya que la supuesta maldición que había caído sobre él giraba en su cabeza y si ya estaba confundido en su nueva forma, ahora lo estaba aún más con las sensaciones que despertaba Dean sobre sus piezas. - ¿Cómo auto o como humano?-

- Sólo te prefiero, Bebé, no importa cómo. - Siguió las líneas de las cicatrices dibujadas en el pectoral de Bebé, deteniéndose cuando la piel pálida se erizó por completo.

- Bueno… - Bebé dio un paso hacia atrás, consciente de que no era el momento adecuado para hacer algo. Sólo miró a su dueño a los ojos y antes de que Dean lo mandase a bañarse lo cortó. - Pase lo que pase, Dean… te amo… y seguiré haciéndolo. - Soltó y medio tambaleándose se movió tambaleante hacia la puerta del baño.

Dean quedó destruido con la boca seca por tenerla abierta. Claro, él le había dicho “Te amo” un montón de veces a Bebé… cuando este era un auto. Pero obvio, era un auto y este nunca le respondería. Era algo platónico, era una máquina. Una preciosa, poderosa y la más magnífica de las máquinas, pero una máquina al fin y al cabo. Que le saliera con semejante confesión, así de la nada, simplemente lo había dejado sin palabras y con el cuerpo tembloroso.

¿Qué hacía ahora? ¿Qué le decía? Tal vez nada, seguramente Bebé entendería, Bebé lo conocía mejor que nadie, Bebé conocía sus secretos, lo había visto llorar cuando no había nadie para consolarlo, lo había acogido cuando no tenía otro lugar al que llegar, había cuidado de Sammy cuando sus cuidados no eran suficientes y había sido su todo cuando pensó que ya no tenía nada. Ama a ese auto, pero…

¿Lo ama siendo una persona?

Joder, mejor irse a dormir, a él no se le da bien esto de… pensar… con sentimientos y eso, así que sólo tuerce la boca y recostándose en la cama.

Cuando Bebé salió del baño vestía sólo los pantalones de buzo que Sam le había prestado el día anterior, esos que se arrastraban por el piso y lo hacían tropezar. Apenas dio un paso dentro de la habitación se sorprendió al no encontrar a Dean despierto, pero más se sorprendió al encontrar al hombre de la gabardina que generalmente anda con su dueño, parado entre las dos camas, arropando a Dean que se había quedado dormido sobre las cobijas.

- ¿Castiel? - Preguntó, alertando al ángel que inmediatamente se puso en posición defensiva.

- ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? - Mierda, ya estaba sacando su espada contra él. Si no actuaba rápido lo iba a matar.

- Tranquilo, Cas, soy yo, el Impala. - La duda en el rostro del ángel fue tan palpable que Bebé se apresuró a aclarar las cosas. - Una bruja me convirtió en humano para darle una lección a Dean. -

Castiel lo examinó de arriba abajo, con esa mirada suya que finalmente Bebé entendía porque intimidaba tanto a su dueño. El ángel caminó hacia él, con su espada en la mano, lo rodeo un par de veces, posando su atención en las cicatrices que apenas se veían en esa piel tan clara que poseía.

- Mmm… tal vez eso explique el porqué no pude sentirte. - Finalizado su escrutinio, Castiel regresó a terminar lo que había comenzado, arropando a Dean y acomodando mejor a Sam en la cama, asegurándose de que estaba bien tapado. - ¿Cómo sucedió? - Preguntó el ángel, poniendo toda su atención en el impala una vez más.

- No estoy muy seguro, pero creo que Dean insultó a una bruja y lo maldijo convirtiéndome en persona… y… creo que tiene que aprender algo, respeto o algo así, pero no estoy muy seguro… por cierto, ¿Qué haces aquí? Pensé que no querías ver a Dean después de lo que te hizo. - Ya más calmado, Bebé se encaminó hacia la pequeña cocina de la habitación, invitando a Castiel a sentarse con él en la mesa. No sabía cuál era el protocolo humano cuando se tenían visitas, así que sólo atinó a ofrecerle una cerveza. Dean siempre lo hacía con todo el mundo, así que ¿debía ser lo normal, no?

- Yo no bebo, pero gracias. - A pesar de su negativa Castiel tomó la botella de cerveza y se la llevó a los labios, dándole un corto trago. Bebé imitó su gesto, encantado con el sabor de la cerveza. - Sobre el tema de Dean… aún no quiero hablar con él, pero no por eso dejaré de cuidarlos. - Aclaró, sintiéndose extrañamente cómodo hablando con un objeto con forma humana. - Los he visitado varias veces durante el mes, para asegurarme de que no les falte nada o no estén en peligro. -

- Y Dean diciendo que eres como un cubo de hielo, Cas, pero eres todo un tierno. - La risa alegre y aún medio borracha de Bebé se dejó oír por la habitación, pero los hermanos no despertaron, seguramente estaban bajo la influencia de Castiel y dormirían de corrido hasta el día siguiente.

Lo que pretendía ser una corta charla terminó siendo una conversación de poco más de dos horas. A ese punto Bebé ya estaba acurrucado contra Castiel, con otras tres cervezas encima e intentando huir del frío de la noche al esconderse dentro de la gabardina del ángel. Castiel no hacía mucho por alejarlo, la verdad es que estaba muy curioso por el comportamiento del auto y sólo lo dejó hacer.

- Lo que no logro comprender…  - Comienza a decir Castiel luego de un rato de charla amena en la que Bebé hablaba y hablaba de cosas sin sentido y Castiel se dedicó a escucharlo y a abrigarlo con su gabardina cuando su piel quedaba al descubierto. Hablar con el Impala resultaba demasiado fácil, ahora entendía por qué Dean tenía esos largos monólogos con su auto cuando creía estar sólo. -… es por qué esa mujer te convirtió en humano a ti, si la lección es para Dean. - Comentó, dejando caer su mano sobre la cabeza de Bebé, quien sólo se frotó contra ella al igual que un gato.

- Ni idea, Cas, yo me desperté y estaba aplastando a Sammy y Dean ni me miraba. A la bruja no le he visto ni la matrícula, sólo sé lo poco que me ha contado Sam y lo que ha insinuado Dean, algo de que debe aprender una lección sobre el respeto. - Castiel parece pensarlo un momento y luego asiente, antes moverse, indicándole a Bebé que se pondrá de pié. De mala gana Bebé se aleja de él, con la piel erizada por el frío.

- Comprendo, y espero que Dean se tarde en aprender. Ayudarás a los chicos mucho más en esta forma. - Castiel da un par de pasos hasta ubicarse en medio de la habitación, haciendo un ademán con la cabeza, despidiéndose. - Gracias por las cabezas y la charla, fue… interesante. - Y con el sonido del batir de sus alas,  Castiel desapareció como siempre lo hacía, dejando a Bebé con esa sensación extraña en medio de su motor, esa sensación rasposa de pastillas de freno gastadas y correas de transmisión sueltas.

Tenía que ser por la cerveza y el frío, tal vez el sueño también tenía que ver en la ecuación. Intento abrir los ojos al completo, pero no podía alejar el mareo y la ligereza de su carrocería. Se levantó lentamente y caminó hasta la cama de Dean, lo empujó levemente, se acomodó debajo de las mantas y se abrazó a su dueño.

Se acurrucó más junto al hombre dormido cuando este pareció reconocerlo en medio de su sueño y lo apretó contra su cuerpo. Dormir fue lo más fácil que pudo hacer ese día.

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Parte dos

slash, bebe, with: kattie, spn, one more shot, love, brothers, fics, magia, castiel, brujas

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