Nos sentamos a ver una obra teatral con la mujer que amamos, o escuchamos música en algún jardín de Oxford, o paseamos con un amigo por las frescas galerías de la casa del papa en Roma, y de pronto tomamos conciencia de tener pasiones con las que nunca habíamos soñado, pensamientos que nos asustan, placeres cuyo secreto se nos ha negado, penas que
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