La noche previa al alba - Capítulo 2

Oct 30, 2015 23:52


Joonmyun arribó al trabajo el lunes con la sensación de estar caminando sin gravedad, casi como flotando. Por dentro rebosaba armonía y no sentía las pisadas contra el suelo. Si no hubiese bajado la vista para comprobar que realmente estuviera caminando, habría creído que de un momento a otro le despertaron poderes de levitación. Por una breve fracción de segundo, se imaginó a sí mismo vistiendo el traje de Superman.

Obviamente, su estado no pasó desapercibido para Jongdae, quien estaba tomándose un café junto a la secretaria de la entrada y lo vio llegar.

-Qué andar tan grácil tienes, ¿la pasamos bien anoche? -dijo a modo de saludo, sin molestarse en bajar la voz y atrayendo la mirada de un par de personas.

Joonmyun hizo caso omiso y siguió su marcha hacia los ascensores. No iba a dejar que las bromas de su colega lo sacaran de su estado zen. Ahora mismo se encontraba en paz absoluta y había trascendido las barreras normales de la mente. Se sentía iluminado porque iría a ver al coro de Baekhyun el sábado, y luego volvería a verlo a él el domingo en su visita rutinaria sobre Bona. Doble dosis de BBH. Algo raro se le revolcaba de alegría en el estómago cada vez que pensaba en el próximo fin de semana, aunque sabía que lo mejor era no tener muchas expectativas. Más de una vez se había ilusionado con cosas que luego se le cancelaron y terminó sintiéndose peor que antes.

Antes de que las puertas del elevador se cerraran, Jongdae le dio alcance con la taza en una mano y su otro brazo estirado. Pasó con elegancia, curvando los labios con satisfacción, y al darle un sorbo a su café movió las cejas.

-Estás atrapado aquí conmigo así que no te queda más opción que contármelo todo. Soy capaz de presionar el botón de emergencia si hace falta.

Joonmyun le echó una mirada cansina y suspiró por la nariz, pero no pudo reprimir la sonrisita que se le dibujó.

-Conocí a alguien. -Fue lacónico porque no quería revelar más de lo necesario. Dejaría que el otro le preguntara lo que quisiera saber.

-¡No me digas! ¿Cómo se llama?

-Baekhyun.

-¿Hace cuánto que lo conoces? ¿Dónde…? Espera, es el chico de la cosa esa de animales, ¿no?

-Del refugio, sí. Lo conozco desde que adopté a Bona y es bastante simpático. Le gusta pasear.

-Ajá… -dijo Jongdae, sonriendo de oreja a oreja e instándolo a que siguiera dándole detalles.

-Tiene dos empleos, sabe cantar y tocar el piano, siempre parece estar de buen humor…

-¿Y tú le gustas?

La expresión de Joonmyun dejó de verse tan risueña y bajó la vista al suelo por un momento.

-No lo sé… Es decir, apenas hemos hablado y eso, pero tengo la impresión de que le caigo bien. Me invitó a verlo cantar con el coro el próximo sábado.

-¡Uóoo! -bramó Jongdae, y justo en ese momento las puertas del elevador se abrieron con un tintineo y la gente del otro lado se volteó a mirarlos-. ¿Ya te ha invitado a un evento personal? La última chica que conocí apenas me dejó llevarla al cine a las tres semanas de conocernos.

-Sí, y todos sabemos cómo te comportas alrededor de las mujeres, Kim.

Anduvieron por el pasillo de alfombra cobalto, uno con aspecto inmaculado y el otro con la camisa fuera de los pantalones. Al llegar a sus escritorios, que estaban en cubículos contiguos, Joonmyun se ubicó en su silla giratoria y encendió el ordenador. Despidió a Jongdae de espaldas, hojeando una pequeña pila de papeles que le había dejado su superior.

-Nos vemos a la hora del almuerzo. He traído sobras de los fideos que hice ayer, si quieres probar.

-Prepárate mentalmente para un segundo bombardeo de preguntas, ¿sí? Tómate algo para la acidez estomacal o no sé porque va a estar intensa la cosa.

Jongdae le guiñó un ojo y desapareció hacia el otro lado de la pared de cinco centímetros que los dividía. Pudo escucharlo reír entre dientes.



El sábado tuvo su clase de inglés un poco más temprano, porque el evento de Baekhyun era a las seis de la tarde y esa era la hora a la que normalmente iba Eric a su casa. Joonmyun quedó libre a las tres y aprovechó el tiempo para probarse distintas combinaciones de ropa. A cada minuto que pasaba, la impaciencia crecía en su interior y por todo el cuerpo se le extendía una especie de hormigueo. Se sentía como una mujer en una película de adolescentes, alistándose para su baile de graduación. Tenía que verse elegante, pero quince minutos después concluyó en que nada de lo que tenía era apto para un concierto, a menos que quisiera ir con la ropa del trabajo. Y no quería. Caminó unas pocas manzanas bajo el cielo nublado hasta el centro comercial y se terminó comprando un par de zapatillas y una camisa nueva, azul.

Antes de ducharse y arreglarse para esa noche, sacó a Bona a pasear. La perra parecía tener muchas ganas de ejercitarse esa tarde, porque estuvo unos diez minutos corriendo sin parar en la plaza y oliéndose mutuamente el trasero con sus colegas. Tras dejarle llenos los platos de agua y comida y asegurarle que volvería dentro de poco, Joonmyun partió hacia el auditorio. Le dejó a Bona la radio encendida para que no se sintiera tan sola.

Nunca antes había viajado en subte porque le desagradaba muchísimo la idea de ir apretado como sardina, y sumado a que desconocía la mayor parte de la ciudad, pasó unos buenos dos o tres minutos intentando descifrar el pequeño mapa con los distintos recorridos. Iba a tener que hacer una combinación y eso le dio miedo. ¿Y si perdía el tren, terminaba llegando tarde y no lo dejaban entrar? O peor aún: ¿y si se pasaba su parada y terminaba bajándose en la otra punta de la ciudad? Empezó a ponerse levemente paranoico, aunque sabía que en realidad no era para tanto. Su mente siempre había sido así. Decidió pedirle ayuda a un señor de aspecto bondadoso que se encontraba leyendo un periódico. Él, gustoso, lo orientó con el viaje que tenía que hacer para llegar a su destino. Le dio instrucciones y le marcó el recorrido en su mapita con un bolígrafo negro. Joonmyun se mostró infinitamente agradecido y le estrechó la mano, aunque debió haberlo hecho con demasiada fuerza porque el señor quedó frotándosela luego.

El subterráneo iba repleto de gente, ya que estaban en la hora pico y muchas personas salían de estudiar o trabajar. Entró como pudo y quedó estrujado entre un hombre alto y robusto y una mujer con bolsas, que se había puesto demasiado perfume dulzón. Iba a llegar con la ropa toda arrugada y probablemente oliendo a sudor, pero en ese momento lo único que le importaba era poder respirar y no morir asfixiado. Pasó varios minutos ahí parado, agarrado incómodo al caño de acero sobre su cabeza y captando fragmentos de conversaciones de distintas personas. Se entretuvo inventando pequeñas historias en su cabeza sobre cada una.

Tras lo que se le hizo una eternidad, la voz anunció su estación por los altoparlantes, y Joonmyun descendió del tren junto con parte de la multitud. Comprobó que su camisa luciera dentro de todo pasable; trató de alisarla un poco con la palma y se peinó velozmente mientras andaba con premura, esquivando gente. Subió hasta la calle, y el ocaso lo recibió con la ciudad teñida de naranja y un viento que le silbaba en los oídos y le inflaba la chaqueta. Afortunadamente, divisó el complejo artístico a una calle de distancia. Llegó corriendo y chequeó su reloj al entrar: aún faltaban diez minutos para que empezara.

Miró alrededor mientras caminaba por el hall de entrada para pasar el tiempo. Era bastante grande y en las paredes, pintadas de un amarillo pálido, había colgada una variedad de cuadros grandes; del techo, con una buena cantidad de velas blancuzcas apagadas, pendía un candelabro; y más allá había cerradas unas gruesas puertas de madera lustrosa. Joonmyun supuso que conducirían a la sala de conciertos. Había mucha gente vestida de camisa como él, aunque otros lo habían llevado hasta los extremos y concurrieron o con esmoquin y sombrero, o con una simple camiseta y pantalones vaqueros. Él estaba en un punto medio de elegancia, no sentía que desencajara con el resto; al menos no llamaba la atención como la mujer de cabello rosa que estaba más allá, ataviada con un vestido de un llamativo tono azul. Se tranquilizó. Todo había salido bien.

Poco tiempo después, un empleado del lugar abrió las puertas y comenzó a hacer pasar a la gente. El auditorio alfombrado era bastante grande, con balcones a los costados y los muros tallados, llenos de ornamentos. Joonmyun se ubicó en una butaca roja de la zona céntrica, porque no sabía de qué lado del escenario iba a estar Baekhyun y quería asegurarse de poder verlo. Habría lugar para unas quinientas personas, pero cuando se hicieron las 6:10 y evidentemente ya nadie más iba a llegar, más de la mitad de los asientos seguían desocupados. El abatimiento lo inundó de pronto porque había ido con la idea de que la sala iba a estar colmada, e intentó imaginar lo que sentirían los coreutas al ver cuán pocos espectadores había. Tal vez no les importara; tal vez sentirían la misma felicidad fueran diez, cien o mil.

Entonces se corrió el telón, las luces se atenuaron y la misma mujer de cabello rosa de antes subió al escenario; el clac clac de sus tacones se oía más a medida que las voces se acallaban. Tras ubicarse en un atril de madera con micrófono y ponerse los lentes, empezó a leer unos papeles que tenia. Su voz era bastante aguda, pero a la vez agradable y cordial. Les dio la bienvenida a todos al auditorio y les agradeció por haber asistido; luego habló un poco sobre el concierto que se iba a brindar y las obras que iban a interpretar.

Después de los aplausos que siguieron a ese discurso de apertura, entraron en escena los cantantes. Joonmyun trató de divisar a Baekhyun pero no lo vio, no hasta que todos estuvieron en posición y quietos. Se encontraba cerca del centro del grupo, así que lo tenía prácticamente en línea recta. Vestía camisa y pantalón negros, y su aspecto era sobrio y elegante en la medida justa.

En ningún momento Baekhyun tuvo un solo así que Joonmyun no pudo escucharle la voz, pero de todas maneras disfrutó la variedad de canciones. Nunca había asistido a un concierto antes pero quería volver a hacerlo, así que se anotó en la memoria que debía preguntarle a Baekhyun cuándo iba a ser su próxima presentación.

La gente escuchaba en total silencio y de vez en cuando se oía una tos o un estornudo, pero Joonmyun tenía toda su atención puesta en el muchacho ubicado de pie entre otros dos hombres, que tenía la mirada fija en su carpeta con partituras y no parecía haberlo visto.

Durante una pausa intermedia, en la que el director del coro se puso a darles un par de datos sobre la última obra que iban a cantar (una composición de Gabriel Fauré, que según el folleto informativo que le habían entregado, fue un músico francés del periodo romántico), Baekhyun se puso a mirar entre el público y finalmente lo vislumbró a él ahí sentado. Agitó brevemente la mano para saludarlo y Joonmyun repitió el gesto y alzó dos pulgares, y durante el resto de la velada cantó con una sonrisa grabada en el rostro.

Cuando la última nota dejó de reverberar en el recinto, la gente estalló en aplausos y un par incluso silbó. Joonmyun se puso de pie y aplaudió, con la vista clavada en Baekhyun, y Baekhyun les dedicó tres reverencias junto al resto de los miembros, con los ojos fijos en él y radiante de felicidad.

Diez minutos más tarde, se reunieron en el hall de entrada. Joonmyun se aproximó a él cuando lo vio llegar, caminando con resortes en los talones.

-¡Estuvieron geniales! -le dijo a modo de saludo, con un fugaz abrazo-. Me encantó de principio a fin.

-Muchas gracias por haber venido -respondió el otro, todavía con el corazón agitado por los nervios y la presencia de Joonmyun allí, pero con la voz saturada de alegría.

Salieron al aire fresco de lo que ya era la noche, y ambos lo recibieron con igual alivio. Caminaron por entre sectores de luz y sombra y espacios entre autos al cruzar la calle; se abrieron paso por entre el gentío que andaba en busca de lugares a los que ir a comer o a tomar algo y esquivaron los pequeños charcos que todavía quedaban en la vereda, producto de las lluvias de la tarde (Baekhyun pisó uno adrede para salpicar a Joonmyun); gritaron para oírse las voces por encima del ruido de los autos y la música callejera, y en un momento se pararon a ver cómo un grupo de tres chicos tocaba la guitarra y cantaba una canción de pop en mitad de la acera, y Joonmyun les dejó todo el dinero que pudo. Baekhyun lo observó con dulzura mientras lo hacía pero él no lo vio.

-¿Has ido alguna vez a la torre Namsan de noche? -le preguntó minutos más tarde, mientras estaban ambos intentando avanzar contra un ventarrón que se acababa de desatar y les revolvía el cabello.

-Sólo fui de niño una vez, en una excursión con la escuela -respondió Joonmyun.

-¿Qué dices de ir ahora?

Baekhyun lo observó cargado de entusiasmo, y obviamente él tuvo que aceptar. Tal vez fuera una bonita forma de rematar la noche, pensó, aunque de lo único que tenía ganas era de volver a casa y envolverse con sus mantas. Se preguntó brevemente qué estaría haciendo Bona, y se respondió que debía de estar durmiendo. Había aprendido a subir a la cama de Joonmyun de un salto, y aprovechaba cada oportunidad que tenía para descansar allí antes de que él la descubriera y la echara.

La torre Namsan era una torre transmisora, si la memoria no le fallaba, con una zona circular de varios pisos y una gran aguja. Y como Joonmyun descubrió y no recordaba, había que subir unos chorrocientos mil escalones antes de llegar, pasando por toda una zona de árboles frondosos de diversos colores. Afortunadamente, sus piernas soportaron el ascenso gracias a que las mantenía ejercitadas con su trote semanal, y Baekhyun pudo subir con la misma facilidad que él.

-Suelo venir aquí cuando tengo ganas de ver la ciudad -le explicó mientras entraban.

En la planta baja había un montón de cosas que no recordaba, o que directamente ni siquiera estaban allí cuando Joonmyun visitó la torre por primera vez. Lo que más le llamó la atención y le gustó fue una pared de cristal que tenía pegadas siluetas de distintas torres del mundo junto con sus respectivas alturas, para compararlas con la torre Namsan (que medía 236 metros, según el gráfico). Baekhyun lo guió hasta un ascensor, y se subieron junto a otras cuatro o cinco personas. Había una mujer comentándoles cosas sobre la torre, y el techo del elevador era una pantalla donde se mostraba una simulación en primera persona que hacía parecer que ascendían y ascendían hasta llegar más allá de las nubes.

Se bajaron en un piso destinado enteramente a un restaurante de aspecto sumamente elegante, con mesas de madera veteada y lámparas artesanales blancas suspendidas a un metro y medio del suelo. Pudo oir el sonido de los cubiertos de un par de familias que ya estaban allí disfrutando de su cena, y por los altavoces sonaba una música relajante de un artista que él desconocía.

-¿Me has traído a un restaurante? -preguntó Joonmyun con algo de incredulidad, porque nunca en la vida lo habían invitado a uno y le sonaba demasiado de película romántica. Baekhyun asintió, sonriente.

-Permíteme invitarte esta vez -ofreció, mientras lo llevaba del brazo hacia una mesa más alejada del ruido-. Es mi restaurante favorito en toda Corea y no puedes no venir.

Tomaron asiento junto a los cristales azulados que bordeaban todo el lugar, de forma circular. Joonmyun dedujo que estaban en alguna parte de esa sección vidriada que divisaron incluso desde la base de la colina, antes de subir por la escalera interminable. Le sorprendió cuán poco recordaba sobre la torre. Sólo un par de recuerdos vagos flotando en su mente, prácticamente nada. Era como si la estuviera visitando por primera vez, y su estómago hormigueó de la emoción.

-La próxima me invitas tú -agregó Baekhyun, con una sonrisa pícara.

Joonmyun observó el exterior. La noche estaba mayormente nublada, pero cada tanto aparecía la luna y bañaba todo con su resplandor blanquecino. Extendida debajo se hallaba la ciudad de Seúl de color negro, salpicada por doquier por una constelación de puntitos blancos, rojos y amarillos, y en el fondo distinguía la silueta de una montaña cuyo nombre él no sabía. De repente se sintió inmenso, al tener prácticamente toda la ciudad bajo sus pies, que parecía más bien una galaxia en la Tierra. Miró a Baekhyun, deslumbrado.

-La vista es hermosa… -Fue lo único que atinó a decir.

-Igual que tú.

Y de pronto Baekhyun se puso mortalmente serio y se tapó la boca con las manos.

-Lo… lo lamento, no quise decirlo sino pensarlo y se me escapó, espero no haber arruinado el ambiente y que no pienses…

Joonmyun sonrió y le tomó una mano en silencio. Baekhyun la contempló un instante y luego lo vio a los ojos, enmudecido, con una expresión que era una mezcla entre asombro y sobrecogimiento.

-J-Joonm…

-No conozco restaurantes a los que invitarte la próxima vez -lo interrumpió, con la sonrisa más dulce que fue capaz de poner y un calor extendiéndosele hasta la punta de los dedos-, pero si quieres puedes venir a casa a cenar y… tal vez ver una película después.

Y el rostro de Baekhyun pareció resplandecer de júbilo.



Ese viernes a la noche, pese al cansancio, Joonmyun se duchó y recibió a Baekhyun en su casa.

El sábado intercambiaron números telefónicos y se estuvieron enviando mensajes hasta la madrugada. Sehun se burló de él vía Skype y sostuvo que se comportaba como una colegiala.

El domingo, Baekhyun lo llevó a pasear por la vera del río Han. La tarde estaba soleada y calurosa, así que iba cada uno con su cono de helado. Joonmyun quiso pedir de melón pero el otro no se lo permitió; le dijo que había muchos otros sabores deliciosos que debía probar, y no quedarse siempre con los mismos. Escogió chocolate blanco.

Terminaron caminando hasta el Haneul Park, uno de los cinco parques ubicados en lo que alguna vez fue un vertedero de basura. Ahora era una extensión de hierba y lagos preciosa, abierta durante la mayor parte del día para que cualquiera pudiera ir a pasar el rato y disfrutar de la vista. Baekhyun lo llevó por un sector repleto de juncos blancos que parecían plumas meciéndose con el viento. Arrancó uno y anduvo el resto del camino con la planta en la mano.

-¿Está permitido hacer eso? -le preguntó Joonmyun.

-Es sólo un junco. Mira, hay miles. Quiero ponerlo de decoración en mi casa, o tal vez enmarcarlo y crear mi propio cuadro. O meterlo dentro de una botella antigua de gaseosa y ponerlo en el alféizar de la ventana de mi cuarto.

Le tomó una mano y caminaron sin rumbo, y ese día Joonmyun aprendió a ponerle atención a la naturaleza que lo rodeaba. Observó las distintas especies de árboles y cómo cada una tenía una forma característica de hojas, de colores, de raíces, y hasta variaba la manera en que las ramas se extendían hacia los lados o hacia arriba. Oyó el gorjeo de las aves y cerró los ojos, dejando que los sonidos lo llenaran por dentro y sintiendo cómo la luz del sol le entibiaba el rostro. Caminaron por un túnel que parecía hecho de un enrejado metálico y notó cómo la hierba y algunas flores comenzaban a trepar por la base; imaginó que dentro de algunos años quedaría completamente cubierto y sería un túnel de hojas. Vio a tres niños jugando con burbujas y cómo destellaban bajo los rayos del sol antes de explotar y desaparecer en una fracción de segundo, salpicándoles la cara si estaban muy cerca.

Cuando el sol estaba por finalizar su descenso y todo el parque quedó bañado en una luz azafranada, Baekhyun lo hizo trepar a una estructura de metal negra que servía como mirador. La gente fue subiendo y ubicándose en los bordes, contemplando el paisaje desde allí. Podía verse Seúl en el fondo, hecho todo edificios y un par de luces que tintineaban, con las montañas de fondo y el río Han en primer plano. El sol empezó a desaparecer lentamente tras una montaña y el cielo fue pintándose de más y más colores conforme los segundos pasaban: celeste, naranja, amarillo, algo de rosa, gris… Era una imagen sencillamente espléndida que ninguna cámara fotográfica habría conseguido capturar a la perfección, y por eso Joonmyun decidió simplemente observarlo durante todo el tiempo que pudo y tratar de grabar en su memoria cada mínimo detalle que pudiera captar. La silueta negra de un ave pasó volando algunos metros más adelante y se perdió entre los árboles. Abajo, en la superficie del río, los reflejos de luz bailoteaban y poco a poco se fueron volviendo más tenues, hasta que finalmente el sol se ocultó por completo.

-¿Qué tal, eh? -le preguntó Baekhyun por encima de los murmullos de la gente-. Los atardeceres que se pueden ver desde aquí son los más hermosos.

-Vaya… -Nunca se había parado a prestarle atención a la belleza que todo este tiempo había tenido a su alrededor. Fue algo tan corriente como una puesta de sol, y sin embargo la imagen que le había quedado grabada en las retinas era de las más hermosas que hubiera visto-. Gracias por traerme, Baekhyun. Me estás haciendo ver todo lo lindo que tiene esta ciudad para ofrecer.

-Te estoy haciendo vivir, Kim Joonmyun.



Aquella noche estaba estrellada, y luego del parque fueron al cine a ver una película nueva que se había estrenado la semana pasada, de ciencia ficción y bastantes escenas de pelea. Joonmyun había leído buenas críticas por internet, así que decidió invitar a su novio (si es que ya lo podía llamar así; no habían tocado el tema aún, pero era bastante obvio hacia dónde iban encaminadas las cosas). Era lo menos que podía hacer para agradecerle la cena en el restaurante.

Baekhyun se pidió unos nachos con cheddar y Joonmyun unas simples palomitas de maíz saladas. Compartieron un vaso gigante de Coca-Cola con una sola pajilla. Empezaron la película sentados con total normalidad, pero la terminaron con el brazo de Joonmyun rodeando el cuello del otro.

-¿Me acompañas hasta mi casa? -le pidió Baekhyun cuando la noche volvió a recibirlos al salir-. No vivo muy lejos de aquí, serán diez manzanas como mucho.

-Por supuesto.

Pasaron por una casa de música que estaba cerrada, y en la vidriera había exhibido un piano de cola precioso que hizo que a los dos se les hiciera agua la boca. Sobre el banquillo había un cartel de papel plegado en dos para que se pudiera mantener en pie. «Por favor no tocar». Baekhyun soltó un ruidito despectivo al leerlo.

-No pueden poner un piano así en exhibición y pedirte que no lo toques. Si estuvieran abiertos, entraría y me pondría a tocar Chopsticks, y que me saquen si pueden.

Joonmyun no sabía cuál era esa canción, pero de todos modos se rió. Siempre había querido aprender piano, pero nunca se había animado a empezar porque le parecía demasiado difícil. Disfrutaba viendo a la gente tocar, por eso solía pasar parte de su tiempo en Youtube, mirando videos de niños chinos prodigio.

Baekhyun vivía en un apartamento también, en el décimo piso de un edificio que tenía pinta de ser relativamente nuevo. O eso, o estaba bien cuidado. Sus pasillos blancos y espaciosos estaban moteados de verde: había plantas en cada entrada.

-¿Quieres pasar? -le preguntó, sacando las llaves para abrir la puerta principal. Joonmyun lo meditó un instante, pero luego Baekhyun se apresuró a agregar, quizás porque intuyó lo que pasaba por su mente-: Hay algo de lo que quiero hablarte, no creo que nos lleve mucho tiempo. Te haré un té, ¿sí?

El interior de su casa era acogedor. Había varios muebles de madera oscura repartidos por aquí y allá y la alfombra parecía ser bastante mullida. Joonmyun tuvo ganas de descalzarse y enterrar los pies en ella. Las luces desprendían una luz cálida, y todo quedó brevemente sumido en una especie de semi-penumbra porque no eran bombillas de demasiada intensidad, hasta que calentaron y alumbraron todo mucho más. La sala de estar no era muy grande, pero a él le gustaba.

-¿De qué quieres el té? -preguntó Baekhyun yendo hasta la cocina, mientras él colgaba su abrigo en el perchero. Notó cómo su tono de voz había pasado de ser alegre a un poco más serio.

-De lo que vayas a tomar tú.

Cuando reapareció, con una bandeja con dos pocillos blancos y una tetera, le pidió que tomara asiento y Joonmyun obedeció. Luego se sentó él también, al otro lado de la mesita, y dejó escapar un suspiro prolongado. Al verter el té, vio cómo le temblaban un poco las manos.

-Baekhyun, ¿qué sucede? -Lo observó con extrañeza pero el otro no respondió; simplemente le dedicó una mirada afligida. Joonmyun le quitó la tetera y luego le sujetó una mano con las suyas-. Sabes que puedes hablarme de lo que sea, no te preocupes.

Le enseñó una sonrisa tranquilizadora y Baekhyun pareció aliviarse un poco, porque se la devolvió débilmente.

-Perdona, es que… La verdad, no sé cómo empezar a decírtelo.

-Por donde te sea más fácil.

-Bueno… -Volvió a suspirar, y la nuez se le movió al tragar-. Bueno. Eh… Te… te estuve ocultando cosas.

Joonmyun le soltó la mano y una expresión de desconcierto se le plasmó en el rostro.

-¿Qué cosas?

-Yo fui al instituto contigo, Joonmyun, pero no me recuerdas. Fuimos juntos a EXO High School.

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