Titulo: Sonrían todos de una vez, porque hemos descubierto que podemos cambiar el mundo.
Fandoms: RCF (Real Country Fiction).
Claim: Argentina (Y algo de Latinamerican!friendship -?-).
Advertencias: Ninguna importante, salvo la enorme sosedad, y que esto no tiene nada que ver con Latin Hetalia. Es mi propia versión de Argentina.
Notas: Antes que nada, aunque a veces se hable de Argentina como de "él", no tiene sexo, porque los países del RCF no lo tienen. Pero tenía que decirle de alguna manera LOL. Y la verdad es que esta es una idea rara que me surgió de repente. Creo que no dejé muy claro lo que quería decir, pero tampoco quería ser demasiado específica. Y... ¡Estreno fandom!
Argentina tiene un leve trastorno de personalidad múltiple. Esta no es una novedad para el extraño país latinoamericano. Su psicólogo se lo había dicho tiempo atrás, antes de recomendarle un psiquiatra, al cual Argentina nunca asistió. Eso de tomar medicaciones no le gustaba. El mundo le aceptaría como era, o bien podían irse a ese tan conocido pueblo llamado “La concha de la lora”.
Pero los detalles no eran importantes. El punto es que Argentina era bipolar. Y tal vez si el resto de los países latinos no tuvieran sus propias excentricidades, podrían sorprenderse de los cambios repentinos que sufre Argentina diariamente.
Mas últimamente la enfermedad del país se ha vuelto mucho más marcada. El resto del mundo ya ha aprendido a identificar las dos personalidades de Argentina, y han decidido con mucho cuidado a cuál deberían acercarse. O lo harían, si no tuvieran cosas mucho más importantes de las cuales preocuparse.
Y es que no es difícil saber qué parte de Argentina está dominando sus comportamientos en cada momento.
-¡¡Aaaaaaaaah!! ¡¡Aaaaaaaah!! ¡Voy a morir! ¡El mundo se acaba! ¡No, no! ¡Yo me acabo! ¿Qué haré? ¿Qué haré?
Los demás países de Latinoamérica observaron correr a Argentina en círculos durante unos segundos, antes de decidir ignorarlo. Venezuela, nada disimuladamente, puso su pié en el camino del país bipolar, esperando lograr que el otro cayera.
A nadie le agradaba esa personalidad de Argentina. El fatalismo era, tal vez, el menor de sus atributos molestos. La verdad era que aquella personalidad era egocéntrica y manipuladora, y además tenía la tendencia de despreciar al resto de los países latinoamericanos, y buscar apoyo en Europa y Estados Unidos (pero no en Inglaterra, nunca en Inglaterra, ya no). Una de las tendencias más viejas de aquel país, que lo hacían tan insoportable a los ojos de sus hermanos.
Pero justo en el momento en que los demás países latinoamericanos tomaban la decisión de alejarse de aquel lugar y dejar solo a Argentina, la otra personalidad (un poco más agradable a sus ojos) surgía. Era una personalidad relativamente nueva, a decir verdad, aunque se decía que simplemente había estado adormilada durante muchos, muchos años.
Esta personalidad no necesitaba ser escandalosa (como la otra) para que la identificaran. No, sólo bastaba con que los países vieran su rostro para saber quién era, porque últimamente siempre una brillante y enorme sonrisa lo adornaba. Y no era la típica sonrisa engreída que todos conocían, no. Era una sonrisa de auténtica felicidad.
Cada vez que Argentina despertaba con aquella sonrisa (algo que ocurría cada vez más seguido desde su último cumpleaños), sus hermanos podían hablar con él civilizadamente, podían soportarlo, mientras el resto del mundo los veía a todos con una cierta envidia (algo que nunca nadie había imaginado posible). Y la envidia no tenía nada que ver con Argentina, sino con el hecho de que todos aquellos países pudieran sonreír.
Porque por una vez era fácil sonreír para todos ellos, incluso para Argentina.