Fanfics, porque algún día tenía que ponerlos

Jun 11, 2009 20:26

Sin mucho que decir, empiezo.....

Título: Tequila: el castigo de Dios
Autor: danybel
Fandom: D.Gray-Man
Desafío: #1 - Tequila
Pairing, Personaje o Grupo: Cross Marian
Rating: pg-13
Resumen: Cross prueba el Tequila por primera vez
Disclaimer: D.Gray-Man no me pertenece, por mas que quiera tener a Tyki de mascota.
Tabla: Tabla Alcohólica de fandom_insano
Nota de Autor : Y yo que creí que escribir algo con Cross no era tan difícil… pero esta tabla lo merece!! Y referente al fic, no tengo nada en contra del Tequila, enserio!!!



Tequila: el castigo de Dios

Si alguien le preguntaba hace medio año cual licor le disgustaba el hombre tranquilamente diría ninguno. Ahora era una historia completamente diferente.
El ser un General lo llevaba a muchas partes del mundo, pero el pelirrojo nunca en su vida había ido a un lugar donde no le gustaran tres cosas: Las mujeres, la comida y el alcohol.
Habían pocas excepciones a la regla, y todas estas debidas a la comida ya que las mujeres eran su droga- “Las mujeres siempre son bellas, no importa donde estén” había dicho Cross al ser preguntado en su cumpleaños cuantas mujeres había rechazado- y el alcohol su razón de vida.

Pero lo que nadie había anticipado era la reacción del General cuando fue ofrecido un trago de la bebida, en una misión en las lejanas tierras de Jalisco, y las únicas palabras que habían dejado sus labios le prohibieron la entrada al local en el que estaba.

Sin duda las mujeres mexicanas le encantaron. La forma en la que estas bailaban, sus pocas ropas, el efecto del calor sobre sus pieles al danzar, absolutamente todo de estas lo volvían loco, y gozaba al tenerlas cerca, viendo la diferencia de sus pieles, sintiéndose el hombre mas afortunado del mundo cuando estas le tocaban por todos lados.

¡Y la comida! Había comido tanto que no podía moverse. Todo, absolutamente todo, tenía un sabor tan rico y al mismo tiempo tan fuerte que ni su nariz se salvó, cada aroma llevándolo a la novena nube, cada uno dándole un placer diferente a su lengua.

Y después vino el trago, agradecido con cordialidad, olido con curiosidad, tomado con rapidez.

Las palabras dejaron su boca tan rápido como el trago “Esta mierda es el castigo de Dios para los hombres mujeriegos” tosiendo, se levantó del asiento, buscando como loco algo que le quitara el horrible sabor de la boca, encontrando una copa de vino barato en otra de las mesas, tomándosela como si se tratase de agua.

Cross Marian, incluso hasta este día, te dirá con toda tranquilidad y delicadeza-“Quita esa mierda de mi cara o te rompo la tuya”- que no le gusta el Tequila, y que nada que hagas le hará beberlo.

Y Allen lo sabe y siempre le da una botella del licor mexicano para molestarlo.

Fin

Autor: danybel // Danybel
Fandom: Kuroshitsuji
Claim: Ciel Phantomhive
Tabla: Leyes de Murphy de 30vicios
Tema: #06 - Siempre que las cosas parecen fáciles es porque no oímos todas las instrucciones
Título: Lo que pasa por no prestar atención
Resumen: Ciel nunca pensó que ayudar a su prima iba a ser tan difícil.
Advertencias: Ninguna… creo O_o



Lo que pasa por no prestar atención

Ciel estaba caminando por la gran mansión, dando pisadas fuertes, con la mirada baja, y las manos de tras de la espalda. Un suspiro escapó sus labios mientras su mirada se encontraba con la de su mayordomo.

“¿Va a alguna parte, amo?” Sebastian preguntó con una sonrisa en lo labios. Ciel, ignorándolo, trató de pasar de largo, pero el demonio lo detuvo. “Disculpe si lo molesto señor, pero usted tiene cosas que hacer el día de hoy.” Ciel vio como la sonrisa se agrandaba en el rostro de su mayordomo, y eso le molestó.

El joven Phantomhive había estado toda la mañana encerrado en un pequeño cuarto, y cuando al fin pudo salir, su prima, la señorita Elizabeth -como le decían todas las almas que habitaban la mansión- lo había secuestrado y llevado a un cuarto de la mansión que él no conocía. No le molestó tanto el hecho de que le quitaran su tiempo libro, sino lo que la muchacha le pidió.

Había escuchado todo lo que la joven rubia decía, incluso había participado de la conversación y había ofrecido su ayuda pensando que sería un trabajo fácil, rápido y que no le molestaría. Elizabeth había chillado le emoción y había buscado todos los instrumentos necesarios para realizar su magnifico plan.

Lo que Ciel Phantohimve no sabía es que se había metido directo a la boca del tiburón y éste -o sea, la feliz chica rubia que paseaba de un lado a otro, con agujas, hilos y encaje- no lo iba a dejar ir.

Ciel escapó cuando la chica tuvo que ir hasta otro cuarto a buscar mas materiales, y, aprovechando que se tardaría, trató de irse lo mas lejos posible. Pero, tal y como lo demuestra la situación en la que ahora se encuentra, Ciel fue interceptado por su mayordomo, que orgullosamente se burlaba de la falta de atención de su amo.

“La señorita Elizabeth lo está buscando, señor” La sonrisa de Sebastian se ensanchó un poco mas cuando la ceja de Ciel comenzó a moverse, culpa de un tick nervioso.

Ciel abrió la boca para reprochar, pero una voz dulce y femenina lo interrumpió, llamando su nombre.

“¡Ciel! ¡Al fin te encuentro!” Elizabeth llegó corriendo tras ellos, agarrando sus largas faldas para no tropezarse.

De nuevo, cuando Ciel abrió la boca para soltar alguna excusa, Sebastian fue mas rápido. “El joven se tomó unos minutos para ir al baño” El mayordomo sonrió “Y aprovechó que estaba fuera del cuarto para pedir unos dulces y un poco de té para que la señorita se tomara un descanso.”

“¡Oh Ciel!” Elizabeth chilló, abrazando a su futuro esposo “No tenías que hacerlo! ¡No me hace falta descansar de algo que hago contigo!”

Elizabeth agarró a Ciel del brazo y lo llevó de nuevo al salón, mientras Sebastian sonreía con malicia y se iba en dirección a la cocina. Ciel maldijo en su mente cuando estuvo parado de nuevo sobre el pequeño sofá, con una cantidad exagerada de tela encima, y agujas en tantos lugares que amenazaban con lastimarlo si movía un músculo.

Sebastian esbozó otra de esas sonrisas maliciosas y llenas de burla al entrar al salón, disfrutando con genuina felicidad el ver al joven con un vestido naranja claro, el cual la chica estaba haciendo para si misma, y pues, para pasar el tiempo.

“Mas nunca la ayudo” Susurró Ciel pero su mayordomo lo escuchó.

“Pero si ella explicó claramente lo que deseaba que hiciese, señor” Dijo Sebastian, aún sonriendo, Ciel solo le ignoró “Mejor le presta atención a lo que dice la joven de vez en cuando” El tick de Ciel regresó, lo que hizo sonreír un poco mas al mayordomo “Aunque los vestidos le sientan bien.”

“¡SEBASTIAN!” Gritó el joven Phantomhive, con las mejillas rojas de la ira -¿O pena?- mientras el mayordomo le ignoraba y servía una taza de te para la señorita, explicándole con su mejor voz que estaba bebiendo y tomando, mientras el amo de la casa refunfuñaba y trataba de no moverse, ya que no quería sufrir otro ataque de parte de los alfileres.

Fin

Título: Watching You Sleep
Fandom: D.Gray-Man
Rating: PG
Resumen: Allen y Lavi observan al japones dormir
Nota de Autor: Lo hice para el cumpleaños de Kanda, pero la vagedad, mas todo lo que tenía que hacer ese día, y el hecho de que no sabía en que idioma hacerlo lo complicaron todo. Capaz y algún día lo tradusca.... quien sabe xD


Watching You Sleep

Lavi sabía que el tener una misión con dos de sus mejores amigos siempre era divertido, pero el tener que dormir en un cuarto ocupado solo por dos camas con ambos no eran los arreglos mas cómodos.

El pelirrojo había decidido -mas bien había sido forzado por la mirada dulce y encantadoramente asesina de su mejor amigo- que el dormir con Allen era la mejor opción. La cama era lo suficientemente grande para los dos, la puerta del baño estaba cerca de la misma y la luz de la luna que se colaba por la ventana no le llegaría en ningún momento.

Cuando al fin había llegado la hora de dormir, los mas jóvenes comenzaron a jugar cartas, y no se percataron del pasar del tiempo hasta que el japonés de cabellos largos- el cual había estado entrenando en alguna parte de la ciudad en la que actualmente se encontraban- les había apagado las luces al salir del baño diciendo que tenían que dormir y se había despojado de sus ropas y echado en su cama del momento.

Lavi y Allen se miraron y, resignados, tuvieron que hacerle caso al otro, no solo porque tenía razón, sino porque ambos tenían miedo a lo que un Kanda enojado y con sueño podía hacer. Luego de una hora en completo silencio, el pelirrojo, aburrido y sin nada que hacer, se dedicó a observar a su amigo durmiendo.

“Oye, Allen ¿Estás despierto?” preguntó lo mas suavemente que pudo, volteando el rostro hasta encontrar los grises ojos del otro observándole.

“Si, ¿Por qué?”

“¿Alguna vez has visto a Yuu dormido?” El menor de los dos levantó una ceja ante la extraña pregunta, pero viendo hacia donde se encontraba el mayor de los tres, supo porque Lavi había preguntado.

El japonés estaba acostado, de lado, con los cabellos sueltos y regados por todos lados, una mano bajo la almohada y la otra en el colchón. La sábana que tenía se le había resbalado hasta la cadera, mostrando el pálido pero bien ejercitado cuerpo, el pecho del espadachín subiendo y bajando al ritmo de su respiración. La luz de la luna hacía resplandecer la palidez del japonés y hacía que sus cabellos brillaran con un tono azul marino, volviendo la imagen mas hermosa y deslumbrante de lo que debería ser.

“No sabía que Kanda durmiera en interiores” Allen dijo, luego de contemplar en absoluto silencio y adoración la figura dormida de su acompañante de cuarto.

“Yo no sabía que fuese mas bonito aún dormido” Lavi susurró, moviéndose un poco en la cama para observar mejor.

“¿Piensas que Kanda es-” Allen se quedó callado de repente, ambos sosteniendo la respiración al ver que el japonés se había movido, su rostro ahora iluminado por la luna. “¿Piensas que Kanda es lindo?”

“Bellísimo la verdad… aunque tu también eres precioso” Lavi se volteó y agarró a Allen, haciéndolo chillar.

No es necesario decir que ninguno de los dos pudo dormir esa noche, ya que -aunque no se hubiese despertado con el ruido- Kanda seguía llamado la atención de ambos, y, cuando se dieron cuenta que tenían que dormir, el sol ya estaba saliendo y el japonés despertándose.

Fin

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