A Neville le gustan las clases de Herbología.
Se siente bien con el trabajo a pulso propio, con el sudor que provoca el esfuerzo y la gloria de un trabajo bien hecho. También están los puntos para su casa, claro. Ahora entiende un poquito más a Hermione.
Le gusta la mirada de orgullo de la Profesora Sprout, se siente maravillado de que alguien se enorgullezca de él cuándo, a su parecer, no haya hecho nada especial que lo amerite. Demasiado surrealista, en su opinión.
Es una alegría, una victoria personal, escuchar” ¡Longbottom! Diez puntos más para Gryffindor”, y a si mismo una satisfacción, porque, en aquellos momentos, nadie le mira de reojo ni se voltea en su puesto, dispuestos a atestiguar qué accidente le acontece ahora, mas bien, le aplauden.
Pero, sin lugar a dudas, una de las cosas que a él más le agradan de ésa clase, es Hannah Abbot.
Es el poder rozar su mano por “accidente” mientras se alcanzan la tijera para podar.
Es tener una excusa para tocar su rostro, alegando que “Tienes un poco de tierra en los cachetes”
Es la sonrisa animosa de ella, alentándolo constantemente.
Es un guiño de ojos, cómplice.