Título: Perdón.
Fandom: Sailor Moon.
Claim: Seiya/Serena.
Extensión: 977 palabras.
Notas: Escrito para la
tabla Ilusoria de
30vicios y para el
reto_diario.
-Por tu culpa no he nacido- le dijo ácidamente Rini, mirándole con un odio con que creía que no podría lidiar. Quiso responderle; pero no pudo, parecía que se había quedado muda. Tan solo podía ver cómo quien hubiera sido su hija, le despreciaba. Y no podía culparla. Tenía razón, si se hubiese quedado con Darien, ella hubiese nacido. Quiso decirle que lo sentía, que se odiaba todos los días de su vida por haber puesto por encima su propia felicidad a la de ella. Pero no habría podido lograrlo, se sentía incapaz de pensar en otra vida que no fuera junto a Seiya. Lo único que le hacía sufrir por ese destino perfecto que habían arruinado era el que ella nunca nacería. Todas las palabras habían quedado trabadas en su garganta, porque solo podía llorar, por Rini y por ella, al haber sido egoísta. -Jamás te podría perdonar.
Y esa fue la última cosa que necesitaba para desmoronarse. Sabía que jamás podría ser perdonada; pero que se lo dijese hacía que su mundo entero se desmoronara.
Serena se despertó sobresaltaba y empapada de sudor, sintiendo las lágrimas cayendo por sus mejillas, sin que pudiese hacer algo para evitarlo. Su respiración era trabajosa. Hacía tiempo que no se sentía tan mal. Lo más seguro era porque hacía tiempo que no tenía pesadillas con Rini. Tsukiko había dado bastante trabajo cuando era recién nacida, lo cual hacía que ambos padres quedasen agotados. De modo que en los últimos meses no había tenido oportunidad de pensar demasiado en otras cosas que fuesen pañales sucios y otras cosas concernientes a la niña. Pero ahora no era necesario estar tan al pendiente de ella, las pesadillas habían vuelto, en la semana no había podido evitar pensar en Rini varias veces, ya que se supondría que hacía dos días, cumpliría años o nacería. Nunca habían sabido con exactitud la fecha de su nacimiento; pero el tiempo que había estado en la tierra le habían festejado el cumpleaños en esas fechas. Pero no siempre le recordaba de manera agradable. Casi siempre pensaba en que seguramente, en el lugar donde estuviese, le estaría odiando por haber arruinado su familia.
Esos días había estado algo inquieta, así que no debería haberse sorprendido tanto por haber tenido pesadillas. Sin embargo, nunca terminaba de acostumbrarse. Lo único bueno de eso era que no había despertado a Seiya. Él llegaba a preocuparse demasiado por ella cuando tenía pesadillas y se angustiaba aun más que ella. Solía moverse mucho cuando tenía pesadillas, pero parecía que este no había sido el caso, o quizá el sueño de su marido se estaba poniendo más pesado con el tiempo.
Se quitó de encima el brazo con el que Seiya le mantenía sujeta por la cintura, intentando ser lo más delicada posible porque en verdad no quería despertarle y hacerle pasar un mal rato. E intentando ser lo más silenciosa posible se fue al baño anexo a su habitación.
Se mojó el rostro intentando regularizar su respiración; pero le estaba costando bastante. Las manos le temblaban levemente y sentía que en cualquier momento devolvería todo lo que había cenado. Todavía las palabras de Rini le daban vueltas por la cabeza, sin intenciones de irse en un largo rato. Necesitaba tranquilizarse, sino no podría volver dormirse o peor, volvería a tener aquella pesadilla (o una peor).
Nunca había logrado quitarse la culpa de encima y dudaba mucho que alguna vez pudiese lograr hacerlo. Sin embargo no había vuelta atrás y se conocía lo suficiente como para saber que volvería a escoger a Seiya por encima de todo. Había elegido esa vida con el hombre que amaba y con la hija que tenía en esa realidad, encima ahora estaba embarazada de nuevo. Por mucho que quisiese que las cosas fuesen diferentes, que Rini hubiese sido hija de Seiya en vez de Darien, o que jamás le hubiese conocido, las cosas eran así.
Se sentó en el banquito que dejaban en el baño, esperando pacientemente a ver si terminaba vomitando como había pensado. Pero, para su suerte, las ganas se le fueron luego de unos minutos con la mente en blanco. Volvió a la recámara, esperando acurrucarse a Seiya e intentar dormir unas horas más. Pero cuando llegó, notó que el otro se había movido del lugar donde le había dejado y estaba con los ojos entrecerrados, intentando visualizar su figura en la penumbra.
-Vamos, Seiya. Vuelve a dormir, que es tarde- se apresuró a ordenarle antes de que el otro pudiese decirle algo. Claro que hacer callar a Seiya no era tan fácil.
- ¿Estás bien?
Parecía que se había dado cuenta de su estado, a pesar de la oscuridad, no quería ni imaginarse cómo debía verse.
-Sí, solamente creí que iba a vomitar; pero no lo hice. Estoy bien- aseguró, aunque no creyó que su tono fuese demasiado convincente. Pero en parte, eso era verdad, hacía unos días habían empezado las odiosas nauseas. No podía esperar a que se terminarse esa parte tan odiosa del embarazo.
Seiya suspiró, aunque no supo si se lo había creído o no, porque en vez de responderle y continuar hablando acerca del tema, solamente movió las sábanas para dejarle su espacio para después darle un par de palmadas a la cama, invitándole a que volviese a dormir a su lado. Serena aceptó, agradeciendo que no quisiese continuar. Luego Seiya le dejó un espacio entre sus brazos para apoyarse sobre su pecho desnudo y le acarició el cabello, intentando reconfortarle un poco.
Cuando Serena estuvo a punto de dormirse, escuchó a Seiya le susurraba:
-Gracias.
Fue más un "gracias por haberme elegido, a pesar de que haya sido la decisión más difícil de tu vida". Y en momentos como ese, Serena recordaba cuánto le amaba y que nuevamente le habría elegido a él, porque siempre sería su debilidad.
"Perdóname, Rini."