Sep 30, 2006 04:45
Una de las máximas en mi vida ha sido siempre el dar carpetazo cuando la situación lo requiere. Y hasta ahora y obviando dos o tres errores me he adelantado a borrones y cuentas nuevas de otros. Afortunadamente, claro está. El caso es que hoy, justo antes de ver Clerks II (dato indie e intelectual) Paula y yo dedicamos unos minutos a recordar a aquellas maravillosas personas que amenizaban nuestras eternas tardes de internet antaño y llegamos a la conclusión de que acabamos muy mal con todos.
A algunos les hicimos la vida imposible y fuimos conscientes de ello. Inventamos novias para ir a verlos frasacar en el ciber amor en directo, inventamos enfermedades terminales, amenazamos, acosamos con llamadas cuando descubrimos cómo realizar una llamada anónima, puteamos vía IRC, publicamos páginas webs con fotos comprometidas y conversaciones irrisorias ridiculizando al susodicho hasta la saciedad y demás. Otras veces, sin embargo, algún defecto que vino de serie con nosotras trabajó sin que pudiésemos frenarlo. Y no sólo nos pasa a Paula y a mí, recuerdo cómo Enar e Iriana molestaban al clásico queer Extreme y cómo éste les tiró un cubo de agua (en una calle céntrica ourensana, al lado de la difunta Peggy Records para entendidos) desde su ventana para espantar su presencia.
Cabe decir que las víctimas de estos acosos eran, por lo general gente mayor que nosotras (de hecho no recuerdo a ningún camarada de generación y mucho menos a gente menor) y sin embargo los torturábamos y mareábamos y jamás hicieron nada más que vociferar o como mucho algún amago de denuncia que no llegó a nada.
Y es hoy cuando algo similar sigue ocurriendo con lo nuevos descubrimientos cibernéticos. Aunque igual es por culpa del síndrome "tonterida de griego" que hace que, una noche cualquiera, una persona a la que supuestamente respetas te pregunte ¿que tal? y sientas la imperiosa necesidad de decirle TU PUTA MADRE.