Pareja: JunToshi
Clasificacion: 17+
Día a día Ohno continuaba su pintura, día a día Jun se enamoraba de él cada vez más.
Notas de la autora: Un día fui al cine con mi mejor amiga (y el resto de la escuela) y despues de ver un anuncio de unos telefonos ella dijo: "Deberías hacer algo así, que ellos se conozcan pero que jamás se hayan hablado y aun así esten enamorados"
Y salió esto :D Espero que les guste. Más fanfics en español
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Ohno admiró el paisaje ante el que se encontraba y sonrió complacido. En muchos sentidos ese mirador era el lugar ideal para alguien como Ohno, un artista en búsqueda del cuadro perfecto. En ese momento estaba seguro de haberlo encontrado.
Había encontrado ese lugar casi por azar, mientras conducía por la carretera. La calidez de los colores, las formas de las nubes y la puesta del Sol habían provocado que Ohno tuviera deseos de capturar ese ambiente en un cuadro para llevar su pedazo de cielo a casa.
Tenía tres semanas para terminar esa pintura y Ohno tenía puestas muchas expectativas en ella.
Caminó por la plaza para sentarse en el borde de la fuente frente al mirador. Con calma Ohno comenzó a preparar su material mientras repasaba los detalles del paisaje con la mirada. De pronto su mirada se cruzó con unos ojos castaños que lo examinaban con curiosidad.
Ohno parpadeó sorprendido, no se había dado cuenta de que había alguien ahí.
El extraño estaba sentado en una banca, de espaldas al mirador, sosteniendo un libro abierto. Probablemente la llegada de Ohno había interrumpido su lectura. Iba vestido con una camisa blanca que delineaba el contorno de su torso y jeans obscuros, demasiado casual, por lo que Ohno pensó que era un lugareño. Y por alguna razón, Ohno no podía apartar la mirada de él.
El extraño tomó las gafas que tenía en la cabeza, alborotando su (aparentemente) suave cabello obscuro en el acto, antes de cubrir con ellos sus ojos. Fue entonces cuando Ohno pudo apartar la mirada de él.
Ohno comenzó a trabajar en su pintura, centrando toda su atención en ella, sin embargo podía sentir de vez en cuando la mirada de aquel extraño.
Al caer la tarde y a regañadientes Ohno recogió su material y caminó de vuelta a su hotel. Cuando lo perdió de vista, el chico de las gafas se puso de pie y caminó a un bar cercano.
-No sueles llegar tan tarde Matsumoto- comentó el chico tras la barra cuando entró- ¿Qué te sirvo?
-Lo de siempre- respondió Matsumoto, sentándose a la barra.
-¿Ocurrió algo interesante hoy?- preguntó el cantinero mientras servía el trago.
-No exactamente- respondió- Hay un chico nuevo, un pintor.
-Es la época en que ellos llegan- dijo el cantinero- Artistas que buscan un lugar tranquilo para trabajar. Tú llegaste así.
-Este lugar es perfecto para escribir en paz, y no fui el único ¿verdad Sho-kun?
-Lamentablemente escribir no es lo mío- suspiró Sho- ¿Te dije que estoy pensando volver a la universidad?
-¿Ah sí? Vivimos juntos y nunca me entero de nada- dijo Matsumoto, sonriendo burlón- ¿Esta vez que será? ¿Teatro, música?
-Economía- respondió secamente Sho- Planeo dejar las artes como hobby
-Supongo que podría funcionar- dijo su acompañante encogiéndose de hombros.
-¿Y cómo va tu próxima novela?- preguntó Sho despreocupado- ¿Un nuevo hit?
-No lo sé, no he podido investigar mucho.
Sho suspiró
-Lo piensas demasiado- dijo acomodando las botellas tras de él.
-Es por eso que soy tan bueno- respondió el otro, engreído. Sho puso los ojos en blanco.
-Voy a cerrar- anunció- Hazme el favor de no trabajar tan tarde, quiero dormir un poco más en mi día libre.
-Sabes que puedes irte cuando quieras- gruñó Matsumoto. Sho rió.
-Pero no quiero irme… aun- dijo poniéndose el abrigo.
-No importa- respondió Matsumoto encogiéndose de hombros- de todas formas tengo que salir temprano.
A la mañana siguiente, Ohno se aseguró de salir temprano para aprovechar la luz del Sol. Apenas llegó a la plaza de la fuente vio que el chico de la vez anterior estaba ahí de nuevo. Ohno no apartó su mirada de él mientras acomodaba su material, pero le fue imposible saber si él lo miraba, ya que tenía de nuevo las gafas obscuras y un libro en las manos que aparentemente estaba leyendo. Con el extraño frente a él a Ohno le estaba costando concentrarse.
Por su parte Matsumoto tampoco ponía atención a su libro. Los movimientos del pintor eran tan sutiles que tenía puesta toda su atención en ellos. Había algo en aquel chico que le impedía apartar la mirada de él. Cada trazo que hacía, una expresión nueva. Además, generalmente a esa hora no había nadie en ese lugar así que Matsumoto no estaba acostumbrado a que invadieran su espacio privado.
Matsumoto comenzó a intentar imaginar que pasaba por la mente del joven pintor, era obvio que estaba encantado con la vista ya que de vez en cuando su mirada se perdía en el paisaje, pero él estaba seguro de que había algo más. A veces se sumía en sus pensamientos mientras miraba su paleta, probablemente intentando encontrar la tonalidad correcta de café para las montañas, y otras, generalmente cuando lo miraba, sonreía, complacido de tener compañía.
Matsumoto suspiró y miró el reloj, debía volver a esperar la llamada de su editor. Le habría gustado seguir mirando las expresiones de aquel chico. Como cualquier escritor, él podía darse cuenta que había una gran historia tras ese chico.
Cuando Matsumoto pasó a lado del joven pintor pudo ver su trabajo de reojo. Era un trabajo magnifico, pese a que aún le faltaban muchos detalles, sin embargo hubo algo que sorprendió al escritor: había un espacio en blanco donde debía estar la banca frente al mirador, donde él había estado sentado.
Ohno notó como el chico se detenía a mirar el cuadro y volteó a verlo. Matsumoto aun tenía puestos los lentes así que no estaba seguro de que era lo que pensaba. Él parecía estar a punto de decir algo cuando una voz lo distrajo.
-Eh, Jun, tienes una llamada. Urgente- gritó un chico desde un edificio cercano. Jun asintió y se dirigió hacia donde estaba su amigo.
Y así comenzó una extraña rutina para ambos artistas. Jun acostumbraba a bajar a la plaza cerca de las ocho y una hora después Ohno aparecía cargando su material de dibujo y permanecían sentados uno frente al otro hasta que el Sol se ocultaba.
No se hablaban, pero se lanzaban miradas de vez en cuando, y no desviaban la mirada si descubrían al otro mirándolo.
Unos días antes de que su primera semana en el pueblo pasara, Ohno descubrió a Jun escribiendo en un pequeño cuaderno de espiral. Las expresiones de Ohno le habían dado tantas ideas al menor que pronto tenía una gran historia en mente.
A mitad de la segunda semana, Jun y Ohno habían pasado tanto tiempo mirándose que sentían que se conocían de años.
Jun no se dirigía inmediatamente a la plaza cuando salía de casa sino que esperaba en una cafetería cercana a que dieran las nueve. Durante su espera se dedicaba a mirar el aparador de la librería frente a la cafetería, hasta que un día algo capturó su atención y lo obligó a entrar al lugar.
Esa misma mañana Ohno recibió una llamada inesperada.
-¿Se puede saber en dónde demonios te metiste?- Ohno suspiró al escuchar a su compañero de cuarto al otro lado de la línea.
-Cálmate Nino-le pidió- Estoy bien…
-Me imagino- dijo Nino con sarcasmo- He estado marcándote desde el sábado. El dueño de la galería esta vuelto loco. Me ha estado acosando toda la semana preguntando por ti, ¿qué se supone que debo decirle?
-Dile que cuando regrese tendrá una nueva pieza en su exposición- le indicó Ohno- Solo pídele que espere una semana más.
-¿Una?- preguntó Nino, receloso- ¿Eso quiere decir que volverás para el inicio de clases?
-Sí,- confirmó el mayor mirando el reloj- Ahora si no te molesta, ya voy tarde.
-¿A dónde?
-No importa, nos vemos.
Ohno no le dio oportunidad a Nino de responder y colgó. Cuando llegó a la fuente Jun ya estaba ahí. La mirada del escritor lo siguió hasta su lugar habitual, donde Ohno descubrió un pequeño paquete con una nota.
“Ganbare”
Ohno miró sorprendido a Matsumoto, quien le sonrió. El mayor abrió el paquete, encontrándose con la colorida portada de un libro de fotografías. Ohno le agradeció con el gesto a Jun y comenzó a hojear el libro. Eran paisajes llenos de colorido que fascinaron a Ohno, definitivamente Jun había llegado a conocerlo.
Esa noche Ohno decidió llenar el espacio en blanco de su cuadro.
Gracias a ese pequeño gesto la distancia entre ellos se redujo, si bien aún no se hablaban. Por las mañanas cuando Ohno llegaba siempre saludaba a Jun con una sonrisa y al caer la noche Matsumoto agitaba levemente la mano a modo de despedida, antes de entrar a su edificio.
Las miradas se intensificaron, ahora eran más largas y frecuentes. No se molestaban en disimular, ambos estaban cautivados por el otro.
Aunque a Ohno le agradaba su nueva “amistad” con Jun, le molestaba que conforme se acercaba su fecha límite ellos no hubieran intercambiado ni una palabra.
En eso pensaba Ohno una mañana que vio a Jun sacar cajas de su apartamento y apilarlas en la parte trasera de una camioneta, recordándole que él también tendría que irse...
-Bien Sho-kun,- dijo Jun cerrando la cajuela de la camioneta- espero que te vaya bien. Trata de no rendirte tan pronto.
-Lo hare- le garantizó Sho- Te hablaré cuando me instale ¿Bien?
Jun asintió y le dio un abrazo fraternal al chico que lo había soportado y guiado los últimos cinco años. Sho subió a la camioneta y arrancó.
A Ohno le sorprendió (y a la vez le tranquilizó) ver que no era Jun el que subía a la camioneta, sino su amigo. El menor se quedó de pie frente al edificio hasta que el auto se perdió de vista, entonces se giró hacia donde estaba Ohno e hizo una inclinación, disculpándose.
Ohno miró desconcertado como Jun caminaba de vuelta al edificio en lugar de a su banca frente al mirador. En ese momento deseó poder darle ánimos sin parecer fuera de lugar, pero se limitó a continuar su pintura, que ahora estaba casi terminada.
La mañana de su último día en el pueblo Ohno caminaba hacia la plaza, pensando en todo lo que quería hacer y no había hecho. Iba tan perdido en sus pensamientos que no se dio cuenta que Jun no estaba en su lugar habitual sino hasta que intentó continuar con su pintura.
Mientras tanto Jun luchaba por no perder la compostura mientras discutía con su editor por teléfono.
-Matsumoto-sama, no puede cambiar de idea tan de pronto- insistía el hombre al otro lado de la línea- No cuando falta poco para terminar la historia…
-Escucha,- le cortó Jun- es mi historia y yo decido que hacer con ella. Además no te estoy pidiendo que no la publiques, solo que no la publiques ahora.
-Pero tenemos que publicar algo la próxima semana…
-El manuscrito estará en tu correo mañana por la mañana- le aseguró Jun. El hombre suspiró.
-Está bien, pero espero que valga la pena…
Jun colgó sin despedirse y rápidamente salió del apartamento. Ya era tarde y hacía días que deseaba ver al pintor, pero había tenido que quedarse trabajando en la historia que iba a remplazar a la secuela de su best seller. Una historia inspirada en aquel pintor y sus enigmáticas sonrisas.
Jun llegó a tiempo para ver a Ohno suspirar y caminar en dirección a la cafetería. Jun lo siguió con la mirada mientras se dirigía a su banca.
Al pasar a un lado de la pintura de Ohno, Jun pudo verla de reojo y eso le hizo detenerse de pronto. El uso de contrastes le pareció magnifico, pero lo que más le llamó la atención fue que ya no había ningún espacio en el cuadro. Ohno lo había llenado con la imagen de Jun sentado en su banca frente al mirador.
-Espero que no te moleste- dijo alguien a sus espaldas. Jun se dio la vuelta, sobresaltado, y descubrió a Ohno mirándolo avergonzado.
-Se ve bien- respondió, recorriendo el cuadro con la mirada- No me molesta en absoluto.
-Aun no está terminado- admitió Ohno, mirándolo fijamente. Jun frunció el ceño e intentó averiguar lo que faltaba- Los rasgos del rostro aún no están listos.
Jun entendió su petición y mordió su labio levemente, nervioso.
-Olvidé mi libro y mis lentes- confesó.
-Es lo de menos- respondió Ohno acercándose a Jun- Tu rostro es más importante.
Jun asintió, ligeramente ruborizado, y fue a sentarse a su lugar, procurando mantener la misma posición que en el cuadro. Ohno rápidamente comenzó a trabajar, continuando la rutina de las miradas con Jun, solo que ahora cada mirada iba acompañada por un leve sonrojo y una sonrisa.
Jun tenía tantas cosas en la cabeza y al caer la tarde todas habían desaparecido menos una: la hermosa expresión de Ohno mientras pintaba.
Cuando Ohno comenzó a recoger sus cosas, después de haber terminado la pintura, Jun se puso de pie y caminó hacia él con paso decidido. Tomó al mayor por la barbilla y lo besó. Los ojos de Ohno lentamente comenzaron a cerrarse mientras correspondía el beso.
-Volveré mañana a casa- murmuró aun contra los labios de Jun.
-Entonces quédate conmigo esta noche- respondió el menor, sonriendo. Ohno dudó, sin embargo pronto se vio arrastrado por Jun hacía su edificio.
-Por cierto, soy Ohno. Ohno Satoshi
-Matsumoto Jun.
A penas la puerta se cerró a sus espaldas, Jun envolvió a Ohno entre sus brazos, besándolo de nuevo. Ohno se dejó hacer y pronto se vio recostado en la suave cama de Jun, mientras este lentamente se deshacía de sus ropas. Las manos de Jun recorrieron el torso del mayor suavemente sin que sus labios se separaran en algún momento.
Pronto Jun terminó desnudo en medio de las piernas de Ohno. Ninguno pensaba lo que hacían y así fue hasta que un dedo se coló en la entrada de Ohno.
-E-Espera,- pidió el mayor. Jun se alejó de él y lo miró- ¿De verdad quieres hacerlo?
-¿Tú no?- preguntó Jun confundido.
-Por supuesto que sí, pero… a penas me conoces.
-Te conozco perfectamente, Satoshi- murmuró Jun a su oído, sonriendo- Conozco la mirada que pones cuando algo te gusta y como la decepción brilla en tus ojos cuando los colores no se mezclan como deberían. Y sé otra cosa de ti…
-¿Qué?- murmuró Ohno sin aliento. Jun le dio un beso fugaz.
-Me enamoraste completamente
Después de escuchar esas palabras Ohno no tuvo dudas. Sus jadeos se intensificaron cuando tres dedos de Jun jugaban en su interior, dilatando su entrada. Ohno comenzó a frotar el miembro de Jun mientras el continuaba con su tarea, arrancándole un ronco gemido.
-Hazlo ya- le ordenó el mayor, moviendo sus caderas contra la entrepierna de Jun. Él no se hizo del rogar y lentamente comenzó a entrar en Ohno. Las embestidas fueron suaves, profundas y muy placenteras, pero pronto eso dejó de ser suficiente y las caderas de ambos comenzaron a acelerar el ritmo. La mano de Jun se encargaba de la erección de Ohno mientras este se aferraba a su espalda intentando profundizar el contacto de sus cuerpos.
Cuando Jun se corrió dentro de él, Ohno no pudo evitar gemir sonoramente. Ambos se recostaron mirando al techo, intentando regularizar sus respiraciones.
-No te vayas- susurró Jun, atrayendo a Ohno a su pecho- ¿Sabes cuánto he esperado por ti?
Ohno rió levemente.
-Tendrás que esperar más- le dijo él- Necesito volver
Jun suspiró y acarició el cabello de Ohno hasta que se quedó dormido
---------------------------------Seis meses después-----------------------------------------------
-Ohno-sama, lo conseguiste- dijo el dueño de la galería sonriente- Mira toda esta gente, estaba babeando por tu trabajo.
-Gracias- dijo Ohno inclinándose.
-Oh-chan,- le llamó Nino, apareciendo de pronto entre la multitud- un chico en la entrada pregunta por ti. Dice que quiere que le firmes el cuadro.
-Está bien- asintió Ohno- Iré en un momento.
Ohno evadió a los invitados a la exposición, intentando avanzar hasta la entrada. En el fondo sabía que quería que fuera Jun, pero sabía que era imposible.
-Usted debe de ser Ohno Satoshi-sama- le saludó el joven que lo esperaba en la entrada. Ohno asintió- Este es el cuadro, si usted fuera tan amable de firmarlo…
-Con gusto- dijo Ohno, tomando una pluma de un lugar cercano.
-Es un regalo para un amigo- dijo el chico- De hecho, también tengo un regalo para usted.
Ohno miró extrañado como el chico sacaba un paquete de uno de sus bolsillos.
-Es la primera edición,- comentó- espero que le guste.
-Muchas gracias- dijo sinceramente Ohno, admirando el paquete. El chico sonrió y caminó fuera de la galería.
Ohno no pudo contener su curiosidad y abrió el paquete. Un libro, más específicamente un libro acerca de pintura, pero eso no sirvió para capturar la atención del pintor. Las letras doradas bajo el título del libro fueron las que robaron la atención de Ohno
“Matsumoto Jun”
Ohno se apresuró a salir de la galería, esperando encontrarse de nuevo al chico, pero lo que encontró lo sorprendió más aún.
-Sho-kun me dijo que estarías aquí- dijo Jun sonriendo al ver su cara de desconcierto- Tenia que atraer tu atención de alguna manera Satoshi.
-Pudiste entrar simplemente- dijo Ohno dando un paso hacia él. Jun lo imitó.
-Allá adentro no podría hacer esto- dijo atrayendo a Ohno hacia él y besándolo apasionadamente.
Cuando el beso acabó ambos estaban sonrojados.
-Es una pintura grandiosa- dijo Jun señalando la pintura que estaba recargada en la pared. La pintura que Ohno había hecho de Jun.
-Podría habértela regalado, no necesitabas comprarla- le dijo Ohno. Jun sonrió.
-Me la regaló Aiba-chan- dijo- Es el novio de Sho-kun.
-Ah, ¿te refieres al chico que acaba de entrar?- Jun asintió
-Aiba-chan tiene unas ideas muy locas- comentó sonriendo.
-¿Vas a quedarte?-preguntó Ohno.
-Sho-kun se fue y estoy seguro de que no querrás volver conmigo- dijo Jun- así que…
No pudo hablar, fue acallado por los labios de Ohno.
-Vámonos
Jun parpadeó sorprendido.
-¿Ahora?- preguntó. Ohno asintió- ¿A dónde?
-No importa- dijo- Mientras no te vuelvas a alejar de mí.
Jun rió levemente.
-Te llevaré conmigo, quiero estar contigo donde todo comenzó- dijo- Pero por lo mientras tu casa está más cerca.
Ohno rió, sonrojándose levemente, y subió al auto de Jun, feliz de estar de nuevo con la persona que amaba.