Reto#11: Fanfiction

Jun 07, 2010 00:20

Hola!

Creo que con este mis neuronas han muerto y no creo ser capaz de escribir ni una sola palabra mas.

Lo siento Draco; pero creo que este sera mi ultimo regalo para ti.

Reto:Reto#11: Treinta en numeros romanos, o sea XXX
Título: La antigua Roma
Personajes: Harry/Draco
Rating: Pg-16
Género: Slash (chico/chico)
Advertencia: AU sin magia y del Imperio Romano. Los dos chicos tienen entre doce o trece años.

Inspirado en cierta medida por hoomypoop y su fic CCMX ab urbe condita


Draco veía desde su cama como Harry recogía la habitación en silencio, con la cabeza gacha y con rapidez. Desde su posición podía ver la forma en la que la modesta túnica de Harry se amoldaba a su cuerpo, dejando bien visibles las torneadas piernas y los fuertes brazos, la forma en la que hacía de su culo la visión más perfecta que Draco hubiera contemplado nunca cada vez que se agachaba o se inclinaba.

Aun recordaba la primera vez que vio a Harry, su esclavo.

Tenía cuatro años. Estaba paseando de la mano de su madre en el mercado de la ciudad, unos pasos por detrás de su padre, cuando un pequeño grupo de gente llamo su atención. Se arremolinaba frente a una tarima en la que había no mas de una docena de personas, todas unidas por grilletes en los pies y con fuertes collares de hierro al cuello, vistiendo pobres túnicas, raídas y sucias; que le hicieron fruncir el ceño. Tiro de la mano de su madre para llamar su atención y señalo con el dedo al grupo de gente.

―¿Qué hacen, mami?

Narcissa siguió su dedo con la mirada y miro de reojo a Lucius que se había colocado a su lado.

―Es una venta de esclavos ―dijo su padre.

Draco sabía lo que eran los esclavos, en casa tenían muchos, hacían la comida, lavaban la ropa, les vestían, limpiaban… Remus, el esclavo personal de su padre, solía leerle cuentos por la noche. Sin embargo nunca había visto esclavos como aquellos, parecía que tenían hambre y estaban muy sucios, incluso había niños entre ellos. El rubio sabía que había esclavos niños. Su amigo Blaise tenía a Ron, con el que jugaba siempre que podía; pero eso era porque la familia de Ron siempre habían sido esclavos en casa de los Zabini. En su casa no había niños esclavos. Su padre no los compraba y los que tenían las esclavas estaban apartados de la casa hasta que eran lo suficientemente mayores como para trabajar.

Mirando con curiosidad a los niños subidos en la tarima se encontró con uno que parecía desentonar entre el resto de esclavos. Debía de tener su edad, era bajito y delgado, estaba subido sobre un taburete, como el resto de los niños; tenía el pelo negro como la noche y unos ojos verdes que se podían ver desde donde estaba Draco.

El rubio sintió un tirón en la mano. Su madre le instaba a que empezara a andar para retornar su paseo hasta las termas. Draco se soltó de ella y corrió hacia la multitud, pasando entre las piernas de los hombres que se agolpaban, llegando hasta el frente de la misma, justo delante de donde estaba el pequeño moreno.

―El siguiente es este pequeño. Tres años. Venido desde las lejanas tierras germanas ―comenzó a recitar el que debía de ser el dueño mientras un hombre, el más grande que Draco hubiera visto nunca, cogía al moreno niño de las axilas y le levantaba.
―¡Yo lo quiero! ―grito Draco dando pequeños saltitos con la mano alzada.

Los hombres de alrededor, incluido el mercader, rieron ante eso.

―Te doy un denario ―grito un hombre gordo a unos metros del pequeño rubio.

Draco frunció el ceño y miro de mala manera al hombre, intentando poner esa mirada que le había visto poner a su padre y que hacía temblar hasta al más poderoso de los senadores. Iba a replicar que el ya había dicho que lo quería cuando noto una mano en su hombro. Giro la cabeza y vio a su padre, de pie tras él.

―Padre, lo quiero ―le hizo saber señalando al niño moreno.

Lucius le echo un vistazo con ojo crítico. Luego miro al hombre que había pujado por el crio y vio la mirada de lujuria con la que le miraba. Después miro al comerciante que se mojaba los labios pensando en la riqueza que conseguiría de él, un distinguido senador de la republica. Por último miro a su hijo y el anhelo en sus ojos.

―Te daré dos denarios ―dijo Lucius finalmente.

El mercader miro al hombre que había pujado anteriormente por el crio con la vana esperanza de que quisiera dar más dinero por este; no obstante, al ver la túnica de Lucius que le señalaba como senador, el hombre no hizo ningún esfuerzo más.

Así fue como Harry pasó a ser esclavo de la distinguida casa de los Malfoy. En los primeros años no se esperaba de él más que hiciera compañía al joven amo, jugara con él, recogiera los juguetes y fuera a su lado fuese a donde fuese. Conforme fue creciendo se le fueron asignando tareas, al principio simples, hacer las camas, ayudar a Draco a vestirse y a lavarse… pero cada vez mas y mas tareas que le mantenían lejos del rubio, cosa que este no aprobaba en absoluto.

―Harry ―le llamó Draco desde la cama.

El moreno dejó sobre la mesa los rollos de pergamino que estaba recogiendo y se giro en dirección a su amo, en silencio y con la cabeza gacha, tal y como le habían enseñado debía hacer en presencia de cualquiera que no fuera un esclavo.

―Harry, mírame ―le ordenó el rubio.

El moreno lo hizo, le miró fijamente con sus ojos verdes y, no por primera vez, Draco se olvido unos segundos de respirar. Harry vio a su amo tumbado sobre la cama con una sencilla túnica, lo que le hizo preguntarse qué diría la señora de la casa al verle vestir eso en lugar de la toga.

―¿Qué ocurre?
―Nada, amo ―respondió luchando contra la tentación de volver a bajar la cabeza.

Draco le miró con ojo crítico, analizando cada expresión de su rostro, sabiendo que si había algo, esa cara se lo diría, después de todo, Harry siempre había sido para él como un pergamino desplegado y listo para ser leído.

―Pansy vendrá en un par de horas.

Ahí estaba. La señal. Harry estaba apretando los puños con fuerza. Fuera lo que fuere lo que estuviera molestando al moreno tenía que ver con la rubia que era su prometida desde antes de nacer.

―Prepara el baño.

Harry se inclinó y salió de la estancia para avisarle a otro de los esclavos que Draco deseaba tomar un baño. Cuando lo hizo, regreso y cogió una de las togas del armario antes de seguir al rubio hacia el baño de la casa.

―Dejadnos ―ordeno al resto de los sirvientes quitándose la túnica y dejándola en el suelo.
Los pocos esclavos que había en el lugar se inclinaron y salieron de la estancia en silencio dejando solos al joven amo y a su sirviente personal.

Draco se paseo desnudo por el borde, con el porte firme y los pasos seguros que se le habían inculcado desde la más tierna infancia, hasta llegar a las escaleras. Podía sentir la mirada de Harry fija en él, a pesar de que se suponía los esclavos no podían mirar a sus amos sin el permiso de estos. Sin necesidad de girarse sabia que el moreno tenía la cabeza gacha y que la alzaba unos milímetros del suelo, los suficientes para poder ver; que estaba sonrojado y que se estaría mordiendo el labio inferior.

Bajó los escalones y dejó que el agua le cubriera hasta la cintura, nadó hasta el lado opuesto y volvió para sentarse en los escalones que momentos antes había descendido. Harry, de rodillas en el suelo a su lado, acerco los artículos de limpieza y comenzó el ritual que Remus le había enseñado años atrás.

Fue el día en que cumplió cinco años. Remus le había cogido de la mano y los dos habían seguido a sus amos, a Lucius y a Draco, que caminaba junto a su padre, y que miraba de vez en cuando hacia atrás, como si quisiera asegurarse de que su amiguito seguía allí.

Lucius se había sentado en los mismos escalones en los que ahora estaba Draco y había sentado a su hijo a su lado, Remus había cogido una cesta, la misma que ahora estaba usando él, y le había señalado cada uno de los botes explicándole lo que hacían ”Este es para limpiar el pelo”, “Este es para que huela a jazmín”, “Este para que sea fácil de peinar”, “Este no se puede usar. Es de la ama”… Harry había escuchado todas las indicaciones en silencio y luego había repetido los movimientos que Remus hacia en la cabeza de Lucius; pero en la de Draco. Aun recuerda la forma en la que este no dejaba de reír y de mover la cabeza de un lado a otro solo porque quería asegurarse de que era Harry y no Remus el que le estaba lavando.

―Tienes unas manos talentosas, Harry ―dijo Draco sacándole de sus pensamientos y rompiendo el mutismo de la sala―. Siempre las has tenido. Pero últimamente lo noto más.

Harry siguió trabajando en silencio sin saber que responder o siquiera si debía responder algo.

―Hable con padre sobre ello. Dice que es normal. La adolescencia. Que por eso Pansy y yo ya no podemos estar a solas.

Harry siguió trabajando en silencio, lavando con cuidado el pelo de Draco. Cogió una palangana y la relleno de agua clara.

―Por favor amo, echad la cabeza hacia atrás.

Draco siguió sus instrucciones, encontrándose con los verdes ojos de Harry.

―Padre dice que los esclavos suelen encargarse de eso.

Harry en silencio comenzó a aclarar el pelo de Draco.

―No sabes de lo que te hablo ¿verdad? ―le pregunto el rubio tras unos segundos en silencio.
―No, amo. No lo sé ―reconoció Harry dejando la cuba de agua a un lado y poniendo las manos sobre las rodillas.

Draco se giro y pasó la mano por el pelo de Harry, bajándola lentamente hasta dejarla sobre su mejilla.

―Eres un ingenuo, Harry.

Draco se puso de pie y salió del agua, se dio la vuelta y se quedo de pie frente a Harry, el cual en cuanto su amo salió del agua había vuelto a bajar la mirada.

―Mírame, Harry. ¿Ves mi polla?

Harry alzó la cabeza y miró a donde su amo le había pedido. Algo estaba mal, no estaba como siempre. Por un momento se asusto de que algo malo pasara con su amo, de que Draco estuviera enfermo y fuera por su culpa. Sin embargo no debía de ser nada grave o el rubio no estaría tan tranquilo.

―Está así por la forma en la que me has tocado cuando me lavabas el pelo.

Harry abrió los ojos con sorpresa sin poder creerse que él le hubiera hecho eso.

―No es grave. No es la primera vez ―le dijo andando hacia uno de los bancos de piedra tallados en el muro―. Yo también me asuste al principio; pero padre dice que es normal.

Harry trastabillo al ponerse en pie y corrió hacia su amo, quedando de pie frente a él.

―Es la señal de que me he convertido en un hombre ―dijo sonriendo con superioridad―. Tú aun no eres un hombre ¿verdad, Harry?

El moreno negó con la cabeza sin poder despegar la vista de la polla de su amo que estaba expuesta ante él.

―Al principio lo dejaba pasar. Me tumbaba sobre la cama y se ponía normal después de un tiempo. Pero padre dice que hay otras maneras, mas rápidas y placenteras. Que los esclavos se encargan. ¿No te lo ha mencionado Remus en tus lecciones?

Harry dudo un poco antes de negar con la cabeza. Remus le había explicado muchas cosas con el paso de los años. Le había enseñado a ponerle la toga a Draco de la manera en la que él se la ponía a Lucius, le había enseñado a ensillar el caballo del rubio, el nombre de los otros esclavos y a quién acudir según las peticiones del joven amo, le había enseñado a recitar los poemas preferidos de Draco y el nombre de todas las deidades del Olimpo; pero no recordaba nada que tuviera relación con ”que hacer cuando tu amo sea un hombre”.

―Pues tendrás que pedirle que te lo enseñe en la noche.
―Sí, amo. Lo hare. Esta misma noche. No os defraudare. Mañana lo sabré todo.
―Pero eso será mañana. Hoy haremos algo de lo que padre menciono. Ponte de rodillas.

Harry cumplió la orden con presteza.

―Ahí no, tonto ―dijo Draco divertido―. Aquí. Entre mis piernas.

El rubio abrió las piernas dándole al otro espacio suficiente para que se colocara. Harry inseguro se movió hacia donde su amo le había indicado.

―Ahora abre la boca y metete mi polla dentro.
―¿Amo?
―Tranquilo, está bien. Solo procura no morderme. Cuando la tengas dentro la sacas y la vuelves a meter.

Harry le miró con duda. Sabía que Draco nunca le haría hacer algo malo o peligroso; pero no estaba muy seguro de poder hacer lo que el rubio le pedía ¿y si lo hacía mal? ¿y si le mordía sin querer? Entonces recordó que Draco le había cuidado desde que tenía memoria, que siempre había sido amable, que le daba de su comida cuando nadie más veía, que le dejaba dormir en su cama las noches en las que hacia frio y que no le llamaba cuando algunos de sus amigos, los mas brutos, iban a jugar para que no le hicieran daño. Era justo que hiciera eso por él, no por ser sur esclavo, sino su amigo.

Draco vio la duda en sus ojos y por un instante pensó en decirle que daba igual, que era una tontería y le ayudara a vestirse; pero entonces, antes de que pudiera ponerlo en palabras Harry había abierto la boca y se había metido su pene dentro.

La humedad alrededor de su polla hizo que todo le diera vueltas, que la respiración se le cortara y la espalda se le arqueara. Nunca había sentido un placer semejante y no creía que nada pudiera mejorarlo o aproximarse siquiera. Entonces Harry se echó para atrás, para sacar su polla de su boca, y supo que estaba equivocado.

―Por Zeus ―exclamó Draco sintiendo el contraste entre el frio del aire y el calor de la boca de Harry, los dos sobre su polla y al mismo tiempo.

Harry volvió a metérsela y sonidos de placer escaparon de la boca de Draco retumbando contra las paredes. Sus dedos se enredaron en el pelo del moreno mientras este trabajaba con su boca. Harry se sacó la polla de la boca, quedando unido a esta por un delgado hilo de saliva, en la visión más erótica que Draco había visto nunca. Harry con timidez pasó la lengua por la cabeza del pene, para cortar el hilo de saliva, arrancándole un ronco gemido.

―¿Amo? ―preguntó algo asustado por ese último sonido que el rubio había producido
―Vuelve a hacerlo ―le pidió Draco con la respiración entrecortada―. Lo de antes… y esto…

Harry asintió y volvió a pasar la lengua. Dio pequeños lametones que al rubio le recordaron a la forma en la que Crookshanks, una de las crías del gato de su tío Severus, bebía leche. Era placentero, sí; pero no lo suficiente. Cogiéndole con fuerza del pelo le presionó contra su polla y el moreno entendió lo que quería porque abrió la boca y volvió a engullirla.

No supieron cuanto tiempo siguieron así. Sólo que de pronto sintió que sus testículos estaban a punto de estallar y que se sentía raro, como si fuera a hacerse pis. Intentó echar la cabeza de Harry hacia atrás, para no hacerlo en su boca; pero Harry hizo algo con su lengua que le hizo perder el control y dejarse llevar con un ronco gemido. No era pis lo que goteaba de su polla, había manchado la cara de Harry y escurría por su pecho; era blanco y no tan liquido. Vio que Harry tragaba algo y supuso que parte de esa sustancia blanca había caído en su boca.

―No te lo tragues ―le dijo con la cabeza apoyada contra la pared mientras intentaba regular su respiración.
―No pasa nada. No sabe mal ―le tranquilizó Harry con una pequeña sonrisa.
―¿No? ¿A qué sabe? ―le preguntó con curiosidad.
―Es raro. No sabe como el chocolate; pero tampoco como los limones del jardín. No sé cómo explicarlo.

Draco se separó con esfuerzo de la pared de mármol y acercó un dedo hasta la nariz de Harry cogiendo un poco de la sustancia blanquecina entre los dedos. Era raro al tacto. Se lo acercó a la nariz y luego a la boca, sacó la lengua y lo probó. Era como decía Harry, no estaba malo; pero tampoco era un manjar.

―Debe de ser mi semilla ―dijo Draco poniéndose en pie.

Las piernas se sentían débiles e incapaces de soportar su peso, lo que hizo que se tambaleara hasta que Harry se puso a su lado y soportó su peso.

―¿Tu semilla?
―La semilla de donde vienen los niños. La que esta bendecida por Era y que los hombres llevan en sus testículos antes de ponerlos en la vagina de la mujer. ¿Remus no te lo ha contado?
―Sí, lo hizo.
―Pues esa debe de ser mi semilla ―dijo señalando lo que aun manchaba el pecho de su esclavo y que empezaba a endurecerse―. Estás pringoso Harry, necesitas un baño.
―Os ayudare a vestiros e iré al baño de los esclavos, amo.
―Puedes bañarte aquí. Yo me voy a volver a bañar ―dijo metiendo los pies de nuevo en el agua.

Harry con timidez se desabrochó la túnica de esclavo y se metió al agua con su señor. Se dio la vuelta para no observarle e intentó limpiarse rápido, no fuera a ser que alguien entrara y le pillara, no quería tener problemas y menos aun creárselos a Draco. De pronto notó unas manos en su cintura y una barbilla apoyándose en su hombro.

―Lo has hecho bien antes, Harry.
―Gracias, amo.
―Pero que no se te olvide preguntarle a Remus, así mañana lo harás mejor.
―¿Mañana? ¿otra vez?
―Sí. Cada vez que me tocas mi polla se pone como antes. A veces sin que me toques ―le confesó al oído haciendo que un escalofrió recorriera la espalda de su esclavo―. A veces solo con mirarte.

Harry se sonrojó al oír la confesión. Se quedó quieto, sin moverse, sin saber que decir o hacer, hasta que oyó el sonido del agua contra el suelo y supo que su amo había salido del agua.

Mientras dejaba que Harry le vistiera Draco hizo la pregunta que llevaba tiempo rondando por su cabeza.

―¿Harry?
―¿Si, amo?
―¿Por qué ya no me llamas Draco? Antes lo hacías.
―La ama me regaño por ello. Dijo que no era correcto que los esclavos llamaran a sus amos por su nombre.
―Pero los esclavos deben hacer caso a sus amos ¿no?
―Sí.
―Entonces te ordeno que vuelvas a llamarme Draco.
―Draco ―repitió Harry con una sonrisa ganándose un asentimiento por parte del rubio

reto 11, pareja: draco/harry, autor: cloe2gs, gen: slash

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