Número: 024/100.
Título: No soy perfecto, Hayato tampoco. [7/25].
Fandom: Uta No Prince-Sama Maji Love 1000%
Claim: Tokiya/Hayato Ichinose.
Rating: K+.
Extensión: 1,074 palabras.
Advertencias: Angst, self-cest, hurt/confort. Basado en el capítulo tres del anime.
Para: Mi tabla Angst de la comunidad
minutitosPrompt: #10.- Mentiras.
Los estudiantes se aglomeraban para ver los resultados de sus audiciones. Nada le fastidiaba más que ver a tanta gente reunida en un mismo lugar. Tenía que reconocer que hasta en los conciertos le sacaba de quicio verles empujándose para obtener la mejor vista. Era deprimente.
Sin embargo, tuvo que seguir a la multitud y quitar a unos cuantos de su camino para mirar las listas. Por lo menos sólo veían su calificación y se largan o a llorar o a festejar por ahí. Pronto, el salón se quedó con veinticinco o treinta personas, menos de la mitad
Buscó su nombre en las hojas de papel pegadas al tablero de madera. No encontró nada.
Apretó los labios, casi deseó romper las listas con sus propias manos, ahí, en frente de todos.
Pero la celebración de dos chicas hizo que se desviara de sus deseos: Haruka y esa otra pelirroja, Otoya se les uniría después.
El espectáculo le resultó desagradable, y más con la felicidad tan exagerada que se traían consigo.
¿Era envidia, acaso?
Hayato lo volvía a desafiar. Le golpeteaba con preguntas cínicas que no hacían más que destrozarle el autoestima, si es que aún tenía un poco de eso.
Trató de ignorarlo y se quiso concentrar en lo que decía la profesora, o profesor o lo que fuese. Había veces en las que su vista se nublaba por el esfuerzo que hacía en desviar su atención de lo que Hayato le repetía.
“Ríndete”
De pronto y como si no fuera él quien volteara la cabeza, le lanzó una impetuosa mirada a la joven de cabellos rosados. Para su suerte, no se dio cuenta.
-Lárgate de una vez -Tokiya empezó una guerra psicológica con su hermano, no era tan extraño como parecía; en realidad, era de lo más normal.
-No me faltes al respeto, hermanito -replicó con un aire sarcástico y una voz suave, casi irreconocible-, mejor ocúpate de lo que acabas de p e r d e r.
La furia se apoderó de sí de nueva cuenta.
Estaba tan absorto en la discusión que, para cuando despertó, ya todos se había ido a sus clases.
-Tsk.
Se cubrió el rostro con la diestra durante unos segundos, los suficientes como para recobrar el sentido de la realidad. Necesitaba estar cuerdo para reclamar la calificación que merecía.
No supo cómo, ni por qué, pero sus piernas no lo llevaron hacia el pasillo donde estaba su salón de clases, si no a la dirección opuesta, donde casualmente estaba él: su repugnante maestro.
Pronto lo alcanzó. Fue una coincidencia en la que seguro los buenos instintos de Hayato tenían que ver.
- ¡Hyuga-sensei! -llamó para que éste se detuviera.
¿Estaba sordo? Parecía como si no le hubiera prestado atención, pero cuando se paró en seco, supo que se arrepentiría de haberlo perseguido.
- ¿No estás satisfecho con tus resultados? -le daba la espalda.
Agh, qué falta de modales. Así acostumbraban ser los actores, unos completos cretinos.
Bajó la mirada y frunció el ceño, no daría ni un paso hacia atrás.
-No estoy de acuerdo con su puntuación baja -el suelo no era tan interesante, después de todo-. Sé que canté perfectamente -alzó el rostro y le clavó sus ojos en la nuca-, todo lo que estaba en la hoja, yo…
-Ah, sí -se giró. Las manos en los bolsillos, ojos desafiantes, típico-, pero, te faltó usar lo más importante…
Además de interrumpirle, se atrevió a acercarse de más a sí. Cuánto odio acumulado en tan pocos minutos.
-…Eso que se llama “corazón” -su profesor se inclinó apenas para quedar a su altura, luego le pegó el índice al pecho y cerró los ojos para darle emoción al asunto. Qué tipo-. ¿Sabes? Cuando se trata de corazón, hasta la canción de tu odiado hermano es mejor.
Tokiya no dejaba de verle, quién sabe qué le haría estando solos allí. La confianza no era algo que lo caracterizara a esas alturas de su vida.
-En todo caso… -ahí estaba de nuevo, observándole como una fiera-, perderás tu lugar en la clase S.
¿Bromaba? No podían hacerle eso, no al hermano menor de Hayato…
El mayor retomó su camino, empleando toda la frialdad del mundo en sus últimas palabras.
-Lo siento, yo no creo en las mentiras.
A Hyuga Ryuya no le gustaba andarse con rodeos, menos con idols fracasados que necesitaban de una mano para levantarse. Nada mejor que la verdad para quitarles el embeleso de su supuesto éxito.
Al retirarse, sus pasos hicieron un escándalo, uno que sólo era obra de su mente perturbada.
Se mantuvo ahí unos momentos, como esperando a que aquél hombre tan engreído regresara y le dijera que todo se trataba de una broma de mal gusto. No fue así.
Él también emprendió su regreso hacia su clase, hacia su cualquier lugar, en realidad.
-Tranquilo, hermanito -escuchó de pronto. Lo impactó tanto como un golpe en la cabeza-, yo estaré contigo pase lo que pase, ¿ne?
-Tú…
Pero no estaba solo, una figura femenina apareció sin previo aviso…
Quedose de nuevo inmóvil al verle, no por la sorpresa, si no porque estaba en medio y le impedía el paso.
Hubo un silencio tremendo, uno para el que no tenía ánimos de soportar.
Ella no se lo creía, él no lo entendía.
-Eh, lo siento por lo de la última vez… -dijo como para romper el hielo y agachó la mitad de su cuerpo para poder disculparse de verdad-. Yo fui muy grosera…
Se incorporó con rapidez como para poder admirarlo, para asegurarse de que no se trataba de su ídolo: de Hayato.
Su expresión de pocos amigos no cambió en lo absoluto, de hecho empeoró. Era confundido nuevamente.
¡Genial! Era uno de esos abominables días.
Deslizó su mirada al piso como lo había hecho antes, solía hacerlo cuando la situación era tan deprimente como para querer resguardarse de su entorno.
- ¿Cuál es la razón de disculparse ahora? -fingir no le haría daño, es más, ya se había hecho inmune a tales actos-. ¿No será que tienes la intención de ganarte mi confianza para poder conocer a mi hermano?
Hermano, buen chiste.
-No, yo nunca…
-Olvídalo.
Sí, la salida era una buena opción. A sus espaldas, la impresión de la chica lo dejaba satisfecho mientras se retiraba.
Ése era el primer acto, quizá Ichinose Tokiya sería reconocido sólo así: mintiendo y burlándose de las fans, de sus fans.