Jan 29, 2008 02:56
[Actualización]
II.
Las clases de Filosofía solían ser aburridas, eran ese tipo de clases que se podían exprimir al máximo pero nadie lo hacía. Sólo se animaban cuando salía algún tema escabroso a colación, que a ser posible que afectara a alguno de los presentes para que así el debate fuera más encarnizado y polémico de lo que cabría imaginar.
Hoy era una de esas clases. Había empezado por Santo Tomás de Aquino y su idea de Dios y del bien y del mal; y seguramente acabaría con una guerra de religiones e insultos a las creencias de los otros. En ese momento estaban burlándose de Dios y recalcando lo estúpido que era creer en Él, y asuntos similares y demás cosas que a Daniella no le interesaba debatir. Para ella habían cosas indebatibles en las que no gastaba saliva, ni tiempo, ni ganas. En ese momento tenía cosas más importantes en las que ocupar esos 55 minutos llenos de un excelente barullo en el que se podía susurrar a gusto.
-¿.... Y qué te dijo?- la cara de Dana, su amiga, confidente y muchas veces también su psicóloga 24 horas, estaba impaciente, se le notaba en la voz. A veces creía que Dana deseaba más que ella, que volviese a hablar con Luis.
Al ver su cara estuvo tentada a mentirle, a contarle una historia apasionante con besos, paredes, y fricción, pero lo descartó. Lo más seguro es que le diera un ataque en mitad de clase, cosa que las llevaría, si los ánimos de la profesora estaban caldeados, directamente a Jefatura.
-Nada, sentí que alguien llegaba, me volteé para ver quién era y se quedó ahí mirándome como si no me viera, hasta que volví a lo mío. Hace meses que no me habla, no creo que hoy sea un día especial.
-Quizás...
-No, Dana. Él no tiene marcado en su calendario con una equis roja el día que volverá a hablarme.
-Con una equis no, pero quién dice que no haya un corazón rojo marcando el día equis...
-Después de lo de hoy no creo. ¿Viste su cara? - recordar el “momento post-beso” dolía más que recordar el “momento beso”; y el “momento beso” traía a su mente cosas que era mejor no recordar.
-Vi la tuya. Te quedaste blanca en medio del pasillo, mirándolos con los ojos entrecerrados como si quisieses descuartizarlos miembro por miembro.
-No creo que fuera para tanto...
-Había testigos. No sé si te miraban más a ti o a ellos.
-Nunca pensé que tendría mi momento “serie adolescente”.
-Pues lo has tenido, amiga - y le dio unas palmaditas a modo de consuelo en la espalda,
-Muy mal en Economía, ehh... - Dana sabía que era momento de cambiar de tema, o si no las cosas se pondrían dramáticas, pero la verdad es que Daniella hubiera preferido seguir con sus miserias sentimentales, que académicas.
-Y en todas las asignaturas, ahora mismo debería estar discutiendo sobre lo que sea que esté hablando y no pasando de todo.
-Si va a tocar en 10 segundos, será mejor que pongas cara de indignación para que parezca que te has enterado de algo.
Fuera el sol no daba signos de querer aparecer, y las nubes se juntaban conspirando lluvia, o quizás algún diluvio universal para pasar el rato: y ella como siempre sin paraguas. El día tornaba para mejor, le encantaba la lluvia, el frío, el invierno... aquello le traería un poco de tranquilidad.
Caminaba lento esperando la lluvia y a él. Con él se sentía fuerte y capaz de todo, le gustaba el calor que dejaba es sus mejillas cuando la miraba con aquellos ojos negros enmarcados por unas gafas negras de forma perfectamente cuadrada, y cuando le hablaba con esa voz grave, esa que siempre llegaba a sus oídos junto con la palabra adecuada.
Al pensar aquello no pudo evitar poner los ojos en blanco; “¡Estúpida! ¡Acaso puedes permitirte volver a enamorarte de alguien, la última vez acabó de manera desastrosa! ¡Deja de confundir la amistad con el amor!”. Aquellas palabras eran la habitual reprimenda de su conciencia, y ésta tenía razón, así que era mejor caminar más rápido y no enredar las cosas.
-¡Va a llover y yo sin paraguas! - dijo una voz grave a sus espaldas
Y sintiéndose infinitamente culpable paró para esperarle:
-Ya somos dos.
Era tarde para apresurar el paso y no enredar las cosas, y Daniella se alegraba tanto por ello.
Denssan©,
frutra y leche