{viñeta: apocalipsis} (original: penélope)
personajes. penélope sevz, lars biggs.
notas. fluff.
palabras. 1,041.
(para
viperusclaymore)
Lars se encuentra recostado en el sofá, con los ojos entrecerrados. Se ha acabado de levantar y ahora siente la punzadilla en la cabeza que no da dolor pero ah, cómo jode que siente siempre al levantarse y los párpados pesados. Se siente cansado. Pasa una mano a su torso y bosteza, pero vuelve a cerrar los ojos. Es seguro que cuando despierte va a dolerle la cabeza y le van a arder los ojos como si éstos estuvieran en el mismísimo infierno, pero no le importa.
La puerta se abre. Él voltea.
-Levántate. -ordena ella, y deja las bolsas en el contiguo a donde él está acostado. -Ayúdame a meter las cosas a los cajones.
Él asiente, bosteza, se estira, se toma su tiempo para despertar por completo y ella lo mira.
-¿Qué?
-¿Ya terminaste? -alza una ceja, y él sonríe y se remoja los labios con la lengua.
-Sí.
Toma todas las bolsas que Penélope ha traído y las lleva a la cocina, seguido por ella, que sólo carga con una caja de galletas. Lars deja las bolsas encima del mueble de cocina y empieza a sacar las cajas, ordenándolas en el armario café y grande que parece ataúd, ja, ja, de la esquina por orden descendiente.
-Si quieres no lo ordenes. -le dice ella, incómoda, con un tono de voz para nada propio de ella, y Lars, que está acuclillado con tres bolsas a su lado sonríe. Penélope siente su cara caliente. -O como quieras. Me da igual.
Se voltea y se dirige a las demás bolsas; toma dos bolsas de pasta y una grande de azúcar, pero ésta última cae al suelo. Lars se dirige hacia ella y se la pasa, pero no regresa a su tarea ordenadamente ordenada de ordenar en orden ordenado las cosas y no hace nada más que estar a su lado sonriendo.
-Gracias.
Él se regresa a su tarea y cuando termina Penélope apenas ha sido capaz de meter a un cajón las bolsas de pasta, que no son muchas. Lars le ayuda y lleva las bolsas que no ocupan a la lavandería, sin chistar.
-¿Te divertiste haciendo las compras? -le pregunta, mientras pone los jugos apilados en orden ascendiente en el refrigerador.
-No. Normal, como siempre. Y no tienes que ordenar mis cosas siempre, Lars. -le repite y él la mira, con la misma sonrisa y las cejas alzadas. Penélope rueda los ojos. -Está bien, haz lo que quieras. Me da igual.
-¿No te encontraste a nadie? ¿Ningún vago te pidió dinero? ¿Ningún malote te asaltó? -aprieta los labios en una sonrisa para no reírse, y Penélope se arrodilla a su lado para pasarle los jugos.
-No. Me encontré con una señora que se me quedó viendo. -recuerda, ignorando la risilla que se le escapa a su compañero. -Raro.
-¿Te habló?
-Me hizo varias preguntas. Que por qué tenía vendas, que si me dolía, que por qué. -recita, pasándole los
(es que Loppy es muy jugosa, le encantan los jugos, heeeeeeeeee)
jugos.
-¿Y qué hiciste? -quiere saber, quitándole a Penélope los jugos de las manos para que no haga tanto esfuerzo.
-Le asusté. -tuerce un gesto y se empieza a reír. Lars frunce el entrecejo.
-¿Cómo?
-La charla se derivó. -se sienta en el piso de una vez y deja de pasarle las cosas, pues no sirve de nada. -Terminó en pasajes de la Biblia, profecías, el apocalipsis.
Lars frunce más el entrecejo y Penélope lo mira, esperando a que pregunte que por qué, pero él se empieza a reír e, inesperadamente, le da un beso en la frente.
-Estás loquita.
Penélope suspira, roja, y sonríe.
-Cállate, Lars.
&
Penélope aprieta los labios y mira la televisión, con el entrecejo fruncido. Lars la mira.
-¿Qué pasa?
-No me gusta que ellos estén en el segundo lugar. -contesta después de dos minutos, pues hay comerciales. -Te puedo apostar lo que quieras que la banda que esté en primer lugar no va a valer tanto la pena.
Lars sonríe.
-¿Y eso te molesta?
-Sí. Porque. No es posible. Qué coraje. -conforme dice las palabras va bajando el tono de voz, y al terminar pasa su mirada a los ojos de Lars. -¿A ti no?
-Es la televisión. Nunca dice cosas certeras.
Ella aprieta los labios y, poco convencida, vuelve la mirada a la televisión. Lars la observa. La luz entra por la ventana que está en la pared derecha y, como está a medio metro lejos de Penélope y, aparte, está en el suelo, puede ver la punta de su fina nariz, la frente poco pronunciada y las pestañas sobre esos ojos color chocolate que se ha acostumbrado a ver. Sonríe.
-Eres un acosador, ¿lo sabías?
Ahora se ríe.
-Sí, lo sé. -asiente, pero no deja de mirarla. -Es que te ves bien así, contra la luz.
Penélope desvía su mirada de la televisión y lo ve, sin nada que decir.
-Aunque pensándolo bien...
Ella sonríe.
-Lars, si no fueras tan estúpido... -empieza, pero se calla al notar que está pensando en voz alta.
-¿Qué?
Penélope sonríe.
-Nada. Cállate ya.
-Nooooooooooooooo. -se levanta y se sienta a su lado, sobre su acolchonada cama. Penélope casi lo ve saltar como un niño pequeño para que le diga. -Ahora me dices. Dime, Loppy. Ándale. Soy curioso. Dime. Dime dime dime dime dime.
Ella le tapa la boca y mira la televisión, escuchando ruiditos provenientes de la boca de Lars y la lengua que sale de esta para asquearle y que lo suelte, pero ella se resiste, entre risas, y le dice que no, que se calle, que no sea idiota, que no sea curioso y que si sigue así lo va a dejar sin ya sabe qué.
Penélope se pierde la cuenta regresiva de las mejores bandas Grunge y del documental de Nirvana por culpa de Lars, pero se le olvida, porque qué idiota que es, tiene que taparle la boca, y es mejor sentir sus babas y oír los ruiditos a sentir los picoteos en el estómago y los abrazos estranguladores de esos no te dejo ir hasta que me digas qué ibas a decir.
Y se le olvida, aparte, porque se la está pasando bien.
...de hecho con Lars siempre se la pasa bien.