Fic. Porno. Madrugada.

Oct 02, 2006 05:51

Como dice el título, "Fic + Porno + Madrugada" es probablemente una mala combinación.

Título: Spiel mit mit
Pairing: Sorpresa
Rating: NC-17

Shota, y vainas medio escalofriantes de fondo. Muy probablemente, OOC. Narración en primera persona, que está demostrado que no me funciona (uy n_nU).


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Uno, Dos, Tres, Cuatro…

Siento los pies congelados a pesar de la botella de agua caliente que nos hemos llevado a la cama. No logro sacudirme de encima la frialdad de la casa incompleta. Mamá estará igual de fría a estas horas, cubierta de tierra húmeda, invernal.

Me arrimo más a ti, deseando que el entumecimiento desaparezca. Te giras, ya medio dormido, y me pasas un brazo por encima intentando traspasarme un poco de tu calor. Respondo enlazando mis piernas a las tuyas, cubriéndome los pies con tu cuerpo.

-Estás helado.- Y esa es la mayor protesta que se te escucha. No intentas alejarte, ni yo pretendo hacerlo.

-Lo sé.

…Cinco, seis, siete, ocho…

Puedo oír el crepitar de las nubes, intercambiando carga eléctrica, anunciando una tormenta. Hace años que dejaste de temer a las tormentas, pero el hábito de dormir juntos no se nos quitó jamás. A fin de cuentas, a Mamá también le acomodaba más ordenar una sola cama por las mañanas.

-¿Sigues despierto?- Pregunto a susurros. No hay respuesta.

Un relámpago ilumina la habitación y por costumbre me acerco más a ti, sintiendo tu aliento tibio contra mi rostro.

…Nueve, diez, once, doce…

Envidio la forma en que puedes dormir casi sin esforzarte. Yo quedo reducido a contar ovejas, a pesar de saber que soy demasiado mayor para que funcione. Estoy cansado. “Demasiadas emociones por un día”, como dice la frasecita.

El trueno que se escucha después es tan fuerte que abres los ojos, pestañeando con pesadez.

-Ah… sigues estando helado.- Apuntas. Imposible no sentir mis pies fríos debajo de tus pantorrillas.

-Evidente. Afuera cae una nueva glaciación.- Me acomodo, esta vez pasando una pierna sobre tu cintura, tratando de acurrucarme más.

…Trece, catorce, quince…

-¿Alguna idea para evadir el frío?- Me murmuras contra la boca, y yo me sorprendo pues los juegos por lo general los iniciamos cuando logro convencerte de que ambos no nos iremos al infierno por ellos. Quizá sean las circunstancias especiales de esta noche. Ya hemos llorado bastante durante el entierro, ambos debemos sentirnos igual de vacíos con las lágrimas agotadas, vacíos como la casa.

-Jugaremos.- Contesto, lamiéndote los labios. De fondo, otro trueno retumba en los vidrios reafirmando la sensación de fin de mundo, como subrayando la necesidad de sentirte más cerca que nunca.

Me tomas la boca en la tuya y respondo terminando de subirme sobre ti. Suspiras debajo mío mientras mi lengua inventa caricias contra la tuya, con la agresividad no intencional del niño que sabe cuales son sus pertenencias.

Miento. Tú eres un niño, no yo. Lento, sin proponérmelo, he cruzado los umbrales de una madurez que no quería. Al fin y al cabo, medito, atrapando tu labio inferior entre mis dientes, fui yo quien inventó los juegos. Sonrío al escucharte ahogar un sonido agudo al fondo de la garganta cuando aprieto con algo más de fuerza, y acaricio los porfiados mechones rubios que te enmarcan la cara. Bajo para trazar una línea sobre tu clavícula con la nariz, arrastrando los labios cerrados sobre tu pecho, deteniéndome para besar tu hombro.

Irónico. Por primera vez, no tengo miedo de ser descubierto. Recordar cual es nuestra verdadera situación me provoca remordimientos; ácidos, se me anudan en el estómago como serpientes, enfriando mis ganas; y debe habérseme notado, porque la mirada que me devuelves refleja tristeza.

-Ven...- murmuras, incorporándote a penas y ofreciendo tus brazos abiertos. Me reconforto en ellos, hasta que me animo a darte un beso dulce, quizá menos torpe que todos los anteriores que te he dado, y me sorprendo al sentir tus manos tanteando bajo mi camiseta.

Cierto que nunca te negaste a jugar, y por una cuestión de reacciones, era realmente imposible pensar que esto no te gustaba. La idea resulta tranquilizadora, y la mitad de la culpa se va por un rato. Me dejo acariciar, hasta decidirme a preguntar:

-¿...Todavía quieres?

Asientes con la cabeza, y abro la camisa de tu pijama. A la luz de los relámpagos, tu piel se ve aún más blanca, y desciendo hasta probarla, recorriendo caminos con mi lengua hasta que me recompensas con tu respiración agitada, aguda, y tus manos paseándose por mi espalda. Con estudiada delicadeza, paso mi lengua sobre uno de tus pezones y te escucho gemir con plena libertad por primera vez, sin ahogarte contra una almohada o tus manos. El sonido se convierte en calor líquido fluyendo hasta allí, aumentando mis ganas de tenerte cerca, sentir todos tus sabores; pero quiero que esto dure. Que dure esta sensación, esta acrobacia que para ti conserva su inocencia, y que en mi se ha oscurecido de deseo. Quizá si sea retorcido saber que no tienes idea de lo mal que está esto, y que ese conocimiento me excite.

Te recuesto, dejándome caer con cuidado sobre ti y quedándome quieto solo por molestar, acariciándote las piernas apenas y respirando sobre tu cuello ese olor intoxicante que es tan tuyo. Aprieto levemente con la mano en la cara interior de tus muslos, y no puedo evitar acariciarme con la otra por sobre el pantalón, exhalando aire que no sabía que estaba conteniendo.

-Hermano... -el quejido se te atasca en la garganta, quizá por costumbre y no atinas más que a enredar tus manos en mi pelo, en un ruego no del todo silencioso.

Repito el movimiento en tus muslos, y cuando agregas un “por favor” bajito, tímido, tomo tu pezón en mi boca succionando esta vez. Me obligo a ir lento, disfrutando el brusco sube y baja de tu pecho debajo mío, pasando el borde de mis dientes sobre tu carne antes de tomar el otro pezón. Hace rato que nos olvidamos del frío, y percibo una fina capa de sudor salando tu piel. Cierro los ojos para tantear tu abdomen, forzándome a no seguir bajando.

Rozas una rodilla contra mi entrepierna y mi control se desbarata.

Me olvido de mi ritmo pausado, de ir con el cuidado de siempre. Sencillamente, me posiciono sobre ti y presiono mis caderas contra las tuyas. Jadeo ante la sensación de tu miembro endurecido contra el mío por sobre el pijama, y me rindo, presionando con más fuerza, más rápido, áspero y terrible contra la tela del pantalón humedecida.

Y eres tú quien se retuerce hasta alcanzar el elástico y liberarme de la ropa. Con torpeza, hago lo mismo; y la sensación crece a niveles insospechados cuando no hay más que piel entre nosotros. Dibujas sobre mi pecho con la lengua mientras me muevo sobre ti, acomodando mi miembro junto al tuyo y frotándolos en cada movimiento de mis caderas, tu carne suave y firme contra la mía arrancándonos gemidos.

-¿Así?- atino a preguntar, mordiendome los labios en un intento vano de soportar el placer excesivo, siempre creciente.

-M...más...- ruegas, moviendo las caderas, encontrándolas con las mías, añadiendo una presión y velocidad que me pierden. Me enlazas con las piernas, atrayéndome más, y solo apenas logro deslizar una mano entre nosotros, tomando los dos miembros como uno solo, embistiendo, y arqueándome, y pasando la yema del pulgar sobre ambos. Y eso basta para que te derrames, gritando mi nombre en un tono tal que me arrastras contigo al abismo, sintiendo cada espasmo como un destello de luz blanca tras mis ojos.

Cuando recupero el dominio de mi mismo, estoy descansando sobre tu pecho y tratando de tranquilizar mi respiración. Me incorporo para buscar algo con que limpiar el desastre que dejamos, decidiéndome al final a usar una bata de toalla tirada no lejos de la cama.

-Te quiero, hermano.- me dices, sonriendo, apenas acabo y tiro la bata a un rincón.

Tú no sabes lo mal que está esto, recuerdo. Para ti es un juego que se siente bien. Presiento que esto es, para mi, mucho más importante que eso. Porque también te quiero, demasiado; y quizá todavía sea muy niño para hablar de amor, pero si soy lo bastante mayor para saber lo que es la lujuria, y que eso es algo que no se debe mezclar en un cariño de hermanos.

-Yo igual...- termino por decir, y beso tu mejilla con toda la inocencia que puedo reunir, como si no hubiera estado recién limpiando semen de entre tus piernas.

La tormenta eléctrica se calla afuera, dejando solo el ruido de la lluvia contra las ventanas. Te me acurrucas, y no puedo si no rodearte con mis brazos, ambos tibios esta vez. Relajados. Bostezas y nos quedamos así un rato, intercambiando caricias suaves mientras el cansancio, por fin, comienza a arrullarme.

-No quiero que llegue el día de mañana.- dices, de pronto, y la realidad me obliga a abrir lo ojos otra vez.

-Ni yo.- admito, reclinándome poco a poco hasta quedar acostados uno junto al otro.- Demasiadas cosas que pensar y hacer. No conocemos a nadie en esta ciudad, por ejemplo.

-Lo sé... quizás que será de nosotros ahora.

Suspiras, y reconozco la pregunta implícita. Nos quedamos oyendo la lluvia un rato mientras medito un poco la respuesta, sabiendo que de ella dependen muchas cosas. Había logrado distraerme por un rato, pero...

No quiero pensar en Mamá, enterrada y fría. No está bien seguir llorando: Los adultos no lloran, y yo soy el hermano mayor, así que estoy a cargo. Más me entristece pensar que quizá seamos demasiado jóvenes para sobrevivir solos, aunque ya no sea tan niño como tú.

-Buscaremos a papá.- respondo al final.- Estoy seguro que está vivo.

-Papá nos dejó.- remarcas con timidez, sabiendo que no me agrada que me recuerden eso.

-Tendría sus razones.- replico, quizá un poco más cortante de lo que hubiera querido. Procuro sonreír, tratando de sonar más amable.- Cuando lo encontremos, le preguntaremos el por qué. ¿Trato?

-Trato.

No suenas del todo convencido. Padre. Familia. Una estructura, quizá más rígida que la que Mamá tenía, pero protegidos. A cambio de nuestra autonomía claro. El último tiempo Mamá estaba demasiado enferma para darnos órdenes, supongo que nos hemos acostumbrado a mandarnos solos.

La capital es un sitio demasiado grande. Es cierto que extraño a papá, y mucho, pero la razón principal para buscarlo es que yo no te puedo proteger como él lo haría. Todavía no estoy a su altura.

Revuelvo tu cabello, tratando de tranquilizarte.

-Somos alquimistas... siempre nos las podremos arreglar.- me interrumpo para bostezar, y cierro los ojos de nuevo.- Incluso sabemos como hacer crecer nuestra propia comida, nos las podremos arreglar hasta encontrar a papá. Tenemos sus diarios de investigación... -agrego, recordando los manuscritos hallados en la biblioteca de la casa.- Ya se nos ocurrirá algo.

Murmuras tu aprobación del plan y te duermes con la facilidad de siempre. Recomienzo el conteo de ovejas ahí donde lo dejé, esta vez con la promesa del sueño nublándome la cabeza.

...Dieciséis, diecisiete, dieciocho...

Ovillado contra tu cuerpo, me asalta de pronto la idea de que noches como estas quedan pocas, pero intento despacharla luego. Habrá que aprovechar el momento. Después se verá que hacemos. Con o sin un padre, algún día te darás cuenta de qué es lo que estamos haciendo no son exactamente juegos.

...Diecinueve. No pienses en eso.

Me asusta un poco pensar que lo más probable será que decidas no continuar.

...Veinte. Sabes lo que harás entonces. No te amargues antes de tiempo.

Respetaré tu decisión, por supuesto. Hasta ese momento, seguiremos jugando mientras tengamos la libertad de hacerlo.

Veintiuno...

El sueño me tragó poco después.

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Finis

Lunes 02-Octubre-06, 05:11 am

Empece esto con la idea expresa de dejar la pareja ambigua hasta el final, pero en algún momento se transformó en Tringhamcest. Quizá en la descripción del porno, porque tenía que imaginarme donde iba cada cosa y Fletcher es harto más bajito que Russ. Las edades de los hermanos acá son trece y once años, respectivamente y están basadas un año antes de la serie.

Debería estar haciendo un ensayo de filosofía sobre la libertad. Por eso se contaminó el último pedazo con eso XD El final no me gusta para nada, destrócenlo si quieren. Me encantará poder arreglarlo.

En fin, este lo había empezado hace tiempo ya. Pero nunca podía empezar el porno. *Se siente orgullosa de si misma porque escribió porno, aunque dure una página y media y sea malo*

El título y el fic en general es un desgraciado rip-off de la canción Spiel Mit Mir, de Rammstein, que es un grupo que en general no me gusta. Llegué a la canción por la letra (que es OH~incestuosa XD) y cuando me la bajé me encantó ^^ así que la recomiendo igual.

*nsfw, fandom: fullmetal alchemist, *spanish

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