[EXO-fic / TRAD] SODOMÍA: Capítulo Cuatro - Soledad (1/2)

Apr 04, 2013 17:17

¡Ya estamos en el penúltimo capítulo! Sólo queda uno para el final ;_; Muchísimas gracias por todo el apoyo que le estáis dando a Sodomía, tanto aquellas que comentáis como las que no. Me alegra saber que ha sido tan bien aceptada entre las hispano-hablantes <333

Aprovecho para dejaros un mensaje de las autoras:

Hola! Soy la autora Sodomía y me gustaría dar las gracias por todo el amor que estáis dando al fanfic! Estoy muy emocionada con todos los elogios que habéis dirigido a la historia y a la forma en la que escribo! <3 ajhghjsags gracias ♥ PS: Estoy usando el traductor de google (ノಠ益ಠ)ノ ┻━┻‎ (he corregido su mensaje, conste lol)

Y también:

"Cualquier personaje nuevo que creáis que es muy random, sin sentido... Bueno, no lo es. ¡En serio! xD"

Y ahora, ¡disfrutad de la lectura!

Capítulo escrito por: Anna (@AnnaSooPimpa)
Capítulo beteado por: Carol (@carolstandt)
Traducción del portugués: deernicorn (@XOXOT12 )
Revisión: kimjoonmyeon (@kimjunmen)



SOLEDAD

SODOMÍA
Capítulo Cuatro - Soledad

Una semana. Kyungsoo estaba contando los días.

Ya había pasado una semana desde que Kai lo había echado de su apartamento. Él había dicho que lo buscaría cuando tuviese hambre, pero había mentido. Kyungsoo siguió con su rutina, yendo del hospital hasta su pequeño apartamento y viceversa, prolongando las caminatas por la calle y esperando al inmortal, que nunca más apareció.

El chico sentía que su corazón se encogía toda la noche cuando se acostaba en su cama, solo. Aunque intentase concentrar sus pensamientos en los acontecimientos del día, Kai siempre aparecía como una imagen fija en su mente. Sonriendo con malicia, preguntándole si se sentía solo, si le gustaría sentir sus roces, sus besos...

Kyungsoo estaba, definitivamente, volviéndose loco.

El apartamento de Kai quedaba en un barrio lejano al suyo y Kyungsoo sufría mientras esperaba su día libre para poder ir a buscarlo. ¿Y si le había pasado algo malo y por eso había desaparecido? ¿Y si la policía lo había encontrado y ahora estaba preso?

Aunque si hubieran capturado a un sospechoso de vampirismo, los medios de comunicación ya se habrían vuelto locos... Sólo hablaban de eso últimamente.
Kai, según los periódicos, había sido más cruel en sus últimos ataques. Además, el «Vampiro de Seúl» había comenzado a ganarse imitadores, que copiaban al asesino original, matando a sus víctimas en medio de la noche de la misma forma que el inmortal. La ciudadanía tenía miedo.

- ¿Kyungsoo? -llamó un compañero de trabajo en voz alta, y el enfermero en prácticas casi se cae de la silla en la que estaba.

- ¿Sí? -preguntó, esbozando una sonrisa forzada, mientras se recolocaba en la silla de la cafetería del hospital.

Hacía días que ese compañero había empezado a trabajar en el hospital y, a diferencia de los demás, hablaba con Kyungsoo sin problema. La compañía era bien recibida la mayor parte del tiempo, pero, en aquel momento, el chico de piel lechosa deseaba estar solo para poder pensar mejor.

Su nuevo compañero de trabajo era demasiado escandaloso.

- En serio, ¿qué te ha pasado en el cuello? Llevas eso ahí enrollado desde que empecé a trabajar aquí -el compañero alzó el brazo para darle un golpecito con el dedo en el codo, pero él lo apartó ligeramente.

No quería que nadie más, aparte de Kai, lo tocase.

- Me hice un corte afeitándome -mintió Kyungsoo, y escuchó al otro riéndose en voz alta, llamándole mentiroso y cara-bebé; y es que, a decir verdad, él apenas tenía barba-. No, lo digo en serio... De...deja de reírte -las carcajadas de su compañero estaban empezando a llamar la atención de quienes los rodeaban, y el enfermero jefe se acercó a hablar con ellos.

- Oíd, vosotros... -llamó con voz autoritaria-. ¿Hace cuántas horas que estáis aquí en el hospital?

- Cuatro -el compañero de Kyungsoo había dejado de reír y miraba seriamente al jefe.

- Casi seis -dijo Kyungsoo, centrando la mirada en la taza de café que tenía delante.

- ¡Mentiroso! -gritó su compañero, apuntando con el dedo de forma acusadora a Kyungsoo-. ¡Hace por los menos diez horas que estás aquí dentro! Puede preguntarle a quien quiera, jefe, ¡Kyungsoo prácticamente vive aquí, en el hospital!

Kyungsoo levantó el puño y le dio un ligero golpe a su compañero por delatarlo; su jefe suspiró pesadamente poco después. ¿Qué iba a hacer con aquel chico?

- Do Kyungsoo, ¿no te he dicho ya que como enfermero en prácticas sólo puedes pasar en el hospital ocho horas como máximo al día?

Kyungsoo tragó en seco.

- Estoy acumulando horas -dijo con sinceridad, sonriéndole a su jefe-. Tenía pensado pedir unos tres días seguidos libres...

- ¿Qué vas a hacer? -preguntó su compañero inoportunamente, interrumpiendo a Kyungsoo.

- Resolver unos problemas -Kyungsoo dijo la verdad. Tenía que resolver ciertos problemas con cierto inmortal orgulloso y solitario.

- La verdad es la siguiente: ya estoy cansado de ver tu cara por aquí, Do. Trabajas casi más que los enfermeros contratados; vete a casa y vuelve dentro de tres días. Cuando vuelvas, hablaremos seriamente. Creo que ya estás más que preparado para cuidar a los pacientes en vez de sólo hacer informes -dijo el jefe a modo de ultimátum, alejándose de ellos enseguida.

Kyungsoo se quedo inmóvil, pestañeando.

¿Acababan de darle un ascenso y días libres? ¿El mismo día? ¿Su jefe estaba loco o qué?

- ¿A qué estás esperando, pedazo de idiota? - su compañero le propinó una ligera patada en la pierna y Kyungsoo volvió a la realidad.

¿Entonces era libre para ir en busca de Kai? ¿Era eso?

Sin decir adiós a su compañero, Kyungsoo salió corriendo de la cafetería y se fue a los vestuarios. Se dio un baño largo, se puso algo más casual y metió sus cosas personales en la mochila antes de salir corriendo de donde trabajaba. Eran cerca de las nueve de la noche, y la luna llena resplandecía en el cielo.

Mientras corría por las calles, Kyungsoo miraba de reojo a su alrededor, buscando a cierta persona. Cuando el menor finalmente comprendió que Kai no lo estaba buscando, Kyungsoo se dirigió a la estación; bajó las escaleras de dos en dos y se detuvo en el andén, esperando.

Esta vez no perdería el tren.

Kyungsoo sonrió al pensar que el «destino» tenía que existir de verdad. ¿Y si no hubiera perdido el último tren la noche que conoció a Kai? Entonces jamás habría conocido al inmortal. Estaría solo, viviendo su vida aburrida, sin vivir realmente. En apenas unos días con Kai, Kyungsoo había experimentado más emociones que en toda su vida. Y quería sentir eso de nuevo.

Quería sentir a Kai de nuevo.

Cuando el tren llegó, Kyungsoo se metió dentro corriendo y se sentó, esperando. Kai vivía a cinco paradas de allí y a unos cuantos (muchos) más minutos de caminata. El tiempo seguía avanzando.

Kyungsoo estaba ansioso.

•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Kai estaba aburrido.

Ya se había alimentado aquella noche, pero la «comida» había sido tan aburrida a la hora de la muerte, gritando y pidiendo perdón a Dios, que Kai ni se molestó en tratar de ocultar el cadáver. Lo tiró a un contenedor de basura del callejón en el que estaban y salió caminando como si nada hubiese ocurrido.

Ahora estaba en su apartamento, acostado en el sofá, tratando de ver algún programa de televisión; pero todo le parecía demasiado molesto. En la última semana, Kai había pasado el tiempo durmiendo, alimentándose y aburriéndose, ya que ninguna de sus víctimas parecía ser lo mínimamente interesante como para poder divertirse.

Ninguna de sus víctimas era interesante como Kyungsoo.

Kai se sentía solo, pero la sensación de soledad era algo a lo que ya estaba acostumbrado. La anomalía de la cuestión era que sentía una sensación de vacío en la región abdominal y una opresión en el corazón cada vez que recordaba a Kyungsoo. A pesar de que Kai nunca más fuese a buscarlo, sonreía al pensar en lo adorable que era Kyungsoo cuando lo maldecía, cuando se reía, cuando gemía o incluso cuando había ordenado el inmundo apartamento de Kai mientras él estaba fuera, alimentándose.

Delante de él tenía periódicos abiertos con algunos anuncios por palabras marcados en bolígrafo. Estaba buscando un nuevo apartamento, pues pretendía mudarse pronto. Kai estaba seguro de que Kyungsoo no iría a buscarlo, pero quería alejarse de Seúl lo máximo posible, para no caer en la tentación de ir junto al mortal.

Alejándose de Kyungsoo, Kai le daba al humano la oportunidad de vivir. Si el menor se quedase a su lado, con el tiempo acabaría muriendo, ya que aunque controlase su hambre, los años pasarían y Kyungsoo se marchitaría hasta que la vejez acabase con él, dejando a Kai, eternamente joven, solo de nuevo.

Kai no quería aquello para Kyungsoo.

No quería aquello para sí mismo.

•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Kyungsoo se detuvo frente al edificio en el que vivía Kai.

Como la puerta de vidrio sólo se abría sin tener llaves desde dentro, tendría que esperar a que alguien se decidiese a entrar, pues no quería llamar al interfono. Kyungsoo sabía que si Kai estaba bien, y era lo que él esperaba, entonces no había ido a buscarlo por voluntad propia.

Kai podía negarlo todo lo que quisiera, pero Kyungsoo sabía que había humanidad dentro de él; que había emociones. El menor sólo quería unos días más para poder demostrárselo. Estaba dispuesto a buscar en libros, buscar a personas de la religión wicca, cualquier cosa con tal de poder ayudarlo.

De ningún modo iba a dejarlo.

Cuando una señora mayor se detuvo en la puerta principal del edificio, Kyungsoo estaba casi dormido sentado en el suelo. Al oír el ruido causado por las llaves, el enfermero abrió los ojos rápidamente y convenció a la mujer de que conocía a alguien de aquel edificio y que le gustaría poder entrar.

En realidad, Kyungsoo no necesitó insistir mucho, ya que la anciana llevaba una bolsa que parecía pesada y el joven insistió en ayudarla. En pocos minutos, ambos estaban en el interior del edificio y Kyungsoo se sentía cada vez más ansioso.

Por casualidad, o broma del destino, la anciana vivía en el mismo piso que el terco inmortal con quien Kyungsoo tendría una conversación larga y tendida.

- ¿A quien conoces es el chico que vive en ese apartamento? -preguntó la señora cuando Kyungsoo se detuvo frente a la puerta de Kai.

- Sí, ¿por qué?

- Es un poco extraño... Siempre que lo veo saliendo de noche, parece triste. Esta semana pasada tenía un aspecto horrible, debe de tener algún problema. ¿Has venido a ayudarle?

Kyungsoo sonrió cuando la señora le dijo que Kai estaba bien. De salud, en todo caso, porque psicológicamente parecía estar fatal.

- Sí, he venido a quedarme con él -dijo Kyungsoo con una sonrisa, y la señora le deseó buena suerte antes de entrar en su propio apartamento.

Kyungsoo respiró hondo. Esperaba que, al menos, Kai se encontrase en casa. De lo contrario, se sentaría junto a la puerta y esperaría allí hasta que el moreno regresase. Aún no sabía exactamente qué le diría, pero no dejaría que lo echase otra vez. Kyungsoo quería quedarse con Kai.

Hasta la muerte.

•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Cuando oyó unos golpes leves en la madera, Kai estaba en la cocina, mirando dentro de la nevera. No había nada que pudiese matar su hambre, pero le gustaba mirar dentro del electrodoméstico para pensar. Al oír el golpe en la puerta la primera vez, Kai dudó que fuese en su propio apartamento, ya que nunca lo visitaba nadie.

Pensó durante unos instantes y llegó a la conclusión de que no podía ser el dueño del apartamento para cobrar el alquiler, ya que no era ni fin ni principio de mes. Probablemente era algún vecino pesado que quería que le prestara algo. Kai creyó que lo mejor era hacer caso omiso de los golpes, pero éstos no se detuvieron.

Después de por lo menos cinco minutos de golpes insistentes, Kai se dirigió a la entrada de su apartamento, golpeando con fuerza el suelo con cada paso. Estaba estresado y no necesitaba más motivos para irritarse. El inmortal pensó seriamente si no debería meter al vecino molesto que llamaba a su puerta en el apartamento y matarlo lentamente, por molestarlo en una semana que ya era lo suficientemente horrible.

Pero cuando el inmortal abrió la puerta del apartamento, no se encontró a ningún vecino. Kai nunca se habría esperado encontrar a un Kyungsoo despeinado y con aspecto cansado, todavía golpeando con el puño en el aire aun cuando la puerta ya estaba abierta.

- ¿Kyungsoo? -preguntó, sin poder creer aún lo que veía.

El menor levantó por fin la mirada y se dio cuenta de que Kai estaba de pie frente a él, mirándolo. Antes de que el inmortal pudiera encerrarse en su casa, Kyungsoo logró empujarlo hacia el interior del apartamento, entrando con él y cerrando la puerta con fuerza tras él.

Kai estaba contra la pared y Kyungsoo lo miraba con ojos que chispeaban de rabia. Ahora sabría lo que tenía que decirle.

- ¡Pedazo de idiota mentiroso! -comenzó Kyungsoo, hablando tan alto que casi gritaba-. Conque ibas a buscarme cuando tuvieses hambre, ¿no? ¡Grandísimo mentiroso! ¡Yo esperándote, y me mentiste! ¡Y ni se te ocurra decirme que no te has alimentado toda esta semana porque de lo único que hablan los periódicos es de ti, «El vampiro de Seúl»!

Kyungsoo hablaba con furia e incluso golpeaba a Kai en el pecho sin usar mucha fuerza. El inmortal no conseguía entender lo que estaba pasando... Al fin y al cabo, ¿qué hacía allí su antigua víctima? ¿Acaso Kyungsoo no tenía ni idea del peligro que corría cerca del inmortal sediento de sangre?

- No soy un vampiro... -susurró Kai más para sí que para el otro, mientras Kyungsoo seguía hablando.

- ¡Ya sé que no eres un vampiro! -gritó Kyungsoo, y Kai abrió mucho los ojos al ser ligeramente golpeado en el pecho varias veces más-. ¡Y si tratas de alejarme de nuevo de ti, te mataré, pedazo de idiota! ¡No quiero que te quedes solo, ni yo tampoco quiero quedarme solo, así que deja de intentar hacer que te odie porque no funcionará!

Kyungsoo respiraba con dificultad mientras pensaba en más cosas por las que reñir a Kai, quien seguía mudo.

- Y otra cosa, pedazo de idiota... -Kyungsoo comenzó un nuevo discurso, dándole un pequeño empujón a Kai-. Voy a empezar a llamarte «Jongin», ¡sí señor! Vamos a encontrar la forma de acabar con la maldición que esa puta te echó y estaremos bien. Puedes negarlo todo lo que quieras, Jongin, ¡pero tú eres humano! Te trataré como a uno, empezando por el hecho de que te reñiré siempre que sea necesario, ¡y tú te disculparás por las mierdas que hagas!

Kai pestañeó unas cuantas veces frente a Kyungsoo, procesando todavía la información.

- ¿Te estás escuchando, Kyungsoo? -preguntó en voz baja, por fin, encontrando todo aquello muy absurdo.

- Sí, Jongin, me estoy escuchando. ¿Tú me estás escuchando a mí? ¿No piensas disculparte?

Kyungsoo comenzó a darle golpecitos con el dedo índice en el pecho varias veces, hasta que Kai le agarró la muñeca y se la apretó con fuerza.

- Tú no tienes cadenas en las muñecas... -dijo Kai mientras observaba su piel blanca y casi enseguida la suya propia, fijando la mirada en las cadenas tatuadas-. ¿Por qué quieres quedarte con un condenado? Acabarás muriendo de una forma u otra si te quedas conmigo.

- ¡Que así sea, entonces! Pero mientras viva, no dejaré que te quedes solo -Kyungsoo tenía lágrimas en los ojos y su voz estaba embargada por el llanto. Suspiró con dificultad y usó su puño libre para golpear el pecho de Kai una vez más, haciendo que éste también se lo capturase-. Y tú tampoco me dejarás solo a mí. Ninguno de los dos se quedará solo, Jongin... Mientras estemos juntos.

Kai aún agarraba los dos brazos de Kyungsoo cuando éste se aproximó y, poniéndose de puntillas, lo besó.

Las muñecas de Kyungsoo seguían entre las manos de Kai cuando sus lenguas comenzaron a tocarse suavemente. Kai no empujó al menor, pero parecía receloso, como si no supiera si debería dejar que su víctima permaneciese en su vida.

Cuando Kyungsoo se apartó ligeramente, Kai soltó sus brazos y el menor lo abrazó de forma posesiva.

- Por favor, no intentes alejarme de ti, Jongin... -susurró Kyungsoo contra el cuello de Kai, quien todavía no correspondía el abrazo.

¿Por qué su corazón latía tan rápido?

- No tendrás una vida normal conmigo... -dijo Kai con sinceridad, agarrando al menor por los hombros para intentar apartarlo de él.

El enfermero se apartó por voluntad propia del más alto, y lanzó a Kai una mirada que transmitía seguridad.

- No quiero una vida normal... No la quiero -dijo con firmeza; Kai no pudo aguantar más y sonrió. El menor era demasiado adorable.

- ¿Qué quieres, entonces? -preguntó, rozando el rostro de Kyungsoo con las yemas de sus dedos.

- ¿No es obvio? Te quiero a ti, Jongin... A ti -dijo Kyungsoo seriamente antes de acercar sus manos a la nuca de Kai para besarlo.

Kai se sorprendió al principio, pero una vez que la lengua de Kyungsoo tocó sus labios, pidiendo paso, el inmortal se olvidó de que hasta hacía poco estaba tratando de alejar al menor de él. El mayor abrió la boca ligeramente y comenzó a corresponder al beso de forma voraz, con urgencia. Lo cierto era que Kyungsoo se había convertido en una necesidad, en un vicio para el inmortal.

Un vicio que Kai ya no podía controlar.

Cuando Kyungsoo comenzó a deslizar sus manos por la espalda de Kai, éste se vio obligado a agilizar sus caricias. El mayor montó a Kyungsoo sobre sus caderas y condujo sus manos hasta los muslos del menor, tirando de ellos para que quedasen a ambos lados de su propio cuerpo. Kyungsoo cruzó las piernas alrededor de la cintura del inmortal y gimió cuando su espalda chocó contra la pared que tenía tras él, mientras Kai le arrancaba sin miramientos la venda que le cubría el cuello, con manos temblorosas.

Kai atacó con urgencia los labios del humano, mientras dirigía sus manos libres hasta la camisa del mortal, para arrancársela de inmediato. Kyungsoo gimió cuando sintió al mayor lamiendo su cuello mientras jugueteaba con sus pezones provocativamente, usando los dedos.

- Jongin... -Kyungsoo gimió el nombre humano de Kai al sentir una palpitación en su propio miembro. No había tenido relaciones sexuales desde que había conocido a Kai, hacía más de una semana, y las masturbaciones silenciosas en el baño ya no le ayudaban a controlar su deseo enfermizo.

- ¿Qué pasa? -preguntó Kai en voz baja, deteniendo lo que estaba haciendo y forzando aún más su cuerpo contra el de Kyungsoo, aprisionándolo contra la pared.

- Rápido... Te necesito... -susurró Kyungsoo entre la respiración pesada, sintiendo el roce de sus erecciones, aún con todas las capas de ropa que separaban ambos cuerpos.

Kai sonrió antes de abrazar a Kyungsoo y llevarlo, aún en brazos, hacia la sala.

Cuando el inmortal dejó caer al menor sobre el brazo del sofá, Kyungsoo trató de deshacerse de su ropa a toda prisa, mientras Kai hacía lo mismo con la suya. No existía pudor alguno y ninguno de los dos se sonrojó siquiera al verse desnudos.

Kyungsoo sonrió antes de ponerse de pie y pegar su cuerpo al de Kai mientras lo besaba. Los toques eran urgentes y nada castos; Kai pasó la lengua a lo largo del cuello de Kyungsoo para probar su sabor una vez más y reprimió el impulso de hundir sus colmillos en él. El inmortal apretó la cintura de Kyungsoo, forzando el paso de una pierna entre los muslos del menor.

Ambos siguieron besándose y torturándose con las manos mientras se acostaban en el suelo. Kai se colocó sobre Kyungsoo y éste mantuvo sus cuerpos pegados, rodeando la cintura del más alto con las piernas. Sus erecciones se rozaban, ahora sin ningún tejido de por medio, mientras Kai deslizaba su cuerpo sobre el de Kyungsoo, aumentando la fricción entre ambos cuerpos desnudos.

- Te he echado de menos, Kyungsoo... -confesó Kai en un susurro contra la piel del cuello del menor, mientras seguía moviéndose sobre él. Las palpitaciones de ambos miembros estaban rayando en la locura y el líquido preseminal ya salía de la extremidad de ambos.

Kyungsoo no esperaba escuchar aquello, y sintió que las mejillas le ardían.

- Yo también te he echado de menos, Jongin -Kai se asustó cuando Kyungsoo habló, ya que pensaba que el menor no había oído su confesión. El inmortal sintió un calor repentino en sus mejillas.

Kyungsoo sonrió, obligando con las piernas a Kai a girarse para invertir las posiciones. El menor estaba ahora sobre Kai y le sonreía maliciosamente.

- ¿Qué hac...? -comenzó a decir Kai, pero se detuvo al sentir a Kyungsoo haciendo movimientos circulares con las caderas sobre él. El inmortal gimió en voz baja al notar su miembro rozando contra la intimidad de Kyungsoo.

El menor agarró ambas manos de Kai y se las juntó por las muñecas.

- No me tocarás mientras yo esté encima... -dijo Kyungsoo en tono autoritario, colocando ambas manos de Kai sobre su cabeza-. Si me tocas, paramos.

Kai no entendía lo que el menor pretendía con aquella pequeña tortura, hasta que notó cómo hacía movimientos de vaivén con el cuerpo, frotando el miembro de Kai contra su propia entrada muy lentamente. El inmortal cerró los ojos y abrió la boca, gimiendo ligeramente.

Kyungsoo se acostó sobre el tronco de Kai y le mordisqueó la barbilla sensualmente.

- Haré esto hasta que me supliques que te deje entrar dentro de mí -susurró Kyungsoo contra la piel fría del otro.

Kai abrió los ojos y arqueó un poco la espalda cuando sintió una vez más su miembro rozando la entrada de Kyungsoo, pasando de largo justo después.

- ¿Por qué eres así? -gimió Kai con dificultad entre la respiración pesada. Todavía tenía ambas manos juntas, como si estuviesen atadas, sobre su cabeza. Se estaba conteniendo para no atacar a Kyungsoo y follárselo hasta que le implorase perdón por ser un chico tan travieso.

- Esto es una pequeña venganza por la mordaza que me obligaste a usar la otra vez -susurró Kyungsoo, sin dejar de moverse sobre Kai. Se bamboleaba sobre el miembro del mayor, humedeciendo su propia entrada con el líquido preseminal del más alto.

Kai gimió cuando sintió su polla palpitando contra la entrada de Kyungsoo; ni siquiera habían comenzado y el inmortal ya se sentía al límite. Mordió su labio inferior y pensó si no sería mejor acercar sus manos hasta las caderas del menor y obligarlo a sentarse sobre su miembro.

- Suplica... -susurró Kyungsoo contra la piel de Kai.

El inmortal se juró a sí mismo que se vengaría de Kyungsoo en otro momento. Lo que más le intrigaba era que, aunque lo negase, le estaba encantando que el menor dominase. En setecientos años, jamás había encontrado a alguien que lo hiciese.

Y estaba disfrutando de la sensación.

- Por f...¡ah! -Kai intentó hablar, pero gimió cuando Kyungsoo hizo un movimiento rápido con la cadera, aprisionando el miembro del inmortal contra su piel-. Por favor... déjame entrar dentro de ti...

Kai murmuró esas palabras con dificultad, por culpa de su respiración descompasada y del placer, que hacía que sus ojos se humedeciesen.

- No te oigo, Jongin... Tendrás que hablar más alto.

Kyungsoo permanecía tendido sobre el mayor y se estaba conteniendo para no echarse a reír ante la mirada de odio que le dedicaba el inmortal. Kai estaba demasiado excitado, demasiado ansioso y demasiado avergonzado. ¿Qué estaba haciendo el menor con él?

- Kyungsooo... No seas así.... -murmuró, y sintió que el menor clavaba las uñas en su cintura-. ¡A...ah! Vamos... déjame entrar dentro de ti.... Quiero...

- ¿Qué quieres, Jongin? -Kyungsoo pasó la lengua a lo largo de la mandíbula del mayor, sin dejar de mover las caderas sobre su vientre.

- A ti... Por favor...

- Dime que nunca más volverás a alejarme de ti... Dilo y dejaré que me penetres. ¿Me deseas, no es así? Quieres sentir mi interior mientras me posees, y claro, besarme también... Quieres eso, ¿verdad, Jongin?

- Sí... -murmuró Jongin con la respiración pesada-. Quiero... Nunca más te alejaré de mí, pero por favor... por favor... déjame follarte...

Jongin se sentía ardiendo por dentro como nunca antes se había sentido, aunque su piel siguiese fría. Kyungsoo estaba satisfecho, y sonrió al depositar un beso en la mejilla del más alto.

- Buen chico, Jongin. Ahora tendrás tu recompensa.

Kyungsoo sonrió y se incorporó, quedando nuevamente sentado sobre el miembro de Kai. El menor acercó dos dedos a la boca del inmortal y se los metió en la boca, obligándolo a que los chupase. Kai no cuestionó su acción y pasó la lengua entre los dedos finos y delicados de quien un día pensó en matar.

Una vez que los dedos estuvieron lo suficientemente húmedos de saliva, el menor los acercó a su propia entrada. Con las rodillas apoyadas en el suelo, Kyungsoo se curvó un poco y penetró con ambos dedos en su interior, al mismo tiempo.

El menor comenzó a gemir de dolor y apoyó su mano libre en el pecho de Kai, arañando su piel para tratar de aliviar su dolor.

El inmortal no se contuvo y acercó sus manos hasta el rostro de Kyungsoo, casi tocándolo.

- ¡No me toques! -dijo en voz alta antes de que los dedos de Kai alcanzasen su rostro.

- Kyungsoo... Por favor -las yemas de sus dedos estaban a milímetros de distancia de la piel suave y clara del humano.

- Si me tocas, paramos -dijo el menor, amenazando con detener la preparación que estaba haciendo en sí mismo, y el inmortal apartó las manos para volver a dejarlas sobre su cabeza, sintiéndose totalmente impotente.

Kyungsoo introdujo sus dedos en su interior con fuerza, tratando de dilatar el espacio lo máximo posible en el menor tiempo. Podría estar torturando a Kai, pero la espera lo estaba dejando ansioso también. Cuando el menor dejó de sentir tanto dolor, retiró los dedos de su interior y agarró el miembro de Kai, sintiéndolo palpitar en su mano.

- ¿Crees que te lo mereces? -preguntó Kyungsoo irónicamente, sonriendo a Kai mientras acercaba el miembro del mayor a su entrada.

El inmortal gruñó enfadado, alzando las caderas y forzando la entrada de su miembro en Kyungsoo. El menor se rió un poco mientras se sentaba lentamente sobre Kai. Dado que en comparación con sus dedos, su polla era mucho mayor y más gruesa, Kyungsoo sintió una gran molestia en el momento de la penetración y se mordió los labios con fuerza para no gemir de dolor.

- ¿Puedo tocarte? -preguntó Kai, al percibir el sufrimiento en el rostro del menor.

Quería tocar a Kyungsoo. Acariciar su piel y besarlo.

- No -respondió Kyungsoo, gimiendo mientras comenzaba a moverse lentamente sobre el miembro de Kai.

Éste se mordió el labio inferior para ahogar un gemido mientras Kyungsoo se movía sobre él. El inmortal podía sentir el interior caliente del menor comprimiéndose a su alrededor y la idea de no poder tocarlo lo estaba volviendo loco.
Kyungsoo gimió en voz alta, apoyando ambas manos sobre el pecho de Kai, y comenzó a moverse con más rapidez; las lágrimas comenzaron a deslizarse de sus ojos por el dolor y el placer intensos.

- Jongin... -murmuró el menor antes de gemir en voz alta.

Ninguno de los dos rompió el contacto visual y el inmortal cerró los puños con fuerza, intentando controlarse para no atacar al humano. Pero cuando Kai sintió una lágrima de Kyungsoo cayendo sobre su pecho, no pudo más y desobedeció sus órdenes.

El menor se asustó cuando sintió que las manos de Kai lo agarraban con firmeza por las caderas para obligarlo a inclinarse hacia un lado. Ambos acabaron rodando por el suelo y Kai quedó sobre Kyungsoo, todavía dentro de él.

Kyungsoo iba a empezar a reclamar, pero Kai atacó su boca con los labios. El menor gimió dentro de su boca al sentir que comenzaba a moverse lentamente, saliendo completamente de dentro de él para volver a penetrarlo profundamente de una sola embestida.

El menor rodeó las caderas de Kai con sus piernas para que le resultase mucho más fácil penetrarlo, con más velocidad y profundidad. Kyungsoo comenzó a gemir en voz alta mientras él lo embestía al mismo tiempo que mordía su hombro, tratando de no gemir en un tono audible.

Cuando Kai sintió que las uñas de Kyungsoo se hundían en su espalda, gimió en voz alta acompañando al menor, quien respiraba pesadamente. Aunque nadie estuviese tocando el miembro de Kyungsoo, éste se sentía al borde del abismo con el simple roce de sus cuerpos.

- J...Jongin... ¡ah! -gimió Kyungsoo arqueando la espalda cuando Kai acertó en su próstata en una embestida profunda.

Kai sonrió y comenzó a clavar a Kyungsoo en su punto más sensible cada vez que lo penetraba, cada vez más rápido, una y otra vez. El sudor perlaba su frente y los sonidos que ambos hacían al moverse eran demasiado eróticos para los oídos acostumbrados de Kai.

- ¡Jongin! Es... esto... estoy... ¡ahh! -gritó Kyungsoo antes de soltar un gemido largo, corriéndose en el espacio que quedaba entre su cuerpo y el de Kai.

Éste no detuvo sus movimientos, y cuando sintió el interior de Kyungsoo contrayéndose alrededor de su miembro, gimió en voz alta y embistió al menor unas cuantas veces más antes de llegar al orgasmo. Tras eso, acercó su mano a la de Kyungsoo y, entrelazando sus dedos, se la apretó.

Kai decía algunas palabras inconexas en medio de gemidos en voz baja que no conseguía contener. Era increíble como sólo se sentía así, completamente vulnerable, cuando estaba junto a Kyungsoo.

El menor arqueó la espalda una vez más cuando sintió la corrida de Kai llenando su interior, y éste siguió embistiendo a Kyungsoo unas cuantas veces, tratando de prolongar el placer intenso que estaba sintiendo.

Placer que sólo sentía con aquel pequeño y adorable humano.

Cuando notó que sus fuerzas de desvanecían, el menor se desplomó sobre el frágil cuerpo del enfermero. Ambos respiraban con dificultad, tratando de normalizar los latidos de sus corazones.

Ambos se quedaron en la misma posición durante unos minutos, con Kai todavía dentro de Kyungsoo, en silencio, tratando de recuperar el aliento. Después de suspirar profundamente, el mayor se apoyó en sus manos y salió de dentro del cuerpo del menor con calma, cayendo a su lado poco después. Ambos estaban lado a lado, admirando el techo blanco del apartamento de Kai.

- Me has desobedecido, Jongin... -comentó Kyungsoo, haciendo pucheros con la boca mientras se giraba para abrazar a Kai-. Te he dicho que no me tocaras.

Kai se echó a reír y acercó los dedos al rostro de Kyungsoo, para acariciarlo.

- ¿Cómo no iba a tocarte si estabas llorando? -la pregunta retórica hizo que el menor se ruborizase.

- ¡No estaba llorando, fue involuntario!

Kai se rió una vez más y agarró a Kyungsoo por la nuca para obligarlo gentilmente a aproximarse, sellando sus labios con un tierno beso.

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