Título: Pasarelas.
Personajes: Dean, Sam
Género/Rating: Mayores de 13
Resumen: Reconocido y amado. Pero solamente uno le importaba.
Advertencias: ninguna
Nota: ninguna.
Las luces parpadeantes le cegaban por momentos. Pero la línea de la pasarela seguía allí y como el mejor tenía que terminarla. Aunque debía que admitir que nunca más trabajaría con ese nuevo diseñador australiano. El traje hecho de aserrín y hojas recicladas le molestaban en cierta parte que no deberían-. Y de seguro que causaría estragos en su delicada piel.
De la misma forma siguió con mirada impasible ante las miradas inquisitorias y los flashes de las cámaras. Seguro que ese año terminaba como modelo de Vogue. Después de la estresante semana de la moda. Siempre terminaba yendo a un spa para reparar los daños en su cotizada piel. El sueño de cualquier modelo era participar constantemente en aquella revista más si eras un hombre. Y sabía que ese año podría.
No sabía cómo término siendo modelo. Pero amaba su profesión y la seguiría hasta que fuera demasiado viejo. Para terminar sus años siendo pastelero o unos de sus hobbies más secretos, la mecánica. Todo aquello lo piensa mientras termina de dar la vuelta para regresar a la zona de camerinos y vestuario.
El profesionalismo estaba en la cima de las cosas importantes, pero la guinda del pastel era su hermano que le miro orgulloso cuando termino de fotografiarlo. Mientras echaba una rápida mirada a donde el alto hombre sacaba fotos junto a los otros fotógrafos.
Las chicas -zorras- discutían entre ellas mientras esperaban su turno. No fijo su vista en ellas.
Su asistente le tendió rápida y efectiva su necesitada botella de agua purificada. Le agradeció con una sonrisa cansada y le despacho para que fuera a pasear con su novio para disfrutar de parís, vale decir que la chica sonrió encantada y se marcho con un beso rápido en su mejilla izquierda.
Se fue a su camerino y el ridículo traje termino empaquetado y en su lista negra. Junto a su abuelo Samuel y los autos japoneses. Unos cómodos levi con una fresca camisa D&G fue lo que le acompaño a su hotel de 5 estrellas y su suite con una deliciosa bañera de hidromasaje.
No se quedo a la fiesta, no estaba ni de un poco de humor.
Las cervezas que había pedido secretamente, recorrieron frías y deliciosas a su necesitada garganta. Mientras recordaba como todo aquello de ser un famoso modelo de fotografía y pasarela comenzó.
Su madre necesitaba dinero para la operación del corazón de su padre. Y era urgente conseguirlo.
Y justamente encontró el método.
Publicidad infantil.
El era un niño precioso para su edad -solo seis años- y requerían fotografías de un niño usando ropa de una marca nueva, pagando un buen par de miles por la sesión.
Su madre no dudo un instante.
Le vistió y lo adecento lo más que pudo, cuando había llegado al instante se compro al instante a los fotógrafos. Y al segundo que estuvo al frente de la cámara con su madre nerviosa y sudorosa.
¡Bam!
Surgió la magia. Todo comenzó de allí y fue creciendo hasta que lo único que quería hacer era estar frente de personas y ser retratado, observado y admirado por aquello. Su padre al comienzo lo tomo como un capricho, que pronto pasaría.
De todas formas cuando fue viendo que aun con diecisiete años en cuerpo seguía interesado pego el grito en el cielo. Pese a aquello le demostró que aunque seguía el estúpido cliché de los modelos de interesarse en la moda y ser algo gay. Aun seguía interesado en la mecánica -jodidamente era bueno- y le gustaba tomar cerveza helada con una grasosa hamburguesa al lado. No por aquello se hacía menos hombre.
Su hermano interesado en su trabajo comenzó a fotografiarle desde los seis años -aun las fotos las tiene guardadas con cariño en un álbum repletas de ellas- y siguió y siguió hasta que se convirtió en su fotógrafo personal.
La puerta fue abierta sin contemplaciones y al instante supo quién era.
Y el beso no le vino de sorpresa.
-Sabes bien. Te salió bien a pesar de que parecías un árbol triturado.
-Cállate y sígueme besando idiota.
-No puedo esperar el próximo año cuando te toque hacer ropa interior-. Le dijo mientras se desasía de la que llevaba puesta y le tumbaba en el cómodo sofá.
Y la otra ventaja era que como Sam era su fotógrafo personal podría besarle y estar con él sin presión de ningunas de las partes. Mientras hacía giras por Europa y América promocionando diversas marcas.
John y Mary podían esperarle en año nuevo y navidad. Y quizás en sus cumpleaños.