[TRAD|EXOfic] Kris/Tao | One more time (2/2)

Sep 05, 2015 17:29



Uno de los motivos por los que Kris disfrutaba eso era porque era el único método con el que Tao se relajaba, se dejaba llevar por él. El entrenamiento de Tao lo mantendría quieto, rígido y sereno, y en público estaba bien, pero ahí, cuando follaban, Kris quería que se desnudara, se arqueara, fuera ruidoso, no que se preocupara sobre si estaba actuando como un buen juguete o no.

―Mmm ―Kris suspiró de acuerdo. Tao articuló sobre el material de sus pantalones, ascendiendo para mordisquearle el  cinturón. Miró hacia arriba, las pestañas aún pegadas entre sí por las lágrimas, y con el asentimiento de Kris, comenzó a deshacer el enganche con los dientes y los labios. Era una habilidad que ya tenía cuando se hizo con él y nunca dejaba de impresionarlo. Kris lo miró con cariño, quitándose los anillos de los dedos y dejándolos en la mesilla de noche.

Finalmente, Tao fue capaz de bajar el material de los pantalones de Kris lo suficiente para liberar el pene, pero antes de poder sellar los labios en la cabeza, Kris lo empujó con el hombro. Tao lo miró interrogante, pero Kris se mantuvo en silencio así que volvió a inclinarse hacia delante tan solo para que volviera a empujarlo justo cuando los labios rozaban la punta de su pene. Tao dejó escapar un gemido de descontento y le dedicó unos pucheros.

Kris le dio una bofetada en la cara.

La cabeza de Tao giró hacia el lado y dejó escapar un largo y bajo gemido, su pene reaccionó entre las piernas.

―Pides permiso antes de chuparme la polla ―dijo Kris.

―Lo sé ―respondió con una sonrisa insolente, y Kris volvió a abofetearlo desde el lado contrario y con la parte trasera de la mano. No puso tanta fuerza en él ya que lo golpeaba con los nudillos, pero el rostro de Tao volvió a girarse en el sentido del golpe. Kris sabía por el picor en los nudillos que ese dejaría marca, justo en su adorable mejilla.

Tao suspiró un poco.

―Me encanta esta sensación ―gimoteó y Kris sintió su respiración alterarse. Tao había vuelto a inclinarse hacia delante, las manos abandonando la posición en la espalda para apoyarse en sus muslos. Kris alzó la mano como aviso―. Oh, pégueme de nuevo, por favor.

―Ya tendrás una buena marca por ese revés, Taozi ―respondió Kris, pero atentamente volvió a abofetearlo, golpeándole solo la mejilla. Hizo que la palma le picara.

Tao hizo un sonido demasiado alto para ser un suspiro, pero demasiado suave para ser un gemido. El pene de Kris respondió. Tao tomó nota y sonrió de nuevo, como un gato.

―Me gustaría chuparos el pene, amo ―deslizó las manos por sus muslos, una rodeando la cintura de Kris y la otra tomando la base del pene.

Kris deslizó la mano por su cabello y su juguete comenzó a jadear, el aire chocando delicadamente contra su piel.

―Tienes permiso ―respondió.

Inmediatamente, Tao se inclinó hacia delante, lamiendo, saboreando el presemen que se había juntado en la cabeza. Mamó el cabeza, juguetón, y Kris aumentó el agarre en su pelo, forzándolo a descender. Tao exclamó de sorpresa alrededor del miembro y resonó dulcemente. Ambas manos arañaron los muslos de Kris. Este lo forzó hasta que el pene le golpeó la parte de atrás de la garganta, ahogándolo, antes de tirar de él. A pesar del duro tratamiento, Tao se aseguró de evitar que los dientes lo rozaran accidentalmente.

―¿Vas a comerme la polla ―preguntó perezosamente― o voy a follarme tu boca?

―Por favor ―gimoteó Tao―, fóllate mi boca, amo. Por favor.

―Esta noche estás masoquista ―murmuró Kris. Tomó agarre de la base del pene con la mano libre y la boca de Tao se abrió de anticipación, pero Kris simplemente rozó con el pene toda la mejilla, por encima de la marca que comenzaba a formarse en el pómulo. La piel era suave, aún húmeda por las lágrimas y ahora había un leve trazo de presemen brillante a la luz. Tao gimoteó, el rostro sonrojándose por la vergüenza, y cerró los ojos con fuerza.

Kris descansó la cabeza contra sus labios y la lengua de Tao apareció para lamerla, pero con la mano enredada en su cabello no llegó lejos. Kris presionó unos momentos antes de empujarlo, facilitando la entrada de su pene entre los labios de Tao hasta golpearle  ligeramente de nuevo la garganta. Tao consiguió aguantar el reflejo de las arcadas, cerró los labios alrededor del pene y succionó con tanta fuerza que sus mejillas se ahuecaron, la lengua presionaba por debajo.

―Relaja la garganta ―murmuró Kris, el único aviso que le dio antes de empujar y presionar la cabeza de Tao a la vez, esta vez su pene se deslizó por la garganta. Lo mantuvo con firmeza mientras se atragantaba una, dos, tres veces, los movimientos de su garganta y su boca como una bendición alrededor del pene. Tiró de él con fuerza, Tao sollozó por el tirón en el pelo y después resolló rápidamente, prácticamente jadeando. Tenía la boca sucia de saliva y los ojos llenos de nuevas lágrimas.

―¿Debería hacerlo de nuevo? ―preguntó con dureza.

―Si os place, amo ―boqueó Tao, la voz ronca.

―¿Debería hacerlo de nuevo? ―repitió Kris.

Tao gimió.

―Me gusta cuando os corréis en mi boca, cuando puedo tragaros, pero… amo, si queréis hacerlo, folladme, por favor. Estoy muy duro.

―Sube a la cama ―susurró Kris liberándolo del agarre del pelo. Se levantó y le desabotonó la camisa con destreza mientras Tao gateaba para subirse. Tras colocar la camisa en la espalda de un sillón cercano, habló―. Prepárate. Comienza con dos dedos.

Kris se giró de espaldas a la cama y se tomó su tiempo desnudándose, pero escuchó a Tao tomar la botellita de lubricante de la mesita de noche, el sonido de la tapa quitándose y los resbaladizos sonidos de después.

―Añade otro ―ordenó con la voz ronca mientras doblaba cuidadosamente sus pantalones. Tao gimió ahogadamente y Kris tiró los pantalones en el sillón junto con el resto de su conjunto. Se giró, al fin, para ver a Tao de rodillas en el centro de la cama, una mano apoyada en la cama frente a él y la otra hacia atrás, los dedos moviéndose dentro y fuera de sí mismo, ya empujando con profundidad. Rara vez Tao se tomaba su tiempo con eso, le gustaba demasiado el ardor, y cuando Kris se subió a la cama, Tao ya estaba gimiendo, la cabeza agachada y el pelo le rozaba la cama.

―Amo ―gimoteó, los dedos moviéndose más rápido. Ya estaba demasiado desesperado, demasiado deseoso para hacer lo mínimo. A Kris no le gustaba apresurarse. Sería riguroso o no haría nada.

Se echó una pequeña cantidad del lubricante en los dedos. Entonces, cuando los tres dedos de Tao desaparecieron en su interior, Kris deslizó también el suyo en el resbaladizo calor.

―¡Ah! ―gritó Tao, arqueándose―. Amo, por favor, más...

Kris azotó su rojizo trasero, punzante, y Tao exclamó.

―Tomarte tu tiempo con la preparación es importante, Tao.

―Sí, amo ―sollozó un poco antes de murmurar.

Tras asegurarse de que Tao podía con ello, deslizó otro dedo en su interior, cuidándose de moverlo a un ritmo completamente contrario al que tenía Tao. Movió los dedos lentamente y Tao gimoteó, pero imitó el movimiento y pronto ya no se retorcía tanto, aunque temblaba por el esfuerzo de aguantarse.

―No querría causarte auténtico daño ―murmuró Kris, recorriendo con el dedo gordo el borde de la estirada entrada de Tao.

―Lo sé ―gimoteó―. Sois tan bueno conmigo, amo, tan bueno.

Kris retorció un poco los dedos y todo el cuerpo de Tao se sacudió. Después, sacó los dedos y le ordenó hacer lo mismo. Tomó el lubricante, se echó algo en su pene y siseó por lo frío que estaba. Tao estaba jadeando, apoyándose en los codos con la cabeza en los antebrazos, temblando de anticipación.

Gentilmente, Kris tiró de las rodillas e, inmediatamente, Tao cambió la postura abriéndolas más para que tuviera más espacio para colocarse completamente tras él. Posicionó su pene y empujó, follándose a Tao con una lenta maniobra. Tao hizo un sonido agudo y complacido, el cuerpo inclinándose, y Kris lo tomó de la cintura para sujetarlo.

―Si tu polla toca las sábanas, no te corres esta noche ―le ladró Kris.

Tao sollozó pero se apoyó un poco mejor, aceptando las embestidas de Tao sin deslizarse. Estaba tan apretado a pesar de la preparación, y tan ruidoso, suaves y pequeños gemidos escapaban de sus preciosos labios rítmicamente, de acuerdo al paso con el que lo estaba follando. Kris le azotó de nuevo el trasero, solo para oírlo gritar, disfrutando de la forma en la que Tao se apretaba en torno a él.

Tao echó su peso hacia atrás, follándose el pene de Kris sin ningún ritmo. Kris mantuvo con más firmeza el agarre en la cintura, obligándolo a parar, haciendo las embestidas más lentas deliberadamente para verlo retorcerse.

―Amo, por favor ―gimió.

Otro azote, otro sollozo roto.

―¿Por favor? ¿Por favor, qué?

―Por favor, dejad que me corra ―lloró, aún quejándose e intentando conseguir más fricción―. Ha pasado mucho tiempo desde que me folláis, llenándome, por favor, me encanta la sensación de tu pene en mí...

Kris movió la mano hacia delante, enredó los dedos en el cabello de Tao y tiró, alzándolo, quitando el apoyo de los codos. Movió el peso en su espalda, arrastrando a Tao con él hasta que su espalda se arqueó con fuerza, aún de rodillas y con la cabeza en su hombro, las piernas a cada lado de su cuerpo, bien abiertas. La posición deslizaba su pene más profundamente en su cuerpo y apenas dejaba espacio para moverse. Tao, debido al ángulo y a la mano que Kris tenía en su cabello, estaba atrapado. Pero eso no hizo que dejara de gimotear y retorcerse, las manos revoloteando inútilmente, sin ningún lugar donde descansarlas. El pene sobresalía al vacío aire, curvándose hacia su tonificado estómago y goteando claras gotas de presemen.

Kris embistió y Tao lloró.

―¿Quieres correrte? ―jadeó en su oído, los labios rozándole el lóbulo. Tao dejó escapar un sonido de desesperación―. Entonces, córrete. Córrete para mí, sin tocarte, como el pequeño puto que eres ―Tao se quejó, el rostro lleno de nuevas lágrimas, follándose frenéticamente el regazo de Kris, haciendo que su pene se introdujera más. Kris articuló sobre su herida mejilla, saboreando la sal y la piel―. Córrete para mí ―ordenó con dureza, acentuando la orden al morderle la coyuntura del cuello con el hombro.

Tao gritó, un largo sonido que se transformó en un sollozo roto mientras se corría, su pene sacudiéndose. Unas gotas acabaron en su estómago, pero la mayoría cayó en la cama. Tao tembló durante el orgasmo y Kris movió la mano de su cabello alrededor del torso para mantenerlo al quedarse el cuerpo con flojera contra su pecho.

Gentilmente, Kris delineó las marcas que sus dientes habían dejado en la piel con la lengua.

―Buen chico.

Tao tembló, la cabeza apoyada en el hombro.

―Amo ―murmuró indistintamente―. Correos. Por favor ―movió un poco sus caderas en círculos, intentando persuadirlo, y Kris rió.

―Bésame ―dijo. Tao giró el rostro lo necesario para hacerlo, perezosamente lamiéndole la boca. Kris movió las caderas y Tao ejerció presión sobre él, gimiendo suavemente, y el orgasmo de Kris lo recorrió, cálido y dulce.

―Sí ―suspiró sobre la boca, sintiendo las pulsaciones de Kris en su interior―. Sí, amo.

Tras eso, ambos cayeron lentamente de lado en la cama, el frente de Kris aún pegado contra la espalda de Tao. Kris estaba jadeando y Tao hipando, ambos temblando aún un poco por los temblores secundarios. Kris recorrió con la mano las delicadas nalgas de Tao y este se arqueó, murmurando.

―No, sensible.

―Por eso ―respondió Kris con un ligero pellizco. Tao gritó―. Es por eso que te gusta tener heridas, ¿no? ―besó su nuca suavemente.

Tao se echó hacia atrás, pegándose más, despreocupándose de que ambos estuvieran pegajosos por el sudor.

―Bueno, sí, pero también me gusta que me marquen.

―Tienes un collar ―remarcó Kris. Dio un gentil tirón de él y la respiración de Tao se entrecortó.

―Sí, pero, me gusta que esté en mi piel. Me gusta sentir vuestros toques, ver dónde fueron, incluso cuando no estáis ―se giró para mirarlo vergonzosamente. Las lágrimas se habían detenido, pero se veía como un precioso desastre― ¿Me hace eso raro?

Kris sonrió y lo besó en los labios.

―No.

Las comisuras de Tao se curvaron y se sonrojó, complacido.

―Además ―añadió―, me gusta la forma en la que hace que los lores gordos os tengan miedo. Siempre se apartan tan rápidamente de vuestro camino.

Kris rió.

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