Celebré ayer mi cumpleaños, y hoy es el día de la retribución ;D Traducción dedicada a Hana y Mikoto, que estaban esperando de hace rato este capítulo; y ayer junto a Hikaru me secuestraron y... *evil grin* El Bondage Ocurrió.
Título: Skeletons (Esqueletos)
Tipo: Fic por capítulos / Capítulo 3
Rating: PG-13 (podría subir después)
Pairings: Elricestx2
Advertencias 1: OCs, malas palabras, yaoi, yuri, incesto, Ed-emo, etc., etc., etc. X3
Resumen: Todos guardan esqueletos en el armario… y Edward y Alexander Elric están a punto de descubrir el de su abuelo.
Disclaimer (por Moon Maiden): Edward, Alexander, Rosalie y todos sus amiguitos son en cierto modo míos… pero eso es todo.
Autora:
moon_maiden36Traductora:
daniela_lynx (
Capítulo 1)
(
Capítulo 2)
Notas de Traductora:
Pocas notas esta vez. Solo aclarar que Nyquil es un muy conocido remedio en Estados Unidos, que sirve de antigripal y tiene curiosos efectos secundarios en sus usuarios… bueno, como todos los antigripales. XD
Ah, si. Y no beteé nada. En una de esas, las listas de autocorrección del Word (que me dieron un dolor de cabeza de campeonato mientras traducía) se jodieron alguna parte. Si pillan alguna pifia, ruego que me avisen, si?
Dicho todo esto, los dejo con el capítulo ^^
Esqueletos:
(Sustantivo, plural)
1. Configuración ósea, generalmente completa.
2. Alegoría de alguien muerto o debilitado.
3. “Tener esqueletos en el armario”, guardar secretos terribles.
~u*u~u*u~u*u~
De verdad no sé cuando sucedió.
Yo enamorándome de Alex, me refiero. No es algo que suceda a menudo, ni siquiera a la gente gay. Al menos, eso es lo que asumo… fui a buscar a la biblioteca libros y películas sobre homosexuales-queriendo-cogerse-a-sus-hermanitos-hasta-desfallecer; no pillé nada. Y todos sabemos que a los autores y guionistas les agrada escribir las cosas más exóticas que se les puedan ocurrir.
O esto es demasiado exótico, incluso para ellos, o simplemente no se les ocurre.
Así que no tengo en verdad muchos casos con que comparar el mío. Me gustaría poder decir que fue “amor a primera vista”… porque se sabe que esas situaciones nunca funcionan y así podría explicarme esto. (De veras. Miren a Cenicienta un par de meses después del final y les prometo que las cosas no serían tan felices como ella seguro pensó que serían). Pero no, de hecho, odié a Alexander por años. Somos tan cercanos en edad; es difícil jugar de hermano mayor con alguien que es mucho más listo que tú. De veras… pensarías que tengo la ventaja, siendo más alto y fuerte, pero cuando tu oponente tiene cerebro; para no mencionar, porque siempre fue un cachorro medio enfermizo, con mamá y papá de su lado…
Bien, solo digamos que Alex ganó la mayoría de nuestras peleas en los primeros años. Si yo levantaba el puño, él tosía pidiendo ayuda, y yo perdía por nocaut. Dios, podría haberlo matado. Y específicamente recuerdo haber deseado, soplando las velas de mi quinto pastel de cumpleaños, que Alex contrajera la peste; en venganza por toda la alegría que había conseguido él mirándome padecerla.
Pero por supuesto, tan sólo ocurrió que fue uno de los pocos bastardos afortunados que nunca tuvo que aguantarla. Era de suponerse, ¿sabes? Aunque pasó por una buena cantidad más de brotes de gripe que yo… intercambio equivalente, supongo.
Para cuando Al tenía seis años, casi siempre nos la pasábamos arrojándonos uno a la garganta del otro. Peleandonos, retorciéndonos, mordiendo, golpeando, pateando… Oh, seguro nos llevamos bien alguna vez… Cuando visitábamos al abuelo, cuando mamá y papá estaban en la habitación, cuando Rosalie estaba llorando, o cuando ambos queríamos quedarnos despiertos hasta tarde. ¿Pero nos mostrabas una galleta? Estábamos en el suelo, preparados para matar por poseerla.
Quizá así fue como empezó. Mi pequeño “crush” con Alex, eso digo. Durante todas aquellas peleas.
Porque después de un tiempo, finalmente comenzó a pelear de vuelta. De hecho, para cuando tenía cuatro, dejó de gritar por mami y papi por completo… estaba listo: los pies colocados, los puños alzados. Y dios, es hermoso cuando se enoja; el rostro sonrojado, los labios apretados, ojos plateados brillantes como el mercurio. Me podía quitar el aliento. Literalmente también, ya para ese entonces… bueno, todavía maneja un puñetazo fuerte. Y yo adoraba pelear con él. Carajo, incluso empecé a darme cuenta que le tenía un creciente respeto… que él pudiera tomar una golpiza, pero sin dejar de intentarlo jamás. Que no se rindiera.
Al final, pienso que él se dio cuenta de lo mismo. Comenzó a escucharme más. Obedecía, de vez en cuando, cuando le pedía con amabiliadad que hiciera alguna cosa.
Y me di cuenta de que su sonrisa era aún más adorable que su ceño fruncido.
Por supuesto, ahora puedo hacer un listado que dure un año sobre cosas que amo de él… su sonrisa, su sonrojo, su inteligencia, su honestidad… la forma en que se ve cuando duerme… todas esas cursilerías que se dicen en las películas.
Pero al contrario de las películas…
Bueno, es mi hermano. Y si los autores y guionistas no hablan sobre el incesto gay, ¿por qué debería hacerlo él?
*****
SKELETONS
Capítulo 3
*****
La Preparatoria Fudo no era una de las peores escuelas en el mundo… de eso, Alexander estaba seguro. Sus profesores eran lo suficientemente amables, los estudiantes relativamente amistosos y los alrededores bonitos y verdes. No tenían demasiada tarea y tenían un montón de actividades extraescolares para todos. Carajo, ni el uniforme era tan horrible: faldas escocesas para las chicas y pantalones a cuadros para los muchachos, con camisas blancas, abotonadas y corbatas escocesas a juego. Rosalie se veía como una diosa en el suyo; Edward como un supermodelo… Personalmente, Alex pensaba que él se veía como un idiota, pero no importaba de todas formas. De los tres niños Elric, era el menos popular. No quería decir que lo odiaran, de ninguna manera; tenía docenas de amigos. Pero no estaba ni cerca de ser querido como Rosie (que tenía a todos los de primero de prepa a sus órdenes) ni de Ed, quien a pesar de prácticamente gritar sus preferencias sexuales por todo el sistema educativo, seguía siendo babeado por la población femenina completa (y buena parte de la masculina también.)
Así con todo, Alexander odiaba el lugar. Y no, como le había dicho a sus padres, solo porque era aburrida… lo que no era mentira, no sentía ningún tipo de estímulo académico ni similares en ese infierno.
Si no porque no podía soportar el tener que aguantar a las admiradoras de su hermano. O, demonios, ni siquiera a su hermano en general.
Oh, no era solamente culpa de Edward, por supuesto. Él era naturalmente encantador, no había otro chico en la escuela que le llegara a los talones a su facha (excepto, tal vez, Todd Multare, pero todos sabían que Lisa Nightingale tenía sus agudos ojos castaños puestos sobre él, y en consecuencia lo dejaban en paz… por temor a la famosa ira de Lisa), y él tenía la molesta tendencia de ser amable con todos, con nerds y populares por igual. Así que todos lo conocían, todos lo adoraban y todos (así parecía) querían meterse en sus pantalones.
Y eso apestaba.
Para Alex, de todas formas. Porque era él a quien dirigían todas las preguntas. “¿Cuál es su color favorito?” ‘Azul.’ “¿Por dónde suele andar?” ‘El sótano.’ “¿Está ocupado este sábado?” ‘Ni idea.’ “¿Será la estrella en la próxima obra?” ‘Probablemente.’ “¿Saldría conmigo si fuera hetero?” ‘¿Cómo demonios podría saberlo?’
Y así continuaba. Seguía y seguía hasta que Alexander no lo soportaba más, hasta que quería agarrar a puñetes en el rostro a cada niña chillona. Acababa pasando un montón de tiempo por si mismo, tratando de controlar su temperamento… almorzando solo sobre una pequeña jardinera de pasto cerca del campo de baseball. Se dio cuenta que lo mantenían cuerdo, aquellos momentos en solitario: mirando a sus compañeros jugar mientras él comía de su termo o leía un libro. Siempre lo mismo… día tras día.
‘Odio esta escuela’ murmuró sombrío, mordiendo sonoramente una manzana. Sus ojos se entrecerraron un poco mientras miraba a un chico bajito de anteojos llamado Gary corriendo detrás de una bola curva. (Aunque no estaba tan enojado con Gary como con su hermana menor, Anna, quien había sido la más reciente víctima del imborrable carisme de Edward. Y ahora sufría de un deseo inmortal de “comérselo con cuchara”.) ‘Maldición, hermano, a veces pienso que esto lo haces sólo por irritarme.’ Alexander ahogó un bostezo mientras su estómago daba un incómodo retortijón, y arrojando su fruta a medio comer de vuelta en la bolsa de papel con una mueca. Luego se tiró de espaldas, desesperanzado.
El cielo estaba bonito aquel día; de celeste brillante encapotado con rizos de nubes como montañas. Edward probablemente estaría afuera boceteando, como siempre lo hacía en los días hermosos durante el almuerzo… y en el salón de estudio… y cualquier otra clase en las que se las pudiera arreglar para hacerlo. Al trató de no pensar en eso. Su hermano ya estaba demasiado en su mente así como era; y él no tenía derecho a enojarse con él por cosas que no eran su culpa. ¿De qué estaba, de todas formas, celoso? No de la atención… él nunca había sido de los que buscaban que pelearan por ellos, deseados. Y no era como si él tuviera el derecho a tratar de acaparar a su hermano mayor por completo. Además de no ser justo, tampoco era… bueno, muy normal que digamos.
Alex frunció el ceño, cerrando los ojos apretado debido al brillante sol. Su cabeza le dolía un poco. ‘No me gusta Edward’, se dijo el chico con firmeza, aunque el veneno tras esas palabras se había secado hace rato, reemplazado con desánimo. Tan cansado… ‘Es sólo el estúpido diario del abuelo jugando trucos con mi mente.’
Y hablando de…
Se sentó de nuevo, su coleta desordenada por el pasto y sus movimientos, alcanzando su mochila negra. ‘¿Donde lo pu…? Ah.’ Ahí estaba, metido en su bolsillo delantero… se veía inocente y en cierto modo, costoso a la tibia luz de comienzos de otoño.
Sacándolo con una mirada dubitativa a cada lado, Alexander permitió al libro caer abierto sobre su regazo, retomándolo desde donde lo había dejado la última vez.
~*~
Octubre, 1921
Querido Al,
Lo siento. Sé que han pasado meses desde la última vez que escribí. Pero de veras, no ha pasado nada para contar. Paso todo mi tiempo buscándote… en las calles, en el cielo, en mis sueños. Me estoy deshojando, Alphonse. Sé que tengo que seguir moviéndome adelante, sé que debo hacerlo… pero es difícil despertar en las mañanas. Preferiría sólo tenderme en la cama hasta morir.
O congelarme hasta la muerte. El otoño es brutal aquí.
Heiderich ha hecho lo posible por mantenerme cuerdo. De verdad lo ha hecho. Me arrastra fuera de la cama, fuerza comida por mi garganta y me patea por la calle hasta el trabajo. Debe cansarle un montón, tener que manejarse conmigo. De hecho, creo que todo el estrés que le pongo encima está finalmente comiéndoselo; parece estar desarrollando una gripe. Seguro tose un montón, de todas formas.
Le haré algo de sopa cuando llegue a casa. Espero no quemar la cocina.
Ah, ahí está.
Escribiré pronto, Al, lo prometo.
~Ed
~*~
‘Me pregunto ¿Cuántos años abarcan estas entradas?’ Divagó Alex, descansando la barbilla sobre su mano con pereza. Le picó la nariz, estornudó y agitó la cabeza para aclararla. Su estómago se retorció de forma rara de nuevo. ‘Originalmente pensé que cubrirían cerca de un año, pero el abuelo seguro no escribía mucho. Sólo una vez al més… si es que. Aunque supongo que no tendría demasiado que decir, salvo porque extrañaba a Al.’ El trigueño frunció el ceño un poco, mordiéndose el labio inferior. ‘Me pregunto, ¿qué diría en una carta si Edward y yo alguna vez nos separáramos…?’ No podia pensar en mucho. Estaría demasiado preocupado intentando encontrar a su hermano otra vex; no sentándose por ahí a lloriquear su problema. Y a Alex no le quedaba otra cosa que asumir que su abuelo sentiría lo mismo.
En su mayoría.
Excepto que su abuelo ciertamente era bastante sensiblero cuando se trataba de extrañar a su hermano menor.
‘Quizá en verdad estaba enamorado de este… ¿Cuál era su nombre? Alphonse’.
Alexander se sonrojó cuando la idea cruzó su mente, agitando la cabeza por instinto.
-No puede haberlo estado- murmuró con monotonía; su voz sonaba de cierto modo ronca, incluso para sus propios oídos. ¿Qué le sucedía ese día?- Quiero decir, es obvio que se casó con alguien, ¿verdad?
¿Verdad?
Aunque Alex no podría, ni para salvar su vida, recordar haber llamado alguna vez a alguien del lado paterno de su familia “abuela”. Pestañeando lentamente (y en un estado de mediana confusión) ante este súbito descubrimiento, el muchacho se incorporó. ¿Alguna vez siquiera habían tenido una abuela en el lado paterno? Nunca lo había pensado. Habían crecido conociendo a la abuela Walz del lado de su madre; nunca se le había ocurrido que necesitaran (o tuvieran incluso) otra abuela.
El trigueño estaba a punto de levantarse a buscar a su hermano mayor para preguntarle su opinión en el asunto cuando, de la nada, escuchó una voz familiar tarareando lo que parecía ser una canción de Phil Collins. Y parecía familiar porque lo era. Y había tan solo un adolescente que cantaría (sin enormes cantidades de licor involucradas) la canción de Tarzán en público.
-“No pueden entender nuestro sentir… ni confiarán en nuestro proceder… sé que hay diferencias, más por dentro… somos iguales tú y yo.”
Poniéndose de rodillas y encarándo al sol, Alex giró a la derecha…
Y ahí, en la colina detrás de él, estaba Edward. Con la corbata suelta, los dos primeros botones de la camisa desabrochados, y su croquera abierta sobre las rodillas, colocado en cierto ángulo que sugería que había estado mirando a Alexander; una hipótesis que probó ser cierta cuando alzo la ardiente mirada ambarina de los dibujos. Estaban pegados a su rostro.
Alex, a pesar de todas sus luchas internas por detenerlo, sintió un sonrojo emergiendo en su rostro.
Ed, en cambio, sonrió ampliamente, saludando con la mano.
-¡Hey, Al!- llamó con inocencia, todo burbujas y luz de sol.- ¡Estoy casi listo! ¿Quieres mirar?
-Uhm…- dudó Alexander, todavía algo sorprendido (y un poco molesto por haber sido atrapado con la guardia baja. ¿Qué estaba haciendo Edward ahí?) antes de encogerse de hombro y ponerse de pie. (Ignorando la forma en que el mundo parecía girar tan raro cuando lo hacía)- Yo… creo que si.
Que fue como se encontró a si mismo, tan solo unos minutos después, apoyado casualmente contra la espalda de Ed, los brazos enlazados apenas a su cuello, el mentón en su hombro; mirando a su hermano plasmar las últimas pocas líneas de grafito en su lugar. Al tomaba nota de su técnica en silencio, las pestañas caídas con pereza ante los calientes rayos del sol de mediodía. A pesar de su continuada, vehemente insistencia de que no quería a su hermano “de esa forma”, Alex no podía negar que le gustaba estar cerca de él, cuando tenía la oportunidad. Era tan agradable y tibio… sólido. Como si siempre fuera a estar ahí, oliendo a loción de afeitar de especias y un toque de humo de cigarrillo.
-¿Hermano…?- balbuceó arrastrando las palabras, sintiéndose cada vez más irritantemente cansado. ‘Me pregunto por qué’. Proabablemente de todas esas lecciones tan aburridas… o del sol… o de las horas que había pasado la noche anterior leyendo el diario del abuelo.
-¿Si, Al?- Inquirió Edward en voz baja, concentrando la mayor parte de su energía en completar los detalles finales de su boceto. Cuando habló su voz hizo eco a través del pecho de Alexander; baja en volumen y tono… Alex observó su rostro intenso sin ruido, admirando la forma en que el sol brillaba sobre él… la forma en que su hermano se mordía la punta del la lengua mientras trabajaba.
Se sonrojó de nuevo, pero el color se perdió cuando ocultó la cara.
-¿Tenemos una abuela Elric?
Edward hizo una pausa momentánea, medianamente sorprendido, echándole a su hermano menor una mirada furtiva antes de continuar con su trabajo.
-Supongo que en algún momento, la tuvimos.- Respondió al fin, sin ningún tipo de inflexión.- Papá debe haber estado emparentado al abuelo por sangre… se parecen demasiado para que él haya sido adoptado o algo así. Supongo que ella debe haber muerto antes de que naciéramos.
Alexander hizo un puchero, mirando sin expresión hacia el campo de baseball.
-Pero pensé que dijiste que el abuelo amaba a su hermano. Parecías bastante seguro de eso.
Ed se tensó un poco, y se veía un poco desconcertado. Y ruborizado, también.
-Bueno, yo… Todavía podría haberlo hecho. Quizá solo se casó por las apariencias. Pero de veras, Alex, ¿por qué me preguntas esto?
-¿Por qué estabas cantando “En mi corazón vivirás” durante el descanso del almuerzo?- contratacó Alex, a pesar que ese hecho no tenía nada que ver. Pero en su mente, la transición tenía perfecta sensatez. Sorbió por la nariz un poquito más. ¿Por qué se sentía todo tan borroso?
-Porque tenía ganas- anunció Edward simplemente, sonriendo de oreja a oreja. Y así, luego de firmar y añadir la fecha, levantó el block un par de pulgadas.- ¿Te gusta?- preguntó con alegría, observando la reacción de Al.
Aturdido, Alex alcanzó y tomó con delicadeza la esquina del papel con una mano que de pronto se sintió muy pesada. Y entonces miró.
De verdad miró.
-Wow…- murmuró, los ojos plateados iluminándose un poco al reconocerse a sí mismo.- Es en verdad bueno, hermano.- Y lo era. Suave y boceteado, como para capturar un solo momento en el tiempo, el dibujo era de Alexander con la nariz metida en el diario… El cabello flotando al viento mientras el largo pasto se rizaba a su alrededor. Casi se veía como si de verdad se moviera.- Aunque no sé por qué elegiste dibujarme a mi… más que a todos esos otros chicos por allá. Harían modelos mucho más interesantes.
Edward reaccionó a este comentario (vagamente arrastrado) con una ceja arqueada.
-Eso es cuestión de opiniones.- se burló un poco, aunque sus mejillas se veían algo más rosáceas que lo usual.- Personalmente, te encuentro un modelo increíblemente interesante. ¡Eres siempre tan expresivo! Nunca te ves igual. Es bastante fascinan… ¿Al?
Ed se enderezó abruptamente, los ojos abriéndose más al fijarse en el rostro inesperadamente sudoroso de su hermano.
-¿Al? -repitió, con más urgencia, mientras el joven menor seguía bajando la cabeza.- Al estás tan pálido… ¿Te sientes bien?
-Mmm… no me siento… bien de verdad.- Alex murmuró con suavidad, lentamente comenzando a deslizarse hacia atrás.- …rdón.
-¿Alex…? ¡Alexander!
~*~
Noviembre, 1921
Querido Al,
He estado viajando un montón ultimamente. Investigación para Heiderich en su mayoría, pero también para mi. Formas posibles de abrir La Puerta sin alquimia. Es parecido a buscar la Piedra Filosofal de nuevo, porque todos parecen hacerlo imposible. Cruzar la puerta, me refiero.
Principalmente porque la mayoría de ellos nunca han oído de la alquimia, y mucho menos de La Puerta.
No sé como haré que esto marche. Pero sé que no puedo llegar y rendirme. Estoy seguro que, donde sea que estés, también estás buscando, ¿verdad?
No podemos perder la esperanza. No todavía.
~Ed
~*~
-¡Maldición, Al! ¡Casi me matas del susto!
Alex dirigió una mirada culpable hacia el muro, intentando evadirse de los ojos furiosos de su hermano.
-Lo siento…- murmuró por lo que parecía ser la centésima vez. De hecho, más bien la milésima.- Lo… no tenía intención de preocuparte…
Edward, quien se las arreglaba para verse intimidante incluso llevando puesto pantalón de buzo y una polera vieja, echó una mirada fría a su hermano, estrujando un trapo frío en una vasija en la mesita de noche de Alexander. Entonces, suspirando, dejó el estropajo con gentileza sobre la inflamada frente del trigueño, sentándose con cuidado al borde de la cama.
-Sé que no lo hiciste adrede.- gruñó al final el muchacho mayor, jugando con un mechón suelto en el pelo de Al.- Pero joder, Al; ¡Te desvaneciste muerto! ¿Para qué vas a la escuela si te sientes tan mal?
-¡No me sentía…! No esta mañana, de todas formas.- Insistió Alexander, sorbiendo un poco. Tiró de las frazadas para enrollarlas más apretado a su alrededor, tratando de ignorar la desagradable sensación que se tiene cuando se está enfermo: ese sentimiento que deja a una persona en algún lugar entre estarse congelando y friendo.- Yo sólo… justo antes de almorzar… y tan de repente…
Edward no contestó por un momento, demasiado preocupado por enrollar un mechón castaño alrededor de su dedo una y otra vez. Entonces, sonrió.
-Bueno… al menos no fue en respuesta a mi arte. Me refiero, iba a decir… que esa debe haber sido la peor crítica que he recibido jamás, si lo fue.
¿Se suponía que eso… tenía que ser chistoso?
-¿Por qué me enfermaría tu arte…?- Tosió Alex dubitativo, inseguro de si había cazado la broma por completo. O quizá sólo estaba en mitad de un cambio de mareas: era trabajo de Edward ser completamente homicida un minuto, y reírse de ello al siguiente.- Te dije antes, de verdad era muy bueno…
El rubio sonrió con cierta tristeza.
-Pero no parecía que te agradara demasiado el tema de composición.- Hizo una pausa, riéndole un poquito de la expresión sorprendida de Alexander.- ¿Te doy asco yo también, Al?- Preguntó apenas, incapaz de mantener su voz sin trizaduras.
Y Alex estaba estupefacto al ver una sola lágrima cristalina acumulándose en la esquina de un ojo de su hermano.
Pasó saliva.
-¿…Por qué?
Edward pestañeó sin expresión, intentando tratar de limpiarse la cara apresuradamente. Pero Alex le atrapó la mano en la suya… la mirada estrechándose de incredulidad.
-¿Por qué me darías asco tú, hermano?
…El rubio no respondió. En vez de eso, sus labios se curvaron hacia arriba en una sonrisa amable, revolviéndole el pelo de forma despreocupada a Alexander.
-No te preocupes.- Insistió con gentileza .- Duerme algo. El doctor dijo que esto estaba parcialmente causado por cansancio y estrés. Y ni idea de qué has estado haciendo tan frenético, pero es claro que necesitas una tregua de eso.
-¡Ah…!- tosió, con ligera decepción mientras Edward se incorporaba, moviéndose para irse. ‘¿De qué se trataba todo eso?- ¡Espera, hermano!
Edward se detuvo, dirigiéndole a Al una mirada por sobre el hombro. Alexander simplemente apuntó, volviéndose lentamente de tres tonos diferentes de verde.
-¿Podrías pasarme esa palangana? ¡Creo que voy a vo…!
Así que Ed se la pasó.
Justo a tiempo.
~*~
Diciembre, 1921
Querido Al
Hay un feriado aquí del que nunca había oído. Lo llaman “Navidad”. Heiderich lo celebra y me está enseñando como. Hay un montón de religión detrás de ello, eso sí… no sé si eso me agrada. Aparentemente, un mocoso con el nombre de Jesús nació de una vírgen (a pesar de la imposibilidad de so) el veinticinco de diciembre y creció para ser el mesías, o algo. Así que los cristianos al rededor del mundo (lo de “cristianos” deriva de su nombre, Jesucristo, supongo) celebran el día en que nació asesinando un árbol y decorándolo con luces y dándose regalos unos a otros y cantando montones de canciones extrañas. Es raro.
¿Pero sabes cual es la parte más rara de todo, Al?
Creo que de hecho me gusta.
Yo también estaba sorprendido. Pero es… difícil que no te guste, con toda la tibieza que rodea la ciudad… tibieza que ni siquiera el frío punzante puede matar. Está nevado y oscuro casi todo el tiempo, pero las cosas parecen más brillantes. Las personas son más amables con los extraños, los árboles de pino cortados brillan tan hermosos a través de la noche, las canciones tienen una pizca de nostalgia… y todos sonríen. Como si el mundo fuera de verdad un lugar bonito.
Le hice a Heiderich un regalo de navidad. Con un poco del metal sobrante que Hohenheim maneja cerca para hacer mis brazos y piernas de repuesto. Es un pequeño cohete. O al menos, eso pretende; es un poco difícil de notarlo, porque las alas están medio dobladas. Pero creo que se ve suficientemente parecido. Espero que le guste.
Me pregunto ¿Que te gustaría, Al? Te tendré algo especial, creo, y lo guardaré. Entonces te lo daré cuando nos encontremos de nuevo. O quizás te haré esperar a la siguiente navidad. Pienso que te agradará el feriado una vez que tengas oportunidad para celebrarlo; quizá incluso más de lo que a mi me gusta. Puedo verte amando las extrañas canciones y la comida… adorarías todas las luces del árbole. Y te alimentarías de toda la benevolencia que la gente se demuestra en las calles. De hecho, creo que fuiste hecho para navidad.
Y espero con ansias compartir cientos de navidades contigo en el futuro, así que espérame, ¿de acuerdo?
~Ed
~*~
No era una escena inusual… a pesar de ser la menor y “la niñita de papá”, Rosalie Elric era, por mucho, la persona de mente más abierta y franca en la familia. Para dolor de cabeza de su padre, cuando se refería a ciertos tópicos.
Edward, en mitad de un rápido boceto a lápiz en el sillón, y Alex, quien estaba envuelto en una frazada en el sillón de la esquina, observaron con apacible entretención cómo el tema del final de “Núm3ros” era interrumpido por una pelea. De nuevo.
O debieran decir, “como de costumbre”.
-Rosie- gruñó su padre desde atrás del diario (su cuidada barba dorada temblando).- No sé como dejartelo más claro para ti. Hay una razón por la que la gente tiende a ser prejuiciosa con los gays y esos. Es por que está mal.
-¡Como puedes decir eso!- Bufó Rosalie, sus ojos como dagas.- ¿Como? ¿Con completo conocimiento de que la felicidad de otras personas está en juego?
-Lo siento, Rosie, pero es simplemente asqueroso- Escupió el señor Elric, arrugando su diario en un intento de ocultar la furia en su voz. Edward arrastró en silencio su goma de borrar por el borde del papel.- No es natural.
-¿De acuerdo con quién? ¿Tú? ¿Qué lo hace tan antinatural? Hay una montonera de animales que son gay… se ve en los zoológicos. ¡Carajo, lo ves en los patios! Solías tener perros, ¿verdad?- Resopló ella, cruzándose de brazos y piernas. Su madre, quien acababa de pasar por el cuarto de estar con un canasto lleno de ropa sucia, le echó una mirada a su pose y volvió a salir.
-Rosie, eso es mentira, ¿Cómo serían capaces de procre…?- Su padre había empezado a suspirar.
-¡No todos son jodidamente gay, papá! ¿Y por qué demonios debiera importarte lo que otra gente hace? ¿No estás cómodo con tu propia sexualidad? ¡No son una amenaza para tí! No te dicen que tú tengas que ser gay. ¡Y no es como si ellos eligieran ser gay! ¿Quién lo haría, con toda la mierda que gente como tú les hacen soportar?
Edward se acurrucó apretando un poco más su croquera, las cejas fruncidas como si estuviera concentrado. Alexander no se atrevía a mirarlo.
-Cuida tu lenguaje, jovencita.- Siseó el señor Elric, doblando su diario en un cuadrado ordenado. Entonces, tomando una inspiración profunda, se quitó los anteojos en un intento de limpiarlos. O al menos, de mantener las manos ocupadas.- Y lo siento. No es natural. Si dios…
-¡Si dios no hubiera querido que los tipos cogieran, no les hubiera puesto una zona erógena en el culo!- contraatacó Rosie sin un momento de duda. El rostro de su padre se encendió.
Carajo, incluso el de Ed y Alex lo hizo.
-¡Rosalie Catherine!- El hombre tartamudeó, con las mejillas inflamadas de rabia.- ¡Cuando pararás esta locura!
-Cuando aceptes por fin que no todos ven el mundo como tú lo haces.- Enrojeció ella, los ojos entrecerrados angostándose con malos augurios. Su padre exhaló por la nariz, colocándose los lentes con cuidado de vuelta en la cara.
-Esto viene de la niña que cree que Charlie y Don debieran empezar a tirar.- Se trató él de no atragantarse, agitando vagamente una mano hacia la pantalla de televisión. Rosie arqueó una ceja, inquisitiva.
-¿Y?
-¡¿Y?!- Se ahogó el señor Elric.- ¡Y son hermanos! Eso es… eso es como si Edward y Alexander debieran empezar a tirar. ¿No te horrorizaría eso?
Rosie no dijo nada. Pero su sonrisita retorcida hablaba por sí sola.
Y esa fue la señal para los hermanos de salir arrancando de allí.
-Creo que me voy a la cama.- Alex balbuceó con rapidez, sintiendo la cabeza más liviana de lo que debería. No era bueno para su salud permanecer ahí abajo entre todas esas ideas alzadas y peleas… comenzaba a sentirse más confundido que nunca. Y toda aquella ansiedad tendía a hacerle sentir que iba a vomitar. Si, lo que de verdad necesitaba era un poco de tiempo solo.
Pero eso comenzaba a parecer como si fuera difícil de alcanzar: Edward se había levantado al mismo tiempo que él, con la croquera bajo el brazo mientras evitaba con determinación la mirada de su padre. No era como si Alex pudiera en verdad culparlo por querer arrancar ahora ya. Cualquiera en su sano juicio lo haría. (Excepto Rosie. Pero ella había nacido loca, todos lo sabían).
Aún así, estar con Ed mientras estaba así de enredado era la última idea que Alexander necesitaba.
-Te ayudaré.- Edward murmuró inaudible, tomando con cautela el brazo de Al y llevándolo en dirección al pasillo. Alex tragó, a punto de resistirse a la ayuda, pero decidió aceptarla al final. Hubiera sido demasiado trabajo protestar… y si Edward necesitaba una excusa para salir de ahí, Alexander estaba más que feliz de proveérsela.
El pasillo estaba frío y oscuro en comparación a la salita de estar; le faltaban todas las luces brillantes, muebles acogedores y alfombras acostumbradas. Pero en el salón, en contraste, estaba tan silencioso que resultaba una bendición a su sombrío modo, y eso era todo lo que ellos querían en ese momento… tratar en vano de bloquear el sonido continuado de los gritos.
Sus pasos hacían eco en el suelo de madera.
Alex trató de forzar una sonrisa.
-Rosie seguro es… uhm, explícita. (La redundancia del año, muchos podrían decir sobre eso.)
Edward no respondió. Ni siquiera amagó una sonrisa. Su rostro estaba duro como piedra.
-¿Crees que alguna vez ella logre meterle un poco de sensatez en la cabeza?- intentó Alexander de nuevo, vacilante, furioso con lo débil y quebrada que sonaba su voz. ‘Detesto estar enfermo’
Pero si Edward escuchó la pregunta, la ignoró. En vez de eso, preguntó, con una voz tan tensa como su expresión:
-¿Crees que soy un cobarde?
…Eso fue inesperado.
-¿Ah?
-¿Crees que soy un cobarde…- repitió Edward, abriendo la puerta a su dormitorio y ayudando a Alex a entrar. La luz de la luna se resbalaba desde la ventana en tonos brillantes de zafiro e índigo. Los rayos encendían los muros; deslizándose sobre sus tesoros personales, iluminando sus rostros como si el sol brillase todavía.- …por no decirle a papá que soy gay?
Alexander sintió su boca torciéndose hacia arriba en una pequeña sonrisa.
-No. Pienso que no eres suicida.
Ed bufó, metiendo a Alex a la cama. Pero más que tenderse, el muchacho menor observó a su hermano cerrar la puerta, prender el ventilador del techo y abrir la ventana; todo eso antes de buscar algo desesperado en el fondo de su cajón de calcetines. El rostro del trigueño se volvió sombrío al ver esta pequeña performance: era una escena familiar.
-Me dijiste que lo habías dejado.- Dijo estricto mientras Edward extraía un cigarrillo de una solitaria, arrugada cajetilla; encendiéndolo con un fósforo huérfano. Ed se encogió de hombros, finalmente tranquilizado mientras se encaramaba en el borde de la ventana, con los brazos rodeando sus rodillas. Dio una calada larga.
-Lo hice.- Anunció entonces, dirigiéndole a Al una mirada desde la ventana. Sus ojos estaban vivos, brillantes como brasas. Podrían haber sido brasas; ¿por qué otra razón se sentiría el rostro de Alex como puesto al fuego? (‘Debe ser la fiebre…’ Para contrarrestarlo, con rapidez liberó del envase dos píldoras de Nyquil.)- Estos son sólo para ocasiones de estrés.
-¿Y cuál es la gran tensión ahora?- Preguntó Al con una tos, envolviéndose más apretado en su cobija. El aire frío que venía desde la ventana le hacía doler la cabeza… no sabía como podía Edward soportarlo con nada más que un par de jeans desabrochados encima.
-Bueno, yo…- pero entonces se congeló, sentándose de un solo movimiento, maldiciendo al notar que Alexander tiritaba.- ¡Ah, mierda! ¡Lo siento, Al! ¡No estaba pensando…!- Sin pensarlo dos veces, apagó el cigarillo en el lomo de un libro de texto, lo tiró afuera y cerró la ventana de nuevo. El ventilador estaba apagado al instante después y allí etaba Ed, arrodillándose frente a su tembloroso hermano menor.- Lo siento.- Repitió, y parecía sincero.- De verdad no estaba pensando… no estás demasiado frío, ¿verdad?
Alex agitó la cabeza, pero su cuerpo no dejaba de agitarse. Los ojos de Edward se encendieron de preocupación, una mano delicada se levantó para apartar los largos mechones caídos del trigueño.
‘Mi cara debe sentirse mucho más tibia de lo que debería…’ Pensó Alex débil, avergonzado. La palma de su hermano se sentía demasiado fría contra su piel sonrojada… como hielo. ‘No debería tocarme, lo podría quemar…’ El ilógico pensamiento tenía sentido en su mente nebulosa; levantó una mano para quitarse la del otro… pero acabó tomándola en vez de eso, acomodándola para enlazarse con la suya.
Ed se tensó de sorpresa mientras Alex de pronto se dejaba caer hacia delante, descansado su cabeza contra el hombro de su hermano.
-¿Al…?
-Hermano.- Murmuró Alex, sonando arrastrado y extraño, incluso para sus propios oídos. Su boca se sentía como de algodón.- Si el abuelo era gay, ¿por qué su niño es tan homofóbico…?
Edward tragó saliva espesa, tratando de no pensar en el cuerpo tibio que se presionaba tan cerca al suyo.
-No lo sé.- susurró él entonces, dando un saltito extraño cuando los dedos de Alexander se apretaron en torno a los suyos.- Pero eso no es importante para ti, ¿o si?- continuó casualmente, peinando unos mechones sueltos de Al lejos de su cuello húmedo de sudor.- Quiero decir, tú eres hetero.
-Mmmm… no sé.- Alexander barbotó, bostezando con la boca abierta. Su mano libre se enredó en el flequillo suelto de su hermano mayor.- Quizá soy gay también… a veces pienso que podría ser…- Cerró sus ojos, sonriendo como si estuviera un poco borracho.- Hey, hermano… tu corazón está latiendo de veras, de veras muy rápido.
-¿Ah, si?- se ahogó Ed, tratando de sonar calmado… aunque en realidad estaba muy muy agradecido que Alex sólo estuviera acosando su mitad superior. ‘ Es sólo lo que el remedio le hace decir, Edward. ¡No hagas nada estúpido…!’
-Seh…- Alex murmuró con un suspiro suave.- Pero el mío… tambien…
Y con eso, se quedó dormido.
~*~
Diciembre, 1921
Querido Al,
Es víspera de Año Nuevo esta noche… seguro hay un montón de feriados en diciembre. Aunque no se dan regalos en este, eso sin, ni árboles muertos o canciones. Heiderich dice que la víspera de Año Nuevo es un feriado un poco más personal: para meditar en lo que te ha ocurrido durante el año que se va y decidir que es lo que quieres hacer en el futuro. Le dije que lo ultimo que necesitaba era meditar más en mi pasado. Él solo rio y me dijo que si ese era el caso, debería concentrarme en los aspectos futuros del día. Le mencioné que eso era algo que me obsesionaba como cosa cotidiana también; un hecho que él no negó. Pero me dijo que debería de todos modos probar la fiesta, y ver si no me terminaba gustándome como la anterior.
Y aquí estoy, intentando.
…Mayormente tratando de no pensar en el año pasado, de hecho. Porque de veras, ¿Cómo podría alguna vez intentar entender lo que ocurrió? La primera mitad del año estaba contigo… luego fuiste alejado de mi, y fui arrojado en La Puerta. Era un precio que estoy (y sigo estando) dispuesto a pagar para verte vivo de nuevo, pero…
Y entonces estuvo la segunda mitad de este año: tratando de encajar en un mundo donde claramente no pertenezco, con gente que no conozco y que nunca ha escuchado hablar de mi tierra o mi trabajo.
Un mundo sin ti.
Y así, esto me devuelve a mi siempre-tan-obvia resolución: traerte de vuelta. (Apuesto a que nunca viste venir esa, ¿eh Al? Heh.)
…Heiderich dice también que este es el feriado para decirle a la gente como te sientes. Hay otros feriados similares, pero en la corriente de “el pasado y el futuro combinados”, así como él lo pone, tan artísticamente, supongo que debería mantener la tradición.
Te amo, Al. Y planeo decírtelo en un millón de formas diferentes una vez que te encuentre de nuevo.
Supongo que a esa la podrías llamar “mi segunda resolución”.
Nos vamos a un nuevo año, Al.
~Ed
~u*u~u*u~u*u~
Fin del capítulo
Saben, yo antes de esto no le tenía respeto a Rosie. Pero ahora he convertido su “frasecita” en una cita personal XD
Gócenlo! (El siguiente es el bonus-smut!)