Sabía que volvería porque dejó toda su ropa -dijo Virginia-. La adoraba más que a nada y yo seguía yendo a su habitación. Y entonces, pasados unos pocos meses, dijiste de repente que teníamos que deshacernos de ella. Recuerdo doblarlo todo ordenadamente, y seguir creyendo que iba a salir revoloteando una nota de ella, dirigida a mí, sólo a mí,
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