Una de las cosas de salir con Chris era que muy a menudo era sorprendido, tanto por las ocurrencias del piloto como por la constante atención que recaía sobre ellos cuando oficialmente anunciaron ser pareja, tanto en la pista como fuera de ella.
El revuelo mediático fue algo que Tom esperaba, solo que no a los niveles en los que llegó, ya que no solamente la prensa deportiva había hecho las delicias con la noticia dada su rivalidad de años, sino también las revistas de economía que anunciaban la asociación de sus respectivas empresas. Tom aun ni siquiera consigue entender cómo es que esas revistas, supuestamente serias, les dedicaron un artículo completo centrándose en su relación y no en las finanzas.
Además de que las revistas, tabloides y demás medios llamados "del corazón" hicieron constantes apariciones en Sao Paulo, Bélgica, Argentina y Manama, buscando entrevistarles cada que pisaban un nuevo país debido a las carreras celebradas.
Pero lo que le sorprendió más que otra cosa fue cuando Natasha les hizo entrega de sus nuevos autos, ambos idénticos el uno del otro. Se trataban de dos Bentley Le Mans exp Speed 8 impecables y perfectamente acondicionados para el duro trabajo que les esperaba. Tom en un comienzo había querido hacerse de un auto como aquellos, pero dados los precios tan altos había decidido optar por su anterior Audi, y el verlos aparcados en su línea de pits, cuando por fin les llamaron para volver a las prácticas, le había dejado con la boca abierta y un poco más feliz de lo que ya estaba.
Chris por su parte ni siquiera se inmutó ante los autos, se limitó a estudiarlos con ojo crítico para después encogerse de hombros como si no fuera la gran cosa, soltando un "Mi Subaru era mejor. A pesar de lo que pasamos esa mujer y yo, sigue sin conocer mis gustos" lo que le ganó un pequeño golpe en la cabeza por parte de Tom junto con una mirada severamente celosa, además de que Tom no permitió que se le acercara a mas de tres metros de distancia, tanto en la pista como fuera de ella.
Cabe mencionar que Liam terminó pagando el mal humor de su hermano ante la abstinencia obligada a la que le sometió Tom por más de tres días, al grado de terminar pidiéndole piedad al piloto inglés para con su hermano, no tanto por el bienestar de Chris obviamente.
A partir de la entrega de sus nuevos autos sus rangos de sincronización habían mejorado notablemente, nadie sabía si era por esa nueva relación entre ellos o porque al fin Tom había conseguido meterle algo de sentido común y disciplina al rubio. Pero fuese cual fuese la razón, eso les había llevado a ganar la carrera de Sao Paulo.
En total ya habían ganado tres de las cuatro carreras efectuadas hasta ese momento, solo quedaban dos mas y ambos estaban seguros que no sería problema llegar hasta el final; según les había comentado Clark las carreras se habían organizado de tal forma que seis carreras se realizaban de manera simultánea, para que al final de estas tuvieran un total de treinta y seis parejas ganadoras que competirían en una séptima, en una pista hecha específicamente para tal evento.
Chris había expresado que la desfachatez de Stark era algo sumamente presuntuoso, dado que solo estaba restregándole a todo el mundo lo que podía hacer, solo una muestra más de su enorme ego y vanidad. Tom simplemente no pudo evitar soltar un "No sé a quién me recuerda" ante las palabras de su novio, quien obviamente guardó silencio después de aquello. Solo para vengarse horas después haciendo rogar a Tom para que se dignara a hacerle el amor "¡De una puta vez!" según palabras textuales del inglés.
Pero los que ciertamente habían terminado más sorprendidos que todo el mundo en general fueron Clark, William, Jaimie, Rhodey y Feore cuando les informaron que eran pareja un día antes de hacer el comunicado de prensa oficial. Por alguna extraña razón las cámaras del salón donde se llevó a cabo la cena de patrocinios habían dejado de funcionar apenas hubo llegado Tony a éste, y por lo tanto la mayoría de la velada fue un completo misterio.
Y ahora mismo se disponían a pasar unos días de relajación antes de la siguiente carrera, la cual aun no sabían donde se efectuaría, dado que habían anunciado un descanso de dos semanas antes de reanudar todo aquello y anunciar la siguiente sede. Ante lo que ambos, Chris y Tom, habían decidido pasar unos días lejos de todo y todos simplemente para estar juntos sin la constante molestia de las cámaras y las preguntas de medio mundo.
En términos generales todo había salido perfectamente, eran prácticamente la pareja a batir en la pista y como novios ambos estaban plenamente felices, algo que ciertamente Chris jamás llego a pensar que lograría, pero con Tom a su lado eso era lo único que podía ser, feliz.
Lo único que empañaba un poco su buen estado anímico, al menos el de Tom, era que Emma no le había llamado ni una vez en más de un mes, y tampoco contestaba sus llamadas, lo cual era aun más preocupante después de la insistencia que había tenido semanas atrás cuando Tom aun se encontraba en Sao Paulo.
Preocupación que se vio aumentada en cuanto Emma atravesó la puerta de la habitación que compartía con Chris, acompañada de Clark y una expresión de sombría tristeza en el rostro.
- ¿Qué sucedió? - fue lo primero que salió de sus labios al tiempo que se levantaba y tomaba a Emma por los brazos, quien de manera inmediata le abrazó y comenzó a sollozar débilmente contra la tela de su jersey.
- Papá, Tom… - dijo en medio de un sollozo. - Papá falleció.
Y tras esas palabras una parte del mundo de Tom se volvió sombras y oscuridad.
Apenas se hubieron enterado de la llegada de la hermana de Tom y las noticias que traían, por parte de Clark, ambos hermanos Hemsworth se dispusieron ir a su encuentro. Más que nada Chris, Liam se vio irremediablemente arrastrado a ello debido a la insistencia de su hermano y su ímpetu por estar al lado de Tom en esos momentos, ellos mejor que nadie sabían lo que se sentía la pérdida de un padre, en su caso, ambos. Y no es que Liam fuera un desconsiderado ni mucho menos, pero él sabía que no era el momento de estar con ellos. Al menos no todavía, Chris por su lado era otra historia.
Chris sabía que debía estar ahí dentro con Tom, pero Liam se lo había impedido diciéndole que ese era un momento entre Emma y Tom, y que por el momento sobraban. Chris tan impaciente, y enfermo de preocupación, como estaba lo único que quería era entrar y abrazar a Tom en un intento de que el dolor no le alcanzara, aunque supiera de antemano que sería imposible, y solo hasta que Clark abrió la puerta de la habitación donde se encontraban los hermanos Hiddleston, pudo tranquilizarse un poco, al menos lo suficiente para correr al lado de Tom y atraparlo en un abrazo que barrio con toda su inquietud anterior, dejándolo con la completa certeza del dolor de Thomas cuando este hundió su rostro en su cuello y le abrazó con fuerza.
- Lo siento, Tom. No sabes cuánto. - profirió en un susurro, acariciando la espalda de Tom, mientras permitía que el piloto continuara aferrado a su cuerpo como si fuese su único apoyo.
- Discúlpame. - dijo Tom un momento después, separándose de Chris solo un poco, aprovechando para limpiar las lagrimas de sus ojos. - Yo…
- Hey, no tienes porque disculparte… es normal.
Tom miró nuevamente a Chris tras esas palabras, notando la plena comprensión en ellas e inevitablemente volvió a abrazarle, incapaz de decir en palabras lo que aquello significaba para él, el que estuviera a su lado en esos momentos, aun sabiendo lo que una situación como esa le provocaba.
Mientras ellos se abrazaban, Emma no podía quitarles la mirada de encima, tan sorprendida como estaba por la escena que presenciaba, una mano sobre su hombro le sacó de su ensimismamiento, haciéndola girar la cabeza para encontrar a un afligido Liam.
- Siento mucho lo de su padre. - dijo el joven de cabello rubio oscuro, ganándose una pequeña sonrisa de Emma que iba teñida de tristeza.
- Muchas gracias, ¿William, cierto? - contestó Emma, agradeciendo el gesto, el hermano de Chris asintió suavemente al tiempo que estrechaba la mano de la mujer.
- Liam. - corrigió gentilmente. - Lamento el que nos conozcamos de esta forma. - Emma sonrió tristemente ante ello, como queriendo restarle importancia.
- Discúlpame, pero… ¿Desde cuándo son amigos de mi hermano? - preguntó con cierta suspicacia, redirigiendo su mirada a los hombres a su derecha que aun no se separaban.
- Desde la carrera de Sao Paulo… - dijo un poco sorprendido, no esperaba que Emma preguntara aquello, no cuando medio planeta sabía lo que sucedía entre sus hermanos. - Y realmente el amigo soy yo, Chris es… novio de Tom.
Emma por un momento quedo contrariada por la noticia, desde que su padre se puso grave no había tenido contacto con el mundo y por lo tanto no tenía ni idea de lo que había sucedido en ese mes, por lo que esa noticia consiguió sorprenderla a sobre manera.
Disculpándose torpemente, Emma se despidió de Liam y abandonó el cuarto acompañada de Clark, quien aparentemente la esperaba a la entrada del mismo. No sin antes lanzar una última mirada hacia la pareja, encontrándose con la de su hermano antes de marcharse.
- Tengo muchas cosas que explicar. - dijo Tom para sí mismo, cuando Emma se hubo marchado.
- ¿Por qué lo dices? - inquirió Chris, sin entender a que venía aquello.
- Emma, aparentemente no sabía que tú y yo estamos juntos, y dado que te odia creo que voy a tener que explicar muchas cosas.
- No te preocupes por eso ahora, ¿sí? Y en dado caso, le explicaremos muchas cosas. - le contestó Chris, sonriendo un poco al tiempo que limpiaba el rastro de las lagrimas de Tom con un dedo. Liam observaba la escena y decidió que debía dejarlos solos.
- Te veo después, Chris. - anunció un momento después, encaminándose hacia la salida. - Y… lo siento mucho, Tom, de veras.
- Gracias, Li. - fue la respuesta de Tom, quien después de un tiempo había comenzado a llamar de esa forma a Liam debido a la cercanía que ahora tenían.
Cuando la puerta se cerró tras el hermano menor de Chris, Tom supo que tenía de decirle unas cuantas cosas a Chris, y que obviamente afectarían sus planes recientes. Así que tomando una de las manos del rubio se sentó en la cama y le instó a que hiciera lo mismo, el remanente del llanto aun colándose fuera de sus ojos y el dolor vivo menguando un poco en su pecho a medida que iba afrontando la realidad de la muerte de James Hiddleston, su padre.
Y tras un largo suspiro, por fin hablo.
- Debo ir a Inglaterra, el funeral de mi padre es en dos días. - dijo sin más. - Emma solo vino a llevarme con ella, el vuelo es en unas cuantas horas. Lamento arruinar nuestros planes.
- No tienes culpa de nada Tom, estas cosas… solo pasan. - contestó a su vez Chris, quitándole importancia a un viaje que podían hacer en cualquier momento. - Eso solo significa que debo empacar un poco antes de lo que había pensado.
- ¿Qué? ¿Por qué? - preguntó esta vez Tom, un poco confundido.
- No iras a creer que voy a dejarte solo en esto, ¿verdad? - una de sus manos se deslizó hasta acariciar la mejilla la mejilla de Tom, sonriéndole dulcemente al notar que no esperaba aquella respuesta.
- Oh, Chris, no tienes que hacerlo, no quiero hacer que recuerdes cosas que te lastimen.
- Se que no tengo que hacerlo, Tom, pero quiero hacerlo, tu estuviste conmigo cuando mis padres murieron, ¿no? Quiero hacer lo mismo por ti.
- Gracias. - soltó en voz baja Tom, colocando su mano encima de la que Chris tenía en su rostro. - Muchas gracias.
Ambos nuevamente se fundieron en un abrazo, Chris sosteniendo a un Tom que luchaba por no llorar ante la pérdida del hombre que le cuidó y despertó su amor por las carreras y los autos, perdiendo la batalla contra el llanto cuando recordó el día que le enseñó a conducir en aquel auto, que cuando niño, estrelló contra la pared de la cochera.
El cuarto que usaban como oficina estaba prácticamente desierto, y el encontrarlo no fue problema alguno gracias a Clark, y para su fortuna a quien buscaba se encontraba ahí dentro, ordenando quien sabe que papeles sobre una mesa de caoba. Pero que al notar su presencia se giró hacia ella y le prestó toda su atención, aunque podía adivinar por su lenguaje corporal que estaba enterada de todo lo que sucedía entre su hermano y Christopher.
- ¿Por qué no me contaste nada? - reclamó una enfadada Emma en voz baja, contra una Jaimie que simplemente se limitaba a mirarla con cierto dejo de culpa, pero que, ciertamente, no lo era. Al menos ya no.
- En primera porque no contestabas el maldito teléfono, y en segunda porque tu hermano es feliz con él. Aunque me cueste decirlo ese imbécil ha cambiado y… le quiere. - contestó Jaimie Alexander, cruzándose de brazos y profiriendo un suspiro de derrota y cansancio.
- Esta bien, mi culpa, pero no puedo creer que ese… patán, haya cambiado de la noche a la mañana. Durante años le hizo la vida imposible a Tom, como para que ahora le pregone amor eterno. ¿Estás segura de que no es un juego por parte de él? Porque si lo es…
- Emma, Chris a gritado que ama a tu hermano a cada medio de comunicación que se le ha puesto enfrente, le ha presentado de manera oficial a sus hermanos como su novio y, Dios me ampare, hasta yo he notado la manera en que lo mira, como lo trata. Christopher Hemsworth jamás ha tratado a nadie de esa forma tan… devota, Tom se ha convertido en el mundo de Chris, y ciertamente puedo decirte que Chris está enamorado de tu hermano. Nadie puede fingir tal devoción y amor hacia una persona.
- Le crees. - afirmó Emma.
- Sí, le creo.
- Solo espero que no lo lastime, porque si una vez te pedí que lo mantuvieras alejado de mi hermano, ahora juro que yo misma le haré pagar todo el daño que le haga. - advirtió Emma, tras las palabras de Jaimie. - No confió en él, Tom sufrió mucho por su culpa en el pasado y no estoy dispuesta a verlo pasar por lo mismo otra vez.
- Me atrevo a decir que es sincero, Emma. No creo que tengamos que preocuparnos.
- Espero que tengas razón. - respondió Emma, no muy convencida de todo aquello.
- A todo esto… siento lo de padre, Emma. - añadió Jaimie, dejando de lado todo lo anterior, casi al instante de decir esas palabras pudo notar el cambio en la hermana de Thomas, y el cómo sus hombros comenzaban a temblar ligeramente.
- Lo esperaba desde hacía unas semanas, ¿sabes? - empezó a decir Emma. - Le llamé a Tom en cuanto tuvo el primer ataque cardiaco, pero no me contestaba, y después se sobrevinieron más problemas, mas ataques… su salud empeoró demasiado rápido, Jaimie, y después ya no tuve el valor de decirle a Tom, la última vez que conversamos lo note tan devastado que temí que esto pudiese hundirlo más.
- Debiste decírselo, Emma, no debiste cargar con esto tu sola.
- No me atrevía, y además mi madre tampoco quería que le dijera todavía. Decía que no podría tolerar que lo viera morir, Tom adoraba a mi padre. - enunció Emma, al tiempo que rompía en llanto. - Después de la vez que escapó de casa ambos se volvieron muy unidos, mi papá le enseñó a conducir y le apoyó cuando quiso volverse piloto de carreras profesional. Lo compartían todo, Jaimie, papá era el héroe de Tom y realmente yo tampoco tuve corazón para pedirle que viniera a verle morir. Preferimos que lo recuerde lleno de vida, alegre, a que lo recuerde enfermo y apagado, no podía hacerle eso, a ninguno.
- Oh Dios, Emma, lo siento tanto. - le intentó consolar Jaimie, uniéndose al llanto de la mujer de cabello castaño claro.
- Va a enojarse mucho conmigo, pero realmente no me importa con tal de haberle ahorrado todo aquello, los hospitales, las hemodiálisis, las operaciones, su debilidad. Mi madre esta devastada, no sabes lo que me costó dejarla, iba a hablarle a Tom pero no me dejó. Dijo que no era justo, y que lamentaba no ser tan fuerte como para haberme ahorrado todo esto a mí también, que no tenía porque cargar con todo esto.
- No lo hará, Tom no es así y estoy casi segura de que intuye el porqué de que se lo dijeras hasta ahora.
- Tom siempre ha sido demasiado bueno, es por eso que nos preocupamos demasiado por él. Prométeme que lo cuidaras Jaimie, por favor.
- Te lo prometo, Emma. Lo cuidaré como si fuera mi propio hermano. - respondió la asistente, abrazando a Emma, permitiendo que la mujer descargara un poco de todo aquello que llevaba a cuestas.
Nunca había notado lo fuerte que era Emma hasta esos momentos, y se enorgulleció de ser su amiga. Solo esperaba que estuviera equivocada con respecto a Chris, porque aunque no lo tolerara en lo absoluto, debía admitir que Christopher se notaba verdaderamente enamorado de Tom, y que eso solo fuera un juego de su parte seria algo realmente bajo que nadie, absolutamente nadie, le perdonaría.
El ir y venir de los pasos de Chris por la habitación era el único sonido que podía escucharse, ese, junto al sonido de la ropa al ser doblada o arrojada hacia la maleta que reposaba sobre la enorme cama que en esos momentos era ocupada por un durmiente Thomas.
Después de haber recibido la noticia de la muerte de su padre, y de haber llorado en el hombro de Chris, el piloto de cabello oscuro cedió al cansancio y quedo profundamente dormido en los brazos de Christopher, quien incapaz de hacer otra cosa empezó a hacer las maletas de ambos para marcharse cuanto antes. Estaba seguro que Tom le reñiría cuando se encontrara con la mayoría de sus prendas arrugadas, pero por el momento no le importaba, aunque aquella futura pelea significara una pequeña distracción para todo lo que les esperaba en Londres.
Estaba terminando de colocar, arrojar, la ultima prenda del armario cuando su teléfono celular comenzó a sonar dentro de su bolsillo, emitiendo el sonido estridente que le había asignado a su hermano mayor. Tan rápido como sus manos le permitieron, extrajo el pequeño aparato y lo contesto, al tiempo que salía de la habitación para no perturbar al hombre que dormía hecho un ovillo en medio de la cama.
- ¿Qué sucede, Luke? - dijo apenas la puerta se hubo cerrado tras él.
- Un gusto escucharte a ti también, hermanito. - devolvió Luke Hemsworth con cierto dejo de acidez, al otro lado de la línea, tamborileando con los dedos la superficie de madera lustrada de su escritorio.
- Luke, no estoy para tus sarcasmos. No es que no me alegre de escucharte, pero no es el mejor momento. - intentó disculparse Chris al notar el tono ligeramente molesto de su hermano.
- ¿Qué sucedió? ¿Estás bien? - rápidamente ese amago de enojo se transformo en preocupación pura y solida en la voz del mayor de los Hemsworth. - No me digas que te peleaste con Tom.
- No, Luke, no es nada de eso, Tom y yo estamos perfectamente pero… su padre acaba de morir y bueno… sabes cómo son esas cosas. Lo tomó bien, pero…
- Si, comprendo, no digas más. - dijo Luke, entendiendo perfectamente por lo que pasaba Tom. - Dale mis condolencias, y que lo que sea que necesite no dude en pedirlo.
Chris sonrió ante esa muestra de solidaridad de su hermano para con Tom, realmente sus hermanos habían acogido muy bien a Thomas en cuanto anunció que le amaba. Y no dudaba que el ofrecimiento de su hermano fuese completamente sincero a pesar de que aun no conocía a Tom en persona.
- Gracias, Luke. - dijo un momento después, cambiando el teléfono de oreja y dando unos cuantos pasos lejos de la habitación.
- Bueno, no me las des todavía. Te llamo para decirte que necesito que Liam y tú regresen cuanto antes a California.
- ¿Por qué? ¿Qué ha pasado, Luke? - ahora el tinte de preocupación se encontraba en la voz de Chris, quien al escuchar lo que su hermano decía, giró casi de manera inconsciente para volver al lado de Tom.
- Nada malo, solo el compromiso ineludible de cada año. ¿Recuerdas que fecha es este fin de semana? - preguntó Luke, mesándose el puente de la nariz en muestra de lo mal que le sentaba tener que separar a Chris de Tom cuando este mas le necesitaba, pero aquel compromiso era algo que no podían evitar ninguno de los tres miembros restantes de la familia Hemsworth.
- ¡Maldita sea, la cena benéfica! - maldijo Chris al recordar la fecha de la que hablaba Luke. La cena celebrada en honor a la muerte de sus padres y en la cual se recaudaban fondos para ayudar a niños huérfanos. Chris no podía creer que hubiese olvidado tal evento, y menos aun que ese año Luke había previsto la asistencia de ciertas personas, inversionistas, muy importantes meses atrás, con quienes tenían un contrato en puerta pero que como condición habían solicitado conocer a los tres hermanos para, según ellos, entrar más en confianza.
A Chris todo aquello le parecía una reverenda estupidez, pero si no asistía todo el trabajo de su hermano se iría a pique y no podía hacerle eso, además de que en todos los años en los que se había celebrado tal evento nunca había faltado ninguno.
- Lo siento, Chris, sé que no es momento para estas cosas pero…
- No, no te preocupes Luke, estaremos ahí, pero en cuanto termine la cena me marcho a Londres, le prometí a Tom acompañarlo en el funeral de su padre y no pienso cambiar eso.
- Tendrás el avión de la compañía listo para cuando tengas que partir. Aun no he hablado con Liam, ¿podrías informarle?, debo salir a una reunión y ya voy tarde.
- Yo le aviso, no te preocupes… y gracias, Luke.
- ¿Gracias de qué? - devolvió confundido, perdido ante el cambio tan abrupto de su hermano.
- Por Tom y… bueno, por haberme obligado a firmar el contrato. De no haber sido así quizá nunca habría podido sentirme como me siento.
- ¿Y cómo te sientes, hermanito?
- Feliz. - escuchar a Chris decir aquello hizo que Luke frenara sus pasos hacia la salida de su oficina, sonriendo con verdadero sentimiento al darse cuenta lo diferente que era éste Chris al teléfono al de unos cuantos meses atrás, lleno de ira y culpa.
- Me alegro que así sea, Chris, y no tienes nada que agradecerme. Te veré en la cena.
- Dalo por hecho. Hasta pronto. - se despidió Chris, guardando el teléfono en su bolsillo, preparándose mentalmente para informarle a Tom que no podría viajar con él como tenía previsto. La cena era la noche siguiente y el funeral del padre de Tom era al otro día, así que suponía podía cumplir con ambos compromisos, solo esperaba no decepcionar a Thomas.
En su camino hacia el interior de la habitación, Chris cayó en cuenta de que, por coincidencia quizás, el padre de Tom había muerto en una fecha muy próxima a la muerte de sus propios padres, tan solo un día de diferencia como mucho. No pudo evitar sentir un regusto amargo en la boca al notar la horrible casualidad. Aunque una parte de su mente le decía que esas eran pequeñas señales que indicaban que debían estar juntos, por más tristes que estas fueran.
Chris esperaba que en realidad fuese cierto.
Despedirse en el aeropuerto no había sido tan difícil y doloroso como creyó que seria, quizá porque en esos momentos su confianza en Chris era absoluta, y nada podía hacerle creer que ese hombre no le quería. Sus inseguridades habían ido a parar a algún rincón perdido gracias a todo el amor que Christopher le profesaba y demostraba a cada oportunidad, haciendo que su corazón se hinchase debido a la felicidad que le irradiaba con su sonrisa y sus besos.
Aunque la noticia de que no podían viajar juntos le afectó en cierta forma, el saber que Chris haría hasta lo imposible para estar a su lado el día del funeral, había renovado esa fortalece que creyó perdida al enterarse de la cena benéfica de los Hemsworth. Porque aunque Tom no lo admita, estaba aterrado de enfrentar aquello, no se sentía con la fuerza suficiente como para encarar la muerte de su padre él solo.
Y no es que Emma y su madre no fueran a estar ahí, pero no era lo mismo, Tom necesitaba algo a lo que aferrarse, algo que le hiciera creer que no estaría completamente solo a partir de ese momento, necesitaba a Chris a su lado, su fuerza y su valentía para poder mantenerse entero y no derrumbarse ante el dolor que le significaba el haber perdido a su padre. Y para su fortuna seria así.
Al momento de subir al avión y ocupar su asiento junto con Emma, lo primero que hizo fue buscar el reproductor de música en su maleta de mano, después entre sus ropas y las bolsas de su chaqueta de cuero negro cuando no lo halló la primera vez, hasta que recordó que no había usado el aparato en todo ese tiempo dado que Chris se encargaba de distraerlo conversando con él, estrechando su mano o permitiéndole recostarse sobre su pecho hasta que conseguía olvidar todo lo que le rodeaba con el simple sonido de su corazón.
Sin siquiera darse cuenta, y de manera automática, su mano se aferró a la de Emma cuando el avión empezó a moverse, su pequeña e inadvertida fobia convertida en un terror de proporciones épicas, estallándole en cada fibra de su cuerpo como compensación por las semanas en las que se hubo desterrada al olvido.
Al menos hasta que una de las azafatas se acerco hasta ellos y les entrego un pequeño paquete en color negro no más grande su delicada mano.
- Le envían esto, Sr. Hiddleston. - anunció la mujer de uniforme gris y cabello rubio pulcramente recogido, entregándole el paquete en su mano libre.
Con la impaciencia que le caracterizaba a veces, y con la ansiedad recorriéndole el cuerpo, Tom abrió la pequeña caja oscura encontrándose con su reproductor junto con una nota pegada en la pantalla.
"Lamento no poder estar contigo, espero al menos que esto te ayude un poco a sobrellevar el viaje"
Apenas terminó de leer el pequeño papel bajo la atenta mirada de Emma, Tom se coloco los auriculares encendiendo el aparato, encontrándose casi de inmediato con una nueva adición a su lista de reproducción. Al reproducir el pequeño archivo, Tom se quedo prácticamente sin aire, sintiendo como su pequeño miedo volvía a ser desterrado al olvido a donde Chris lo confinaba, porque en sus oídos resonaba la voz de Chris, calmada y suave contándole la historia que semanas atrás, por diversión y curiosidad, él mismo le había leído en Bélgica.
Se trataba de un cuento sobre un joven que iba en busca de una estrella fugaz para regalársela a su amada como prueba de su amor, pero que en el transcurso de la historia había terminado enamorado de la estrella.
La historia no era para nada corta, pero Tom se maravillo al notar que Chris la había grabado al completo para él, y solo se dio cuenta de que el viaje estaba llegando a su fin porque la voz de Chris terminó el relato devolviéndolo a la realidad con un último mensaje.
- "Espero que te haya ayudado a viajar tranquilo, Te amo, Tom, nunca lo olvides. Siempre voy a estar contigo."
Tom susurro un "También Te Amo" que nadie más escucho gracias al sonido de las turbinas al aterrizar. Emma le preguntó, cuando estaban ya en el aeropuerto, el porqué de su inusitada tranquilidad durante el viaje, a lo que Tom respondió con una simple sonrisa y un "Porque estoy enamorado"
Emma le observó como si se hubiese vuelto un poco loco, pero no hizo por preguntar algo mas, pues ya habría tiempo para aclarar las cosas con su hermano. Por el momento era más urgente llegar al lado de su madre y terminar con los preparativos del funeral.
Cuando llegaron a la residencia Hiddleston, en el centro de Londres, Tom fue recibido por una Diana Hiddleston devastada por la muerte de su marido y con el dolor rebosando aun por sus mejillas; en cuanto la vio, Tom sintió el peso de la muerte de su padre sobre sus hombros más fuerte y pesada de lo que la había sentido cuando Emma le informó, notando como la fuerza que hasta esos momentos tenia, le abandonaba, dejándolo a merced del dolor de la pérdida de su madre y el suyo propio.
Su madre buscó consuelo en su abrazo de la misma manera en que él lo hacia dentro del suyo, ambos por un momento derrumbándose, y solo consiguiendo mantenerse enteros al recordar que James Hiddleston no les hubiese querido ver así.
- ¿Por qué no me avisaron antes? - preguntó Tom, en cuanto encontró su voz en medio del llanto que le apretaba la garganta y luchaba por salir a la superficie enrojeciendo sus ojos.
Diana ante la pregunta, se encogió sobre si misma profiriendo un sollozo ahogado, recordando la petición de su difunto esposo unas semanas antes, una petición de la que ni siquiera Emma estaba enterada.
- Tu padre… tu padre no quiso que te llamáramos. - respondió finalmente, tomando asiento en uno de los sillones del salón.
- ¿Por qué? - Tom era incapaz de comprender el porqué de tal cosa cuando su único deseo era haber acompañado a su padre durante todo ese tiempo.
- Dijo que no quería arruinar la felicidad por la que estabas viviendo. - el sollozo de su madre interrumpió sus palabras, haciéndolo testigo del trabajo que le costaba el recordar a James. - No quería empañar tu alegría con esto, ordenó que no te informáramos hasta que… hasta que fuese inevitable. No quería que sufrieras antes de tiempo, Tom.
- Pero yo tenía derecho, yo hubiese querido estar con él. - el reproche en sus palabras sonó alto y claro, aunque murió en el aire cuando Thomas comprendió las acciones de su padre. - … Me protegió hasta de su propia muerte, ¿verdad?
- Sabía que no soportarías el verlo morir, Thomas. Incluso para mí fue algo demasiado doloroso, su enfermedad avanzo muy rápido Tom.
- ¿Qué enfermedad, madre? Solo sufría de la presión. - se atrevió a preguntar Tom, incapaz de entender cómo es que algo tan simple pudo haber acabado con su padre tan pronto.
- Lo de la presión solo fue algo que les dijimos a ti y a Emma para que no se preocuparan. Tom, tu padre sufría insuficiencia renal. Para cuando los médicos se percataron de ella ya era tarde, y la lista de espera para un trasplante no nos favorecía en nada. - explicó la madre de Tom, observando a su hijo con la culpa y el dolor de haber callado algo a lo que tenían el derecho de saber.
- ¿Por qué no acudieron a nosotros? Emma y yo pudimos donar…
- Era imposible de cualquier modo, Tom, ustedes no eran donadores viables. ¿Crees que no lo pensamos? Tu tipo de sangre y el de Emma son completamente diferentes al de tu padre, sabes que su tipo de sangre no es… era muy común. - se corrigió Diana.
- Pudimos hacernos las pruebas de cualquier forma… - respondió, su voz ya sonando mas resignada ante las palabras de su madre.
- Tu padre no quiso, Thomas. - añadió Diana, sonriendo con cierto pesar. - Testarudo hasta el final.
- Egoísta, también. - dijo Tom, sin poder contenerse.
- ¡Thomas! - le reprendió su madre al escucharle. - No hables así de…
- Lo siento, madre, pero me arrebató el estar a su lado. Fue egoísta y lo sabes. - le interrumpió Tom.
- Lo hizo por tu bien, para que no sufrieras. - le recriminó Diana, defendiendo a su difunto marido de la acusación de su hijo.
- Por una vez hubiese querido que no lo hiciera, ya no soy un niño, madre. Me quitó la oportunidad de despedirme. - Diana se quedó sin palabras después de eso, juntando sus labios en una fina línea, incapaz de decir algo que pudiese justificar ese último deseo de su esposo. Porque aunque ella hubiese cumplido con él, también deseo no haberlo hecho; Tom tenía razón, su hijo tenía derecho a despedirse, a verle una última vez.
- Te amaba demasiado como para dejar que le recordaras tan enfermo. El quería que mantuvieras el recuerdo de ambos jugando, riendo, llenos de vida, alegres. No le culpes, Tom, porque a pesar de todo… lo hizo para que tú menos que nadie sufriera.
- No le culpo, madre… es solo… es solo que me duele demasiado el saber que no volveré a verlo.
- Lo sé, cariño… a todos nos duele. - dijo Diana, levantándose de donde se encontraba para ir al encuentro de su hijo, abrazándolo nuevamente. Ambos aguardando el momento de darle el último adiós a James.
El despacho de su padre está igual a como este lo dejo la última vez que lo usó unos cuantos meses atrás, el mismo y eterno escritorio lleno de papeles y carpetas, el ordenador abierto acumulando polvo y el enorme asiento de cuero color rojo oscuro, cereza, descansando imponente tras la estructura de madera labrada, la única excentricidad que su padre se permitió a lo largo de los años, o que más bien su esposa le permitió, alegando que tal mueble desentonaba por completo con el estilo de la casa.
Pero que sin lugar a dudas guarda un lugar especial en la memoria de Emma, y en la de todos. Siendo en ese sillón el lugar donde aprendió a hacer un balance financiero bajo la atenta y cariñosa mirada de su padre a la edad de quince años, o donde Tom recibió su primera lección teórica de manejo. Sin duda aquel sillón guarda enormes y gratos recuerdos para los hijos de James Hiddleston, por lo que Emma no puede evitar tomar asiento en el, permitiendo que su cerebro se llene y le inunde de recuerdos en cuanto el característico aroma de su padre invade sus sentidos.
Sus ojos cerrándose al instante en que su cuerpo decide dejarse ir, inmerso en todas aquellas memorias que atesora, dejándola ajena del mundo por un pequeño instante. Un instante que pareció durar horas, aunque solo fueron unos cuantos minutos, solo los suficientes para que Tom entrara al despacho justo después de haber dejado a su madre en su habitación, recorriendo el pequeño espacio con paso tranquilo y meditabundo, delineando con la punta de su dedo índice el marco de las fotografías que ahí descansaban, solo deteniéndose hasta quedar frente a la enorme estantería de cristal donde James guardaba todos sus trofeos, todos y cada uno de los que ganó desde que comenzó a competir profesionalmente.
- Es extraño entrar aquí y no verlo sentado tras el escritorio. - dijo por fin Thomas, rompiendo ese silencio que envolvía todo el cuarto, observando fijamente el último trofeo que le dio a su padre. Ese que le valió ser llamado "El Rey.
- Es extraño estar en casa y no escucharlo reír, haciendo enojar a mamá porque era de mala educación hacerlo tan fuerte. - contestó Emma, sin siquiera abrir sus ojos, manteniéndose en esa misma posición, como si al hacerlo retuviera un poco más de su padre junto a ella.
- Cierto, aun no entiendo cómo es que mamá se caso con él, cuando era todo lo que ella detestaba en cuanto a etiqueta y buenos modales. - Tom dejó escapar una pequeña risa al recordar eso, aun a sus años no comprendía que fue lo que hizo a su madre casarse con James, cuando era más que obvio que la volvía un poco loca con sus pequeñas excentricidades.
- Supongo que de la misma manera en que tu terminaste siendo novio del hombre que odiabas. -devolvió Emma, incapaz de contener por más tiempo aquel asunto que la tenía en un estado de incomodidad constante.
- Siempre supiste que lo quería. - el tono de Tom fue seco, como si estuviera reprochando algo sin hacerlo textualmente. - No sé ni porque te sorprende.
- Vamos, Tom, puede que lo quisieras, pero siempre tuviste claro el tipo de hombre que era, que es. - se corrigió casi al instante. - Nunca creí que te dejarías engatusar por él, creí que eras más listo. Tarde o temprano te hará lo que a los demás, y lo sabes. - argumentó Emma, alzándose un poco hacia el frente y cerrando sus manos sobre los pequeños reposabrazos rojizos y gastados.
- El no es como siempre pensamos que era, ha pasado por mucho, Emma. ¿Por qué no le das una oportunidad? - casi exigió Tom, respondiendo al tono cada vez más alto de su hermana, exasperado por su negligencia.
- Porque estoy segura que terminará lastimándote, ¡solo intento protegerte, Tom!
- ¿Así como intentabas protegerme haciendo que Jaimie estuviera pegada a mi veinticuatro por siete? - la cara de Emma demostraba claramente su sorpresa, no esperaba que Tom estuviese enterado de aquello.
- ¿Cómo supiste eso? - se atrevió a preguntar, levantándose del sofá, rodeando el portentoso escritorio hasta llegar a su hermano.
- No fue difícil imaginarlo cuando Chris notó la peculiaridad de su comportamiento y me culpó por ello. Soy amigo de Jaimie, pero no a tal grado, en cambio tú…
- Como dije, solo intentaba protegerte.
- Pues no lo hagas más. - replicó Tom, acercándose un paso a Emma. - Amo a Chris, Emma, y él me ama a mí, ¿Por qué no puedes alegrarte por ello y ya? ¡Me hace feliz! Y sería más feliz si tú lo aceptaras.
- Tom… - dijo Emma con cierta congoja, alzando su mano hasta tocar la mejilla de su hermano. - Lo haría, pero… no puedo evitar tener mis reservas. Te ha lastimado mucho a lo largo de los años, y… me mantendré abierta a las posibilidades, ¿está bien?, solo cuídate ¿quieres?
- Ya verás que no será necesario. - le respondió Tom, envolviendo a Emma en un abrazo, todo el enojo anterior desvaneciéndose en el aire.
Tom estaba seguro de que con el tiempo Emma se daría cuenta de lo mucho que Chris había cambiado, y que no tardaría mucho en darle la bienvenida a su familia tal y como lo habían hecho Liam y Luke, aunque al último no lo conociera aun en persona, aunque la llamada que habían compartido le dejaba bastante claro lo que el hermano mayor de Chris pensaba.
Emma por su parte solo esperaba que su hermano tuviera razón y no tuviera motivos para su recelo. Dios sabia lo mucho que Emma quería que su hermano fuese feliz.
El día del funeral de James Hiddleston fue todo lo emocionalmente deprimente que Tom esperó, con muchas personas que no conocía dándole el pésame por un hombre, al que estaba seguro, nadie conoció lo suficiente.
Las lágrimas de su madre no pararon en lo que duró el servicio fúnebre, así como las de Emma y las suyas, aunque realmente ya no eran nada comparadas con las que había derramado dos días antes cuando se enteró de todo por boca de su hermana. Ni siquiera el emotivo discurso de su madre logró volver a hacerle llorar de esa forma, ni siquiera cuando compartió la anécdota del día en que su padre le animó a estrellar su primer auto con tal de que perdiera el miedo a la velocidad.
No, Tom no lloró como aquel día porque su mente no estaba completamente enfocada en el funeral, ni en como el ataúd, de lustrosa madera rojo cereza, se hundía en la tierra hasta que se perdió de vista cuando comenzaron a enterrarle. Ni siquiera era consciente de que el panteón estaba a rebozar de gente, ni en cómo esta solo se acercaba a darle el pésame o a preguntarle cosas que no lograba entender del todo.
Thomas estaba dividido entre ese momento y la preocupación por Chris, quien no había llegado al funeral como le había prometido. Lo único que había sabido de su pareja era que le extrañaba y que pronto estaría a su lado, y eso por causa de un mensaje de texto que le había sido enviado unas cuantas horas antes cuando, según Chris, estaba entrando a la cena benéfica a la que tenía que asistir. Y por lo tanto no podía concentrarse del todo en su entorno.
Cuando la preocupación pudo con el piloto, Tom se excusó con su hermana y su madre, abandonando el cementerio donde se había celebrado el funeral, y no fue hasta que se encontró en las puertas del imponente edificio que fungía como entrada del camposanto que se atrevió a sacar su celular y marcar el numero de Chris, dado que este no le había respondido ninguno de sus mensajes anteriores.
Y no fue hasta la tercera llamada que obtuvo respuesta.
- Diga… - le contestó una voz ligeramente adormilada, y que ni por asomo era la de Chris.
- ¿C-Chris? - preguntó titubeante, con una extraña opresión enroscándose en su garganta.
- Ohh, no, lo siento, Chris está muy cansado como para contestar ahora, pero si gustas cuando despierte le doy tu mensa… - la voz de la mujer fue interrumpida cuando, a su parecer, alguien le arrebato el teléfono acompañado del sonido de la sabanas al ser revueltas y por el poderoso grito de un hombre que Tom no tardo en reconocer.
- Tom, no es lo que piensas, te juro… - intento explicarse Chris cuando se puso al habla, pero Tom ya estaba más allá de cualquier explicación que pudiese darle, o siquiera escucharle.
- ¿Así que de eso se trataba tu tan ineludible cena, no? - preguntó Tom, con todo el desprecio que su voz rota pudo transmitir en aquel momento, cuando se sentía ser desgarrado por dentro.
- No, Tom, No es… ¡¡TOM!! - terminó gritando Chris, pero su grito no llego mas allá de las paredes de la habitación donde se encontraba. Tom había colgado.
Continuara...
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