Lo que siempre había deseado - Seiya/Serena
Título: Lo que siempre había deseado.
Fandom: Sailor Moon.
Claim: Seiya/Serena.
Extensión: 585 palabras.
Notas: Escrito para la tabla Ilusoria de 30vicios y para el reto_diario.
Desde que Serena tiene memoria, siempre había deseado casarse y ser una hermosa novia. Quería casarse con un vestido blanco, con una enorme cola que sería llevada por unos hermosos niños (preferiblemente dos gemelos rubios con ojos azules, pero si no era así, tampoco era tan quisquillosa, podían no ser rubios).
Para la suerte debía llevar algo nuevo (el vestido), algo viejo (un brazalete que le había regalado su abuela al morir), algo azul y algo prestado (ya vería qué usar para completar lo que necesitaba cuando llegase el momento).
Caminaría al altar, sujeta del brazo de su padre, estando el camino formado por un montón de flores del mismo color de las que llevase en su mano. Estaría muy nerviosa; pero de todos modos feliz por comenzar su sueño de ser una excelente madre y esposa.
Sus mejores amigas serían las damas de honor y estarían allí con pañuelos por si se ponía a llorar, llevarían hermosos vestidos rosas todos iguales. Y el padrino sería el mejor amigo del novio. Y los invitados estarían allí con arroz para luego de salir de la Iglesia le tirasen a los novios.
El cura les uniría, luego de decir algún chiste que hiciera que todos los invitados riesen. La Primera Lectura la leería su madre, la cual sería “La preeminencia del amor”. Luego el sacerdote uniría a los novios, quienes se besarían como si el mundo empezase y terminase solamente en ese beso. Después, cuando creyesen que la boda había terminado, el padrino les sorprendería al haber contratado una banda para cantarles una versión empalagosamente romántica de “All you need is love”, en la misma capilla, como en la película de Love Actually.
Cuando llegasen a la recepción, el primer baile sería con su esposo, luego con su padre, seguido del padrino. Bailarían toda la noche. Cortarían la enorme torta de cuatro pisos, la cual sería tan rica que todos los invitados querrían una porción. Antes de marcharse a su luna de miel, su padre tendría un berrinche acerca de que su nena aun era demasiado pequeña como para abandonar el nido; pero terminaría aceptando el inminente hecho de que su niña ya no lo era tanto.
Sería la mejor boda en mucho tiempo. Tendría la mejor música y los invitados llorarían y reirían por los novios, como en las mejores películas de comedia romántica. Pasarían cosas vergonzosas y miles de cosas saldrían mal, terminando siendo improvisadamente geniales. Pero sería una boda memorable, de esas que tendrían que estar en alguna película de Hollywood.
Claro que esos habían sueños de una niña, que había conservado durante bastante tiempo en su adolescencia, sobretodo al conocer a Darien y luego a Rini, con el futuro que les esperaba. Él le había consentido todos los caprichos para aquella boda; pero no se dio cuenta de que no se podía conseguir todo lo que una quería hasta el momento en que caminaba al altar del brazo de su padre. A pesar de que todo iba de acuerdo con lo que quería de pequeña, algo andaba mal.
Sólo podía pensar que era irónico era que ahora que a sus 23 años se estaba casando, teniendo todo lo que una vez de niña deseó y a pesar de eso, no era feliz. Porque se había olvidado de desear lo más importante: casarse con el hombre que amaba. No se estaba casando con Seiya.
Porque sin importar cuán perfecta fuese una boda, no tenía sentido si no te unías a la persona que amabas.
Fandom: Sailor Moon.
Claim: Seiya/Serena.
Extensión: 585 palabras.
Notas: Escrito para la tabla Ilusoria de 30vicios y para el reto_diario.
Desde que Serena tiene memoria, siempre había deseado casarse y ser una hermosa novia. Quería casarse con un vestido blanco, con una enorme cola que sería llevada por unos hermosos niños (preferiblemente dos gemelos rubios con ojos azules, pero si no era así, tampoco era tan quisquillosa, podían no ser rubios).
Para la suerte debía llevar algo nuevo (el vestido), algo viejo (un brazalete que le había regalado su abuela al morir), algo azul y algo prestado (ya vería qué usar para completar lo que necesitaba cuando llegase el momento).
Caminaría al altar, sujeta del brazo de su padre, estando el camino formado por un montón de flores del mismo color de las que llevase en su mano. Estaría muy nerviosa; pero de todos modos feliz por comenzar su sueño de ser una excelente madre y esposa.
Sus mejores amigas serían las damas de honor y estarían allí con pañuelos por si se ponía a llorar, llevarían hermosos vestidos rosas todos iguales. Y el padrino sería el mejor amigo del novio. Y los invitados estarían allí con arroz para luego de salir de la Iglesia le tirasen a los novios.
El cura les uniría, luego de decir algún chiste que hiciera que todos los invitados riesen. La Primera Lectura la leería su madre, la cual sería “La preeminencia del amor”. Luego el sacerdote uniría a los novios, quienes se besarían como si el mundo empezase y terminase solamente en ese beso. Después, cuando creyesen que la boda había terminado, el padrino les sorprendería al haber contratado una banda para cantarles una versión empalagosamente romántica de “All you need is love”, en la misma capilla, como en la película de Love Actually.
Cuando llegasen a la recepción, el primer baile sería con su esposo, luego con su padre, seguido del padrino. Bailarían toda la noche. Cortarían la enorme torta de cuatro pisos, la cual sería tan rica que todos los invitados querrían una porción. Antes de marcharse a su luna de miel, su padre tendría un berrinche acerca de que su nena aun era demasiado pequeña como para abandonar el nido; pero terminaría aceptando el inminente hecho de que su niña ya no lo era tanto.
Sería la mejor boda en mucho tiempo. Tendría la mejor música y los invitados llorarían y reirían por los novios, como en las mejores películas de comedia romántica. Pasarían cosas vergonzosas y miles de cosas saldrían mal, terminando siendo improvisadamente geniales. Pero sería una boda memorable, de esas que tendrían que estar en alguna película de Hollywood.
Claro que esos habían sueños de una niña, que había conservado durante bastante tiempo en su adolescencia, sobretodo al conocer a Darien y luego a Rini, con el futuro que les esperaba. Él le había consentido todos los caprichos para aquella boda; pero no se dio cuenta de que no se podía conseguir todo lo que una quería hasta el momento en que caminaba al altar del brazo de su padre. A pesar de que todo iba de acuerdo con lo que quería de pequeña, algo andaba mal.
Sólo podía pensar que era irónico era que ahora que a sus 23 años se estaba casando, teniendo todo lo que una vez de niña deseó y a pesar de eso, no era feliz. Porque se había olvidado de desear lo más importante: casarse con el hombre que amaba. No se estaba casando con Seiya.
Porque sin importar cuán perfecta fuese una boda, no tenía sentido si no te unías a la persona que amabas.