parte 10 Silas huele la botella de alcohol antes de asentir conforme con la cabeza y llenarse el vaso. A su espalda puede oír a la banda de Mystic Falls discutiendo sobre él. Podría utilizar sus poderes para descubrir que es lo que pone a la doppelganger de su amada Amara tan furiosa con el vampiro Salvatore, pero lo cierto es que le da igual. No le importan sus discusiones de enamorados, ni sus planes ridículos para acabar con él. Ni siquiera le molesta la forma en la que el cazador le mira mientras afila unas estacas. Lo único que quieren es que le den a la chica Petrova con la cura en sus venas, para poder desangrarla y que Amara y él vuelvan a ser mortales y poder morir y estar juntos.
Se lleva el vaso a los labio probándolo, reconociendo el buen gusto que tiene el moreno para el alcohol. Cuando nota un pequeño pinchazo en la nuca, una ligera presión en los oídos y un calambre recorriéndole el cuerpo. Reconoce la sensación. La ha sentido muchas veces a lo largo de los milenios que pasó encerrado convertido en piedra por culpa de Qetsiyah.
-Eso es interesante -dice antes de darle un largo trago a su bebida.
-¿Interesante dices? -le pregunta Damon al oírle dando un par de pasos hacia él- ¿Qué es interesante?
Silas se gira para mirarle antes de volver a beber hasta vaciar el vaso y dejarlo sobre la mesa.
-Ya no necesito que me digáis donde está mi sombra.
-Yo creo que sí. Al menos si quieres recuperar tu mojo mental el tiempo suficiente como para leerle la mente a esa bruja tuya.
-Oh; pero ese es tu error. Pensar que sigo necesitando encargarme de mi sombra.
-¿Qué demonios significa eso?
-Alguien ya se ha encargado por mí.
Damon y Elena se miran con duda, después de todo, Silas nunca ha sido el más fiable de los hombres.
-Y no me refiero a momentáneamente en plan alguien le ha roto el cuello -continua diciendo disfrutando de las reacciones que arranca de los presentes-. Me refiero a algo mucho más… permanente.
Los ojos de Elena se abren y se lleva la mano a la boca aterrorizada por la posibilidad de que pueda ser cierto y no otro de sus trucos.
-Mientes -gruñe Damon antes de lanzarse contra él.
Silas hace un movimiento ligero con la mano que le lanza contra la estantería de libros junto a la chimenea sin siquiera despeinarse y ríe al ver su desesperación. Elena corre hacia el caído cuerpo de su novio mientras Jeremy se pone en posición defensiva interponiéndose entre los dos vampiros y el inmortal.
-No tengo porque mentir -responde el brujo parando de reírse-. Pero si no me crees la solución es sencilla. El cazador habla con los muertos, que os diga él si es cierto o no.
Jeremy mira a su hermana por encima del hombro, con las lagrimas cayendo de sus mejillas, el rostro compungido de Damon, la desesperación en sus ojos al temer que sea cierto lo que el otro dice y que Stefan este realmente muerto y ya nunca vaya a volver a ver a su hermano.
-Concéntrate en Stefan Jere -le dice el fantasma de Bonnie de pie a su lado.
El cazador piensa en el joven Salvatore, en la primera vez que le vio en la puerta de su casa, en su pelo, en sus ojos, en el sonido de su voz… Durante unos segundos no pasa nada y se alegra de que así sea, no es una ciencia cierta, aun no sabe bien cómo funciona pero el que no aparezca ante él significa más que probablemente que el otro está vivo. Y entonces Stefan aparece al otro lado del salón y cae de rodillas sin poder evitarlo porque está muerto. Oye a su hermana empezar a llorar desconsolada al verle caer y saber que le está viendo.
-Bonnie -dice Stefan mirando a la joven bruja, recibiendo de está una leve sonrisa a pesar de las lágrimas que caen por sus mejillas- Supongo que esto significa que el viaje ha terminado para mí.
-Bueno, os dejo que os despidáis de mi sombra -dice Silas dirigiéndose hacia la puerta-. Tengo una bruja a la que leerle la mente. Espero que tengáis a la chica Petrova aquí para cuando vuelva.
-¿Stefan? -pregunta Damon.
Stefan sonríe con tristeza en dirección a su hermano. No recuerda haberle visto nunca así, roto por dentro y por fuera, sin ser capaz de ocultar su dolor, sonando triste y perdido, con la coraza que siempre le aísla del mundo rota en mil pedazos. Se pregunta si él estaría igual de haberle perdido. Si se sentiría igual de destrozado como parece sentirse él.
-Dile que todo irá bien -le dice Stefan a Jeremy-. Que no se culpe por lo que pasó porque no fue culpa suya. Yo fui el que me marché y el que se metió en líos.
-No debí haberte dejado marchar -responde Damon tras oír las palabras de su hermano a través de los labios del otro joven.
-No digas eso. No me arrepiento de haberme marchado. Las cosas que vi, que hice, la gente que conocí… no cambiaría estos últimos meses por cien siglos de vida.
-Pero estarías con vida para vivirlos.
-No me importa. Ni siquiera puedo pensar en la posibilidad de no haber conocido a Lydia.
-¿Lydia?
-Es una chica que conocí ella es… indescriptible. Ojala hubiera tenido tiempo para presentárosla.
-¿Fuiste… fuiste feliz con ella?
-Nunca había sido más feliz. Ni siquiera lo que sentí por Elena y Katherine pueden comparársele. Si hay algo que lamento es no poder pasar más tiempo con ella. Hablando de ella, necesito que le digáis una cosa. Que incluso ahora que recuerdo, escojo Boston.
-¿Y eso que significa?
-Ella lo sabe. Decídselo.
-Lo haré -le promete Damon-. ¿Algún lugar donde poder encontrarla?
-Ella es de…
Pero antes de poder terminar la frase siente algo parecido a un puñetazo en el estomago que hace que se doble en dos.
-¿Stefan? -pregunta Bonnie asustada de verle. En todo el tiempo que lleva muerta y en el otro lado no había visto nada como eso.
El vampiro no puede responder, ni siquiera puede oírla, todos sus sentidos están centrados en el dolor que siente y que cada vez es más intenso. El ruido blanco en los oídos que se va convirtiendo en un intenso pitido, el dolor en el pecho que se siente como cuando era humano y su corazón aún latía, sólo que parece querer salírsele del pecho de lo rápido que le bombea la sangre, el frío que empieza a llenarle y que le cubre helándole y haciendo que vea el vaho saliendo de su boca… y entonces un fuerte tirón.
-¡Bonnie! -grita Jeremy al ver a Stefan desaparecer de repente- ¿Qué ha pasado?
-No lo sé. No sé qué ha pasado -responde ella alterada sin saber que ha sucedido.
-¿Qué está pasando? -quiere saber Damon al ver lo frenético que está el cazador mirando en todas las direcciones.
No le gusta esto. No soporta no saber dónde está su hermano y depender de Jeremy para hablar con él.
-Se ha desvanecido.
-¿Cómo que desvanecido?
-Quiero decir que no está. Estaba aquí y de repente colapso y ya no está.
-¿Y dónde está?
-No lo sé. Bonnie tampoco está segura.
-¡Pues encuéntralo! -grita Damon cogiéndole del cuello y apretándole la tráquea.
-¡Damon! -grita Elena lanzándose hacia su novio para salvar a su hermano de morir asfixiado-. ¡Suéltale! No puede respirar.
Jeremy levanta la estaca que había estado afilando y se la clave con fuerza al vampiro en el cuello, obligándole a que le suelte.
-Iré a buscarlo -le dice Bonnie a Jeremy antes de marcharse.
-Bonnie ha dicho… -dice forzando al aire a volver a entrar en sus pulmones- dice que… ira a buscarle..
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~
Stefan abre los ojos de golpe.
Por un momento no sabe dónde está. Hace un segundo estaba en su casa en Mystic Falls, con su hermano, Elena, Jeremy y Bonnie, hablando con ellos, recordando todo lo que había olvidado y de repente sintió ese dolor. Y ahora está allí, tumbado en una cama, notando la presión de un cuerpo sobre el suyo. No sabe mucho sobre estar muerto, sólo lo ha estado durante un par de minutos; pero sospecha que notar el peso de otra persona no es lo que se supone que tiene que sentir.
Baja la cabeza intentando adivinar dónde está y al hacerlo se percata de los doseles de la cama, los mismos que tiene la habitación que él y Lydia comparten en Nueva Orleans. Sobre su pecho ve el cabello rubio fresa que reconocería en cualquier lugar, es el de Lydia. más despeinado de lo normal; pero el suyo sin duda. Se queda contemplándola dormir durante lo que le parecen horas mientras intenta averiguar que hacer a continuación, recordando lo ocurrido y tomando la decisión que lo cambiará todo. La mira memorizando cada centímetro de ella, desde la longitud de sus pestañas, hasta el rosa exacto de sus labios.
La puerta se abre con un pequeño crujido que la despierta y la hace incorporarse desorientada. Klaus está en la puerta trayendo una bandeja con un par de bolsas de sangre, sin duda para él cuando despierte.
-Parece que estás despierto, compañero -dice al verle mirándole.
Lydia se gira hacia la cama y sonríe de alivio y alegría al verle despierto.
-Estás despierto -murmura alzando la mano hacia él con precaución, como si pensara que el que este despierto no es más que un sueño.
-Lo siento. ¿Te conozco? -le pregunta fingiendo estar desconcertado.
Ver la luz apagarse en sus ojos le mata por dentro. La forma en la que baja el brazo y le mira con confusión.
-¿No sabes quién soy?
-¿Debería?
Ve a Klaus mirándole con el ceño fruncido. Sin duda él sabe que miente. Lo único que espera es que no le pregunte al respecto antes de que Lydia se marche. Tiene sus motivos para hacerlo pero no cree que nadie pueda entenderlos.
-¿Por qué no bajas a comer algo, Lydia?
Ella asiente con la cabeza baja y se marcha de allí. Intenta controlar las lágrimas que están a punto de caer de sus ojos y sabe que si se queda en esa habitación, con un Stefan que no sabe quién es, no lo conseguirá.
Klaus se espera hasta que ella cierra la puerta y sus pasos se escuchan alejarse por el pasillo antes de mirar a su amigo cruzándose de brazos.
-Es lo mejor -responde Stefan sentándose en la cama-. No le digas nada.
-No lo haré. Si quieres mentir a esa chica allá tú. Aunque no entiendo que la alejes cuando estos días me ha quedado más que claro que la amas.
-Es lo mejor para ella -repite.
-No te engañes. No sé qué razones te has dado para hacer lo que has hecho; pero esto no es lo mejor para ella. Es lo mejor para ti.
-Así no estará en peligro -dice poniendo en palabras lo que ha estado pensando desde que se despertó-. Si cree que no sé quién es, no esperará que estemos juntos y no estará en peligro por mi culpa.
El sonido del timbre de la casa suena; pero ninguno de los dos se molestan en averiguar quién es, hay demasiadas personas en la casa y saben que alguno de ellos se encargará del recién llegado.
-He vivido muchos años Stefan y he aprendido una cosa. Si encuentras a alguien que te importa de la manera en que Lydia te importa, no la dejas ir. Ni siquiera aunque patalee y grite.
-¿Por qué presiento que hablamos ahora de Caroline y tú?
-¿Cómo…? Recuerdas… -dice comprendiendo que sus recuerdos, que todos los recuerdos, han vuelto a él-. En cualquier caso, sí, hablo de Caroline y de mi, de lo imbécil que fui al marcharme y no traérmela conmigo, y de lo mucho que pienso cada día en volver a estar con ella. No repitas el error que cometí. No dejes escapar a esa chica.
Klaus sabe que no le hará caso, Stefan es cabezota y ya ha tomado una decisión. Sólo espera que para cuando se dé cuenta del error que está cometiendo no sea demasiado tarde y pueda deshacerlo.
-¿Tienes un teléfono? -le pregunta dejando la bolsa de sangre vacía en la bandeja junto a las otras- Tengo que llamar a Damon. Decirle que he vuelto a ser yo, con mis recuerdos y todo eso.
Klaus asiente con la cabeza antes sacar un móvil del bolsillo trasero del pantalón, lanzárselo y que el otro lo coja al vuelo. Después sale de la habitación porque el otro necesita intimidad para hacer esa llamada.
Desde el pasillo superior ve a tres hombres y una mujer jóvenes en el patio que no ha visto nunca. El que parece su líder es uno de los hombres, de piel morena y con el pelo corto y negro, con la cara seria y los brazos cruzados. Intenta parecer firme y seguro; pero se mueve cambiando el peso de un lado a otro y eso delata su nerviosismo. Otro de los hombres al contrario parece emocionado de estar allí, no es físicamente tan imponente como el otro, su piel es más pálida y parece estar conteniéndose para no salir corriendo a explorar la casa. Puede que el que la mujer le este cogiendo de la mano tenga algo que ver, ella lo mira todo con escepticismo y parece incomoda de estar allí, tiene el pelo castaño por los hombros y en el momento en el que el joven al que le sujeta la mano le dice algo al oído ella parece relajarse instantáneamente. El último de ellos es el más joven, lo estudia todo con precaución desde detrás del que parece el líder, como si estuviera listo para saltar al ataque en cuanto el otro se lo indique. Klaus les mira curioso, no sabe quiénes son, ni que hacen aquí, aunque sí sabe que hay algo diferente en al menos tres de ellos, el que parece el líder, el joven y la chica, no son humanos, no huelen a humano, tampoco son vampiros, ni brujos… huelen a hombre lobo; pero no como a los que él conoce. Todo un enigma y no puede evitar preguntarse si su llegada son buenas o malas noticias. No quiere entrar en otra guerra ahora que acaban de deshacerse de Celeste y su aquelarre.
-¿Quiénes sois? -dice saltando por encima de la barandilla de acero.
El líder retrocede un par de pasos; pero al verle, lejos de asustarle y ponerse nervioso, ha conseguido que apriete los dientes y su cuerpo se tense como si estuviera listo para la batalla. La mujer se ha adelantado y se ha colocado frente al humano y Klaus no puede evitar sonreír al ver el gruñido bajo que ha dado. Sin duda saben que él es una amenaza y no deben provocarle.
-No voy a repetir la pregunta -les advierte.
-¿Scott? -pregunta Lydia entrando en el patio junto a Rebekkah y Davina.
-¿Lydia? -dice el joven relajando su postura al ver que la joven está viva- ¿Estás bien? ¿Estás herida?
-Sí… estoy bien ¿Qué hacéis aquí? -les pregunta tras darle un largo abrazo al joven.
-Te oímos.
-¿Cómo que me oísteis?
-Te oímos gritar.
-Eso es imposible. Hay cuatro estados entre esto y Beacon Hills.
-¿Crees que no lo sé?
-Scott estaba flipando -dice el humano soltándose de la chica y esquivándola para abrazar a Lydia-. Malia y yo estábamos en pleno act…. -empieza a decir siendo interrumpido por un pellizco de la otra que hace que Lydia sonría y Scott niegue con la cabeza intentando no empezar a reír- Ocupados. Iba a decir ocupados, no hace falta que te pongas tan agresiva. El caso es que Scott y Derek y Peter y Liam se volvieron locos, nos sacaron de la cama y un millón de kilómetros y dos días después, aquí estamos.
-No me puedo creer que hayáis venido hasta aquí. Podíais haber llamado. Os habría dicho que estoy bien -dice Lydia sonriendo cansada.
Klaus mira el intercambio en silencio y sabe que ese ”Estoy bien”, que la chica acaba de dar no se lo van a creer. Aunque él no hubiera visto que en esos dos días casi no ha comido ni dormido, ni se ha cambiado de ropa; las ojeras bajo sus ojos la delatan, también la palidez casi enfermiza de su piel o el aspecto arrugado de su ropa.
-No se trata de que digas que estás bien, Lydia -dice Scott cruzándose de brazos-. Se trata de que este viaje, se ha acabado. Coge tus cosas, te vienes a casa.
-¿Qué? ¡No! No voy a volver. No puedes obligarme.
-No hagas que te meta en el coche a rastras, Lyds. Porque lo haré.
-Por encima de mi cadáver -dice Kol apareciéndose entre la chica y el recién llegado.
Nadie sabía para que quería Kol un nuevo cuerpo y la sangre de Lydia. Pasaron días desde que la consiguió y nada parecía haber cambiado. Llegaron a pensarse que no era más que uno de sus juegos retorcidos, que incluso desde el otro lado hacía travesuras para sacarles de quicio, puede que sus peticiones no fueran nada más que para mantenerles al filo del asiento esperando por unas consecuencias que nunca llegarían. Y entonces las consecuencias dieron su fruto, cuando volvieron a la casa con el cuerpo frio de Stefan y lo primero que vieron fue a su hermano recién resucitado bebiendo de una joven hasta dejarla seca. La sangre de Lydia y un grito, todo lo que se necesita para traer a un vampiro del otro lado. Kol volvió y por eso sabían que Stefan también lo haría.
-Si así es como tiene que ser -dijo Scott y sus ojos se volvieron rojos.
-Basta -dice Lydia intentando evitar que los dos comiencen a luchar-. Aún no puedo volver a casa, Scott.
-¿Te crees que eso me importa? Ese grito se oyó a través de 4 estados. 4 malditos estados. Ni siquiera cuando el Nogitsune te ataco y Allison murió gritaste de esa forma, ni cuando estuviste a punto de morir a manos de la señorita Blake. No voy a dejarte aquí. ¿Y si te pasa algo? ¿eh? ¿Qué se supone que le voy a decir a tu madre? Está claro que no estás a salvo aquí. Así que coge tus cosas y mételas en el coche. Ahora. No voy a discutir esto.
-No eres mi alpha, Scott.
-No. Soy tu amigo y por eso te pido que te montes en el coche y vuelvas con las personas que van a asegurarse de que vas a estar a salvo.
-Aquí está a salvo -dice Klaus hablando por primera vez.
-Si lo estuviera no habría gritado.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~
Cuando Klaus vuelve a entrar en la habitación se encuentra con Stefan apoyado contra la ventana, con el móvil que le dio antes cerrado y agarrándolo con fuerza entre las manos. Se coloca a su lado para ver qué es lo que le llama tanto la atención como para no haberse girado a verle cuando le ha oído entrar en la habitación. Son dos coches alejándose por la calle, un volvo gris y un pryus azul.
-Ese es el coche de Lydia -dice Stefan cuando los coches se pierden en la lejanía.
-Lo sé -responde Klaus dándole la espalda a la ventana y apoyándose contra ella con la cabeza girada hacia su amigo.
-¿Se ha ido?
No hace falta que diga su nombre, los dos saben exactamente a quien se refiere.
-Sus amigos han venido a buscarla.
-¿Scott y Stiles?
-Sí. Y una chica y otro chico
-Habla mucho con ellos. Sobre todo con Scott. Creo que su padre se va a casar con su madre. Ya estaba hablando de cómo mi corbata tendría que conjuntar con su vestido de dama de honor.
-No quería irse. Ella y Scott han discutido un buen rato.
-Era lo mejor. Aquí no estaba a salvo. Conmigo no está a salvo.
-Una chica como esa, con unos poderes como los suyos, no está a salvo en ningún sitio, compañero. Pero voy a decirte una cosa, el poder que demostró esa noche… nunca había visto ni sentido nada igual, le arrebato su magia a una bruja centenaria sin pestañear. Esa chica no necesita que ni tú ni ese lobo la protejan, puede protegerse sola.
-Da igual -dice alejándose de la ventana-. Esto era lo que quería después de todo, por eso le dije que no la recordaba, para que se fuera y pudiera tener una vida normal.
-Cometes un error. Deberías ir tras ella y lo sabes. Pero no voy a obligarte. Te ha dejado está carta.
Stefan coge la carta con manos temblorosas sin saber si está preparado para leer lo que pone en ella, si va a tener la suficiente fuerza de voluntad como para leerla y no tomar el primer vuelo a California que haya. Klaus está a punto de salir por la puerta cuando oye la voz del otro y se gira para mirarle.
-He pensado en quedarme algún tiempo en Nueva Orleans. No quiero volver a Mystic Falls. ¿Puedo quedarme aquí hasta que encuentre un sitio propio?
-Claro compañero. Puedes quedarte todo el tiempo que quieras.
Stefan agacha la cabeza y se sienta en la cama, pasando los dedos por el borde del sobre, tirando ligeramente de las esquinas y dándole vueltas sin atreverse a abrirlo, repasando con los ojos cada curva de la letra de Lydia con la que ha escrito su nombre. Cierra los ojos y cuenta hasta diez para darse ánimos, coge un extremo del sobre para romperlo; pero cambia de idea y lo deja sobre la cama. Comienza a darse paseos por la habitación mientras abre y cierras los puños para tranquilizarse y darse fuerzas para hacerlo. Hasta que al final se lanza contra la cama y lo abre sin pensar, sabiendo que si tarda un sólo segundo en hacerlo no será capaz. Se arrepiente en cuanto lo hace y huele el perfume de Lydia, el mismo que cubre sus sabanas y que se pasaba horas aspirando de su piel. Acaba de irse y ya la echa de menos, no importa que sepa que dejarla ir era lo correcto, eso no hace que duela menos ni impide que quiera ponerse a gritar y correr tras ella para contárselo todo y suplicar su perdón
epilogo MASTER-POST