Hola!
No se si recordareis que cuando subi la entrada para este reto mencione que me habia inspirado para uno de Gus y para una historia larga sobre Brandon y John, pues... aqui esta la de Brandon.
Se que no son personajes muy queridos ni muy conocidos en el fandom asi que no espero que lo lea mucha gente; pero de todas formas aqui. No he planeado cuantos capitulos tendra ni cuando los subire ni nada asi que no prometo volver a subir algo mañana ni el sabado que viene... lo subire conforme los vaya escribiendo, pero teniendo en cuenta que se me ocurren muchas cosas para este fic pueda que las actualizaciones sean rapidas; aunque nunca se sabe.
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Título: Capitulo 1: Starbucks
Nombre del autor:
cloe2gsFandom: Queer as folk
Reto semanal: #103.- Starbucks
Pairing: Brandon/John
Rating: pg-13
Resumen: Solo le ha visto una vez y ya no puede sacarselo de la cabeza. Es hetero. Odia a los gays. Es menor que él. Ninguna de esas cosas parece importarle a Brandon cuando lo unico en lo que puede pensar es en él y en tenerle en su cama.
Nota: Este fic surgio recordando una alusion a la pareja que se hacia en un fic que no recuerdo de la comunidad y que era algo asi como que Brandon trabajaria si conseguia que John le dejara en paz... o algo parecido. No recuerdo de quien fue el fic pero dado que fue lo que me inspiro este se lo dedico a su autora, ais que si alguien recuerda esa frase de algun fic que me lo diga para poder hacer la dedicatoria en condiciones ^,^
La noche en Babylon ha sido larga y había terminado con un moreno de muy buen ver, follando hasta el amanecer, consiguiendo que no se levantara hasta cerca de las doce del mediodía con una resaca que le estaba reventando la a cabeza. Afortunadamente su acompañante se había marchado ya, evitándole el drama de tener que invitarle a irse.
Brandon se levanto de la cama con pereza desperezándose como un gato y arrastrando los pies fue hasta el baño a por un par de aspirinas. Una vez puso remedio a su dolor de cabeza fue hasta la cocina en busca de una buena taza de café que le despejase lo suficiente como para poder ponerse a trabajar en la campaña de publicidad que tenía que presentar el martes a primera hora.
La cafetera estaba vacía y, por mucho que removió cada uno de los cajones y armarios no encontró ni un solo grano de café. Gruño viendo la lista de cosas que tenía que comprar y con rabia escribió café en mayúscula y con varios signos de exclamación.
Se dio una ducha rápida para despejarse y se vistió con lo primero que vio, demasiado desesperado por una taza de café como para preocuparse por su aspecto en exceso.
Bajo a la calle y agradeció esa tendencia cada vez mayor de tener un Starbucks casi en cada esquina. Entro en la cafetería poniéndose las gafas de sol sobre la cabeza y se puso en la cola esperando su turno, justo tras una mujer que llevaba un carrito y una bolsa con un par de barras de pan enganchada en uno de sus manillares. Paso su mirada por la cafetería sin ver nada que atrajera su atención, un pequeño grupo de adolescentes con algunas bolsas de ropa a sus pies, una pareja que desayunaba con tranquilidad, un hombre leyendo un libro… nada ni nadie que le interesase.
Golpea el suelo con impaciencia desesperado por una taza de café. La puerta del almacén se abrió y por ella salió un chico que atrajo toda la atención de Brandon, castaño oscuro, casi negro y de ojos marrones; un chico normalito, del montón, pero que aun así tenía algo que hacía que no pudiera alejar los ojos de él. Le mira con ojo crítico mientras espera su turno y el otro rellena una de las grandes cafeteras del local. Era atrayente y hacia mucho que nadie se antojaba así, lástima que tuviera que trabajar sino le convencería de que se tomara un descanso. Que no pudiera ser ahora no significaba que no pudiera ser luego.
La mujer frente a él recogió sus cafés para llevar y Brandon ando los pasos que le faltaban para llegar a la barra.
―John es tu turno ―dijo la chica que había estado atendiendo hasta entonces mientras se pasaba el delantal verde y blanco que llevaba por encima de la cabeza.
Brandon sonrió al ver su buena suerte y se apoyo con coquetería contra el mostrador, se paso la lengua pro el labio inferior y miro al otro fijamente. Muchos chicos se sonrojarían con esa mirada; pero el castaño ante él no. Eso de alguna forma solo hizo que le gustara aun más. Lo único que el otro hizo fue alzar una ceja de un modo que, sin poder evitarlo, le recordó en cierta forma a su jefe.
―Hola ¿Qué te pongo?
―Un expreso bien cargado.
―¿Para llevar?
Brandon lo pensó un momento. Podía quedarse y observar un rato más al tal John o podía irse y empezar a trabajar. Era una decisión difícil, pero debía ser responsable y no mandar a paseo todo por lo que estaba trabajando y menos por un simple polvo, algo que podía tener en cualquier momento. Sí, no creía que Brian fuera a disculparle no haber hecho su trabajo en condiciones solo por haber estado observando a un crio en el Starbucks
―Para llevar.
John se giro para prepararle el café y Brandon cogió una servilleta.
―Perdona ¿tienes un bolígrafo?
―¿Cómo? ―le pregunto John girándose para hablarle.
―¿Qué si tienes un boli, John? ―volvió a preguntar sonriéndole con coquetería.
―¿Cómo sabes mi nombre? ―le pregunto con intriga.
―Bueno, la chica de antes te ha llamado así.
El castaño dejo un bolígrafo con el logo de la franquicia y siguió con lo suyo.
―Aquí tienes, son 6 dólares ―le dijo tendiéndole el vaso para llevar.
Brendon dejo un par de billetes sobre e el mostrador junto con la servilleta escrita. John la cogió y vio un nombre “Brandon” y un número de teléfono escrita en ella.
―¿Qué es esto? ―le pregunto frunciendo el ceño.
―Llámame cuando acabes.
―No soy gay.
―Si no lo has probado nunca no puedes estar seguro de eso.
John alzo la mano que tenia la servilleta para que Brandon la viera y luego la arrugo tirándola a la papelera.
―No soy gay.
Lejos de estar ofendido, Brandon sale de la cafetería con una sonrisa en la cara. El chico tiene carácter y eso le gusta. Hace mucho que nadie se le resiste, claro que también hace mucho desde que un hetero atrajo su atención lo suficiente.
Durante el resto del día olvido al camarero, demasiado concentrado en el trabajo como para pensar en nada más. Esa noche sin embargo, el recuerdo de John le golpea con fuerza.
Estaba en Woody’s con algunos amigos jugando al billar y bebiendo cerveza. Unos cuantos hombres le miraban de forma insinuante, Brandon sabe que podría escoger a cualquiera de ellos, a un par incluso, y llevárselos al baño o a cualquier lugar para un polvo rápido. En cualquier otro momento no lo habría dudado, pero hoy… es como si ninguno de ellos fuera lo que busca y no tiene nada que ver con que su subconsciente le digan que no son lo suficientemente castaños ni que sus ojos no son lo marrones que debería. Si reconociera eso, debería reconocer que un tío, un hetero al que conoció durante cinco minutos, le ha marcado lo suficiente como para no poder follarse a otro.
Tras Woody’s se van a Babylon. Entre la multitud ha perdido a sus amigos; pero no es algo que le molesta realmente, en realidad lo prefiere. De esa forma puede irse cuando quiera con quien quiera sin tener que oírles bromear sobre su “inhumano” apetito sexual, como suelen llamarlo. Se apoya en la barra con una copa de ron en la mano, mirando a la pista de baile en busca de alguien que llene sus expectativas.
―Ese rubio no deja de mirarte ¿Cómo es que no te lo estas follando ya en el cuarto oscuro?
Brandon se gira para ver quien le ha hablado encontrándose con Brian apoyado a su lado cerveza en mano. Mira al chico que Brian le ha mencionado y le estudia de arriba abajo. Es guapo; pero algo le falla.
―La noche es joven ―responde volviendo a llevar su vista a la pista de baile―. Aun hay tiempo.
Brian asiente con la cabeza y le da un trago a su botella antes de marcharse a la pista de baile donde Justin atrae la atención de muchos sobre él.
Un moreno atrae su atención desde las escaleras del local. Se acerca a él y pronto están en el cuarto oscuro, el chico de rodillas chupándosela casi con desesperaciones. Se nota que es inexperto y eso solo le excita mas, tanto que termina llevándoselo a su casa para alargar la velada.
Cuando se hace de día y Brandon despierta no puede evitar decepcionarse al ver al chico que duerme a su lado. Ahora, con la luz clara entrando por la ventana ese chico, del que no recuerda ni su nombre, ya no resulta tan fascinante como se lo pareció entre las luces parpadeantes de Babylon. Le da un empujón para que despierte, unas pocas palabras y el otro ya se está llenado. Una vez solo en su apartamento, se ducha y cuando baja a comprar el periódico sus pasos se detienen frente al Starbucks. Entra sin saber que está esperando ver, o sabiéndolo pero sin querer reconocerlo, y compra un café que se toma sentado en una mesa mientras lee el periódico.
En la barra trabajando ve a John y su mirada sigue cada uno de sus movimientos mientras finge estar enfrascado en la lectura de la página de deportes. El tiempo pasa y una camarera se le acerca con una sonrisa con la que intenta parecer lo más atrayente posible. Brendon reconoce esa sonrisa, la ha visto muchas veces; es la que tienen los chicos más tímidos que esperan enamorarte con una mirada y una sonrisa.
―¿Te pongo algo más?
El rubio la sonríe y le hace un gesto para que se acerque más, cosa que ella hace algo sonrojada
―¿Puedes pedirle a John que venga?
Ella mira hacia la barra con una mueca de fastidio y pone los ojos en blanco mientras anda hacia la barra. Cambia un par de palabras con el castaño y este sale andando hacia donde el otro está sentado.
―¿Otra vez tu? ―le dice con algo de molestia en la voz mientras se cruza de brazos.
―Hola John. No me llamaste ayer.
―¿Debería haberlo hecho?
Brendon no puede evitar sonreír de lado, divertido por el carácter del chico.
―Bueno, puedes llamarte hoy. Ya sabes, cuando termine tu turno.
―Te lo dije ayer pero por si no te quedo claro te lo voy a decir más claro. No soy ningún marica chupapoyas ¿te enteras?
―Que boquita, ¿besas a tu madre con esa boca?
El mayor escribe su número de teléfono en una esquina del periódico y lo arranca, metiéndoselo al camarero en el bolsillo de la camisa cuando se pone de pie.
―Llámame.