Comunidad:
reto_diario.
Título: Problemas de rastreo.
Fandom: The Dresden Files/Katekyo Hitman Reborn!
Claim: Harry+TríoDeFrikis.
Advertencias: Spoilers del Future Arc. Ubicado 3 años en el futuro.
Notas: :| Mi improvisación es lo más fail ever, incluso cuando le encuentro lugar importante en la pseudo-trama. Este "capítulo" es... puaj. No hay mejor descripción. Por otro lado: sí, mi muso rulea :D. Todos concordamos en eso.
El hechizo de rastreo habría funcionado perfectamente si Gokudera y los otros dos hubieran decidido irse a su hotel esa noche. En cambio, cuando Harry decidió hacer uso de su magia y los cabellos que había obtenido ese día, horas más tarde de la visita de los mafiosos que buscaba, llegó a un lugar bastante distinto al que había estado esperando.
Los encontró a altas horas de la noche a punto de entrar en la librería de Bock.
Realmente eran fans. Y demasiado jóvenes para estar ahí.
-Repíteme, idiota de la tormenta, ¿qué hacemos aquí?
-¡Cállate imbécil! -gritó el mayor de los tres jóvenes, amenazando al pequeño con un objeto que Harry (por suerte para su salud mental) no alcanzó a ver en la oscuridad-. Quiero ver los libros de este lugar.
-¿Vongola te deja regresar al hotel tan tarde?
Gokudera no respondió, aunque hubo un ligero tic en su rostro al escuchar eso, y un brillo de culpabilidad apareció en sus ojos.
Harry se dedicó a Escucharlos desde el Beetle, que estaba aparcado no muy lejos de ellos. No era precisamente disimulado, pero ninguno de los chicos pareció fijarse mucho en eso.
(Excepto aquella oportunidad en que el menor le dedicó una mirada un segundo más larga de lo estrictamente necesaria al auto, y Harry no pudo evitar preocuparse un poco por eso. ¿Quién demonios era ese mocoso?).
Chrome se dedicó a observar los libros en la vidriera atentamente, aunque incluso desde donde estaba, Dresden podía notar el cansancio reflejado en su rostro. No parecía estar allí a esas horas por voluntad propia, pero tampoco se quejaba. Cuando el mayor de los tres la tomó levemente del brazo para arrastrarla dentro de la tienda, la joven no hizo mucho más que parpadear y dejarse llevar en silencio.
Vaya que era un grupo extraño ese.
-Tengo sueño, ¿puedes apurarte para que podamos regresar? -Para su sorpresa, quien se quejó no fue la muchacha, sino el chico de cabello verde-. Una vez que conseguía dormir en una cama normal, tienes que decidir arrastrarnos a una estúpida librería a esta hora. Sin ofender a la base Kokuyou, Maestro.
-¡Nadie te pidió que nos acompañaras, enano!
-No voy a dejar a Chrome sola contigo.
-¡De acuerdo, es el colmo! ¡Voy a…!
Harry no estaba muy seguro de qué interrumpió la pelea, pero sólo esperó que no hubiera sido el arma de Bock. Aunque por el silencio del dueño de la tienda, sospechó que no había sido eso. Honestamente, ¿qué tenían esos chicos?
El mago continuó escuchando como compraban algunos libros (y reconoció algunos títulos muy caros entre ellos, que le hicieron envidiar un poco el dinero de la Mafia), y esperó a que salieran de la tienda para seguirlos. No era lo que había querido, pero ya no tenía nada para hacer otro hechizo de rastreo, así que tendría que ser a la manera tradicional.
Si al menos fuera bueno con los Veils.
Cuando los jóvenes salieron, el pequeño de cabello verde volvió a dedicarle otra mirada larga al Blue Beetle, pero no dijo absolutamente nada. De no ser porque se trataba de un crío de unos doce o trece años, Harry hubiera creído que casi estaba retándolo a seguirlos. Por otro lado, era la Mafia. Tal vez no debía subestimarlos.
Pero no le quedaba de otra. Harry esperó que se alejaran un poco, y dejó el Blue Beetle decidiendo seguirlos a pie. Sería mucho más fácil de esa forma, y con menos posibilidades de ser descubierto. Luego podría pasar por su auto o llamar a Thomas. No era como si alguien quisiera robar eso.
El problema surgió cuando, no habiendo dado ni dos pasos fuera del auto, Harry escuchó una fuerte explosión por donde los niños deberían estar en ese momento, seguida de un sonido que sonaba casi a un grito de batalla.
¡¿Cómo era que…?!
Olvídenlo. Su suerte.
Se apresuró a correr a donde estaban los niños, esperando no encontrarse ningún monstruo cuando llegara.