Finlandia secreto (solo que no)

Dec 24, 2009 17:40

Debió preverlo, piensa frustrado, mientras Dinamarca camina delante suyo haciéndose plática a sí mismo, cinco bolsas de supermercado en mano. Su pequeña caja de sosa cáustica(1) y su barra de mantequilla están perdidas entre el laberinto de bolsas de harina, azúcar y latas de cerveza que el otro lleva en brazos. Había ido al supermercado a reponer los ingredientes usados para la cena, simple y al punto, y Dinamarca lo había interceptado antes de que pudiera entregarle el dinero al cajero.

-¡Te estuve buscando! Creo que la llamada se cortó más temprano; siempre te digo que tienes que arreglar tu teléfono.

Noruega no responde nada a eso (lo ha hecho antes y clarificar que su teléfono funciona perfectamente nunca surte efecto) y continúa caminando tras él, siguiéndolo con algo que podría llamarse resignación. Dinamarca llena el silencio con risas y comentarios sobre el clima, deportes y su ego.

Cuando llegan a casa (tu casa, Noruega clarifica, y Dinamarca solo ríe y cambia de tema) Noruega rebusca las bolsas hasta hallar sus ingredientes mientras el otro se pone un delantal y alista sus herramientas para comenzar a cocinar.

-¿Ya te vas?- Pregunta Dinamarca cuando Noruega termina de reunir sus cosas con esa clara intención -¡Pero voy a comenzar las galletas! Vamos, no seas así, es tradición. ¿No te vas a quedar a darles el visto bueno?(2)

Noruega se pregunta si es una pregunta en lo absoluto -si el danés aceptaría un “no” como respuesta- y deja sus cosas a un lado para sentarse en la mesa de la cocina a esperar. Es una pregunta tonta; ha sabido la respuesta toda su vida.

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Minutos más tarde, cuando el olor a azúcar y algo rodean a Noruega en la calidez de la cocina, Dinamarca le tiende una canasta de galletas recién horneadas. Algo, quizás el olor a dulce o quizás la intensidad con la que el otro lo mira, hacen que Noruega sienta un cosquilleo en la nariz. Elige ignorarlo y toma una galleta.

- ¿Cómo están? -Pregunta él mientras Noruega mastica en silencio. Lo mira sonriendo expectante. Emocionado. Excesivo.

Demasiado.

Siempre es demasiado con Dinamarca.

Noruega se lo dice, seco y sin rodeos (demasiada azúcar, demasiadas especias), y Dinamarca ríe sin tomar ofensa. Su risa reverbera por la habitación, fuerte y despreocupada, abrumándolo como todo lo que siempre ha sido Dinamarca. Todo, desde el tapizón multicolor hasta los patrones de las cortinas, vibraran de vida, de exceso, le recuerdan a Noruega lo distintos que son el uno del otro; le recuerdan todo lo que no carga en su interior.

¿Cómo puede ser así? ¿Por qué puede ser así? Derrochándolo todo -pedante, jocoso-; hablando sin pensar, con la cabeza y el pecho inflados de valor.

Dinamarca toma una galleta y muerde, lento en el ademán pero con victoria anticipada curvando las comisuras de su boca. Se toma tiempo, probablemente dejando el sabor rodar en su paladar, y finalmente delibera.

- Heh, ¡están deliciosas!

Sonríe tanto, obscenamente, y lo llama frío y aguafiestas mientras mastica con la boca abierta.

No soy frío, Noruega piensa para sí, pero la mano de Dinamarca en su hombro quema de todos modos así que no demora empujarla.

- Pero eso me gusta de ti -dice el otro de buena gana- así que no importa. El gran Dan tiene calor para regalar-. Luego sonríe sin más, como el mastodonte simplón que es. Como el mastodonte honesto y confiado que es.

Noruega le comunica esto, dejando los adjetivos agradables de lado.

Dinamarca se ríe, dándole un par de palmadas amigables en la espalda, y saca la bandeja con la última tanda de galletas del horno. Noruega se repliega notoriamente ante el primer contacto y fulmina a Dinamarca con la mirada. El danés saca a relucir su incapacidad de entender una indirecta y ambos gestos pasan desapercibidos.

-Oye, ya se está haciendo tarde. Vamos a recoger a Islandia; ¡ni siquiera he tenido tiempo de meterle nieve a la bota de Suecia!

No soy frío, piensa de nuevo Noruega cuando Dinamarca abre la puerta y lo rodea con un brazo.

Abrumador, excesivo, demasiado. Dinamarca comenta algo sobre el clima, algo sobre que siendo como es, Noruega seguro se congelará.

Quema, piensa Noruega, y Dinamarca lo atrae hacia sí con más fuerza.

Cerca como está, sonido de la voz de Dinamarca retumba también en su pecho cuando éste dice:

-Cómodo, ¿verdad?

Noruega lo empuja levemente y Dinamarca lo suelta, riendo una vez más.

-Tan frío como siempre. Bueno, vamos, Islandia se resentirá.

Demasiado, piensa mientras avanzan juntos dejando huellas en la nieve pero, por algún motivo, atado por siempre a él. A dos pasos de distancia entre ellos, después de todo, el calor alcanza a sentirse sin ahogarlo por completo.

Notas:

1. La soda cáustica es un simpático químico que se usa, entre otras cosas, para la fabricación de detergente y el delicioso y corrosivo Lutefisk nórdico. Este plato, cuyo nombre básicamente significa “pescado a la sosa”, es tradicional de la época de navidad.

2. Creo que la mayoría de nosotros conocemos las famosas galletitas danesas. Simples y muy ricas, también son tradicionales de la época navideña. Dinamarca, como siempre, expone modestamente sus habilidades para la repostería al mundo.

navidad, fic

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