Retorno tras el exilio.

Apr 09, 2012 17:17

Habían pasado muchos años desde aquel lejano día en que tuvo que marcharse. No había otra opción si quería alcanzar su objetivo, el único camino posible había sido el largo exilio.

Se sintió extraño al regresar. Todo le era familiar, pero a la vez le resultaba ajeno. Podía reconocer algunas caras, algunos lugares, pero nadie le reconocía a él. La sensación de ser extranjero en su propia tierra le pinchaba como una afilada aguja hipodérmica.

Caminó por aquellos viejos rincones que le habían visto crecer, y aunque conocía cada recodo de aquellas calles, sintió que él ya no pertenecía a aquel lugar. En aquel momento fue consciente de que ya no formaba parte de ningún lugar en el mundo más allá de su pertenencia instantánea y fugaz al lugar por el que pasaba en cada instante. Ya no había raíces, ya no había vínculos ni cadenas que le amarrasen a nada ni a nadie, se sintió ligero, libre y fuerte a la vez, pero en el trasfondo de aquella sensación también había un regusto amargo al saber que nadie jamás le podría acompañar en aquel viaje eterno en el que se había embarcado.

Aquella libertad caminaba de la mano con la ausencia de cualquier esperanza, de cualquier futuro o de cualquier ilusión, esos conceptos implicaban inmediatamente sentirse anclado a algo por lo que parece que vale la pena luchar, pero él ya no tenía nada por lo que luchar. Su exilio había terminado cuando supo que había cumplido con la misión asignada a su existencia, y cuando sintió que esa misión había terminado, pensó que debía volver, pero ahora sabía también que no había ningún lugar al que volver. No podía arrastrar a nadie a aquel camino hacia ninguna parte, no tenía nada que ofrecer más allá de aquella libertad y un futuro sin futuro en el que se lucha por el mero orgullo de no rendirse jamás.

Se marchó de nuevo en silencio, mirando al frente lleno de tranquilidad y sosiego, pensando que tal vez algún día volvería de nuevo a aquel lugar que un lejano día le vio crecer pero al que ya no pertenecía. Pensaba que su destino sin destino era difícil y arriesgado, pero mejor que cualquier otro que le hubiesen podido imponer. Aquel destino sin destino era el mejor posible porque era el que él había elegido.

El viajero sin destino.
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