Título: Siempre estaré ahí para ti.
Fandom: Kuroko no Basket.
Claim: Kise/Momoi.
Extensión: 573 palabras.
Advertencias: Parte de mi
AU Cyberpunk. Es medio Hurt/Comfort.
Notas: Me dije que iba a ignorar esta ship porque no tiene mucho material y ambos son musos de Lug, pero mi musa (...la de escribir) dijo otra cosa \8D/.
Momoi conocía a Kise desde hacía algunos años ya. Junto con Aomine, los tres eran muy buenos amigos y solían pasar mucho tiempo juntos cada día, a pesar de que asistían a distintas escuelas.
Porque ya lo conocía hacía bastante tiempo, habría aprendido a identificar las distintas expresiones de Kise. El joven parecía creer que era muy bueno actuando, sólo que Momoi no lo pensaba así. Ella era capaz de leerlo como un libro abierto, pero eso se debía a que él lo era. La mayoría de la gente sencillamente ignoraba los cambios en el ánimo de Kise porque... bueno, porque técnicamente él no debía tener sentimientos.
Pero Momoi siempre lo trataba como a cualquier persona, y por eso se fijaba en él como se fijaría en cualquier persona. Aomine solía ser igual antes (y Momoi sabía que en el fondo eso no había cambiado realmente), aunque en los últimos tiempos podía llegar a decir cosas bastante hirientes. No era nada contra Kise, Aomine simplemente había comenzado a actuar así con todo el mundo.
Con todas las cosas que habían cambiado en su vida, uno creería que Momoi estaría más distraída a la hora de tratar a sus amigos. Mas era todo lo contrario: de alguna manera se había vuelto aún más amable y atenta con ellos que antes. Y eso era porque le dolía más y más ver a sus seres queridos sufrir, pero también porque una parte de ella estaba tan desesperada por evitar que las cosas se rompieran más, que había decidido dejar de fingir que no notaba cuando sus amigos se veían especialmente cansados del peso que cargaban sobre sus hombros.
-Ki-chan, pareces triste.
Kise parpadeó sorprendido y dirigió su mirada hacia ella, antes de sonreírle (o intentarlo, pues la sonrisa no llegaba a sus ojos).
-¿De qué hablas, Momocchi? Ya sabes que yo no puedo estar triste -dijo con toda la naturalidad del mundo, como quien decía que el cielo era azul.
Pero ante esa respuesta, Momoi sólo quería abrazarlo y decirle que no era cierto, nada de eso era cierto. Que los mitos sobre que las personas como él no tenían alma y no podían sentir eran una gran mentira para justificar lo que hacían con ellos. Momoi quería decirle eso, quería repetirle una y otra y otra vez que era tan humano como ella, y que no estaba solo, no estaba solo porque ella nunca se iría de su lado.
Sin embargo, decirlo también implicaría explicar cómo había obtenido esa información. Le confiaría su vida a Kise sin pensarlo dos veces, pero esto era algo más que sólo su vida para ella. Había mil motivos por los que no podía contarle nada.
Así que en cambio, trató de sonreír (aunque la tristeza era evidente en su rostro), y tomó su mano.
-Vamos a dar un paseo, Ki-chan.
-¿Eh? ¿Qué hay de Aominecchi? -preguntó Kise, sorprendido con la repentina reacción de su amiga.
-Ese tonto seguro está durmiendo y no querrá venir.
-Eh... Es cierto, pero...
-¡Así que sólo seremos tú y yo! Vamos a visitar la tienda deportiva, ¿qué te parece?
-¡Tú no tienes suficiente dinero para eso, Momocchi!
-Y por eso tú vas a pagar -respondió alegremente la joven, sonriéndole de una manera que no dejaba lugar a réplicas.
-¡Eso es injusto!
Pero Kise debía admitir que luego de esa salida se sintió mucho mejor.