Título: Comparte con los que menos tienen, Sawada.
Fandom: LMF!HS!KHR.
Claim: Locas+Tsuna.
Advertencias: Dork al extremo. Y soso. Y terriblemente badfic LOL *gota*.
Notas: Sólo escribo esto para ver si obligándome a escribir algo sale alguna idea decente -w-U. O si logra un SPAM con plot bunnies, honestly. No quería hacer !HS!KHR porque no sirven para la Gekokujou, pero bueno... Ya dije, es para ver si incentiva a la Musa. Que si le rechazo todas las ideas !HS!KHR capaz que se ofende y se va *gota*.
Tsuna se aplastó contra la pared con tanta fuerza que parecía esperar desmaterializarse y traspasarla para huir de sus posibles asesinas, mientras observaba con el más puro terror reflejado en sus ojos a las muchachas que estaban paradas frente a él.
Una de ellas llevaba una espada gigantesca en su mano, mientras que la otra le apuntaba directo al corazón con un arco y una flecha imbuida en llamas del Trueno. Y ambas tenían miradas que en aquel momento habrían podido matar a una persona del miedo. Sólo la tercera del grupo se mantenía sentada con calma detrás de ellas, sin haber sacado su arma.
-¿Cómo te atreves? -dijo Luga sin levantar el tono de voz. No lo necesitaba, el odio reflejado en sus palabras parecía suficiente para hacer sangrar los oídos de quien la escuchara.
-Venir a pedirnos consejo sobre esa… esa… -Miyu cerró los ojos por un segundo y se obligó a calmarse, pero el arco en sus manos seguía apuntando firmemente hacia Tsuna.
Y el pobre chico no comprendía qué había hecho.
-¿Q-q-qué…?
-Chicas -llamó la voz de Cosa al fondo. La joven tomaba té tranquilamente, sentada en la misma posición en la que había estado desde el comienzo de la conversación-. Respiren hondo y cálmense.
-No vas a detenernos, Llu. Este imbécil debe aprender su lección de una vez por todas.
-Además, yo soy la Jefa y ordeno la inmediata ejecución del Vongola Décimo. He dicho -agregó Lugh, mirando asesinamente a Tsuna.
Lluvia se encogió de hombros como diciendo “Hice todo lo que pude”, y el pobre chico (que aún no comprendía por qué estaba a punto de ser asesinado) supo que sus esperanzas habían acabado allí.
-¡¿Pero qué se supone que hice?!
-Huh, pedirle consejo de qué regalarle a Kyoko a las chicas que te shippean descaradamente con Gokudera. Básicamente -respondió Cosa.
-¡Tienes un italiano sexy y friki a tu lado y te fijas en esa chica idiota! Si me dijeras que te fijas en su hermano, te perdonaba, pero ¡¿en ella?! -exclamó Miyu, severamente ofendida.
-¡Soy un chico! ¡No me fijo en otros chicos, ya dejen de soñar! -contestó Tsuna, aún mirando con miedo las armas de las dos muchachas.
-Normalmente no pondría en duda eso (digo, un shippeo es un shippeo, no significa que uno realmente crea que su ship es canon), pero…
-¡Por amor al Cielo! ¡Si lo único que te falta es tener sueños húmedos con él! ¡Es tan condenadamente obvio! -Luga pegó una patada al suelo con evidente frustración.
-Seh, honestamente. Eres más gay que jugador suizo, Sawada.
-¿Más gay que qué? ¡No, esperen! ¡No soy…! -Pero se detuvo antes de terminar la frase, al ver como las dos muchachas estaban más dispuestas a matarlo que antes.
Él sólo había querido un consejo, realmente. Un inocente consejo. Y había creído que otras chicas serían las mejores para dárselo. ¡No había esperado que las cosas terminaran así! ¡Por Dios! ¡¿Qué mierda tenían esas tipas en la cabeza?! ¡Desde luego que no era gay!
-Bueno, no eres gay, sólo bisexual -dijo Lluvia con una sonrisa malvada en su rostro-. Pero yo me ofrezco a darte un consejo para que le regales algo a Kyoko.
Las otras dos chicas se voltearon lentamente a ver a su amiga, entrecerrando los ojos con sospecha. La conocían demasiado bien como para no saber que su ofrecimiento tenía una trampa. Luga, haciendo uso de sus poderes, supo casi inmediatamente cual era, y en ese instante una sonrisa apareció en rostro. Miyu tampoco tardó en hacerse una idea de cuál era el “plan”.
-¿E-en serio? -preguntó Tsuna, mirándola con cierta mezcla de miedo y esperanza en los ojos.
-Claro, y a cambio tú nos ayudas a arrimarnos a Gokudera, ¿qué te parece?
Las otras dos chicas asintieron aprobando la idea.
-Si no vas a aprovechar a ese pedazo de italiano que tienes por Mano Derecha, al menos compártelo -añadió Luga, guardando su espada.
-Prometemos dejarle suficiente energía para que haga su trabajo en la Mafia, de verdad.
Y Tsuna no pudo hacer nada más que mirarlas horrorizado, porque esa idea era demasiado perturbadora para siquiera pensarla, y desde luego que no le gustaba.