Apr 16, 2011 20:33
Muchos pasaron muy cerca mientras transitaban aquel camino cualquiera, pero pocos repararon en su presencia. Allí arriba, en lo más alto de una colina y envuelta siempre en una espesa niebla que a duras penas permite ver su silueta recortándose entre la madeja de nubes, reposa la fortaleza.
La mayoría de los que la vislumbran desvían su vista hacia el horizonte y continúan su camino, pues su fantasmagórica visión sólo suscita desconfianza y temor. En ocasiones algún curioso se desvía del camino y se acerca al pie de la colina para contemplarla más de cerca. Entonces se topa con un cartel de advertencia que dice: “Sé prudente, viajero, y continúa tu camino. Esta fortaleza no puede ofrecerte nada de interés y sólo puede generarte frustración”. Ante semejante aviso esos curiosos se conforman con echar un vistazo desde lejos a su imponente muralla que sorprende por dos motivos. El primero es su altura, que parece no tener fin y el segundo porque en ella no se puede encontrar ni una fisura, ni una ventana, ni una grieta, su piedra es completamente lisa y compacta, dándole un aspecto de robustez que parece hacerla absolutamente inexpugnable.
De entre esos curiosos, hubo una pequeña minoría mucho más osada que no hicieron caso a la advertencia. Los que se atrevieron a desafiarla subieron a la colina para observarla de cerca, y tal vez aquella muralla impenetrable se presentó ante ellos como un fascinante reto que despertó un profundo deseo de entrar dentro de la fortaleza y descubrir que había detrás de aquellos misteriosos y elevados muros.
Algunos de ellos trataron de escalar la muralla, pero resultaba imposible subir por ella porque estaba perfectamente pulida y no había nada a lo que agarrarse. Intentaron también clavar ganchos en ella sobre los que amarrar cuerdas para poder escalarla, pero la piedra era tan dura que era imposible perforarla, por lo que terminaron desistiendo. Otros trataron de construir escaleras con las que superar aquellos muros, pero al apoyar aquellas escaleras contra ellos, y por más altas que las construían, siempre se quedaban cortas y jamás eran capaces de llegar hasta sus almenas.
Hubo algunos que después del intento de escalada no se quisieron dar por vencidos, y entonces intentaban atravesar el muro por la fuerza, tratando de abrirse paso en él mediante potentes explosivos, pero tras la humareda y la lluvia de tierra y polvo, los muros seguían intactos. El más obstinado de todos, irritado ante aquella infranqueable barrera, ideó un plan para intentar derribarla. El plan consistía en excavar varios pozos junto a la muralla hasta alcanzar sus cimientos. Una vez alcanzada la base de los cimientos colocaría dinamita para socavarlos, de forma que la muralla se derrumbaría sin remedio. Sin embargo, tras meses excavando profundos pozos, fue incapaz de alcanzar la base de los cimientos. Parecía como si hundiesen sus raíces hasta el corazón de la tierra, allá donde nadie pudiese alcanzarlos, por lo que finalmente aquel obstinado curioso se tuvo que marchar frustrado y con la sensación de haber perdido su valioso tiempo durante muchos meses.
A pesar de las iras de los curiosos la fortaleza sigue sobre su colina, escondida entre las nubes, contemplando atenta y desde lejos a los que recorren el camino que discurre a sus pies, como si el tiempo se hubiese detenido en ella para siempre sin que nada cambiase jamás en aquel lugar. Nadie sabe cuando, ni quien, ni para que se construyó, todo lo que la rodea se mueve entre la realidad y la leyenda sin que nadie sepa cual es su verdadera historia.
Para añadir más misterio aún, algún viajero cuenta que aquella fortaleza no tiene sentido alguno, que su interior está completamente vacío, y que sus desangeladas murallas no protegen nada más que un espacio hueco ante el que cualquiera que superase el reto de atravesarlas, no sentiría más que una enorme desilusión. Y hay quien dice también que tal vez alguno de los viajeros que cuenta esas historias consiguió franquear sus murallas hace mucho tiempo, y que después de su desilusión decidió colocar a sus pies el cartel de advertencia que ahora encuentran todos los que se acercan a la base de la colina. Sin embargo, ¿quién puede saber que hay de cierto en esa historia, si nadie conoce a nadie que haya podido ver que hay en el interior de la fortaleza?
El viajero sin destino