Precisamente lo que más me ha gustado son los pequeños flash back que hacen que vea la serie de una manera diferente, aunque la protagonista me resulta cargante, en su eterno dilema de cómo actuar para quedar bien con todo el mundo, con ese halo de superioridad que transmite, ya sea en la forma de hablar como en las constantes meteduras de pata, en un universo extraño con distintos códigos a los que ya tenía controlados. Sus constantes cambios de rumbo entiendo que son producto de eso mismo, pero no sé, me exaspera.
Prefiero a la pandilla de secundarias con sus pequeñas y grandes tragedias, descubriendo poco a poco sus verdades y sus miserias, no puedo tener una favorita pero me dio mucha pena la chica que consigue salir…para entrar al poco tiempo porque no sabe vivir de otra manera y prefiere la “seguridad” de la cárcel a la incertidumbre del exterior. Triste, muy triste, por todo lo que implica, me recuerda a otro triste personaje de la maravillosa Cadena Perpetua que terminaba suicidándose.
Otro punto a favor es que no sólo se vea la vida de las reclusas sino también la de sus guardianes, donde imperan los pequeños dictadores (también casi me dio pena Mendez al final jejejejeje) y las intrigas de poder en un espacio tan reducido. Creo que lo que más me cojea es la vida paralela en el exterior: Los padres, los amigos, el hermano, el novio…no sé, me descoloca un poco porque no lo veo terminar de encajar en el conjunto. Aunque he de reconocer que Jason Biggs, el novio, después de tantos American Pie, me ha sorprendido para bien. Una de las escenas más bonitas y conseguidas, porque une los dos mundos el exterior y el interior, es cuando lo entrevistan en la radio y vemos las reacciones de las mujeres oyendo cómo son vistas en el exterior, después de varios episodios en que hemos descubierto que la verdad no es tan simple.
¡Anda, es verdad! ¡El novio es el de American Pie! Me pasé todo el tiempo pensando en que me sonaba su cara, pero no caía. Lo cierto es que no he visto ninguna de American Pie, pero... es que es casi cultura general, ¡ya me vale!
Si es cierto que la prota, con su aureola de niña bien y aparente mosquita muerta, resulta un tanto cargante, pero me imagino que ahí está también parte de la gracia, en lo chocante que es ver a la elegante rubita lidiando con tipas como Crazy Eyes. Y lo de que el mundo de fuera queda desdibujado es también innegable. Creo que nos pasa como a ellas: al final hemos convertido la cárcel en nuestro hogar y el resto, es distante e incluso falto de interés.
Prefiero a la pandilla de secundarias con sus pequeñas y grandes tragedias, descubriendo poco a poco sus verdades y sus miserias, no puedo tener una favorita pero me dio mucha pena la chica que consigue salir…para entrar al poco tiempo porque no sabe vivir de otra manera y prefiere la “seguridad” de la cárcel a la incertidumbre del exterior. Triste, muy triste, por todo lo que implica, me recuerda a otro triste personaje de la maravillosa Cadena Perpetua que terminaba suicidándose.
Otro punto a favor es que no sólo se vea la vida de las reclusas sino también la de sus guardianes, donde imperan los pequeños dictadores (también casi me dio pena Mendez al final jejejejeje) y las intrigas de poder en un espacio tan reducido. Creo que lo que más me cojea es la vida paralela en el exterior: Los padres, los amigos, el hermano, el novio…no sé, me descoloca un poco porque no lo veo terminar de encajar en el conjunto. Aunque he de reconocer que Jason Biggs, el novio, después de tantos American Pie, me ha sorprendido para bien. Una de las escenas más bonitas y conseguidas, porque une los dos mundos el exterior y el interior, es cuando lo entrevistan en la radio y vemos las reacciones de las mujeres oyendo cómo son vistas en el exterior, después de varios episodios en que hemos descubierto que la verdad no es tan simple.
Resumiendo, que me apunto a la segunda temporada.
Besitos ;)
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Si es cierto que la prota, con su aureola de niña bien y aparente mosquita muerta, resulta un tanto cargante, pero me imagino que ahí está también parte de la gracia, en lo chocante que es ver a la elegante rubita lidiando con tipas como Crazy Eyes. Y lo de que el mundo de fuera queda desdibujado es también innegable. Creo que nos pasa como a ellas: al final hemos convertido la cárcel en nuestro hogar y el resto, es distante e incluso falto de interés.
Me alegro de que te haya gustado.
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