Mientras dormías

Jan 08, 2007 17:35

MIENTRAS DORMÍAS

por AnaScully

Disclaimer: En mis últimos relatos no he escrito disclaimer y ni me han demandado, ni abducido, ni amenazado. Es más, los tendríamos que amenazar nosotras para que hicieran de una vez la segunda peli. Así que yo digo no al disclaimer y ya está.

Resumen: Mulder, medio borracho y enfadado con Scully, pone a prueba el sueño de esta con unos experimentos que ha visto en la televisión

Tipo: Nc -18, pero vamos que yo directamente lo clasifico como smut o porno. Es bastante gráfico.

Dedicatoria: En especial a la gente que leyó unas pocas hojas del principio en mi LJ y me animó (casi obligó) a continuarlo, alderaan (que sí, que te debo un relato spuffy), xuanny87, yuvia, saranya_x, pumpyscully, naikin2000 y onnechangepas. También para la gente que conozco por internet (y a algunas en persona) y que son geniales, acava, danita84, Inés, FBI, Helessa, escully, giselle19, SexyScully, SpookyGilly, DanaKidman, samauri, Dasku, Pincita_Lopez, Nurilay, AnGi, Meredith, Thais, Tamara, Cristy, kmids... y seguro que me dejo a alguien. Culpárselo a mi memoria de pez. Y en general para todo el que lo lea y comente.

Un comentario para saber si os ha gustado y tengo que hacer el POV de Scully (si no comentáis no lo hago, ala) estaría bien. Y si queréis mandarme un mail a anascully69@hotmail.com



Mulder acababa de abrir la cuarta cerveza de la noche cuando se le ocurrió que después de todo, las cosas no podían ir peor. Se había cabreado con Scully por una tontería. Bueno, en realidad ella le había hecho enfadar a él.

El motivo? Tras la tercera cerveza ya no se acordaba. Solo sabía que había ido a una tienda que abría 24 horas que había al otro lado de la calle del motel donde se encontraban y había comprado un pack de seis cervezas muy frías. Demasiado para esa época del año, tal vez. El caso es que estaba enfadado con Scully y ella le había cerrado la puerta que comunicaba las dos habitaciones en las narices diciéndole, más bien gritándole, que era un maldito egocéntrico que solo pensaba en sus teorías y no respetaba las de ella.

Sí, era algo de eso. La neblina que tenía en la cabeza a causa de las cervezas se hacía más densa a medida que bebía la cuarta. Beber para olvidar. Cuantas veces había hecho eso? Él no era un gran bebedor y las podía contar con los dedos de la mano.

Él no respetaba sus teorías? Desde cuando era eso? Siempre la había escuchado con el mismo entusiasmo con el que él exponía las suyas. Las había rebatido, tal vez, pero era por el bien de su trabajo. Él no tenía la culpa de que en esa sección fueran las suyas las que eran las correctas. Si Scully quería que sus teorías fueran las que resolvieran los casos que se hubiera quedado en Quántico cuando le dijeron que tenía que trabajar con Mulder el Siniestro. Pero no, ella vio por ahí un modo por el que ascender. Sólo tenía que desprestigiarle a él y ya estaba. Tuvo muchas oportunidades para hacerlo pero no lo hizo y eso él se lo agradecía. Pero no tanto si ella le llamaba engreído paranoico.

Parecía que Scully todavía no lo conocía. Se habían salvado miles de veces la vida pero al mirarse a los ojos él sentía que aún le quedaban muchas cosas por descubrir de ella. Parecía que se habían construido un muro alrededor y que solo podían traspasar en ocasiones puntuales. Lo intentaban derribar poco a poco pero en esas ocasiones cada vez se hacía más alto. Tanto, que a veces Mulder pensaba que la persona que estaba al otro lado no era Scully.

Tiró la cuarta lata al suelo mientras se volvía a acomodar en la cama y hacía zapping en una de las únicas televisiones de moteles que tenía mando a distancia y no se veía en blanco y negro. Esos días había visto poco la televisión. El caso en el que estaban se les estaba atragantando demasiado. Cuatro días en ese pueblo y no habían sacado nada en claro. Skinner les había llamado varias veces y al encontrarles en un callejón sin salida les había ordenado que redactaran un informe y que volvieran a Washington al día siguiente. Entonces a Scully se le ocurrió algo en su habitación de motel mientras que Mulder estaba acostado en esa cama con los ojos cerrados. Podría parecer que estaba dormido, pero era su forma de concentrarse y pensar en una solución. Él estaba dolido con Skinner por haberlos apartado del caso e ironizó la teoría que Scully acababa de exponer.

Por una pequeña chispa se puede producir un incendio catastrófico.

Mulder pensaba eso mientras bebía otra cerveza. Ya ni se acordaba de lo que había dicho pero sí que Scully había tensado la mandíbula y apretado los labios mientras le fulminaba con la mirada. Se había intentado disculpar por su comentario, pero Scully no había atendido a razones. Entonces él si que se había enfadado. Mucho, para decir verdad. Y se había comportado como el crío pequeño que era cuando tenía una rabieta.

Tal vez sería el efecto de las cervezas en su organismo pero que él recordara Scully no había resuelto por ella misma ningún caso. Ella, la racional Doctora Dana Scully, con dos carreras a sus espaldas nunca resolvió en un expediente X. Y a los dos les pagaban igual por estar en la misma sección. Era verdad de que por ella la sección estaba abierta, un enfoque científico siempre daba un poco de credibilidad al caso aunque las conclusiones siempre eran ambiguas en ese terreno. Pero al menos ayudaban a Skinner a pasar menos vergüenza cuando presentaba el caso ante sus superiores.

Y esa era otra. Con que derecho les había manado Skinner a que abandonaran la zona de la investigación? Tenían el caso casi resuelto. Bueno quien decía casi decía que necesitarían una semana más. Pero sentía que rozaban la solución con la punta de los dedos. Las respuestas estaban ahí, solo había que saber buscarlas. Y él, como un sabueso experimentado las olía, pero no las ubicaba. Necesitaba más tiempo para encontrarlas y Skinner les había dicho que prepararan las maletas para volver a Washington.

Al menos sus peces se alegrarían de verle. Esperaba no encontrar a ninguno muerto por inanición. Era bastante asqueroso sacar a un cuerpo inmóvil y gelatinoso del acuario. Les habría dicho a los pistoleros que se ocuparan de ellos, pero estaba seguro que esos tres pirados se apoderarían de su casa para hacerlo su cuartel general provisional y se llevarían todo el porno que pudieran a su guarida. Los conocía demasiado bien.

Igual que a Scully aunque ella le hubiera dicho eso. Aunque ella había dicho que no la conocía en absoluto él sabía no era así. Sabía que era una persona sensata, que pensaba cada cosa que hacía mil veces antes de hacerla. Creía en la ciencia aunque también en Dios, cosa que Mulder no se explicaba en un principio pero luego comprendió que todo el mundo tenía que creer en algo para darle un sentido a su vida. Él en los extraterrestres, Scully en Dios. También era una persona limpia y ordenada, cuando veía el despacho revuelto fruncía el ceño y se ponía a ordenarlo un poco sin decirle nada, ya que seguramente pensaba que Mulder no le iba a hacer caso.

Sabía todas esas cosas de su compañera y sin embargo ella decía que no la conocía en absoluto? Cuando se estaba enfadado se decían muchas verdades que normalmente no se decían en los momentos de tranquilidad. Eso es lo que Scully pensaba de él, que era un egocéntrico narcisista que solo se preocupaba por él mismo? Y todas esas veces que la había salvado qué? Había ido a la Antártida solo para admirar los bloques de hielo o también para salvarla de convertirse en un hibrido de extraterrestre? Se había colado en las instalaciones del Pentágono por pura diversión o para intentar encontrar una manera de curar su cáncer? No quería que Scully le diera las gracias todos los días por esas acciones pero a veces, sobre todo cuando se enfadaba con él, debería recordar que seguía viva gracias a él. Y encima ella le disparó en el hombro!!

Por supuesto Mulder en ese momento estaba tan enfadado que no se acordaba cuantas veces Scully también le había salvado la vida a él en esos años. En realidad la ciencia combinada con la intuición de Scully le habían salvado la vida. Él se lo dijo en el pasillo de su edificio intentando convencerla para que no se fuera. Abrió su corazón en ese momento y ella intentó entrar en él. Tal vez lo hubiera logrado de no ser por una abeja.

Mulder desechó ese pensamiento piadoso hacía Scully abriendo la ¿quinta? cerveza de la noche y bebiéndola directamente de la lata. Él debía de estar cabreado con Scully y si pensaba que la tendrían que canonizar por estar con él y salvarle la vida no lo iba conseguir.

Su sentido del oído, acostumbrado a oír cualquier ruido procedente de la habitación de su compañera, le reveló que Scully había salido ya del cuarto de baño y que seguramente se iba a acostar. Subió el volumen del televisor. No sabía porque pero tenía ganas de guerra con ella. Quería que abriera la puerta como una exhalación y empezaran otra vez a discutir. Porque seguro que Scully le diría que bajara el volumen, cosa que Mulder se iba a negar.

Esperó varios minutos mientras una presentadora de la CNN daba las noticias del día. Guerra, muerte y desolación. Siempre las mismas cosas y nadie hacía nada para remediarlo. Él ya tenía suficiente faena intentando desenmascarar la conspiración alienígena a todo el mundo para salvar el mundo por partida doble.

Se levantó de la cama tambaleándose un poco a causa de las cervezas que circulaban en su organismo. Iba descalzo, solo con unos calcetines de deportes y a pesar de eso sintió el frío suelo. Caminó hasta la puerta que comunicaba ambas habitaciones, la que Scully había cerrado con un portazo. Puso una oreja en ella para intentar averiguar que ocurría en la habitación de al lado. Con el ruido que había en su habitación no oyó nada. Así que volvió a tumbarse en la cama mientras buscaba por la bolsa de viaje que estaba a su lado, aunque su ropa todavía seguía desperdigada por la habitación y seguramente tendría que meterla al día siguiente a toda prisa porque llegarían tarde al aeropuerto, un paquete de pipas.

Estaba seguro de que no iba a dormir aquella noche y necesitaba algo para entretenerse mientras miraba la televisión y se tomaba la última cerveza del pack que había comprado. Lástima que solo fueran en packs de seis. Seguro que su cuerpo aguantaría más sin emborracharse mucho. Todo lo contrario a Scully, suponía Mulder, con un cuerpo tan pequeño estaría borracha con dos cervezas o menos. Todavía se acordaba de cómo Eddie Van Blunthd bebió con Scully, aunque estaba seguro de que ella bebió más que él, una botella de vino y cuando los encontró estaban a punto de besarse.

Volvió a coger el mando a distancia para continuar su ronda de zapping. Las noticias eran demasiado deprimentes y él no quería estarlo más. Pero a esa hora que había por la televisión? Teletienda en un canal, redifusiones de película o programas en otros y… que había visto en ese canal que había pasado sin ni siquiera prestarle atención? Dejó la lata de cerveza ya acabada en la mesa que tenía al lado y cambió al anterior canal.

Los programadores de esa televisión local si que sabían lo que era la buena televisión, pensó Mulder sonriendo. Y parecía que esa película no la había visto. Bajó el volumen por si acaso Scully todavía estaba despierta y se enteraba que él estaba viendo una película porno en la habitación de al lado.

Por supuesto en su discusión había salido el tema de sus intereses televisivos. No sabía como, pero se había sorprendido cuando Scully lo había llamado El rey del porno en su propia cara. Él estaba demasiado intentando no reír irónicamente como para contestarle nada. Bueno, era verdad que le gustaban las películas porno, pero a que hombre no? Vamos, si estaba seguro que hasta Skinner tendría alguna en el cajón bajo llave del escritorio y la veía en la televisión de su despacho cuando se quedaba a las tantas de la noche con la excusa de revisar los informes...

Quien se creía que era ella para llamarle eso? Scully a quien a sus espaldas, la llamaban La reina del hielo. Una mujer que se ponía roja a la mínima insinuación que le hacía, aunque no fuera sexual. Cuando se conocieron se presentó en su habitación del motel con un albornoz y ropa interior. Mulder había oído un poco su reputación en la academia. Se decía que su puesto de instructora forense lo había conseguido por acostarse con Jack Willis y circulaban rumores más escandalosos sobre ella en ese tiempo. Por eso él pensó en que se iba a divertir esa noche. Pero no fue así y Scully solo quería que le mirara unos granos en la espalda. Y a partir de ahí se cerró en banda con respecto a él.

Mulder pensaba que Scully era una estrecha. Bueno, en realidad no pensaba eso, pensaba que se hacía la estrecha pero que luego resultaría que sería un torbellino de pasión que le haría ver las estrellas. Esa era una de sus fantasías más recurrentes con Scully. Una Scully modosita en un primer momento, para luego convertirse en una gata salvaje sedienta de sexo. Tenía miles de fantasías eróticas con Scully. Demasiadas para su salud mental. En su despacho, en el de Skinner -sus sofás de cuero eran tan cómodos- en sus casas, en algún baño, en un motel...

Se relajó de esos pensamientos tan poco profesionales viendo la película porno. Sí, aunque pareciera imposible dada su amplia colección de videos que tenía, esa película no la había visto. El argumento era básicamente el mismo que en todas las películas. Sexo, masturbaciones, felaciones, sexo en grupo, había dicho sexo? Pero como siempre había matices diferentes. En aquella película había una escena bastante interesante, eso no se le había ocurrido a él ni en un millón de años. Tal vez es porque prefería que ambos estuviesen en igualdad de condiciones que de esa manera. No, no era tener a Scully atada a la cabecera de la cama con unas esposas mientras él le ponía nata en su barriga y acto seguido la lamía. Tampoco tenerla contra la pared sin ninguna escapatoria mientras embestía ligeramente -o no tanto- contra ella. Al menos en esos dos casos Scully estaría despierta. En la película una chica masturbaba a otra chica mientras dormía. Como experimento científico, decía. Para ver si tenía el sueño tan pesado como ella pensaba. La otra chica se había despertado casi enseguida y habían empezado a montárselo.

Al acabar la película y haberse desahogado él viéndola, Mulder apagó la televisión y la habitación se quedó en silencio. Empezó a tener dolor de cabeza y supo que la resaca que iba a tener mañana sería bastante grande. Scully, si le hablaba, le preguntaría el porque de esas ojeras y si no había descansado bien esa noche. Claro, como ella con un simple baño de espuma se relajaba, creería que todos hacían lo mismo. Estaba seguro de que se lo hacía en la bañera. Masturbarse, hacerse un dedo, como fuera que lo llamaran en ese momento. De otro modo Mulder no se explicaba de qué forma se relajaba en una bañera llena de espuma y agua. Era un secreto que se llevaría a la tumba pero él lo había probado una vez. Vale, la bañera de aquel motel era un poco pequeña para él y tenía que doblar las rodillas un poco para meterse dentro, pero solo se relajó cuando acabó. Dicen que un orgasmo te relaja y puedes dormir plácidamente luego, verdad?

Tal vez en ese momento después del baño, Morfeo lo acogió en sus brazos enseguida, pero esa noche se estaba haciendo de rogar. No paraba de recordar la discusión con Scully y pensar que había hecho mal para que diera tal portazo que las paredes de aquel motel se estremecieran. Como una persona tan pequeña como Scully tenía esa fuerza en los brazos? No quería reconocerlo, pero cuando Scully se enfadaba se echaba a temblar porque estaba seguro que un día le iban a salir rayos por los ojos y le iban a freír en un segundo. Por eso procuraba cagarla lo menos posible para que no se encendiera el cartelito Socorro, estás en peligro de muerte, has cabreado a Scully. Pero ese día parecía que el las luces de ese cartel se habían fundido porque él no lo había visto venir. Mentira. Estaba tan enfadado con ella y acordándose de la familia de Skinner que había cerrado los ojos para no verlo. Y de quien había sido la culpa de que él se enfadara y de que el motel casi se les viniera encima? Exacto, de Scully. Ella había sido la que había contestado la llamada de Skinner y le había dicho que la investigación estaba en punto muerto. No había expediente X y todos a casa con las manos en los bolsillos porque a Scully no le importaba su trabajo en ese pueblo. Y eso Mulder se lo había recriminado, sin venir a cuento también su rendimiento actual en su sección. Scully que hasta entonces se había mantenido en una actitud pasiva, cruzada de brazos, se había intentado defender, pero él no le había dado tregua. Minutos mas tarde se estaban diciendo cosas que seguramente no pensaban -Mulder no pensaba de Scully que era una pequeña espía entrometida que solo estaba disponible para hacer autopsias­- pero que salían de su boca con una facilidad que era imposible pararlas.

Agobiado por cosas que intentaba comprender pero que no podía hacerlo se levantó de la cama y respiró profundamente. Scully enfadada. Bien, eso lo comprendía. Por qué ella creía que Mulder no la consideraba una igual. Porque se le había metido esa estúpida idea en la cabeza? Claro que la consideraba una igual. Es más él nunca la había considerado el sexo débil del equipo. Bueno, tal vez al principio de estar juntos como compañeros, pero al ver que se podía enfrentar perfectamente a un hombre dos veces mas grande que ella y ganarle le dejó de preocupar un poco su seguridad. Luego vino el cáncer y...

Dios, no debería de haber pensado eso. Scully había sufrido demasiado junto a él y seguramente tenía todo el derecho del mundo al enfadarse con él. Se acercó poco a poco a la puerta que comunicaba las dos habitaciones y como había hecho un rato antes colocó la oreja en ella. No se oía el más leve ruido. Scully debería estar durmiendo o intentándolo al menos. Abrió la puerta poco a poco y asomó la cabeza por ella. Estaba todo oscuro salvo por unas pequeñas rendijas que había dejado Scully en la ventana en las que se colaba la luz poca luz que había en el exterior. Ahora también había un poco más de luz al Mulder abrir la puerta, pero el sitio donde estaba la cama continuaba estando entre penumbras.

Se quedó un rato en el umbral, pensando que hacer. Oía la suave respiración de Scully invadiendo la habitación. Estaba seguro de que dormía. Lo que debería de hacer él si no quería que la resaca que tendría al día siguiente fuera la más grande de la historia. Pero no podía. Algo le detenía de cerrar la puerta e irse a la cama a intentar dormir. Y ese algo estaba en la cama que estaba mirando. Scully, siempre Scully. Porque tenía que ser tan complicado entre ellos dos? Porque no podía ser simplemente igual que en esa película porno que había visto hacía poco tiempo? Montárselo sin ninguna complicación al respecto, pero claro, era Scully de quien estaba hablando.

No es que pensara que ella era una puritana que todavía era virgen y que se esperaba al matrimonio para hacerlo con su marido la noche de bodas por primera vez, pero estaba seguro que no era de las mujeres que se entregaban fácilmente a cualquier hombre sin ningún seguro. Scully no buscaba solo sexo, buscaría lo primero una relación para luego cuando se consolidara tener sexo con el afortunado de turno. A Mulder esas cosas le traían sin cuidado. Había pasado esos años sin sexo porque el trabajo había absorbido su vida por completo y cuando tenía tiempo no quería ir a un bar a conocer a mujeres. Las pocas veces que había ido a ligar las comparaba con Scully. Se había metido tanto en su mente que sus fantasías nocturnas le sobraban.

Su obsesión era Scully y lo estaba reconociendo en ese momento. Quería oírla aullar de placer y otras cosas que se le pasaron por la cabeza en cuestión de segundos. Tal vez Scully tenía razón y al fin y al cabo era un pervertido. Sonrió al pensar eso. Bueno, haría cosas de pervertido para no variar. Al fin y al cabo estaba medio borracho y no tenía sueño. Se tenía que divertir un rato.

Con paso decidido cruzó la puerta que comunicaba las dos habitaciones y se adentró en la habitación de ella. Casi no veía por donde iba pero sus ojos se estaban acostumbrando a la falta de luz y poco a poco vio donde estaba la cama y a Scully dormida en ella en el lado derecho. Se acercó a ese lado de la cama para mirar como dormía. Estaba de lado, con la cabeza apoyada sobre el colchón y uno de los brazos saliéndose por la sábana que la cubría. En realidad estaba preciosa y Mulder dudó un poco de lo que estaba a punto de hacerle. Pero no mucho. Un segundo tal vez. Aunque ponía la excusa de su borrachera su parte consciente, todavía exaltada por lo que había visto en la película porno, también lo aprobaba. En realidad su parte consciente era Scully y esta se encontraba a su lado durmiendo así que no podía opinar mucho sobre ese tema.

Además en la película decían que era un experimento científico y Scully era científico. Seguramente estaría de acuerdo con lo que le iba a hacer. Era a favor de la ciencia. Estaría orgullosa de que apoyara a la ciencia y de que comprobara las hipótesis. Siempre había una primera vez para todo.

-Scully? Estás despierta?

Antes de todo era asegurarse de que estuviera dormida. Sabía que tenía el sueño pesado, pero también se podía estar haciendo la dormida porque aún estaba enfadada con él. No respondió ni hizo ningún ruido indicando que estaba despierta. Pero Mulder lo intentó de nuevo, esta vez poniendose de cuclillas y susurrándoselo al oído.

-Seguro que nadie te ha hecho lo que te voy a hacer. Así que si estás despierta es mejor que lo digas si no quieres que esto pase.

Ni un solo movimiento por parte de Scully. Por su parte en la cara de Mulder apareció una gran sonrisa mientras sentía como la sangre empezaba a irse hacia su entrepierna. No. Eso no era lo que quería. Ese era el momento de Scully, aunque no se enterara, no el suyo. Respiró profundamente mientras miraba a Scully de arriba abajo. Estaba seguro que le pillaría. Pero ahí estaba la diversión. Ver la cara de Scully en esos momentos. Seguro que se le pasaría el enfado y le pediría más. Y él estaba más que dispuesto a dárselo.

Se dio diez segundos para tranquilizarse. Uno. Se mordió el labio inferior. Dos. Se pasó la lengua por los labios. Tres. Suspiró. Cuatro. Se puso de pie. Cinco. La volvió a mirar de arriba a abajo. Seis. Se acercó más a la cama. Siete. Una mano temblorosa empezaba recorrer el camino hacia Scully. Ocho. La mano se acercaba peligrosamente a las sábanas de Scully. Nueve. La mano ya había cogido las sábanas. Diez. Estaba destapando a Scully.

Bueno, al final en vez de diez segundos había utilizado solo siete. Pero es que estaba demasiado ansioso para contenerse. Quería hacer que Scully viviera una noche fantástica. Un pago por todas las veces que le había salvado la vida y se había arriesgado en el intento. Sí, de todas las excusas que le habían venido a la mente esa era la que más le convencía para decirle a Scully si se despertaba y lo encontraba en su habitación haciéndola... disfrutar.

Destapó a Scully con suavidad, para que ella no se enterara. Poco a poco el cuerpo de su compañera en pijama era mostrado ante sus ojos. El pijama era típico de Scully. Uno de seda de color indeterminado porque no se podía ver en la semioscuridad de la habitación, pero Mulder creía que era el azul claro que a veces se ponía cuando tenían que dormir en algún motel y que le sentaba como un guante y además hacía juego con sus ojos azules. Al fin estaba totalmente destapada y Mulder dejó la sábana en los pies de la cama, para que no molestara.

Ahora era lo más difícil. Había una parte en su cabeza que decía que no lo hiciera, que volviera a tapar a Scully con la sábana y que se fuera a intentar dormir, pero sin embargo esa era la parte minoritaria y enseguida fue acallada por la otra parte que le instaba a que continuara con lo que había empezado. En realidad esa parte todavía estaba llena del alcohol de las cervezas y Mulder lo sabía, pero nunca había sido impulsivo con Scully y aunque lo que iba a hacer no era correcto ella se lo merecía por haberle dicho esas cosas que eran mentira.

Volvió a la cabecera de la cama y se arrodilló otra vez.

-Que empiece el espectáculo -susurró al oído de Scully.

La misma mano temblorosa que había empezado a destapar a Scully ahora estaba en camino para hacerlo. Para desabrochar uno a uno los botones de la camisa del pijama. No era una tarea fácil ya que ella todavía seguía de lado. Con un suave pero certero movimiento con las dos manos puso a Scully boca arriba. Ella protestó un poco por el cambio de postura, pero continuó durmiendo como si no pasara nada. Mulder se sorprendió. Él ya se hubiera despertado y estaría apuntando con un arma a la persona que estuviera en su habitación. Afortunadamente la pistola estaba en la mesilla de noche y él la había puesto en la otra punta para que cuando se despertara no la pudiera alcanzar fácilmente y agujerearle el cuerpo.

Un botón. Despacio. Muy despacio. Notó el tacto del pijama. No era de seda, sino de gasa. Forzó la vista un poco más mientras intentaba distanciarse un poco de las emociones causadas por lo que estaba haciendo. Era un pijama... ¿granate? pero con rayas verticales rojas. Sí, eso era. Centrase en el pijama, no en los botones. O también en los botones si los quería desabrochar esa noche que al paso que iba se le iba a pasar la borrachera y se daría cuenta de que estaba haciendo.

Sus manos siguieron bajando por el cuerpo de Scully desabrochando los botones. Uno a uno. Estas cosas había que tomárselas con calma, aunque tampoco con demasiada. Pero al intentar desabrochar el último Scully se movió. Un poco, pero lo bastante para que el corazón de Mulder se parara por unos cuantos segundos y que este no se atreviera a mirar la cara de Scully para ver si estaba despierta o dormida.

Se había enfrentado a vampiros, hombres lobo y toda clase de seres sobrenaturales, pero estaba menos aterrorizado luchando contra ellos que en ese momento. Claro que no había intentado desnudarlos y a Scully sí.

Poco a poco su mirada subió por el cuerpo de Scully y llegó a su barbilla. Estaba de lado, lo cual tranquilizó a Mulder porque su cabeza seguía apoyada sobre un lado, señal de que estaba durmiendo y el movimiento formaba parte de su sueño. Que estaría soñando Scully? Tal vez que estaba haciendo autopsias? Tal vez con las cosas que no tenía como vivir con su marido, fuera quien fuera, en una casa con valla blanca, un niño y un perro? Nunca habían hablado de eso, pero Mulder se prometió hablar con ella alguna vez. Eso si Scully no le descubría en plena faena y, con razón, no quisiera verlo más por el resto de su vida.

Alejando esos pensamientos de su mente se dispuso a continuar con lo que había empezado. Desabrochó el último botón de la camisa del pijama. Lo iba a hacer. Después de tanto tiempo iba a hacer uno de sus sueños realidad.

Pero había un problema. Una mano de Scully estaba sobre su cuerpo, como protegiéndose instintivamente de lo que él le iba a hacer. No opuso mucha resistencia cuando Mulder la cogió con suavidad y la dejó sobre el colchón.

Lo hizo despacio. Sin prisa. Quería saborear ese momento tanto como pudiera. Que todos sus sentidos pudieran apreciar lo que estaba haciendo. Primero el lado derecho. Mulder sonreía mientras poco a poco destapaba el pecho derecho de Scully y sentía su suave tacto. Luego pasó al izquierdo. Rozándolo mientras lo destapaba y sintiendo como se le erizaba la piel a ella.

No habían palabras para describir lo que veía. O lo poco que veía, porque en esa habitación no había mucha luz y él tenía miedo de encender más para que no se despertara ella. Posó sus manos sobre ellos y los masajeó. Rozó sus pezones y unos minúsculos gemidos salieron por la boca de Scully haciendo que parara y la mirara a la cara. No, no se había despertado. Definitivamente Scully tenía un sueño pesado. Pero parecía que le gustaba lo que estaba haciendo. Eso le envalentonó más y acercó su boca a un pecho.

A su mente le vinieron muchas metáforas, pero la que más le gustó es que era un gran bol de helado que no se acababa nunca con una guinda en el centro. A él esa guinda le gustaba más que otra cosa y la probó muchas veces hasta que parecía que iba a estallar. Luego fue al otro pecho. E hizo lo mismo pero con más calma. El hambre se estaba saciando y quería disfrutarlo. Y quería que ella lo disfrutara al máximo.

Después de oír durante varios minutos como la respiración de Scully se hacía más fuerte por momentos y distinguir algunos gemidos entre ella Mulder estaba dispuesto a pasar al siguiente nivel de exploración y estimulación. El siguiente y el último porque, aunque su entrepierna estaba demasiado abultada en esos momentos y pedía algún alivio, no iba a pasar de ahí. Al menos esa noche. Al menos si Scully no estaba despierta y en pleno uso de su facultades. Podría ser un pervertido, pero no tanto como la gente, y Scully especialmente, pensaba.

Bien. Solo tenía que bajarle el pantalón de pijama. O quitárselo a lo mejor. Lo decidiría sobre la marcha.

Cogió a Scully por las caderas para ponerla otra vez en posición ya que se había movido un poco. Sus manos bajaron hasta la entrepierna de ella. Solo era curiosidad. Solo quería saber si los masajes a los pechos habían tenido el efecto deseado y Scully empezaba a derretirse. Efectivamente así era. Las piernas de Scully estaban semiabiertas y él pudo meter la mano entre ellas y palpar ese lugar por encima el pantalón. Y estaba húmedo. Casi mojado.

Sus caricias, si es que se podían llamar así, habían tenido éxito. Eso probaba que Scully al menos no era una mujer de hielo y se podía excitar como todas las mujeres. Y de la misma forma. Por eso no esperó ni un segundo más y se dispuso a hacer lo que llevaba pensando hacía dos horas al menos.

Sería un poco difícil hacerlo sin moverla mucho y sin brusquedad. Mulder nunca había estado con una mujer de esa forma y ya empezaba a impacientarse. Además su entrepierna empezaba ya a ser molesta. Pero eso podía esperar. Si se lo proponía y no pensaba en ello tal vez durante bastante tiempo. Lo había puesto en práctica muchas veces cuando estaban en la oficina los dos solos y sus pensamientos se iban del informe a como se amodaban los pechos de Scully, esos pechos que él había probado esta noche, a la blusa que llevaba puesta o que se le había desabrochado un botón y él veía perfectamente parte del sujetador. O cuando se quedaba más atrás cuando caminaban para ver el trasero de Scully en movimiento o aquel cruce de piernas en...

Vale. Tenía trabajo que hacer y él estaba fantaseando en el cruce de piernas de Scully cuando se sentaba en la oficina cuando la podía tener abierta de piernas en cuestión de segundos.

Lentamente Mulder cogió el elástico del pantalón y empezó a bajárselo con cuidado. Sonriendo porque Scully no se daba cuenta de lo él que estaba haciendo. Todavía estaba sorprendido de que ella no se despertara cuando sus sentidos se vieron alterados cuando lo olió. Ese olor que le volvía loco. Ese olor que manaba de la entrepierna de Scully y que cada vez se hacía más intenso. Dejando los pantalones por la rodilla una mano se introdujo en ese mundo. Poco a poco.

Un dedo solo. Para ver lo que hacía ella. Si gemía, su ronroneaba, si se contorsionaba o hacía algo al sentir un dedo penetrar en la parte prohibida. Lentamente metió su mano entre las piernas de ella y buscó ese preciado lugar. Ajá, ahí estaba. No se equivocaba en sus suposiciones y si el pantalón de pijama estaba casi mojado es que había liquido saliendo de Scully. De su parte más íntima. Miró a la cara de Scully para ver lo que hacía. Había girado la cabeza al otro lado y tenía una mano junto a ella, la otra en su barriga, muy cerca de donde él se encontraba.

Entonces lo probó. Su dedo se deslizó con mucha facilidad entrando y haciendo gemir a Scully durante unos segundos. Pero si ella no se abría de piernas no podía hacer mucha cosa tampoco. Y realmente no pensaba solo hacer trabajos manuales a Scully. Su fijación oral le pedía a gritos que la utilizara y se mojó los labios porque se le habían secado al pensar en ello. Así que volvió otra vez a encargarse de los pantalones. Sin miramientos y sin nada se los bajó hasta los tobillos.

Como si hubiera apretado algún botón en ese momento, las piernas de Scully empezaron a abrirse lentamente. Sin él hacer nada. Como si se estuviera dejando que le hiciera ya lo que tenía que hacerle. Como si le estuviera dando el permiso anhelado para que hiciera lo que fuera con su cuerpo. En medio de su excitación al ver lo que hacía ella inconscientemente una pregunta pasó por la mente de Mulder, era a él quien le estaba dejando o Scully en sus sueños pensaba que era otra persona?

Lo sentía por ese hombre imaginario, pero ahora era él quien estaba ahí. Metiendo otra vez el dedo dentro de ella y sacándolo para olerlo. Olía bien. Olía a Scully excitada. Y ese olor le gustaba. Se lo metió en la boca para probarlo. Sabía a Scully. Y Mulder quería probar más a Scully. Paladearla y que su sabor no se le olvidara nunca.

Ahora con dos dedos. Entraron con facilidad. Los metía y sacaba mientras disfrutaba con la melodía de sonidos que salían por la boca de Scully entreabierta. La pelvis de ella empezó a moverse al compás de sus dedos. No, todavía no quería llegar a ese punto. Así que sacó los dedos y volvió a probar esa parte de Scully que nunca había imaginado probar.

Pero esta vez quería probarla de verdad. Saborearla. Llenarse de ella. Se colocó de manera que su cabeza estuviera entre las piernas de ella. Respiró y el olor a Scully entró por sus fosas nasales y lo absorbieron todas las células de su cuerpo. Y lo hizo. Saco su lengua y la acercó lentamente al lugar donde manaba ese liquido que le gustaba tanto. Para obtener más. Quería que se convirtiera en su manantial particular y que nadie más pudiera beber de él excepto él mismo.

Notaba a Scully convulsionarse mientras él lamía ese centro de placer. Poco a poco. Alternando pequeños mordiscos en el clítoris de vez en cuando. Metiendo los dedos mientras daba pequeños besos. Notando como ella parecía volverse loca por ese ritmo. Acelerándolo más y haciendo que gimiera mas fuerte y que sus caderas se frotaran con su boca cada vez más. Anhelando más. Y él se lo daba. Más rápido. Boca. Más. Dedos. Más. Lengua.

Sí, ahí estaba. Los músculos de Scully se tensaron durante unos momentos. Y él bebió de Scully. Todo lo que salió de su cuerpo. Hasta la última gota. Pasó su lengua por todos los sitios para que no se desperdiciara nada de ese jugo que había salido de Scully.

-Menuda zorra -dijo él mientras se levantaba un poco mareado al hacerlo bastante rápido.

Estaba a punto de estallar. Pero no quería irse de ahí. Lo había pasado tan bien que quería repetir. Otra vez. Mil veces más.

Miró a Scully. Seguía dormida. Era un hecho que no se lo explicaba. No se despertaba ni con un orgasmo. Sabría ella que tenía ese sueño tan profundo? Lo debía de aprovechar él otra vez? Debería saber si Scully era un mujer multiorgasmica?

Una vez más. Solo una más. Su alivio tendría que esperar un poco más. Todavía era el turno de Scully. Pero ahora no iba a estar callado. No. Scully no se despertaría ni aunque una bomba nuclear explosionara en su habitación. Pero rápido ya que quería dormir un poco antes de enfrentarse a ella mañana por la mañana.

Se aclaró la garganta y tragó saliva. La tenía seca. Se acercó al oido de ella ya que estaba seguro que solo podía emitir susurros en ese momento.

-Quieres que lo repita otra vez? Tu sueño es tan profundo que te correrás por segunda vez sin despertarte? Scully, esta noche estás siendo mi conejilla de indias.

8:30 a.m

Sus dedos todavía olían a Scully.

En realidad todo él olía a Scully. Estaba allí, entre las sábanas de la cama del motel. Todavía aspirando el perfume de Scully que se le escurría entre los dedos y que poco a poco se desvanecía.

No tenía ganas de levantarse y enfrentarse a ella. Y encima tenía que reconocer que la cabeza le dolía mucho, pero se lo merecía.

Sabía lo que pasaría. Scully le diría que era un pervertido, que iba a pedir el traslado a Skinner y que no quería volver a verlo por el resto de su vida. Lo estaba viendo en su dolorida cabeza y sabía perfectamente la cara de Scully al decírselo. Roja de rabia. Ultrajada. Decepcionada. Y eso es lo que más le dolía a él. No importaba que estuviera borracho y que en esos momentos no pensara con claridad. Lo que había hecho con Scully estaba mal.

La palabra violación había pasado por su cabeza varias veces. Había violado a Scully. Ella estaba profundamente dormida y se había aprovechado de ella.

Mulder tuvo ganas de llorar en esos momentos. Se mordió el labio inferior. Scully confiaba en él. Siempre había sido su salvadora y él la de ella en los peores momentos. Siempre se habían apoyado en todo. Siempre se habían respetado. Hasta ahora.

Oía a Scully en la habitación de al lado hablando por teléfono. Hacía pocas horas la había dejado todavía durmiendo. Ni siquiera le había subido el pantalón o abrochado la camisa del pijama. Solo la había cubierto con la sábana para que no pasara frío y se había ido corriendo a su habitación para aliviarse. En el grado de excitación que se encontraba no había tardado ni un minuto en correrse. Luego se había dormido hasta hacía media hora cuando se había despertado sudando. Había tenido una pesadilla. Lo más probable es que fuera un sueño premonitorio de lo que iba a ocurrir en pocos minutos. Ahí Scully le dejaba. Estaba seguro que la verdadera Scully haría lo mismo.

Estúpido. Había estropeado la mejor relación de su vida por culpa de sus hormonas mezcladas con alcohol. Como había dejado que esto ocurriera? Como...?

La puerta que comunicaba las dos habitaciones se abrió. Mulder tragó saliva. Estaba de lado, de espaldas a la puerta así que agudizó su sentido del oído al máximo. No oyó pasos por unos segundos. Estaba seguro de que Scully sabía lo que había pasado. Despertarse y encontrarse de esa forma. La puerta de comunicación. Un compañero enfadado. Había atado cabos.

-Mulder?

Un susurro por parte de ella diciendo su nombre. Mulder no se atrevió a girarse. No quería ver esos ojos enrojecidos de ella. Lágrimas derramadas por la confianza perdida. Por su culpa. Ni siquiera respondió. Ni se movió.

Los pasos de Scully empezaron a sonar por la habitación. Se estaba acercando. Eran firmes y decididos. Como las palabras que Mulder esperaba oír de su boca también. No importa las veces que te salvara, tu lo hiciste millones de veces más que yo. Anoche hice algo imperdonable. No titubees ni bajes la mirada al comunicarme tu decisión de dejarme, Scully. Estás en tu pleno derecho. Por mí has pasado la muerte de tu hermana y de tu hija, tu cáncer, eres estéril. Todo por mi culpa. Y además, lo de anoche. Pero si tenía que hacerlo que fuera rápido e indoloro. Un ‘Mulder eres un grandísimo hijo de puta por lo que me hiciste anoche y no quiero saber nada más de ti’ sería perfecto. Escueto y decía todo lo que tenía que decir.

Ni siquiera cuando ella se puso a su lado Mulder tuvo valor para mirarla a la cara. En cambio cerró los ojos al ver su panorámica. Scully no podía ser más alta o la cama más baja. No. A la altura que estaba solo podía ver la cadera de Scully. Esa cadera que la noche anterior había lamido a placer. No, por favor. No debía de pensar en esas cosas. Esas cosas estaban mal.

-Mulder estás bien?

No contestó. Sin embargo se movió un poco para hacerle saber que al menos estaba vivo. Que no se había suicidado tras realizar ese acto tan vejatorio. Scully se arrodilló y ahora su cara estaba casi a la altura de él. En realidad eran sus labios los que estaban su punto de visión. Esos labios que era lo único que le faltó besar. Hizo de todo con su cuerpo menos besarla. Tal vez Scully era como la Bella Durmiente. Si no la besabas seguía durmiendo. En cambio si la besabas se despertaba, aunque Mulder estaba seguro que él no era su príncipe azul. Tenía los labios fruncidos.

-Me estás asustando Mulder, te pasa algo?

Que era eso de preocuparse por él en vez de mandarle a la mierda? Mulder estaba tan sorprendido que levantó la mirada hasta posarse en los ojos de ella. No estaban rojos de llorar. Es más, tenían una pizca de preocupación en ellos. También tenían un brillo especial que Mulder no sabía identificar.

Entonces sonrió. Scully sonriéndole a él. Eso no se lo esperaba. Para nada. No era una sonrisa irónica de esas que a veces se le ponía en los labios cuando decía una de sus teorías. No. Era una sonrisa sincera que Mulder pocas veces había visto en ella. Le intentó tocar la cabeza, seguramente porque él seguía sin responder. Solo la miraba fijamente a los ojos. Sin embargo él se apartó, como si sus dedos quemaran. Su sonrisa desapareció, la preocupación acaparó otra vez la cara de Scully.

-No será que todavía estas enfadado por la pelea de ayer? Los dos estábamos cansados y no sabíamos lo que decíamos. Pero por mí está todo olvidado.

-Que?

Le salió en un susurro. Ella le estaba pidiendo disculpas por...qué? Acaso no se había dado cuenta de cómo había amanecido o acaso amanecía de la misma forma todos los días? Así era la mañana después de tener un orgasmo? Bueno, varios, si él era bueno en eso tampoco iba a quitarse mérito. Mulder se sentó en la cama de un salto. Una idea le rondaba por la cabeza desde el mismo momento que Scully no le había gritado nada más aparecer por la puerta y se comportaba como cualquier día. Bueno, suponía que era como cualquier día, porque nunca se había presentado en su cuarto estando él en la cama y le había despertado.

-La pelea de ayer fue una tontería, Mulder. Olvídalo. Y ahora vístete que tenemos trabajo que hacer.

Ah, era verdad. Tenían que coger un vuelo de las once de la mañana para Washington. Se debía de dar prisa.

-Voy a preparar la maleta, ayer no la hice -dijo levantándose rápidamente.

-No Mulder. Todavía no vamos a ir a Washington.

Cuantas veces se le tendría que parar el corazón esa mañana? Dos veces. Ya llevaba dos veces en cinco minutos. Scully le estaba sorprendiendo. La noche pasada quería salir a toda costa de ese pueblo perdido y ahora quería quedarse. Pero las ordenes de jefe eran órdenes, quisieran o no.

-Pero Skinner dijo...

Otra sonrisa. Esta vez no tan abierta como la anterior. Solo una curvatura en sus labios, pero a Mulder el tiempo le había enseñado que esas eran las mejores sonrisas de ella. Las que más le gustaban. Esas sonrisas que aunque ella no quería mostrarlas, le salían sin que pudiera hacer nada por ocultarlas.

-Olvídate de Skinner. Le acabo de llamar antes y le he dicho que necesitábamos unos días más para resolver el caso.

-Pero si ayer decías que...

-Ayer estaba cansada y me quería ir de aquí, sí. Pero he pasado una noche... -los segundos de silencio que acompañaron a esta frase a Mulder se le hicieron eternos- agradable y esta mañana me lo he pensado mejor. Así que vístete y vamos a la oficina del sheriff a ver otra vez las pruebas. Te espero en la puerta.

Diciendo eso Scully salió por la puerta.

Sus sospechas fueron aumentando. Mientras se ponía el pantalón del traje y se cambiaba de camisa Mulder pensaba y pensaba. Ni siquiera se duchó. Todavía tenía el olor de Scully y no iba a deshacerse de él así como así.

-Mulder? -Scully tocó la puerta de la calle de su habitación.

-Sí, ya estoy.

Mulder cogió la chaqueta de su traje que estaba tirada en el sillón y se la puso mientras salía de la habitación y se reunía con Scully en la calle. Miró a Scully. Nunca la había visto de esa forma. Estaba igual que otros días pero sin embargo... distinta. Sus ojos azules no se mostraban tan esquivos con los de él y pareció que le hacía un repaso de arriba a abajo cuando estaba en la habitación.

Cerró la puerta del motel.

No se lo podía creer pero... tal vez Scully la noche anterior se estaba haciendo la dormida?

FIN

xf, msr, fanfic

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