Título: Después de la Rúbrica
Pairing: Alto Mando OTP (Marcelo Bielsa/Harold Mayne-Nicholls)
Rating: NC-17
Disclaimer: Completamente falso. En caso de cualquier cosa, esto es un fake absoluto.
Resumen: ¡Marcelo Bielsa se queda en la selección! Los entretelones después de la puesta de la rúbrica...POV Marcelo Bielsa.
¡¡Aguante Alto Mando!!
JAJAJAJAAA!
No me esperaba cosas así. No quería que se filtrara nada a la prensa.
La gente comprendería en clave el inmenso amor que siento por él.
A Harold se le nota en sus ojos. Cuando habla de mí, brillan con una inmensa intensidad.
Aunque el hecho de proyectarme a cuatro años es lo más bonito que me ha tocado en la vida. Estos chicos se la pueden... yo sé que a lo mejor ganaré menos que Joachim Löw (pasas la o por e, según Vidal), pero vale la pena lo que he vivido. No quiero desechar mi contrato.
Aunque el protocolo es predominante ahí, yo sólo quiero que las cámaras se apaguen, los móviles dejen de estar sobre mi cara, para que podamos gozar de la desnudez, de la caricia y del beso y dejar de decir que somos el director técnico y el presidente.
No es que quiera el contrato por él. Es más que por él.
Horas y horas negociando, volando a Rosario, volviendo a Santiago... no aguantaba ese ritmo que para mi edad no debería ser. A chicos como Vidal le doy ese ritmo de volar para allá y para acá.
Sólo quería ver a Harold, no don Harold, sino a mi Harold. Sólo a él como persona y mi fiero amante, no el presidente.
Cuando leí el contrato, lo releía y releía. Yo me ponía nervioso así como él.
Finalmente, luego de toda una tarde, estampé mi rúbrica.
-Espere...
-Claro...
Esperé un rato que para mí fue una eternidad.
Las cámaras estaban ahí, mientras (don) Harold hablaba sobre el trabajo que se tenía contemplado, de sacar adelante a los chicos para Londres 2012 y el Mundial del 2014.
Las cámaras se apagaron y todos se retiraron.
Cuando se produjo ese momento sólo atiné a besarlo y abrazarlo como a nadie.
Luego, lo tomé en brazos.
- ¡No, no lo haga...no!- se reía.
Me lo rapté como cual efebo con su doncella.
Después jugábamos a los palmetazos en el trasero.
Hasta que llegamos a la habitación.
- ¡Al fin!- me dice Harold.
Lo tomé en brazos y le dije:
- Ahora en mi país se puede hacer esto...¿sabías?
- Hace poquitos días que lo supe... - dijo Harold- espero que en el mío algún día también se haga (little diss)
-Pero me importa un carajo lo que la gente diga- le exclamé dándole un beso en sus labios.
Al bajarlo, le puse en la puerta el famoso "NO MOLESTAR".
Cerré con llave.
- Es hora...
-Sí... es hora...al fin...al fin...¡Lo logramos! ¡Lo logramos! ¡Te vas a quedar...te vas a quedar!
-Me quedo... me quedaré contigo haciendo el amor...vení, carajo...
Harold me frunce el ceño por esa palabrota...pero hubo una pausa... nos reímos y esta vez los motores comienzan a arrancar con besos y caricias.
Las ropas empezaron dispersarse a medida que nos fuimos desplazando hacia la cama.
Amo cuando la corbata se saca, porque al fin don Harold ya es Harold.
La marcha se desacelera.
Mi estómago abultado queda sobre su esbelta figura...
Nos miramos a los ojos.
- Te amo, Marcelo.
El sonido de su acento me cautiva haciendo que los motores partan de nuevo... ya los besos se salen de compostura... la lengua se sale hacia afuera.
Su boca recorre la mía y se topan los dientes. Sus manos se esconden en mi piel un tanto adiposa.
No hace falta saber que no hace falta ser joven para gozar de los privilegios que te entrega volcar el amor que sientes hacia lo físico...
Recordaba aquellas noches en Nelspruit, cuando paseaba y lanzaba piedras a las aguas de la laguna y los gansos se escuchaban, mientras veía a un rubio de pelo crespo y de ojos azules en la penumbra con su notorio perfil con una cara de éxtasis notablemente verdadera.
Las manos las pude identificar. Claro, era el chico Vidal.... al otro día el rubio fue sustituto...
Lo mismo estoy viviendo treinta, casi con cuarenta años de diferencia, junto al ser que amo...
siento de a poco como mis genitales lentamente se empieza a despertar de su largo sueño... ese sueño que estaba desde el Mundial.
Suspiros acompañan la sinfonía que interpretaba junto a él...
-Marcelo...- pronunciaba de manera lánguida.
- Harold- le contesto tomando su mano y se la dirijo hacia mi miembro. Dejo que me manipule.
Dejo que me maneje como cual marioneta con los hilos... a su vez manejo sus propios hilos...
-¡Oh Marcelo!- dice mientras su cabeza se arqueaba en la almohada.
- Besame...besame (léase con prosodia de mi país).
Besos apasionados al extremos surgían de nuestras bocas mientras la dureza seguía a nuestros pies.
Pero luego sentía que mis carnes se abrían, pese a que costó mucho llegar...
Y luego siento entrar y salir, entrar y salir...
Era lava líquida que entraba por mi delicada mucosa.... la temperatura se elevaba cada vez más.
No tenía nada de accesorios. No hacían falta gafas para ver en plenitud su éxtasis.
Gemidos raspados salían de mi boca. Tragaba un poco de saliva y seguía abusando de mi voz un tanto baja...
-Marcelo- gimió Harold mientras yo seguía jadeando con mi voz raspada...
Luego, me salgo después de cierto tiempo.
Luego nos entrecruzamos las piernas y las caricias y los besos continuaron en tierra derecha...
- ¿Estás bien? ¿No quieres dejarlo?
- No. A ti no te quiero dejar nunca...ya sabes...
Nuevamente recuperé la perspectiva. Mi abrazo consumía su cuerpo, mientras intento separar sus piernas. Cuando ya están separadas, ya quiero ingresar a ese callejón sin salida.
Harold dirige sus manos hacia su privacidad, esperando recibirme en lo más profundo de su ser.
Se toca, pero le quito las manos porque quiero yo hacerlo...
Hasta que consigo ingresar a aquel punto sin retorno. Se siente dificultoso, porque siento un poco rugoso, pero llego a donde quiero llegar.
No entra ni sale, se queda ahí... y Harold ya es mío... se siente mío.
Ya es mío...
en lo más profundo de su interior físico...
sabe ya quién soy...
sólo me toca y gime...
-¡Ay Marcelo! ¡Ay Marcelo!
Pero luego se olvida de mi nombre y sólo da curso a su pasión sin límites. Le succiono su oreja y le susurro un raspado "te amo".
-Te amo, Harold, Harold te amo- empiezo a hiperventilarme mientras mi pelvis se arquea una y otra vez... el bucle se repite mientras Harold sigue gimiendo...
-¡Te amo...!
- Y yo a ti... y parece que estoy a punto...- gimo yo de manera raspada. Me toco el cuello y noto su rubor en el pecho, el cuello y la cara. Su corazón late como ninguno...
De pronto...
- ¡Sí, carajo! Sacame un poco...
- Con gusto...- me dijo...- no quiero más...ay... me vuelves loco, Marcelo...
Mientras Harold imploraba la detención de aquello, su mano lentamente comienza a azotar de manera placentera...
-¡Te quiero ver!
Un largo gemido salió de mi garganta. Fluidos corrían...
Y lo besé para coronar todo...
- Me dejas loco, Marcelo. Me dejas loco otra vez más.
- Amo dejarte loco. Porque así seguimos con la compostura para luego perderla otra vez.
- Después de la rúbrica no me esperaba esto.
- Yo tampoco... pero te esperaba en lo más profundo de mi corazón.
Yo soy como soy, pero por algo mando a los chicos como los mando.
Porque sé que en una de esas me estarás observando.
-Siempre estoy ahí, aunque estés nervioso, en la banca... te he visto feliz, te he visto triste. Pero yo soy privilegiado de verte en éxtasis...
- Y que sea contigo.
- Sí... de verte en éxtasis, junto a mi... y quiero decirte que contigo descubrí una cosa.
- ¿Ah?
- No hace falta tener físico como los de los muchachos para poder tener esta jornada...
- Marcelo... nunca es tarde para disfrutar una jornada tan plena como esta.
- ¿Crees que Vidal y el narizotas tengan el mismo vigor que nosotros?
- El narizotas tiene nombre. Se llama Stefan Kießling.
- Ni idea, che.
Nos quedamos en silencio y nos besamos de manera apasionada.
- ¿Quitamos el letrero?
- ¡Qué boludez! Quiero seguir tuteándote...- le contesto.
Puede que no tenga el agraciado físico de Harold, ni los pectorales de los muchachos, pero de una cosa estoy muy seguro: si no fuera por Harold, me hubiese condenado a pasar una vida agria, cargada de trabajo y jamás hubiese descubierto el poder de esa sexualidad encerrada en jaula de oro y más que seguro que nunca hubiese puesto la rúbrica en ese papel, porque mi vida hubiese sido tediosa y de locos y lleno de complejos.
Al menos hubiese seguido a cargo, pero quizás no con el impulso de antes, pero sin lugar a dudas, con o sin firma, seguiré amando a Harold Mayne-Nicholls.
FIN HISTORIA
RANCAGUA, 03 AGOSTO 2010