Nov 21, 2004 22:48
Bueno, pues ha llegado el momento. Mañana subiré por fin a ese pequeño barco que me llevará hasta un nuevo destino. Soltaremos amarras, levaremos anclas y partiremos dejando atrás las tierras de los hielos perpétuos que tanto me han hecho sufrir.
El viaje no será demasiado largo, unas tres semanas aproximadamente, pero si no hay demasiadas dificultades durante el trayecto, tal vez consiga dejar atrás todos los malos momentos pasados para buscar un nuevo horizonte hacia el que dirigirme. Necesito dejar mi mente en blanco, y olvidar todo aquello que me ha ido emponzoñando por dentro hasta hacerme perder mi fe en la gente y en el mundo.
Me han propuesto enrolarme en otro barco que se dirige a explorar tierras desconocidas cuando termine este viaje que voy a emprender. La propuesta suena sugerente, pero creo que es demasiado arriesgada y no confío en el capitán del barco. Le conozco ya de antes, pero tiene demasiadas correrías ya a sus espaldas y eso le ha marcado demasiado, no se si sabrá llevar el barco a buen puerto cuando estemos en una situación límite, lo que es bastante probable que ocurra. Creo que rechazaré el ofrecimiento para seguir buscando otra expedición interesante en la que me sienta más seguro.
Por ahora me despido hasta que termine mi nuevo viaje. Si las tormentas y los craken nos permiten llegar a buen puerto, volveré a escribir en éste, mi cuaderno de bitácora particular, para reflexionar sobre las experiencias que acontezcan durante el periplo.
El viajero sin destino