-¡Donna!
La voz del Ayudante del Jefe de Personal de la Casa Blanca atravesó, como era costumbre, la puerta abierta de su despacho haciéndose camino hasta los oídos de su secretaria
-Queeeeeeeee
Cuando Donna entró en el despacho con una carpeta entre las manos y cantidades ingentes de paciencia, Josh estaba de pie delante del escritorio ojeando una y otra vez lo que parecía ser su agenda.
-Mi agenda está vacía
Parecía que hasta le faltaba el oxígeno, con un tono de voz imposiblemente bajo e imposiblemente perdido.
-Lo sé, yo escribo tu agenda
-No, al parecer no, porque ¡mi agenda está vacía!
Donna suspiró hondo preparándose mentalmente para hacerle entender a Josh el concepto de “tarde libre”
-Hoy no tienes ninguna cita
-¿Ninguna?
-No
-¿Estás segura? - levantó la cabeza de la agenda una vez más y se encontró con la mirada censuradora de su secretaria que normalmente venía acompañada de una señales rojas de peligro en su cabeza. - Claro que estás segura porque tú escribes la agenda
-Eso es
-¿Y qué se supone que debo hacer durante todo el día?
-¿Qué tal tomártelo con calma?
A juzgar por el saludable color blanco nuclear y la mueca de pánico absoluto de Josh cualquiera hubiese podido sospechar que en lugar de “tomartelo con calma” le había dicho “hacer puenting con hilo dental”
-No puedo tomármelo con calma, mi sueldo se paga con dinero de los contribuyentes y si me lo tomase con calma me sentiría como si estuviese haciendo esa cosa que tú haces con los zapatos de fiesta, lo de pegarles celo en las suelas para poder devolverlos al día siguiente
-¿Te sentirías pobre?
-No, un estafador
Donna salió del despacho en dirección a su escritorio sabiendo que Josh probablemente la seguiría un par de pasos por detrás, si iban a continuar con aquella conversación absurda al menos lo harían mientras ella adelantaba trabajo
-Josh, yo soy una contribuyente y digo que hoy puedes irte pronto a casa ¡¡y no hay ninguna ley que prohíba hacer eso con los zapatos de fiesta!!
-Eso es porque no nos molestamos en hacer leyes para regular conductas extrañas e imprevisibles como la tuya
-¡Ja!- puso todo el sarcasmo del que fue capaz en aquella sola sílaba y tubo que contener las ganas de llorar de alegría cuando vio a Danny Concannon aparecer por el pasillo - ¡Hola Danny!
-Hola Donna
Danny solía ser recibido en el área con honores que muy pocos conseguían, sonrisas sinceras cuando le saludaban y una palmadita amistosa de Josh en el hombro.
-Hoy he decidido que me iré pronto a casa Danny
-Bien por ti… Héroe de la electricidad
Lo cual no impedía - o quizás precisamente a causa de - que todo aquello que no era estrictamente profesional, y por lo tanto necesariamente distante, fuese brutalmente personal y cariñosamente cruel.
Josh negó con la cabeza tímidamente y la bajó en un claro signo de derrota. Malditos chivatos del servicio secreto, imposible fiarse de alguien que habla con el puño de su camisa
-No sé lo que te habrán contado pero…
-Si ni siquiera puedes recargar una estilográfica Josh
-Por última vez ¡era una estilográfica de diseño!
-Bien, bien, entonces supongo que mientras el panel de control eléctrico del edificio no sea de diseño, lo tienes todo bajo control
-¿Hay alguna posibilidad de que no sigas con el cachondeo?
-Es posible que en algún recóndito y olvidado lugar habite es ínfima posibilidad, sí
Para Josh estaba claro, siempre lo había estado; situaciones desesperadas requerían medidas desesperadas. Eso y que él y sus compañeros era un equipo, para lo bueno, para lo malo y para lo…
-CJ iba en albornoz
Danny, súbitamente alerta aceptó el pacto implícito
-¿CJ iba en albornoz?
-En el Despacho Oval
-¿CJ iba en albornoz en el Despacho Oval?
-¡En albornoz y mojada!
-Tengo que irme
Un equipo, para lo malo, para lo bueno y para lo vergonzosamente divertido
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Las puertas de la residencia que daban al pasillo principal del ala oeste se abrieron simultáneamente empujadas por los dos agentes del servicio secreto que las empujaban todas las mañanas.
-¿Un día precioso verdad Charlie?
Jed Barlet puso una mueca extraña mientras miraba por una ventana el cielo ausente de nubes aunque el joven no pudo ver la expresión del presidente; procuraba caminar siempre un respetuoso medio paso por detrás de él, lo imprescindible para guardar las distancias, lo suficiente para estar siempre ahí por si le necesitaba
-Lo es, Señor
-¿Crees que habrá alguna posibilidad de que llueva esta noche y se anule lo de esta noche?
A ambos lados, secretarias, administrativos y chicos de los recados se levantaban de sus puestos y saludaban al paso de su presidente.
-Sería un milagro que lloviese esta noche, pero me temo que ni aún así se anularía la cena de gala
-Oh no, Charlie, no lo llamés así
-¿Perdón señor?
Barlet se paró en seco y se dio media vuelta sabiendo que su ayudante estaría justo ahí e ignoró el parón seco en el movimiento de su séquito de agentes de seguridad
-No lo llames cena de gala, las cenas de gala están bien, a mi me gustan las cenas de gala ¡¡adoro las cenas de gala!
A su alrededor, el personal se debatía entre seguir de pie o volver al trabajo
-Y… ¿Cómo debería llamarlo señor?
-Infierno, o mejor aún ¡¡ dolorosa, lenta y agónica tortura inhumana, eso es lo que es esa… cena!!
-Está bien señor
Empendieron de nuevo la marcha hacia el Despacho Oval disuadiendo por fin, el dilema moral de unas cuantas secretarias y para alivio de los agentes que se ponían nerviosos cada vez que el Presidente estaba en presencia de más de cinco personas.
-Oye Charlie, estaba pensando… ¿Tú conoces a la mujer del Primer Ministro?
-No Señor
-Es una mujer encantadora, hablaré con alguien para que te sienten a su lado
-No creo que eso sea posible, Señor
-¿Por qué. Zoey ha invitado a otro chico?
-No Señor, es que no puedo sentarme en su sitio
-Tonterías, seguro que ni se dan cuenta
-Lo dudo mucho Señor
- Aguafiestas
Entraron a la antesala del despacho, custodiada por la señora Lamdingan tan eficientemente como siempre y los muchachos de traje negro y pinganillo en la oreja se dispusieron a ocupar sus puestos en las diferentes puertas exteriores del despacho
-Buenos días Señora Lamdingham
-Buenos días, Señor. La Primera Dama le espera en su despacho
Hubo un momento en el que hasta las partículas de aier se pararon y Jed Barlet bajó la mirada levemente al suelo como solo hacía cuando buscaba un plan de emergencia.
-Oye Charlie, ¿por qué no entras un momento al despacho? Creo que tengo… algo para ti
-Entraré en diez minutos, Señor, para que me de ese…algo
Jed respiró hondo y metió las manos en los bolsillos de la chaqueta, resignado
-No es que le tenga miedo a mi mujer
-Por supuesto que no señor
-De verdad Charlie, Por qué no entras ahora
Charlie recogió unos papeles de la mesa de la señora Lamdingahm y se acercó a su escritorio
-Porque yo sí que la tengo miedo
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Sam dobló la esquina del hall tras haber pasado por el detector con su abrigo doblado sobre el brazo izquierdo y su maletín colgando del derecho, eligiendo los pasillos que llevaban a su despacho y esquivando gente más de manera instintiva que consciente y por eso ni siquiera vio a Josh acercarse por el pasillo
-Ey Sam qué tal tu reunión con Vinick
-Desconcertante-se paró un momento para meditarlo- ¿Estamos seguros de que ese tío es republicano?
Josh miró a ambos lado del pasillo antes de avanzar hacia el área de secretarias y contestarle
-Es republicano
-No parece… republicano
-¿No tiene cuernos y rabo ni una gran pancarta gigante que pone “mis valores son mejores que los tuyos”?
Sabía que Josh le entendería.
-Exactamente
-Desconcertante
De repente Josh pareció ver algo por detrás de él, dio un respingo hacia atrás y pegó totalmente la espalda contra la pared. No es que su amigo fuese precisamente el espíritu encarnado de la convencionalidad pero aquello era raro hasta para él
-Sí... ¿Qué estas haciendo?
Miró de reojo hacia el otro lado del pasillo y pareció relajarse un poco
-Margaret le ha dicho a Donna que Leo todavía no tiene la lista de condenados para la cena de esta noche
-Ah
Eso explicba muchas cosas, lo que le recordaba que había quedado con Mallory
-Sí y tengo la tarde libre y Donna me ha convencido para que me vaya pronto a casa así que si puedo evitar a Leo hasta que las cinco en punto estaré a salvo.
-Aammm - musitó comprensivamente
Miró su reloj.
Las 10:50.
¡¡Las 10:50!!
Dio un respingo similar al que momentos antes habá protagonizado Josh y pegó la espalda en la pared opuesta del pasillo a la que ocupaba Josh.
-¿Y tú que haces?
-Tengo una cita con Mallory a las once y quiero llegar al despacho y prepararme antes de verla
-Aaammm
Mientras Josh se aseguraba de que la zona estaba libre de MacGarric´s con la espalda todavía pegada a la pared él decidió que sería valiente, así que se agachó tratando de evitar los cristales transparentes para poder llegar a su despacho sin ser visto y trató de ignorar las risitas de la gente que pasaba.