[FanFic] Ekusukariba - (03/10) - Shura/Aioros
Fandom: Saint Seiya
Pareja/Personajes: Shura de Capricornio x Aioros de Sagitario
Advertencias: Saga de Géminis.
Calma
Estaban solos. En calma.
En uno de esos días despejados, de esos que te dan ganas de correr descalzo por los pastizales o poder escuchar el murmullo suavecito y sonriente del riachuelo, ese que está cerca del santuario, romper contra las rocas casi como en secreto. En uno de esos días dónde te asalta el impulso de olvidar, por un ratito, las responsabilidades matutinas y rodar colina abajo abrazando a los aprendices a santos, enredándose todos con las ramas y ahogándose en sus propias risas y carcajadas.
Estaban, sin embargo, sólo ellos dos. En completa calma.
En uno de esos raros días dónde ninguno tiene la misión de cuidar a los pequeños postulantes a las brillantes armaduras doradas durante los descansos de sus respectivos entrenamientos. En uno de esos días dónde no tiene a Aioria hecho un bultito en sus brazos, ni está Kanon sentado a la sombra de su hermano, mirando siempre por sobre el hombro de su gemelo.
Estaban solos. En calma.
Aioros se entretenía espectacularmente mirando como la punta de su pie interrumpía la tranquilidad del riachuelo. Sin embargo, hacía un par de horas, ambos habían estado enfrascados en amena conversación, pero de pronto Saga había dejado de hablar como si no lo hubiese estado haciendo desde un principio. A él, para ser sinceros, porque el castaño siempre, pero siempre decía la verdad, no se le hacían muy cómodos esos silencios a los que su compañero de entrenamiento parecía estar tan acostumbrado. Le desconcertaba no saber sí debía o no decir palabra, menos en casos como esos, en que el mayor parecía muy serio como para considerar siquiera interrumpir su mutismo autoimpuesto.
Fue por ello que decidió permanecer en silencio, divertido con la punta de su dedo pulgar, el que hundió poquito a poquito hasta que, no supo cómo, terminó con todo el pie sumergido en el agua y dedicado a la difícil tarea de perseguir un pececito naranja.
Sin embargo, escuchó a Saga resoplar.
Al volverse a él, muy-muy lentamente, le encontró tan sereno como siempre y con esa mirada piadosa tan característica de él plasmada en el rostro, pero, esto Aioros lo notó rato después, tenía un diminuto ceño en la cara.
-¿Saga?
El aludido negó prontamente con la cabeza, sin mirarlo siquiera y contestó con calma.
-Es sólo que… Umm… Es... Es... ¿...Escuchaste...? ¿Una vocecita?
Aioros parpadeó, confundido.
-¿Una vocecita?
-Sí.
El noveno santo volvió a parpadear, pero de inmediato alzó un poco la cabeza, agudizando sus sentidos. El único sonido que venía a él, después de prestar atención a su alrededor por bastante rato, era la brisa y el suave oleaje del río.
-La verdad no-se encogió de hombros, tratando de no darle demasiada importancia, hasta pensó que quizá el tercer caballero se había confundido-Tal vez sólo era el viento.
Sin apartar la vista de un punto imaginario en el piso, Saga volvió a resoplar, inmerso en sí mismo.
-Eso pensé.
Estaban solos, después de todo. En completa calma.
Saga no volvió a hablarle de las voces en su cabeza. Aioros no volvió a preguntarle por ellas. Shura nunca supo de la existencia de estas, sino… Tal vez, hubiese dudado un poco y puesto más atención.
Pareja/Personajes: Shura de Capricornio x Aioros de Sagitario
Advertencias: Saga de Géminis.
Calma
Estaban solos. En calma.
En uno de esos días despejados, de esos que te dan ganas de correr descalzo por los pastizales o poder escuchar el murmullo suavecito y sonriente del riachuelo, ese que está cerca del santuario, romper contra las rocas casi como en secreto. En uno de esos días dónde te asalta el impulso de olvidar, por un ratito, las responsabilidades matutinas y rodar colina abajo abrazando a los aprendices a santos, enredándose todos con las ramas y ahogándose en sus propias risas y carcajadas.
Estaban, sin embargo, sólo ellos dos. En completa calma.
En uno de esos raros días dónde ninguno tiene la misión de cuidar a los pequeños postulantes a las brillantes armaduras doradas durante los descansos de sus respectivos entrenamientos. En uno de esos días dónde no tiene a Aioria hecho un bultito en sus brazos, ni está Kanon sentado a la sombra de su hermano, mirando siempre por sobre el hombro de su gemelo.
Estaban solos. En calma.
Aioros se entretenía espectacularmente mirando como la punta de su pie interrumpía la tranquilidad del riachuelo. Sin embargo, hacía un par de horas, ambos habían estado enfrascados en amena conversación, pero de pronto Saga había dejado de hablar como si no lo hubiese estado haciendo desde un principio. A él, para ser sinceros, porque el castaño siempre, pero siempre decía la verdad, no se le hacían muy cómodos esos silencios a los que su compañero de entrenamiento parecía estar tan acostumbrado. Le desconcertaba no saber sí debía o no decir palabra, menos en casos como esos, en que el mayor parecía muy serio como para considerar siquiera interrumpir su mutismo autoimpuesto.
Fue por ello que decidió permanecer en silencio, divertido con la punta de su dedo pulgar, el que hundió poquito a poquito hasta que, no supo cómo, terminó con todo el pie sumergido en el agua y dedicado a la difícil tarea de perseguir un pececito naranja.
Sin embargo, escuchó a Saga resoplar.
Al volverse a él, muy-muy lentamente, le encontró tan sereno como siempre y con esa mirada piadosa tan característica de él plasmada en el rostro, pero, esto Aioros lo notó rato después, tenía un diminuto ceño en la cara.
-¿Saga?
El aludido negó prontamente con la cabeza, sin mirarlo siquiera y contestó con calma.
-Es sólo que… Umm… Es... Es... ¿...Escuchaste...? ¿Una vocecita?
Aioros parpadeó, confundido.
-¿Una vocecita?
-Sí.
El noveno santo volvió a parpadear, pero de inmediato alzó un poco la cabeza, agudizando sus sentidos. El único sonido que venía a él, después de prestar atención a su alrededor por bastante rato, era la brisa y el suave oleaje del río.
-La verdad no-se encogió de hombros, tratando de no darle demasiada importancia, hasta pensó que quizá el tercer caballero se había confundido-Tal vez sólo era el viento.
Sin apartar la vista de un punto imaginario en el piso, Saga volvió a resoplar, inmerso en sí mismo.
-Eso pensé.
Estaban solos, después de todo. En completa calma.
Saga no volvió a hablarle de las voces en su cabeza. Aioros no volvió a preguntarle por ellas. Shura nunca supo de la existencia de estas, sino… Tal vez, hubiese dudado un poco y puesto más atención.