Fic: Chip off the old block

Oct 02, 2007 16:33

Título: Chip off the old block

Pairing: Realmente necesitais preguntarlo.

Sumario: Si lo cuento, dónde está la gracia?



Chip off the old block

Capítulo 1

Los primeros rayos de luz del verano despertaron a Allison de su plácido y merecido descanso. Desde su vuelta al hospital universitario de Princeton Plainsborough, su vida profesional había dado un giro de 360º. A pesar de haber recibido multitud de ofertas de diversos hospitales del país, ninguna había podido superar a la que le hizo la Doctora Cuddy y que la había convertido en la jefa del departamento de Inmunología. Ahora llevaba sus propios casos y contaba con un equipo de doctores que si faltos de experiencia, mostraban el interés y la inteligencia suficiente para convertirlos en grandes profesionales.

Allison sintió moverse el colchón y al girarse despacio se encontró cara a cara con el otro gran cambio de su vida. Gregory House permanecía dormido y ajeno al escrutinio al que su novia, desde hace más de seis meses, le estaba sometiendo. Cuando dormía, la cara de Gregory reflejaba una calma y tranquilidad que nada tenían que ver con la dura expresión de su rostro despierto. Allison nunca lo hubiera podido imaginar pero a su novio le encantaba dormir abrazado a ella y a pesar de tener un sueño profundo, bastaba que Allison se levantara de la cama, para que él abriera los ojos desconcertado y de alguna manera cabreado por la interrupción de su descanso.

“Deja de mirarme tanto. Asume que soy guapo y vuélvete a dormir” dijo él de repente.

“Pensaba que estabas dormido”.

“Eso te pasa por pensar. Ala, ahora cierra los ojos y a dormir” replicó Gregory atrayéndola hacia su cuerpo de tal manera que podía apoyar la barbilla en la cabeza de ella.

“Greg, son las siete y media. Nos tenemos que levantar dentro de nada” Allison movió la pierna derecha con cuidado entre las dos de su novio. “Aunque por lo que veo el monte Gregory está preparado y más que listo” sonrió burlona.

Gregory abrió un ojo. “Allison Catherine Cameron, eres una cochina. ¿Tanto colegio de monjas y tanto ir a misa para esto? Te vas a enterar”. Y diciendo esto Greg la cogió de la cintura y le dio la vuelta de tal forma que ella estaba tumbada de espalda y él sobre ella apoyando todo el peso en sus manos. “¿Qué te parece el monte Gregory ahora?”.

“Creo que sé un par de cosas que le gustarían” contestó Allison antes de reclamar los labios de Greg. Ni que decir tiene que ambos doctores llegaron tarde a trabajar pero cuando por fin llegaron, de la mano, todo el mundo pudo ver que los dos sonreían ampliamente.

Capítulo 2

La doctora Cuddy estaba despidiendo a unos benefactores en recepción cuando vio entrar a dos de sus doctores favoritos. Una vez sola se acercó sonriente a ellos
.
“Llegáis tarde, los dos”.

“Lo siento, doctora Cuddy, no volverá a pasar” se intentó disculpar Cameron.

“Son solo las nueve” protestó House que según su particular horario, llegaba pronto..

“¿Sabes que el horario de entrada es a las ocho, verdad House?”.

“Nah, esas no son horas de empezar a trabajar en un país civilizado. Deja de darme el coñazo, Cuddles, y da las gracias a Cameron por haberme despertado antes”.

“House, que tú llegues tarde lo tengo asumido pero espero que tu relación con Cameron no la pervierta y ahora ella adquiera tus malos hábitos”.

“Hombre, estrictamente ha adquirido otra cosa y POR ESO hemos llegado tarde. Para más información, consulta mi cuenta de myspace” añadió House mientras se acercaba al ascensor. “¿Vienes, doctora Cameron? Que llegamos tarde”.

Cameron sonrió tímida a Cuddy y después siguió a House hacia el ascensor. “Lo siento, doctora Cuddy. Prometo no convertirme en un segundo House”.

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Eran las 12 de la mañana y House estaba tan muerto de aburrimiento que ya ni su PSP ni su iPod conseguían entretenerle. Hacía días que había resuelto el último caso y aunque ahora debería estar poniendo al día a los dos nuevos miembros de su equipo, Chase parecía estar haciendo un buen trabajo explicándoles como funcionaban las cosas en el departamento.

Cuando Cuddy le informó que había ofrecido trabajo a Chase, House no pudo evitar sentirse muy enfadado. Él había despedido al joven intensivista y ahora Chase volvía a trabajar al hospital como si su decisión no importara nada. Después de largas discusiones con Cuddy, esta le hizo entender que Robert Chase era un buen médico y que si House era listo, utilizaría la experiencia del jóven en el departamento de diagnóstico.

Muchas cosas se podían decir de House, pero que desaprovechara una oportunidad para delegar sus obligaciones no era una de ellas. Se presentó en el despacho de Cuddy cuando ella estaba entrevistando a Chase y sin dejarles hablar, ofreció a Chase un puesto como asistente en su departamento. El jóven fijó su mirada en Cuddy tratando de averiguar si todo era una broma de House pero la expresión de ella no
le dejó duda. Después de una larga conversación en la que House se mostró casi razonable y civilizado, quedó establecido que Chase trabajaría en el departamento de diagnóstico como adjunto de House; llevaría sus propios casos y supervisaría a los nuevos médicos que llegaran.

Gracias al joven Chase, House se había librado de entrevistar a los nuevos médicos, tener que enseñarles las instalaciones y básicamente esforzarse lo más mínimo con los pacientes. Lo que evidentemente le había dejado mucho más tiempo para amargarle la vida a su amigo, el doctor James Wilson y para subir a Inmunología y disfrutar de algunos momentos de calidad con la doctora Cameron.

Pensar en Cameron trajo una sonrisa a su rostro. Cogiendo su bastón se acercó con paso ligero a la puerta hasta que fue interrumpido por Chase.

“House, bajo a la clínica” anunció el jóven.

“¿Para qué?”.

“Para hacer mis horas . . . “ contestó con el mismo tono con el que hablaría a un niño de dos años.

House se acercó a Chase y le pasó un brazo por los hombros. “Chase, Chase, Chase, ¿no te he enseñado nada en estos tres años? Tienes a dos lacayos ahí sentaditos, todos monos, que tienen, no, deben seguir tus órdenes”.

“House, no sabes lo que me tocaba las narices tener que hacer tus horas por ti”.

“Pues ala, a fomentar experiencias con los pitufos” dijo House abriendo la puerta que comunicaba su despacho con la sala de reuniones. Los doctores Jackson y Carter miraron nerviosos a House.

“Vosotros dos, a hacer las horas en la clínica por el doctor Chase y por mi. Chase, pásales tu identificación”.

“Pero . . . ¿y si nos ve la doctora Cuddy?” preguntó Jackson temeroso.

“Como te vea la doctora Cuddy, te veo haciendo exámenes de próstata los próximos dos años de tu vida, así que tú mismo, majete”.

Cuando los dos doctores abandonaron la sala de reuniones, House se acercó a la puerta para verles marchar. “¿Ves? Es fácil. Tienen que obedecerte, tú eres el maestro jedi y ellos son los padawans”.

“¿Estás hablando de Star Wars? No sabía que te gustaran ese tipo de películas”.

“¿Qué dices? Son las mejores películas de la historia. Bueno, no me líes que tengo cosas muy importantes que hacer”.

“¿Cómo visitar a Cameron?”.

“Por ejemplo, he leído no sé donde que por fin he alcanzado mi plenitud sexual y quiero ver si ella opina lo mismo. Ala, tú lárgate, que no quiero verte hasta después de comer”.

Chase salió con paso firme pero en vez de dirigirse hacia el ascensor, encaminó sus pasos hacia el pasillo que comunicaba con otra ala del hospital. House había descubierto que Chase quería ligar con una enfermera de hematología y que aprovechaba la más mínima oportunidad para hacerle una visita. En cualquier otro momento, House se hubiera mofado del joven a la mínima oportunidad pero ahora todo era diferente y aunque nunca lo admitiera abiertamente, se alegraba de que Chase hubiera encontrado el amor. Y si eso le hacia olvidar sus aventura con Cameron . . . pues mejor.

Capítulo 3

Cuando el ascensor llegó a la quinta planta, todas las enfermeras contemplaron nerviosos como el doctor House salía del mismo y se encaminaba hacia el departamento de Inmunología. Aunque todo los trabajadores del hospital sabían del carácter del doctor, House nunca había visitado esa planta antes y por tanto las enfermeras no habían tenido que lidiar con él. Sin embargo, desde que la doctora Cameron había vuelto a trabajar, la presencia de House atemorizando a todo aquel que se cruzara en su camino era más que frecuente.

La jefa de enfermeras de planta, Kate Ford, había recibido multitud de quejas de su equipo pero no había nada que ella pudiera hacer. Además, la doctora Cameron siempre se disculpaba por el comportamiento de su novio, y Kate adoraba a la joven doctora.

Al llegar a la sala de reuniones, muy parecida a la que tenían en diagnóstico, House observó a Allison hablando con su equipo. A pesar de ser la jefa de departamento más joven del hospital, Cameron había conseguido formar un equipo preparado y muy sólido con el que ya había resuelto algunos importantes casos. Desde su posición, House pudo ver como el doctor Anderson, un joven alto, moreno y de ojos azules ladeaba la cabeza en el momento en el que Allison se giraba para escribir algo en la pizarra. La mirada de Anderson no le gustó nada a House y decidió hacer algo al respecto.

“¿A quién tengo que beneficiarme para que me den una sala como esta?” preguntó sobresaltando a todos los presentes. Allison se giró y sonrió al verle entrar.

“Hola, doctor House, que yo sepa la sala de tu departamento es exactamente igual que esta”.

“Puede, pero aquí hay algo que yo quiero” y diciendo esto agachó la cabeza lo suficiente para besarla en los labios. Lo que al principio parecía un inocente beso, se convirtió en algo más serio cuando dejando caer su bastón la abrazó mientras con apoyaba su mano izquierda sobre la cabeza de ella.

“Greg, ahora no . . .” dijo ella intentando escapar del abrazo, más por la compañía de su equipo que por falta de ganas.

“Aquí si” replicó él besándola de nuevo. En ningún momento habían escondido su relación en el hospital y para sorpresa de todos, Gregory House se había revelado como un romántico dejando regalos a Allison en el despacho y acompañándola hasta tarde cuando ella se tenía que quedar estudiando algún caso.

Cuando por fin, despegaron sus labios, Allison apoyó su cabeza contra el pecho de Greg unos segundos antes de volverse hacia su equipo.

“Bueno, ya es casi la hora de comer así que bajad a la cafetería a comer algo. A la vuelta, pasad por el laboratorio y haced las pruebas que os he pedido. No quiero que el señor Shaughnessy pase un minuto más de lo necesario en el hospital”.

Los tres doctores se levantaron rápidamente con la intención de dejar a la pareja sola cuanto antes.

“¡Anderson!” exclamó House haciendo que el joven se girara con cara de pánico.

“Si, doctor House”.

“¿Ves esto?” House cogió su bastó y lo levantó. “La próxima vez que te pille mirándole el culo a mi novia, lo voy a utilizar para sacarte las amígdalas. . . vía rectal. ¿Comprendido?”.

Anderson asintió bajando la cabeza arrepentido. House y Cameron vieron a través del cristal como los tres doctores abandonaban el pasillo casi corriendo hacia el ascensor.

“¿Era necesario amenazarle con meterle el bastón por el culo, Greg?”.

“Si” contestó tajante mientras corría las cortinas que evitaban que nada se viera desde fuera para después cerrar la puerta con llave.

“¿Se puede saber qué haces?” Allison fingió sorpresa mientras jugaba con los botones de su camisa.

“Por muy bien que te llevas con las enfermeras, no creo que quieras compartir eso con ellas. . . ¿o te va el rollo hacerlo con público?”.

“Greg, si no quieres dormir en el sofá durante un mes Y sin sexo, cállate y ven aquí”.

“Si señora” respondió obediente.

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Greg abrió los ojos desorientados y miró a su alrededor. Nunca agradecería demasiado a la persona que decidió poner un sofa-cama en el despacho que ahora ocupaba Allison. Desde luego ellos estaban haciendo buen uso del mismo. Cuando el dolor de la pierna se hizo más presente, Greg se giró con cuidado de no despertar a su novia e intento coger el bote de vicodin del bolsillo de la chaqueta.

“Espera, yo te lo cojo” anunció Allison.

“Lo siento, no quería despertarte”.

“No te preocupes; de todas formas mi equipo vendrá en breve y, además, se supone que tendríamos que estar comiendo” dijo ella besándole en la mejilla.

“Bueno, yo ya he hecho algo de hambre, la verdad. Por tu culpa, ahora tengo que bajar y convencer a Wilson para que me invite a comer”.

“Pobrecito Greg”.

“Me siento tan usado, te aprovechas de mi cuerpo serrano y luego te cachondeas de mi”. House se levantó y empezó a vestirse despacio.

“No te he oído quejarte antes, de hecho, parecías bastante satisfecho” bromeó Allison.

“Me he liado con una ninfómana” se repetía a sí mismo como si Allison no estuviera en la habitación.

Ambos terminaron de vestirse y juntos ordenaron el despacho justo a tiempo de que Wilson llamara a la puerta.

“Cameron, House, ¿estáis ahí?”.

“Estamos ocupados, Jimmy”. Gritó Greg

Allison abrió la puerta y dejó pasar al oncólogo. “House, Cuddy te estaba buscando. Algo de que tenías que estar en la clínica desde las 11”.

“Pues que me espere sentada” replicó Greg.

“House, no creo que debas tentar a Cuddy. Sabe que Allison y tú disfrutáis de ciertos ‘momentos de intimidad’ y os lo permite siempre que hagáis vuestro trabajo”.

Allison miró a House y de alguna manera, los dos se sintieron culpables de traicionar la confianza de la doctora Cuddy.

“Vale, ya bajo a hacer mis horas” dijo House como lo haría un niño de 5 años que acabara de recibir una regañina. Se acercó a Allison, y le dio un beso en los labios antes de encaminarse hacia los ascensores.

James se volvió hacia Allison. “No sé como lo has hecho pero ha funcionado. Gregory House empieza a comportarse como un adulto”.

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Cuando House entró en la clínica, se encontró con los jóvenes miembros de su equipo.

“¿Qué tal van mis horas?” preguntó sonriente.

Carter dejó una de las carpetas sobre la mesa de enfermeras con rostro cansado.

“No entiendo porque las madres piensan que una gripe es una enfermedad mortal cuando la sufren sus hijos. Una abuela me ha amenazado con denunciarme al colegio de médicos cuando le he dicho que lo único que necesitaba su nieta era mucho zumo de naranja y pasar la fiebre en la cama”.

“Las abuelas son muy peligrosas, Carter. Saben mucho más que los padres e incluso que los médicos. Bueno, a partir de ahora sigo yo. ¿Te ha visto la doctora Cuddy?”.

“No, cuando he salido, he visto que estaba reunida. Por lo que yo sé, lleva un tiempo en su despacho”.

“Genial, sube al despacho y haz que estás trabajando. Si no hay nada que hacer para las 4, puedes largarte a casa”.

“Gracias, doctor House” dijo la jóven sin protestar.

Dos horas después, House ya estaba hasta las narices de niños griposos, gente que solo quería escaquearse del trabajo y viejos con sobredosis de viagra. Dejando la última de las carpetas sobre la mesa, iba a subir a su despacho cuando fue interceptado por Cuddy.

“House”.

“¡No, nunca volverá a acostarme contigo, Cuddy. Me das miedo cuando te pones el disfraz ese de dominatrix” gritó House sonriendo.

Cuddy respiró despacio un par de veces y le cogió de la mano para llevarle a la puerta de su despacho. “House, por favor, esto es serio”.

“Vale, ¿qué quieres?”.

“El nuevo benefactor insistió en que parte de la gran cantidad de dinero que nos donó fuera dirigido al estudio de la prevención de enfermedades de tipo genético ¿te acuerdas?”.

“Si, y vas a tener mucha suerte si encuentras a un buen médico que se dedique a la genética y que quiera trabajar aquí”.

“Si, bueno, el caso es que he encontrado a uno. Es uno de los mejores especialistas en este campo y, por suerte, para nosotros, quiere trabajar aquí”.

“Entonces, ¿para qué me quieres?”.

Cuddy abrió la puerta de su despacho e invitó a House a pasar. Cuando entró, la persona que estaba dentro del despacho, se giró y dos pares de penetrantes ojos azules volvieron a encontrarse después de mucho tiempo.

“¿Alex?”.

“Hola papa”.

Capítulo 4

House se quedó clavado en el sitio sin saber que decir o hacer. Hacía por lo menos cinco años que no veía a Alex y, aunque se habían mantenido en contacto vía internet, estar frente a su hija después de tanto tiempo era algo totalmente inesperado.

Alex se acercó a su padre y le abrazó dándole un beso en la mejilla. House por su parte, dejó caer el bastón para envolver a su hija entre sus brazos. Cuddy sintiéndose testigo de un momento demasiado privado, cerró las cortinillas del despacho para más tarde salir del mismo.

“¿Qué haces aquí? Pensaba que seguías trabajando en España” preguntó House sin soltar a Alex.

“Lo estaba pero necesitaba un cambio de aires así que cogí todas mis cosas y me vine a Nueva York a casa de un amigo. Fue él quien me habló sobre este puesto así que decidí probar suerte y presentarme a la entrevista. No sabia que Lisa era la directora del hospital y pensaba hablar contigo antes de aceptar. Si no quieres que trabaje aquí, yo . . . “.

“¿Por qué no iba a querer que trabajaras aquí? Eres una gran doctora y este hospital necesita gente como tú. Además ahora que estás aquí podré volver a mi plan para conquistar el hospital” contestó House sonriendo.

“¿Qué pasa con James? ¿Por fin le ha entrado la cordura y te ha abandonado o qué?”.

“Wilson es un nenaza. Además creo que se quiere tirar a Cuddy así que ahora ella le tiene como su perrito faldero. Y hablando de medias naranjas, ¿qué hay de Chris?”.

La cara de la joven cambió totalmente lo que hizo suponer a House que ese Chris había sido una de las causas del cambio de aires que su hija. “Bueno . . . tú y yo tenemos que hablar. Hace unas semanas descubrí una taberna irlandesa muy cerca de aquí. La música es mala, pero tienen guinness. ¿Qué me dices?”.

Alex sonrió a House y esto fue suficiente para él. “Déjame hacer una llamada y nos vemos”.

House salió del despacho de Cuddy y sacó el móvil del bolsillo.

“Hola guapo” contestó Cameron.

“Hola preciosa. Oye, me he surgido un contratiempo. Cuddy me ha obligado a quedar con un benefactor. Al parecer salvé la vida a un amigo y ahora quiere hablar conmigo antes de darnos cienes y cienes de sus millones obtenidos con el tráfico de armas . No veas la cara de mafioso que tiene el cabronazo”. House odiaba tener que mentir a Cameron pero no sabía muy bien como hablarle sobre su hija.

“¿Pero vendrás a mi apartamento esta noche, no?” preguntó Cameron esperanzada. Aunque cada uno tenía su propio apartamento, pasaban casi todas las noches juntos.

“Supongo que si, pero por si acaso, no me esperes despierta. Ya sabes como son estás cosas. Si no puedo ir, te llamo ¿de acuerdo?”.

“De acuerdo” dijo ella triste, “Te quiero, Greg”.

“Yo también a ti preciosa, yo también a ti”.

Cuando House se dio la vuelta, Alex le miraba con cara burlona. “¿Yo también a ti, preciosa? ¿Estás saliendo con alguien y no me lo has dicho?”.

“Cállate y tira para afuera” le indicó House abriendo la puerta.

“¿Es la doctora Cameron? Dime que es la doctora Cameron”.

“O te callas o te mando a urgencias. ¡vámonos!”. Y los dos salieron del hospital bajo la mirada de la recepcionista que no dejaba de preguntarse quién era la joven que acompañaba al doctor House.

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Quince minutos después los dos estaban sentados en una esquina de la barra de la taberna. Tal y como House había dicho la música no era nada buena pero por lo menos el camarero sabía servir la guinness así que padre e hija tomaron un primer trago y se miraron el uno al otro.

“Bueno, me lo cuentas o tengo que interrogarte en plan padre cotilla y protector”.

“¿Por dónde quieres que empiece?”.

“Hombre, a poder ser por el principio, por el tema de la secuencia lógica de acontecimientos. Los rollos en plan la película de Memento me dan dolor de cabeza”.

“Todo empezó hace unos dos años. En las vacaciones de semana santa nos fuimos a esquiar con un grupo de amigos y Chris y Benjamín tuvieron un accidente bajando una de las pistas negras. Benjamín se rompió la pierna y Chris tuvo un esguince de muñeca. Afortunadamente todo quedó en un pequeño susto para lo que podía haberles pasado y después de las vacaciones volvimos al trabajo. Una semana tarde, Ewan empezó a quejarse de fuertes dolores de espalda que no le dejaban ni dormir ni casi moverse. El médico le dijo que aparentemente no tenía nada más que una pequeña inflamación y que probablemente tomando unos anti-inflamatorios el dolor desaparecería. Como la medicación no estaba haciendo nada, pedí unos favores y conseguí que le viera el mejor traumatólogo del hospital. Después de una resonancia y un TAC, descubrieron que debido al golpe, una de las vértebras había quedado dañada. Gracias a que Chris era un chico joven y deportista, la musculatura de la espalda había, de alguna manera, ayudado a que la situación no fuera a peor así que le recetaron unos calmantes y le recomendaron ir a un masajista para aliviar la tensión de la espalda”.

“Bueno, es lo que cualquier doctor le hubiera recomendado” razonó House.

“Si, y lo hizo. Todos los días después de trabajo, iba al hospital a la rehabilitación y luego se quedaba en la piscina haciendo pequeños ejercicios que le ayudaran a aliviar el dolor. La verdad es que todos nos sentimos muy orgullosos de él por lo bien que estaba llevando toda la situación. Sin embargo un día me di cuenta que el bote de calmantes que le habían recetado estaba casi vacío. Miré la receta y descubrí que el bote apenas tenía una semana por lo que desde luego, le tendría que haber más pastillas. Cuando le pregunte a Ewan, me respondió que evasivas argumentando que el fisioterapeuta le había aumentado la dosis”.

House sabía de sobra todo lo que Alex le estaba contando ya que él había hecho lo mismo cuando sufrió el infarto en la pierna.

“No hace falta ser médico para saber que me estaba mintiendo” continuó Alex. “Ewan y yo llevábamos vidas bastante independientes a pesar de vivir juntos así que no fue nada fácil controlarle sin que se diera cuenta. Ya no quería quedar con nuestro grupo de amigos pero me animaba a que yo si fuera. Al principio creí que lo que necesitaba era tranquilidad, por lo que le dejé a su aire pensando que me pediría ayuda en caso de necesitarla. Muchas veces llegaba a casa y me lo encontraba tirado en el sofá en pijama con una botella de whiskey medio vacía al lado. Prácticamente se aisló del mundo, dejó de hablarle y se pasó días encerrado en su despacho”.

“¿No iba a trabajar?”.

“El padre de Ewan es millonario, papá. Ewan trabaja en una de sus empresas pero digamos que no necesita un sueldo para vivir. Además su familia sigue la política de que si no se habla de un problema, será que el problema no existe. Cuando llamé a su padre, preocupara por su estado, su idea genial consistió llevárselo a recorrer Francia en moto durante un mes”.

“¡Cojonuda la terapia del viejo! Justo lo que una persona con problemas de espalda necesita, horas y horas sentado sobre una moto” replicó House enfadado.

“Eso mismo dije yo, pero no sirvió de nada. Hizo su mochila y se fue”.

“¿Y tú qué hiciste?”.

“¿Qué se supone que debía hacer, salir corriendo y atarle a una farola para no dejarle ir? Agarré un cabreo de mil demonios pero luego pensé que al fin y al cabo era su espalda y que si se la quería fastidiar, él mismo”.

“Me parece lógico” razonó House.

“Si, eso fue lo que me dijeron mis amigos. Claro que la mayoría también me aconsejo que le dejara”.

“Pero no lo hiciste, supongo”.

“Llevábamos juntos casi más de 10 años, papá. No era cuestión de dejarlo todo al primer problema. Ewan estuvo a mi lado cuando más lo necesité y no me parecía justo hacerme la dolida y salir corriendo”.

“Pero al final le dejaste, y has puesto todo un océano de por medio así que me imagino que la situación no fue a mejor”.

Alex bajó la mirada hacia sus manos y House se dio cuenta de que temblaban. Padre e hija compartían el mismo carácter reservado e independiente y sólo en extrañas ocasiones la armadura que les protegía se resquebrajaba lo suficiente para dejar ver su interior. Cuando volvió a alzar la cabeza, lágrimas corrían por sus mejillas.

“¿Qué pasó, Alex?”.

“Cuando volvió seguía con su carácter esquivo y huraño pero ahora en vez de quedarse en casa, salía todas las noches y llegaba casi cuando yo me levantaba para ir a trabajar. Además empezó a relacionarse con gente nueva y poco recomendable dejándonos a un lado tanto a nuestros amigos como a mí. Tras una semana llena de tensiones, unos amigos me invitaron a pasar el fin de semana en una casa rural así que sin pensarlo mucho me fui con ellos. El sábado por la tarde se presentó en la casa gritando como un energúmeno y echándome en cara que se había pasado toda la noche preocupado sin saber de mí. Cuando un amigo intentó tranquilizarle, Ewan se puso más agresivo e incluso intentó atacarle. Se fue hecho una furia mientras que todos nos quedamos atónitos. Al día siguiente me encontré toda la casa patas arriba, muebles destrozados, cosas tiradas y rotas por el suelo y toda la ropa hecha jirones. Menos mal que nuestro amigo Liam había insistido en acompañarme porque me quedé clavada en el sitio sin saber que hacer. Fue él quien metió algunas de mis cosas en una maleta y me sacó de allí”.

“¿Por qué no me contaste nada en tus correos? Nos hemos mandado correos casi todas las semanas y siempre me decías que todo iba bien” preguntó House algo enfadado.

“¿Y qué ibas a hacer tú, eh? Venir hasta Londres para partirle la cara con el bastón? Soy una mujer adulta, papá, se supone que debo ser capaz de solucionar mis problemas sin tener que llamar a papá o a mamá llorando”.

“¿Llamaste a tu madre?”.

“No, mi madre sigue viviendo una vida lujosa y feliz con su marido y sus preciosos y perfectos hijos. Ya sabes que nunca nos hemos llevado bien. Me fui de casa para ir a la universidad y desde entonces solo la he visto en contadas ocasiones. No me siento cómoda con ella y, conociéndola, seguro que si la llamo, solo lo aprovecha para echarme lo en cara”.

“Si, eso sería muy propio de ella” replicó House. Su relación con la madre de Alex nunca había sido demasiado buena y que Alex hubiera heredado el carácter y las formas de él tampoco había ayudado demasiado. “De todas formas, me lo tendrías que haber dicho; he mejorado mucho con el bastón y o le molía a tu novio a ostias o le robaba la moto y se la estampaba contra un árbol. A ver que le jodía más”.

“Probablemente lo segundo” añadió Alex. “Bueno, el caso es que después de eso, Ewan vino a buscarme al trabajo para pedirme perdón pero yo ya estaba bastante harta de sus salidas de tono así que le dije que no, que necesitaba tiempo para pensar y que quería pasar un tiempo sola. Evidentemente mi decisión no le gustó nada, pero esta vez se fue sin montar el numerito. Dos días más tarde volví a nuestra casa, para recoger algunas de mis cosas y lo pillé con una tía”.

“¿En la cama?”.

“No, estaban en el sofá pero para el caso . . . “.

“¡Será hijo de puta!” House había intentado mantenerse tranquilo pero estaba llegando a su límite.

“Sip. Cuando me vio, intentó arreglar la situación pero claro, era demasiado evidente. Además de pillarle tirándose a una tía, pude ver restos de cocaína sobre la mesa del salón. Empezamos a discutir y casi acabamos a las manos”.

“Dime que no te pego; dímelo o pillo un avión y lo mato”.

“Papá, practico karate desde que tengo 3 años y llevó 2 haciendo kung-fu. Creo que en una supuesta pelea, Ewan saldría más malparado que yo. Ni se le pasó por la cabeza ponerme las manos encima pero nuestros gritos alertaron a los vecinos y estos llamaron a la policía. Cuando se presentaron vieron toda la casa hecha un asco y a Ewan y a su acompañante con evidentes síntomas de estar colocados. Después de conocer la situación, el policía me aconsejó que lo mejor era poner una denuncia y lo hice. Dos horas después tenía a los padres de Ewan al teléfono pidiéndome que reconsideraba la situación ya que Ewan estaba pasando por un mal momento debido a los dolores de espalda”.

“Ya, y como le duele tanto la espalda, se tira a una tía después de meterse unas rallas de coca” dijo House terminándose la cerveza de un sorbo. “Esto es demasiado suave. ¿Te apetece un whiskey? Porque creo que me voy a beber toda la botella”.

“No, gracias, no creo ni que debiera haberme bebido la cerveza”.

“¿Esto va a peor? Porque no creo que puede empeorar más” dijo House pidiendo un vaso y la botella de whiskey.

“En realidad no. Lo puse en manos de abogados y acordé quitar la denuncia contra Ewan siempre que me dejara en paz y renunciara a sus derechos, lo que al parecer estaba más que dispuesto”.

“¿Cómo que renunciara a sus derechos?” De repente House lo vio todo claro. Por eso Alex había dicho que no debía haber bebido esa cerveza.

“Después de aquel fin de semana con mis amigos, me tuve que hacer un reconocimiento y me dijeron que estaba embarazada”.

CONTINUARA

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