Título: Otoño
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!
Clasificación: G
Personajes: Gokudera, Tsuna. Algo de GokuTsuna unilateral implicado.
Advertencias: Metáforas malas, porque esas ameritan una advertencia propia.
Notas: Para
lira_kraunik , con amor de Kyuu. M-me hubiera gustado poder hacer algo mejor ;;
Es otoño en Namimori, otoño en Japón, y Gokudera se pregunta por qué las estaciones se sienten tan distintas aquí que en Italia.
Los árboles son diferentes, supone mientras corre entre hojas secas que un vendaval ha traído consigo, pero es curioso porque al correr junto a su jefe (quien está tratando de anudar su corbata mientras anda) no puede evitar sentir un extraño aire de familiaridad. No los conoce tan bien como a los pinos que crecían cerca a su mansión en Italia, pero los modestos árboles que decoran el camino a la escuela se sienten más cálidos. Lo hacen sentir bienvenido, como en casa.
-Gokudera-kun, ¡no te quedes atrás!
Tsuna detiene sus pasos apresurados sobre la acera y lo mira con algo de impaciencia. Gokudera voltea a verlo al instante con palabras de disculpa en la boca, pero una hoja solitaria distrae su atención. Rojiza y marchita, esta flota en el aire sobre la cabeza del Décimo sin que éste note su presencia.
La hoja mueve lentamente, casi suspendida sobre su cabello, y Gokudera no puede evitar que una sensación se extraña se asiente en su pecho mientras la observa. Algo cálido, algo ligero. Como flotar en el viento.
Pero entonces Tsuna siente la hoja marchita haciéndole cosquillas en la cara; trata de soplarla y hacer que se aleje. No lo consigue, así que simplemente alza una mano y la atrapa en el aire. Seca como está, la hoja se hace añicos entre sus dedos.
Por un momento la escena se siente rodeada de cierto aire de irrealidad; sin embargo, es una sensación cortamente vivida. Tsuna emprende carrera nuevamente entre los últimos estudiantes somnolientos, un zapato con las agujetas mal atadas y la corbata completamente arrugada, y exclama:
-¡Apresúrate, Gokudera-kun, está sonando la campana! ¡Hibari-san nos matará!
Gokudera se distrae viendo los pedazos de hoja caer por un instante, una suerte de fascinación mórbida haciendo que siga con los ojos las partes mientras son esparcidas por el aire, pero no tarda en sacudir la cabeza y regresar a la realidad.
-¡Sí, Décimo! -Se apresura entre los otros estudiantes que durmieron de más, alcanza a su jefe, lo toma de una muñeca y emprende carrera, arrastrándolo tras de sí para abrirle camino y mantenerlo protegido.
-No se preocupe, ¡no permitiré que llegue tarde!
Empuja a un chico regordete fuera del camino y por poco aplasta a una chica con coletas. Puede escuchar al Décimo exclamando cosas como “¡Puedo caminar solo!” y “¡CUIDADO!”, pero él es un hombre con una misión. Olvida incluso la sensación de la pequeña muñeca de su jefe entre sus dedos y trata de no prestar atención al sonido de las hojas crujiendo bajo sus propios pies.
Hoy llegarán a tiempo.
Es otoño en Namimori, otoño en Japón, y Gokudera se pregunta, ausente, por qué el crujir de las hojas le recuerda a este sentimiento en su pecho.