"Ay, no, la historia de su vida, no"

Jul 12, 2014 23:14

Venga, ¡strike tres, eliminado!

Spoilers, ya sabéis.




Título original: Last Argument of Kings (El último argumento de los reyes, 792 págs.)
Autor: Joe Abercrombie
Editorial: Alianza, 2009
Idioma original: Inglés (traducción de Borja García Bercero)

El rey de los hombres del Norte se mantiene y sólo hay un guerrero que lo pueda detener. Su viejo amigo y su enemigo más antiguo: ha llegado la hora de que el Sanguinario vuelva a casa… Glokta está librando una lucha secreta en la que nadie está seguro y nadie es de fiar. Y como sus días de guerrero están lejos, utiliza las armas que le quedan: chantaje, tortura… Jezal dan Luthar ha decidido que la gloria es demasiado dolorosa y prefiere una vida sencilla con la mujer a la que ama. Pero el amor también puede ser doloroso y la gloria tiene la desagradable costumbre de aferrarse a un hombre cuando menos la desea… El Rey de la Unión ha muerto, los campesinos se rebelan y los nobles luchan por su corona. Sólo el primero de los Magos tiene un plan para salvar el mundo, pero esta vez hay riesgos. Y no hay un riesgo más terrible que romper la Primera Ley…

Bueno, se acabó finalmente La Primera Ley *insertar toque de trompetas* Va a ser difícil comentar de forma decente este último tomo, porque, aunque me lo terminé hace sólo un par de días, apenas tengo una idea clara de lo que ha pasado. Es como si se me hubiese ido borrando del cerebro según leía o como si me lo hubiese empezado hace muchísimo y la lectura se hubiese prolongado a lo largo de varios años. Curioso. Creo que nunca me había pasado.

En fin, lo primero de todo, tengo que decir que éste es el tomo que más me ha gustado de los tres, en lo que a técnica se refiere. He tenido la clara sensación de que Abercrombie ha dado un importante salto de calidad: las cosas no parecen tan inconexas y el argumento está un poco mejor trabajado. Por lo menos, sientes que hay un argumento y que éste avanza porque ocurren cosas, no sólo porque alguien se ponga a monologar. Pero, como aspecto negativo, el ritmo me ha parecido muy irregular. He atravesado tres fases mientras leía: durante buena parte de la primera mitad, desagrado manifiesto por la brusquedad y la ridiculez con la que se desarrollaba todo (las jugadas de Bayaz para colocar a Jezal en el trono, por ejemplo, parecen un insulto a la inteligencia del lector); hacia la mitad y hasta bien entrada la novela, me ha gustado un montón y me ha enganchado de verdad, haciéndome disfrutar como no había disfrutado hasta el momento con esta saga; pero, las últimas 200 ó 300 páginas, que abarcan todo el sitio de Adua y las resoluciones finales, se me hicieron pesadísimas y chafaron la experiencia. Tampoco ayudó que no estuviera en absoluto de acuerdo con cómo se resolvieron varios aspectos al final. Así que la sensación que me ha dejado al terminar ha sido ambigua y confusa, con tendencia al desagrado. Como esas novelas estilo slice of life que se regodean en la miseria de la vida humana y que tanto detesto. Aunque, sinceramente, ¿qué es La Primera Ley, sino un slice of life medievaloide?

Como ya os he dicho, las cuestiones argumentales no han dado tantos problemas; entre otras cosas, porque había mucha más acción y eso engrasaba mejor la maquinaria. Las líneas han seguido siendo las mismas: Glokta intentando sobrevivir, con el Archilector y los banqueros dando por saco; Jezal cual muñeco de trapo en manos de Bayaz; y Logen, que esta vez decide volverse al Norte. De las tres, la que más me ha gustado ha sido la de la guerra con Bethod; el asedio en las montañas fue bastante petardo, pero, por lo demás, disfruté mucho de cómo se fueron desarrollando las cosas y cómo vencen definitivamente al rey. Las otras dos líneas empezaron flojillas y algo erráticas, hasta el punto de hincharme mucho las narices (wtf con el regreso estelar de Eider, de verdad...); pero, una vez que Jezal sube al trono, todo se vuelve más interesante. Que a Glokta le estén apretando las tuercas por los dos flancos y que Jezal tenga que aprender a lidiar lo mejor posible con su nueva situación aumentaron considerablemente el atractivo de la cuestión. Lástima que la "trepidación" final, cuando todo empieza a precipitarse, se vea socavada cada dos por tres por escenas de peleas interminables en las que siempre pasa lo mismo. No llegué a contar la cantidad de veces que se hace una descripción de la ciudad devastada, pero se repiten más que el chorizo. Eso ralentiza especialmente el ritmo cuando en un mismo capítulo narran varios personajes diferentes y todos describen la ciudad en ruinas. Las últimas 100 páginas, una vez que la batalla ha terminado y Abercrombie se dedica a atar cabos, también me parecieron totalmente anticlimáticas y llenas de detalles forzados (y nueva aparición de Eider, OMG, qué suerte y qué casualidad... claro, le faltaba intentar seducir a Glokta y ser enviada por éste a Talins para que se folle a alguien poderoso, que la mujer no había sido suficientemente sexualizada en el libro anterior). Estamos hablando de 100 páginas, no de un par de capitulitos epílogo. Y no sé si era realmente necesario marear tanto la perdiz. Sobre todo si tenemos en cuenta que, al fin y al cabo, el final de la novela es abierto.

Pero demos un repaso a los grandes hitos de la trama...

¿Y qué demonios pasa con Malacus Quai? ¡Desde el minuto uno se ve a medio kilómetro que no es la misma persona que en el libro anterior! Aguanté con el ceño fruncido dos capítulos, hasta que cuentan la bonita historia de los Devoradores que adoptan la imagen de otros; y entonces me acordé del cadáver devorado que descubrió Severard junto a la casa de Bayaz en La voz de las espadas, asunto que nunca se llegó a resolver, y sólo pude pensar: Ya está, se han comido a Quai y lo están suplantando para robar la Semilla. Un Devorador que, además, por la forma en que habla y trata a Bayaz, casi parece hasta la propia Tolomei, aunque sé que esa teoría mía ya es demasiado descabellada y dudo que Abercrombie haya tirado por ahí.

(Fragmento de la reseña de Antes de que los cuelguen)

Vale. Parafraseando a Glokta, y aunque suene pedante: Qué frustrante es acertar siempre. Conste que todavía me estoy recuperando del shock de haber acertado con esa estúpida teoría.

¡Pero no acerté con lo de Valint y Balk! Y estoy muy contenta por ello, jaja. Claro, no había forma de hacer una teoría decente antes de leer este libro, porque es aquí donde los intereses de Sult y de los banqueros se empiezan a distanciar. Al principio pensé que podrían estar bajo la influencia de Marovia, pero enseguida me olí que más bien eran la tapadera de Bayaz. Y Bayaz fue, cómo no. Qué tío más cansino. Al final, incluso resultó ser cierta mi otra teoría descabellada: que él había matado a Raynault para encumbrar a Jezal. Aunque no me esperaba que absolutamente todo se redujera a un Age of Empires, modo multijugador, entre Bayaz y Khalul... Aunque, para sorpresas, lo de Pike. La mayor sorpresa que me ha dado la saga entera.

Sea como sea, los mayores placeres y las mayores decepciones están en los personajes, como no podía ser de otra manera. El argumento de La Primera Ley nunca me llamó la atención, lo siento. Ni me gustó ni llegó a interesarme realmente en ningún momento. Y eso ha sido en gran parte por culpa de Bayaz. Me retractaré de lo que dije en la reseña de La voz de la espadas y le entregaré al mago la corona al personaje más detestable de todos los tiempos. Le he terminado cogiendo un odio difícil de expresar, aunque le reconozco el mérito de ser un gran personaje. Un megalómano como la copa de un pino al que no le importa nadie más que sí mismo. Él y Khalul, jugando a las casitas con los humanos como peones en su guerra eterna. Ese concepto de lucha entre dos fuerzas medio sobrenaturales (en este caso, no puede hablarse de bien contra mal... en todo caso, de malo contra peor) es muy común, pero lo que hace originales las novelas de Abercrombie es que esas fuerzas están personificadas en los magos, así que pasan de ser entidades incorpóreas a personas de carne y hueso.

Sin embargo, hay un efecto secundario que ha tenido una influencia muy negativa en la historia, a mi modo de ver: nadie hace nada ni sirve para nada que no haya previsto Bayaz antes. Todos carecen de libre albedrío, son simples marionetas. Y eso no me ha gustado. Tener un puñado de personajes geniales que ejercen de peleles, a la larga, es igual de nefasto que tener un puñado de personajes mediocres que parecen de cartón-piedra. Además, de un dios o fuerza incorpórea puedes esperar cualquier cosa y no chirría demasiado; es lo que hacen las deidades. Pero tener personajes "humanos" que lo pueden todo y lo saben todo es un asco. Como ya dije en la reseña anterior, me parece una trampa argumental, una estafa y una tomadura de pelo. Así que, por muy bueno e innovador que sea el personaje de Bayaz, yo no terminé contenta con él; y no sólo por ser un hijo de la grandísima puta que destruye a todo el mundo y se va de rositas (creo que al final sí que entra en la categoría de "villano"), sino porque ya de plano no apruebo los personajes que se construyen sobre la premisa de la omnipotencia. Son aburridos, frustrantes y poco creíbles. Y lo de Yoru Sulfur multiusos fue la gota que colmó el vaso.

El segundo que menos me ha gustado en este libro ha sido Logen, pero no por culpa suya, sino por la cantidad de perradas que le hace Abercrombie. Y con perradas no me refiero a las dificultades vitales que tiene que atravesar, sino a su forma tan arbitraria de manejar al personaje. Tiene gracia que en un momento dado el propio autor compare a Logen con las hojas que arrastra la corriente, porque coincidió con la impresión que me había formado yo de él en los libros anteriores. Pero a mí no me vale que me describan a un personaje así, es una trampa casi tan flagrante como la de Bayaz. Logen estaba irreconocible por momentos y era algo que iba más allá del enfurruñamiento por haber tenido que volver al Norte. Para empezar, resulta que en realidad sus amigos le medio odian y él tampoco está bien con ellos, o sí, o no, o quién sabe, porque a cada segundo piensa y dice una cosa diferente, conforme convenga. No les hizo ningún bien ni al Sabueso ni a Logen compartir escenario, porque al final han terminado anulándose mutuamente y ambos se han echado a perder. Para ser una amistad tan vieja y tan profunda, de dos hombres que han atravesado tantas cosas, está pésimamente manejada. Parecía una simple excusa para el drama. Lo de Tul me dio mucha rabia, porque es una jugada rastrera poner a Logen matando al único de sus amigos que lo estaba tratando con afecto de verdad. Es como lo de matar al único que tenía planes de futuro o al que le faltaba un día para jubilarse. Para mí, esas cosas no aumentan la carga emocional, sino que la aniquilan. Y todo ha sido un constante dar palos de ciego y una sucesión de golpes argumentales para forzar acontecimientos. No me he creído la relación de Logen con nadie ni la de nadie con Logen. No me he creído al propio Logen, de hecho. La reputación del Sanguinario se presentó incluso peor de lo esperado y no sé si no se le terminó yendo un poco la mano a Abercrombie con el asunto, hasta hacer perder su credibilidad a Logen, que se pasaba todo el rato oscilando entre la dureza homicida y el mimimi, nadie me quiere.

Pero bueno, me gustó cómo terminó. Me gustó que Dow lo traicionara y que él tuviera que huir una vez más, porque así volverá a ser libre. Y, sobre todo, me gustó mucho, mucho que El último argumento de los reyes terminara justo de la misma forma en que empieza La voz de las espadas: con Logen cayendo por un acantilado hacia el río. Eso sí que lo hizo muy bien Abercrombie. La historia se desarrolla en círculos, como se dice varias veces a lo largo de la trama. Un gran capítulo final para la novela. No sé si Logen sobrevivió a la caída ni si saldrá en alguno de los spin-off del Círculo del Mundo. Pero me he quedado con la incógnita de qué es realmente él... porque sospecho que el Sanguinario no es una simple personalidad alterna, sino un demonio de verdad. Por eso siente tanto frío cuando toma el control, por eso el Sanguinario sólo puede pensar en matar, sin distinguir a amigos de enemigos, por eso la fuerza y la resistencia sobrehumanas. En algunos momentos de este tomo, además, se insinúa que el Sanguinario también ve el mundo en blanco y negro, como Ferro. Esa habilidad de invocar a los espíritus es el don que Euz dio a uno de sus hijos y a Logen debe venirle de algún sitio, ¿no? Es un detalle muy interesante. Estoy contenta de que se haya quedado en el aire, porque esta saga no me ha dado mucho margen para teorizar.

Por lo demás, admito que estoy bastante satisfecha con el resto. Glokta estuvo un poco meh al principio, pero luego remontó y se ha mantenido a flote muy dignamente. Lástima que en el último tramo se saliera un poco de órbita. También ha sufrido el efecto Logen del exceso de drama, porque lo de Frost y Severard... A ver, lo de Severard es comprensible y el chaval en realidad no lo hizo con mala intención, pero ¿lo de Frost? WTF? Me pareció una sobrada y una de las salidas más chapuceras que se le podían haber ocurrido para el asunto del "topo". Ahí tienes, Glokta, masca tu tragedia. Tampoco me pareció justa la apreciación que hizo después Ardee del tema, porque, aunque Abercrombie siempre ha estado intentando presentarnos a Glokta como un ser despreciable, lo cierto es que se nota a la legua que él mismo le tiene un cariño brutal al personaje (yo tengo la teoría de que es un self-insert) y le sale entrañable, haga lo que haga. Los últimos fragmentos de la novela, en los que casi parece que se le va un poco la pinza al manejar ciertos asuntos, como lo de Terez, casi me han dado la sensación de ser un intento ya descarado de hacer parecer malo a Glokta. Pero no lo consigue, sólo lo hace chirriar. Y nada va a cambiar el hecho de que la escena de la pedida de mano a Ardee sea mi favorita de toda la puñetera saga, pero con diferencia. Me alegro mucho de que hayan terminado juntos esos dos. Aunque también me hubiese gustado que Abercrombie no manejara a Ardee de forma tan arbitraria, a veces con evidente feeling entre ellos, otras veces en plan rancio, y sin quedar nunca del todo claro de qué demonios va.

Sorprendentemente, el que mejor ha estado en esta novela ha sido Jezal. He leído opiniones de gente cuyo personaje favorito era Jezal (cosa que me parecía incomprensible) y se quejaban del trato que sufrió en El último argumento de los reyes; pero lo cierto es que Jezal es y ha sido el mejor personaje de la saga, en cuanto a construcción, desarrollo y evolución. Me quejé mucho de él en La voz de las espadas, porque me caía francamente mal, pero desde el principio me pareció el más sólido y así se ha mantenido. Aprendió cosas y recibió lecciones en Antes de que los cuelguen, pero siguió siendo un imbécil de corazón, como no podía ser de otra manera, y eso se manifestó en su regreso a Adua en esta novela. La buena voluntad de convertirse en un hombre mejor le duró dos días y medio (lo que tardó Bayaz en meter baza), pero tampoco volvió a la gilipollez supina del principio. Ha tenido que atravesar varias fases interesantes desde que se convierte en rey, pasa del pelele al monarca orgulloso y, finalmente, de nuevo al figurante cobarde. Su último enfrentamiento con Bayaz es brutal, una de las escenas que más me gustó del libro, por toda la amalgama emocional que tiene que atravesar Jezal en su caída de vuelta al fango del que salió. A partir de ahí sí que podría empezar a convertirse en un buen hombre, y el dúo que termina formando con Glokta al final es irónico pero interesante. Nunca creí que diría esto, pero creo... quizá... NO, venga, no es mi personaje favorito de La Primera Ley, pero que es el mejor de Abercrombie sí que lo pienso, juasjuas.

Ferro ha estado de relleno la mayor parte de la novela, así que nada. Pero sí me ha gustado el final que ha tenido. Por un lado, me da una rabia terrible que por el egoísmo monumental de Bayaz haya terminado medio loca y convertida en lo que sea que se haya convertido al final de la novela. Esa última escena con Manum estuvo muy, muy pillada por los pelos y fue un excusa barata para provocar su "despertar"; sin embargo, apruebo la decisión que tomó Abercrombie con el personaje. Es un desenlace cruel para ella, que pierde su humanidad y es consumida completamente por la venganza, pero era para lo que estaba preparada. Aunque no me gusta que se abuse de los finales trágicos, éste no me ha parecido mal. Quizá sea porque nunca llegué a encariñarme demasiado con Ferro...

Si tenemos que hablar de finales crueles, injustos y, sobre todo, innecesarios, hablemos de West. ¿Qué mierda de final es ése? ¿Muerto por la enfermedad que provoca la Semilla? ¿PRECISAMENTE ÉL? Qué bien, qué coincidencia... Casi hubiese preferido que lo aplastara un pedrusco volador. Pero nada, algo que he notado en estas novelas es la tendencia de Abercrombie a matar a los personajes buenos o nobles. Ahí quedan Forley, Tresárboles, Burr, Tul Duru, Yulwei (Dios, cómo odié la muerte de Yulwei, estúpido ESTÚPIDO Bayaz) y Hosco. Quizá alguien piense que West no entra en esa categoría por lo de Ardee, pero ese momento de enajenación no quita que haya estado procurando hacer siempre las cosas lo mejor posible. Y lo de matar a Ladisla... se merecía un premio por ello, no palmar.

Esta vez no me enrollaré demasiado en la sección de "Las chicas de Abercrombie", porque no hay mucho que decir. Ya hemos hablado de Ferro y de Eider. No me gustó nada el manejo de Ardee en la primera mitad de la novela; vuelve Jezal, y vuelve a convertirse en accesorio sexual... literalmente, porque se pasaban follando todo el día. Resulta que finalmente sí era una desequilibrada, aunque los desequilibrados suelen serlo siempre, no sólo cuando conviene. En fin, no echaré mucha mala baba, porque desde que rompe con Jezal el personaje gana bastante. De nuevo, estar bajo la perspectiva de Glokta le hace bastante bien. Es un alivio, a pesar de que tampoco sirvió para mucho más que figurar. Y, aunque me encanta el matrimonio con Glokta y el tándem que forman ambos desde entonces, lo del embarazo también fue una excusa un poco demasiado conveniente para darle un empujón a la situación de esos dos.

Hablando de excusas, todavía estoy decidiendo qué opinar de lo de Terez. Fue un detalle original recurrir al lesbianismo para explicar su rechazo al contacto de Jezal, y reconozco que me gustó, pero quedó muy metido a presión. Para variar, la sexualidad del personaje juega un papel vital en su propia construcción. Ni una mujer se salva en toda la saga, demonios, NI UNA. Terez me gustó al principio, gracias a una frase suya que, más o menos, venía a decir que la gente de la realeza se ha criado para hacer sacrificios. Y no pude evitar pensar: POR FIN. Estoy hasta el moño de las princesitas que están todo el día mimimi, soñando con casarse por amor. Eso no existía en aquella época. A las princesas, o a cualquier hija de alta cuna, se las criaba para conseguir un matrimonio provechoso que favoreciera los intereses del reino o de la familia. Casarse era un negocio. Punto. Tenían que estar concienciadas para ello, y el amor era un plus opcional, no una condición indispensable. El amor podía surgir, o no, de la convivencia y el trato continuo, pero esa concepción de cuento de hadas es una chorrada para una mente medieval. Y la principal función del matrimonio, más si era real y debía dar continuidad a la corona, era procrear. Así que me llevé una alegría al leer que Terez se presentaba con esa actitud. Una alegría que duró bien poco, en cuanto se cierran las puertas de la alcoba nupcial y ella se convierte en una mimada imbécil con muy malas pulgas. ¿No acababas de decir que has sido criada para hacer sacrificios, retrasada? ¿Pues qué esperabas que ocurriera tras casarte con cualquiera? *rolleyes* Qué forma más idiota de intentar alargar la tensión con ese asunto, de verdad. La aversión de Terez está forzada hasta lo absurdo, y no hablo del plano sexual, sino del personal, teniendo en cuenta que Jezal siempre la trató bien y más de una vez insistió en que al menos pudieran mantener una relación cordial. Incluso siendo ella lesbiana, era obvio que tendría que responder para concebir descendencia y debería haber estado más que concienciada con el tema. Pero darle esa vuelta de tuerca, forzar la intervención de Glokta con sus correspondientes amenazas y toda la situación terriblemente desagradable a la que da lugar... En fin, me pareció excesivo y de muy mal gusto obligar a una lesbiana a convertirse en poco menos que una muñeca hinchable para su marido, follando hasta la saciedad todos los días. ¿Qué necesidad había de semejante pitote?

Bueno, para no perder la costumbre, son varias las cosas que me han parecido insultantes en esta novela. No me gustó nada la frivolidad con la que trata el conflicto campesino, como si fueran todos retrasados. No me gusta el sistema político que presenta ni sus muy cuestionables lecciones sobre liderazgo y poder. No me gusta la corrupción desmedida ni la mezquindad absoluta que rezuma todo ese mundo creado para La Primera Ley. Presume de ser muy adulto y muy oscuro, pero yo sigo incapaz de tomármelo en serio; quizá porque la burla o el ataque al doble rasero del sistema democrático actual es demasiado evidente como para resultar una crítica inteligente. Para hablar de política, magia y religión, Sanderson es el rey. Abercrombie hace una especie de versión en clave emo. Me reitero: parecen unas novelas escritas por el propio Glokta.

Y POR EL AMOR DE DIOS, ALIANZA, CONTRATA A UN CORRECTOR EDITORIAL, QUE LAS ERRATAS DE ESTA NOVELA HACEN SANGRAR LOS OJOS. No sé cómo pueden tener la cara dura de cobrar 30 euros por un libro en estas condiciones...

He invertido demasiado tiempo en Abercrombie, mucho más del que debería. Mientras, el cartel del Celsius 232 no para de crecer, con autores bastante interesantes. Mi sentimiento de culpa es tal que, aprovechando que ayer estaba en Toledo y llevé a devolver a la biblio los tochacos de La Primera Ley, me he sacado otros cinco libros de autores invitados. Son novelitas ligeras que intentaré leerme en maratón a lo largo de esta semana: Wendolin Kramer, de Laura Fernández; El ojo del halcón y La habitación de cristal, de Luis Manuel Ruiz; Rojo alma, negro sombra, de Ismael Martínez Biurrun; y Magia de reina, magia de rey, de Ian Watson. Quitando a Watson, que es un veterano como una catedral, los demás son escritores jóvenes y relativamente noveles, y encima patrios. Mi relación con la literatura española no es muy afectuosa, pero les echaré un vistazo, a ver qué tal.

Quedan dos semanas para el Celsius y muuucho por leer. Me está empezando a subir el agobio.

1.5. fantasía, 1.3. contemporáneos, 1. para ratones de biblioteca

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