Ya estamos de vuelta tras el fugaz paso por Londres para ver a Richard Schiff. Ese gran publicista que nos vendió su obra como "not great, but ok". Tenía toda la razón del mundo pero me dieron ganas de decirle que iba a dormir en un puto aeropuerto por ella, así que ya me podía decir que era lo mejor del mundo. Pero él muy majo. Como estabamos
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