Hola!
Como ya dije ayer este es el segundo intento para responder al reto de la quincena de
crack_and_roll .
Se hacen bastantes referecias a
ESTE FIC, asi que os aconsejo que lo leais primero.
Os explico como esta planteado el fic. En el reto se pedia poner al personaje ante una decision y que se mostrase que pasaria si se tomara una decision u otra. Un ejemplo con el fandom de Supernatural, final de la segunda temporada, Sam muere, nosostros vimos que paso cuando Dean le resucito, pero ¿que hubiera pasado si no lo hubiese hecho?. Eso es lo que hay narrar, al decision y la alternativa. ¿Lo que complica el reto? No vale que las consecuencias de la otra accion se vean en un sueño ni nada parecido. ¿Que he hecho yo? Escribir viñetas entrecruzadas mostrando las dos alternativas, son faciles de ditinguir (no sólo por el contexto, que tambien) porque las he puesto en dos colores distintos para que se vea mejor.
Titulo: Volar o no volar
Autor:
cloe2gs Fandom: Gossip girl
Claim: Chuck/Dan, Chuck/Blair
Reto:
reto encrucijadaExtendion: 1997 palabras mas o menos
Ranting: PG
Resumen: Nunca se puede saber si la decision tomada fue la correcta
Advertencias: SLASH (relacion chico/chico), situado en el futuro
Nota: Cada decision y sus consecuencias estan en un color distinto.
Sophie y Matty son personajes mios y sólo mios.
Estamos embarcando
Chuck aprieta con fuerza su móvil con el mensaje aun visible en la pantalla. Ya está, se acabó. No más miedos ni más dudas, si va a hacerlo tiene que ser ahora. Saca el billete de avión que tiene en el bolsillo interior de la chaqueta y que lleva allí días y lo mira en silencio sin saber todavía que hacer con él. La pregunta es fácil ¿merece la pena dejarlo todo por ellos? La respuesta no es tan sencilla.
Sí, lo merece. Es lo que grita cada trozo de su ser.
Se baja de la limusina y atraviesa corriendo el JFK hasta la puerta de embarque del vuelo a Los Ángeles. Allí, justo en la cola de embarque, ve a una pequeña morena con dos trenzas. Es Sophie.
―¡Daniel! ―grita para evitar que siga andando y se dé cuenta de que está ahí.
La sonrisa que aparece en la cara del escritor es una de completa felicidad. No se trata de que se vaya con ellos a Los Ángeles, se trata de que por fin lo suyo sea real. Ya no son dos personas que disfrutan de la mutua compañía y del buen sexo. Ahora por fin son una pareja.
―Pensé que no vendrías ―dice Dan abrazándole.
―Casi no vengo ―murmura contra su cuello.
―¿Papi? ¿Chuck viene con nosotros? ―pregunta Sophie mirándoles fijamente con esos ojos grises que ha heredado de su madre.
Chuck sonríe de lado y se agacha para cogerla. Enseña su pasaporte a la azafata y los tres entran en el túnel que les llevará al avión y de allí, a su nueva vida.
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No. Nada ni nadie merece que lo deje todo.
Da una orden y Arthur pone el coche en marcha. Sólo se permite una última mirada al aeropuerto antes de volver la vista al frente y romper en dos el billete de avión. No se trata de que no quiera al charlatán chico de Brooklyn, a pesar de que nunca se lo haya dicho; sino de que Dan pedía demasiado. No es sólo que se fuera con él, el trasfondo de eso era que tuvieran una relación real, una familia real para Sophie, que se abriera y confiara; pero Chuck es incapaz de hacerlo, por la sencilla razón de que ya lo hizo una vez, lo hizo por Blair y termino en coma.
La limusina se detiene al llegar a su hotel y atraviesa la recepción sin prestarle atención a nada. Sólo quiere llegar a su suit y meterse en la cama con una botella de Vodka.
―¿Señor Bass? ―le llama una de las chicas de recepción― La señorita Waldorf le espera en el bar.
Chuck asiente y cambia el rumbo de sus pasos. Cuando se trata de Blair contra antes se la haga caso mejor.
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La casa que Dan ha alquilado no es nada del otro mundo. Es una pequeña casa con tres habitaciones, dos baños, un pequeño salón y una cocina. Tiene un pequeño jardín con un columpio, y Chuck no puede evitar pensar que ese es el motivo por el que la alquilo; un garaje anexo y poco más.
Para Dan es suficiente, después de todo, si lo comparabas con el loft de Brooklyn en el que vivió toda su vida o con el apartamento de Saint Nicholas Avenue en el que residió durante tres años, aquello parecía una mansión.
Para Chuck, acostumbrado a las habitaciones de los más lujosos hoteles del mundo, su casa de los Hampton o cualquiera de los otros lugares en los que ha vivido; aquello no era más que una pesadilla de la que desear despertarse.
―¿No te gusta? ―le pregunta Dan una vez que ha dejado a Sophie en la que será su habitación y han tenido tiempo de ver la casa.
―Es una broma ¿cierto? Tú de verdad no esperas que vivamos aquí ¿no?
―¿Por qué no? El salón es amplio, Sophie tendrá su propio baño, tiene garaje, un jardín…
―Esta casa es diminuta. Haber ¿Dónde vas a trabajar? ―le pregunta armándose de paciencia para empezar a explicarle porque aquella casa no es la indicada.
―En el estudio ―responde Dan cruzándose de brazos en actitud defensiva.
―¿Y yo?
―Dijiste que ibas a comprar un edificio para expansionar Industrias Bass.
―Sí; pero eso no será pronto ¿Dónde trabajare hasta entonces?
―Pues en el despacho conmigo o yo puedo trabajar en la cocina. Ya me conoces no necesito mucho espacio.
―Ya sólo muchos post-it y una pared. ¿Dónde se quedarán a dormir los invitados cuando vengan?
―Bueno… el salón tiene un sofá cama.
―¿De verdad esperas que Lily o Serena duerman en un sofá cama? ―pregunta incrédulo sin poder contener la risa.
―Bueno… Es lo que pude conseguir desde Nueva York que se ajustase a mi presupuesto.
―Me he venido contigo ―dice poniendo las manos sobre sus hombros―. Ya no necesitas ningún presupuesto. Mañana empezaremos a buscar casas de verdad, con muchos cuartos de invitados y piscina. Porque no pienso vivir mucho tiempo en una caja de zapatos en la que tú creas que podemos vivir.
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Se despierta con una de las peores resacas que recuerda haber tenido y eso, viniendo de él, es mucho decir. Alarga la mano para coger el frasco de analgésicos que suele tener en la mesilla de noche, pero una mano, una fina mano de mujer con la manicura francesa y un anillo de rubíes se lo impide mientras nota unos besos en el pecho.
Baja la cabeza sabiendo con quien se va a encontrar, con Blair. Llevan semanas acostándose sin compromiso, retomando los mejores tiempos de su relación, cuando ella acababa de dejar a Nate y las cosas eran divertidas, mucho antes de que los sentimientos se metieran por medio y lo estropeasen todo.
―Había pensado que podíamos ir a cenar a ese restaurante nuevo que menciono Serena el otro día ―comenta Blair mientras dibuja figuras invisibles sobre su pecho.
Chuck cierra los ojos y asiente sin darle importancia. Cenar en un sitio o en otro ¿qué más da? lo único en lo que ahora puede pensar es en que necesita una maldita aspirina.
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Dan va de un lado a otro desquiciado, ante la diversión de Chuck y Sophie que le miran desde las sillas de la cocina.
―Papi parece que está loco ―dice la niña a Chuck entre pequeñas risas.
―Está nervioso.
―¿Por qué?
―Porque es tu primer día de clase.
―Que tonto. Yo no estoy nerviosa.
―Lo sé ―le dice Chuck guiñándole un ojo con complicidad―. Yo tampoco lo estoy.
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No puede creerse que haya llegado a hasta este punto. A estar de pie con un esmoquin ante el altar de la catedral de St. Patrick esperando a que Blair haga su entrada.
―¿Estas nervioso? ―le pregunta Nate en voz baja a su lado.
Ojala pudiera decir que sí, que está nervioso porque está a un par de minutos de casarse; pero no puede hacerlo. Casarse con Blair simplemente parece un trámite más por el que debe pasar, como sacarse una muela o volar en avión. Es como si todos los acontecimientos de su vida y todas las decisiones tomadas, le hubieran llevado a ese instante y cualquier otro resultado no fuera posible.
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―No puedo creer que esto esté pasando ―dice Dan mientras se abrocha los botones de la camisa.
―Deberías tener un poco mas de confianza en ti ―añade Chuck colocándose la pajarita.
―Ya, pero no puedo evitarlo.
―Entiendo los nervios hace tres meses, cuando no sabias si aceptarían el guion o no; pero no entiendo que los tengas ahora que ya está hecha la película.
―Precisamente por eso, porque ya está hecha ¿Y si a la gente no le gusta?
―Dan ―dice poniendo las manos sobre sus hombros en un gesto tranquilizador―, a la gente le encantará.
―¿Seguro?
―A mi me gusto, y por regla general no me gusta nada de lo que sueles escribir.
―Muy gracioso ―responde dándole un pequeño empujón―. Pues que sepas que cuando me den el Oscar no te lo voy a agradecer.
―¿El Oscar? Vaya, Humphrey sí que corres ―añade con burla―. Hace un segundo te asustaba que no gustara y ya sueñas con el Oscar.
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Se asoma por encima de la cuna y pasa la mano sobre la cabecita del pequeño bebe que es su hijo, deleitado por la expresión de paz con la que duerme y la suavidad de su pelo moreno. Nunca creyó que se sentiría así, tan feliz y a la vez tan aterrado por todo lo que podría pasar. A veces se pregunta si su padre también se sintió así cuando él nació y le tuvo entre sus brazos.
El niño se remueve bajo las sabanas azules de seda y abre sus pequeños ojos negros mirando a su alrededor con curiosidad. Al verle suelta un gorgoteo de felicidad, o al menos eso es lo quiere pensar Chuck, y estira una de sus manitas para cogerle uno de sus dedos y tirar de el.
―¿Te he despertado, Matty? ―pregunta mientras deja que juegue con su dedo― No ha sido mi intención.
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Esta sentado en una de las pequeñas sillas del auditorio de la academia Stevens, con Dan a su lado intentando averiguar por fin cómo funciona la nueva cámara de video. El móvil le vibra en el bolsillo de la chaqueta y lo mira para ver el nombre de su secretaria en la pantalla. No lo coge, ya le ha avisado que a no ser que se estuviera quemando el edificio, ni se molestase en llamar.
―¿No lo coges? ―pregunta Dan apartando la vista de la cámara.
―No. ¿Ya sabes cómo funciona? ―pregunta inclinándose ligeramente hacia él.
―Sí, por fin lo he descubierto ―contesta con una amplia sonrisa.
Chuck asiente y se inclina para besarle ligeramente en los labios. Es entonces cuando las luces del auditorio se atenúan y se abre el telón mostrando el decorado de cartón y papel mache.
Peter Pan comienza a ser representada por los alumnos de los cursos inferiores. Ninguno de los dos puede evitar sonreír con orgullo cuando ven a Sophie vistiendo el traje de conejo que a Dan le costó una semana hacer, saltando por el escenario como una más de los niños perdidos.
―Esta preciosa ―murmura Dan sin dejar de grabar ni un segundo de la actuación.
Chuck no dice nada, pero está completamente de acuerdo.
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Ve a Dan en la pantalla de televisión, caminando por la alfombra roja en la noche de los Oscar. Se le ve sonriendo feliz a la cámara de la mano de ese pelirrojo que llevo a casa de Lily y Rufus en Navidad, rumbo a la que será una de las grandes noches de su carrera. Daniel Humphrey el flamante guionista nominado a la preciada estatuilla.
Mientras le ve no puede evitar preguntarse si le habría ido igual de bien si aquel día hubiera cogido ese avión
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Es raro volver a Nueva York, aunque sólo sea para pasar las fiestas navideñas, se siente extraño volver a pasear por las calles por las que tantas veces paseo en su infancia, volver a ver el árbol alumbrado del Rockefeller o pasear por Central Park… no es como si no hubiera vuelto a la ciudad desde que se fue; pero era por negocios y en lo único que podía pensar, aparte del trabajo, era en que quería volver a la que ahora era su casa con Dan y Sophie. Ese año Lily había tenido una caída esquiando y no podrían ir a visitarles en las fiestas así que fueron ellos los que hicieron el viaje.
Habían llevado a Sophie a patinar sobre el lago helado sobre el que Dan y Jenny solían patinar de niños, cuando Chuck vio a Blair. Iba caminando de la mano de un joven que arrastraba un carrito de bebes. Desde donde estaba se podía ver que era feliz, mucho más feliz de lo que recordaba haberla visto nunca. No puede evitar preguntarse si habría sido igual de feliz si aquel día él no hubiera cogido ese avión