Apr 12, 2008 21:02
Perra.
La palabra no dejaba de resonar en su cabeza, tenía muchos adjetivos; diva, berrinchudo, incluso mamón… pero PERRA, eso superaba todo, y le molestaba.
Perra.
Tal vez ni siquiera era la palabra como tal, sino el contexto y la persona que lo decía, es decir, quién demonios se creía para decirle así, él no era una perra, y se lo demostraría.
Perra.
Esta vez el sobrenombre vino acompañado de un gruñido que logró que su ser estremeciera y quisiera más, mucho más.
Ni siquiera sabía cómo es que la situación se había tornado así, lo último que recordaba es que caminaba por los pasillos del NRJ, molesto con Tom por algo que ahora mismo no recordaba. Tampoco es que quisiera pensar mucho porque lo más probable es que cuando se decidiera a hacerlo terminaría sin uñas, con jaqueca y mucha, pero mucha vergüenza.
Una lamida en su cuello le hizo abrir los ojos. La forma posesiva con la que eran tomadas sus caderas lo desarmaba, jadeaba contra su voluntad, no podía creer que él hiciera esto. Si alguna persona le hubiera prevenido en el pasado, su reacción hubiera sido pasar de largo e incluso reírse.
Perra.
Esta vez ni siquiera se molestó en repelar, no, la tortura a la que era sometido eran tan deliciosa, asfixiante, embriagante que su capacidad cognitiva se veía reducida a sólo tratar de seguir al movimiento de caderas con el cual era embestido. Algo cansado, ciertamente, ya que era más salvaje y apasionado de lo que usualmente hacía.
¡Dios! Casi podía sentir que era partido en dos, pero al mismo tiempo su punto, era tocado de tal forma que apenas y podía respirar sin gemir.
Perra.
Sentía su abdomen contraerse y los dedos de los pies aferrarse dolorosamente en la alfombra. Su miembro clamaba atención, y mucha, pero su mano ni siquiera alcanzó a moverse cuando la tosca mano de Bushido atrapó en un fuerte apretón su erección, para empezar a moverla casi al ritmo que marcaba con las caderas.
Sus mejillas se tiñeron de un color más carmesí cuando se escuchó a sí mismo suplicando. Sintió la sonrisa burlona del rapero sobre sus labios, estaba perdiendo el control, la fría pared del vestidor era lo único tangible que tenía para no perderse en su mundo de placer. Sin embargo, eso ya no importaba.
¡Oh mierda, que no!
No le importaba que empezara a subir el tono de sus gritos ni mucho menos que si alguien entraba en ese momento su imagen se vería seriamente dañada. ¡No! Lo único que le importaba era terminar ese suplicio.
Perra.
Se dio el gusto de enterrar las uñas en el hombro de Bushido al momento de culminar. Era su venganza, aunque al momento de tocar tierra quiso dañar algo más que sus hombros por la maldita sonrisa de satisfacción y que tenía lo sacaba de quicio.
-Eres más una gatita -le dijo mirando los profundos rasguños en sus hombros, se subió el pantalón con lentitud, disfrutando del momento-. Aunque Perra te queda mejor.
Lo miró con profundo odio, y cuando salió de su estupor se dio cuenta de su estado. Pantalones al suelo, sin playera, su pelo un desastre, un ligero ardor en el trasero… Bueno, lo admitía, un ardor agradable.
Se vistió con rapidez y se retocó casi a la misma velocidad antes de salir a paso apresurado del vestidor. Tom le esperaba unos metros más allá, se veía enojado y tenso, pero no pudo comentar nada ya que Bushido hizo aparición al frente pasando de él como si fueran dos extraños.
Cuando el rapero pasó a su lado susurró algo que hizo se pusiera tieso y se detuviera de momento.
-¿Estás bien? -le preguntó Tom, extrañado y con un brillo raro en la mirada.
-Sí, todo bien. -Caminó un poco más y le dio alcance.
Eres MI Perra.
Esa frase se ganó el odio eterno de Bill Kaulitz. Oh, sí, porque ahora no sólo era una perra sino que era la perra de Bushido.
¿Algo más degradante y placentero a la vez?
Lo dudaba.
primera vez,
billshido