Qué he hecho este verano

Aug 21, 2011 20:14

 a.

Pues aunque lo parezca, no he sido abducida por extraterrestres. Sigo aquí y este año no me he ido a ningún viaje maratoniano (sólo una semanita al sol de Extramadura. Ya, julio no es el mejor momento para visitar Mérida, pero... ¡peor sería agosto) He trabajado bastante y he estado poco por la Red. Así que creo que me ha cundido, aunque no hay mucho que comentar. Pero en cualquier caso, dejo constancia.
He visto (estoy en proceso de ver, en realidad) varias series:

- Acabé temporada de The big bang theory. Refrescante y sin complicaciones, la pena es que se acabó en un suspiro, en la primera semana del verano. Un divertimento sin ambiciones, siempre bienvenido, aunque no haya mucho que pedirle.





- Empecé In treatment. Y la dejé a la primera semana de terapia. Vale, que sí, que el planteamiento es original, que supone todo un reto interpretativo con sólo dos actores y un escenario, que supone un nuevo concepto de televisión donde lo dramático se adueña en exclusiva del metraje y la sobriedad absoluta se hace vehículo de la comunicación. (O de la incomunicación, porque en esta serie lo que no se dice o lo que se niega es tan o más pertinente que lo que se afirma en voz alta). Pero, jo, una hora de neuras ajenas no es lo que más apetece en veranito. Sé que no les he dado la oportunidad que merecen esas vidas ajenas y conflictivas, pero no tengo mucha intención de hipotecar mis noches con ellas. Seguramente volveré a ellas. Quizás cuando pueda disponer de un ratito en la sobremesa, pero no ahora.

- The wire. Chapeau.



Un poco lenta, en el sentido de las cosas que se toman todo el tiempo necesario para cuajar algo perfecto. Densa, como las historias sinceras, que no retroceden ante la profundidad, honradas, que no ceden ni un milímetro a la facilidad, ni a la simplificación. Sólo he visto los seis o siete primeros capítulos, pero con esos basta para darte cuenta de que estás ante una de las grandes. Y que se sigue con bastante más interés del que podría hacer temer su condición de “clásico”.  The wire nos presenta el día a día de un Baltimore hundido en la amargura de la droga: los suburbios tomados pro los traficantes, la violencia como código de supervivencia, los yonquis que malviven en sus calles, confidentes de la policía, adolescentes que arrostran una vida trágica y sin futuro, jueces y fiscales que hacen lo que pueden, policías que son héroes sucios, enredados en sus propias ineptitudes y zancadillas, pero que en el fondo son la única tabla de salvación para un mundo que va a la deriva. Destacaría dos cosas de esta magnífica serie: su sensación de verdad (a veces, casi tenemos la impresión de estar ante un documental) y su radical honradez a la hora de presentar las dos caras de la realidad (policía/delincuencia) huyendo de todo maniqueísmo. La droga destroza vidas y sus estragos se nos presentan sin paliativos, pero los personajes que se sitúan a ambos lados de la raya son igualmente humanos y dignos de aprecio. Quizás más los que se hunden en el tráfico de estupefacientes, puesto que están más atrapados en un universo sin salida. En definitiva, The wire es una mirada inteligente y comprensiva a una realidad que generalmente intentamos no ver.





- Torchwood (Cuarta temporada, Miracle Day) justo recién empezadita. (Sólo he visto el piloto). La verdad, bastante mejor de lo que me temía. Creo que Russel T Davies es un animal de televisión en el que siempre hay que confiar porque pone tanta pasión en lo que hace, que aunque haga truños (quiero decir, estravaganzas como Casanova, o exhibiciones de fantasía y exageración como algunas cosas whovian), los saca adelante a base de puro entusiasmo. Es más de lo que se puede decir de otros showrunners consagrados. Conservar la ilusión del niño grande que es resulta muy inhabitual y muy de agradecer. Torchwood USA desde luego no es un truño (si acaso le sobran dólares) y me encanta la desafiante afirmación de las raíces británicas de donde viene. Si alguien desea más detalles la estamos comentando en el foro Adictos al Doctor.



- Ah, y mi concesión a la oferta televisiva estándar, Los Tudor, esa serie que más que histórica es de diseño, donde las sucesivas reinas y sus damas parecen sacadas de las páginas del Cosmopolitan y los caballeros no se quedan atrás. Vamos, que el Jonathan Rhys Meyer y el Enrique VIII real, mismamente como dos gotas de agua.



Con un cartel promocional como éste, hay que reconocer que la serie no pretende engañar a nadie.



Pero dicho eso y admitiendo que no tiene nada que ver con el concpeto bfritánico de serie de época, la historia se sigue con interés. Con el interés de unn culebrón delujo y colorista que nos proporciona la ilusión de acercarnos a un periodo histórico sin duda apasionante

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Y luego están “los asuntos de trabajo”, que contaré en otro post porque éste es ya demasiado largo..

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