Otra vez acá hablando del mismo de hace 6 años.
No aprendo... me lo dijeron todos, pero no me importó.
Creo que en la vida siempre tendrás a una persona que estará pegada a ti, casi como un imán, que a pesar de que pasen muchas cosas, siempre va a haber un punto de inflexión en el que la persona en cuestión volverá a derrumbar tu mundo, y estará bien, porque encontrarás hermosura, pasión y deseo en medio de tanta destrucción. Algo así como un volcán.
¿Pero que pasa cuando tu tormenta se calma? ¿Cuando se convierte en una brisa satisfactoria en medio del caluroso verano? Es ahí cuando el invierno acaba, donde la lluvia cesa y el sol resplandece. Llega el amor.
Y sabes que llega el amor cuando por dentro tienes unas ganas incontenibles de hacerlo tuyo, y no solamente de manera carnal, aunque eso también influye muchísimo, si no que decides entregarte en un nivel muchísimo más personal. Te das cuenta que le estás haciendo el amor sin tocarle el cuerpo, sin caricias de por medio, pero sientes que te penetra en el alma.
Y es lo que me pasó... con ÉL.
Sé que mucha gente sabe quién es ÉL, así en mayúsculas, porque solamente ÈL puede tener ese título, alguien tan importante que no necesita de un nombre entre mis líneas, porque siempre está ahí presente.
Sé también que he escrito acerca de ÉL en demasiadas entradas en este diario, pero muchas de ellas las borré porque me causaban un dolor inmenso, como una espinita de rosa que estaba tan clavada dentro.
Y sé que de igual forma me van a decir que no aprendo.
Pero me remito a los hechos, esta vez confío en ÉL, no tengo miedo.
Y es que desde hace un tiempo, no tanto, me ha venido demostrando que en verdad quiere estar conmigo, ya no como algo prohibido, como un secreto, que era como nos manejábamos antes, si no con la promesa de mejorar día a día, de crecer juntos, de tener metas en común.
Y es que el sábado me hizo descubrir que no necesariamente lo deseo de una manera física, si no que abrió una cortina cerrada en mi corazón, me hizo traspasar el velo de la lujuria, y a pesar de que lo necesito dentro de mi, prefiero disfrutar de ese contacto muchísimo más íntimo que tenemos. Como las conversaciones de madrugada mientras nos conocemos hasta lo que nunca nos habíamos atrevido a decir, nuestros secretos más espesos y oscuros, nuestras culpas, nuestros sueños. Compartir esas cosas raras que te llamaron la atención porque sabes que no te juzga, que no piensa que estás loca, porque es igual a ti. Compartir una conexión tan grande que a ratos son innecesarias las palabras para transmitirnos una idea. El estar sentados a la sombra de un árbol con un par de cervezas, un pastel de chocolate y hablando de nuestra forma de pensar a un nivel que al menos no había explorado nunca, con nadie.
Y eso nos hace íntimos.
Amigos, novios, amantes... Somos las tres cosas, y hasta incluso me atrevería a decir que es mi alma gemela.
No estaría en este estado de ánimo si ÉL no hubiera puesto también de su parte. Lo he logrado. después de 6 años he logrado que se enamore de mi de la misma manera en la que estoy yo. Nos costó mucho trabajo, de mi parte el no ser dependiente en sentido emocional a alguien, y él de aceptar que antes no estaba preparado para nada serio pero que hoy quiere compartir su tiempo conmigo.
Y es así que pasamos escuchando las canciones del otro, discutiendo sobre temas inexplorados... sencillamente siendo nosotros mismos.
Ni siquiera lo puedo explicar bien.