Fandom: captain america
Título: la pareja (in)correcta
Personajes: peggy/howard (peggy/steve, steve/howard)
Advertencias: -
Palabras: 814
Resumen: ansgt en vena. peggy va todas las semanas al club stork. howard le hace compañia la mayoría de ellas. hoy es una de esas noches.
Notas: Aparentemente Captain america ha acabado con mi sequía (o la ha roto momentanemanete al menos) :D Yo siemrpe llegando tarde a todos lados~
- No va a venir, Peggy.
Se mueve ligeramente para hacerle un sitio, sin despegar sus ojos de la pista de baile, donde el mundo se desarrolla en colores, música y vida. Puede sentir la mirada inquisidora, el “yo sé, yo entiendo” de todas las semanas, y espera el susodicho silencio que le acompaña. Aún así, responde: - No lo estoy esperando.
Howard se ríe, de esa manera amarga y desdichada que tiene últimamente, como si se hubiera olvidado de como hacerlo realmente, que dice: eres una mentirosa, Peggy. (Y que se olvida de mencionar que él también). Aún así, el reproche queda sin palabras, flotando en el aire, hasta que finalmente él se levanta y ella se permite observarlo, sorprendida del cambio de rutina. (Rutina es lo que queda, después de todo).
- Ya que estamos aquí, deberíamos... -Howard extiende una mano, y señala la pista con una rápida mirada.
Es difícil negarse. La sonrisa triste y cortés, la media súplica en el gesto y la buena voluntad de estar allí todas las semanas, para seguir borrando esperanzas de su rostro, una a una como cada una de sus lágrimas. (Esas que no comparten, pero que ambos conocen). El calor de su mano es nuevo al contacto, agridulce, como un recuerdo que no puede identificar porque aún no ha sucedido. Steve, piensa y Howard asiente, como si comprendiera.
- ¿Cómo va la búsqueda? -se atreve a preguntar entonces, sus pasos lentos guiándolos hacia la pista. Solo obtiene por respuesta una mano tras su espalda y un silencio amargo.
*
Cuando la música comienza a perderse en el aire, y las últimas notas se ahogan en un silencio no deseado, aún continúan en el mismo lugar. Howard la sostiene de la cintura, más fuerte de lo debido, como si temiera fuera a desaparecer de soltarla (más suave de lo debido, como si temiera romperla con el simple tacto de sus manos). Ella deja recostar su cabeza sobre su hombro, sus brazos colgando tras él, con sus tacones en manos. Parecen haber encajado, de la forma que lo hacen las piezas rotas de un jarrón al volver a armarlo.
Hacen falta unos cuantos gritos y un par menos de luces para moverlos de la estaticidad de sus pasos, donde ella pretende bailar con el fantasma de melodías pasadas, y él pretende acompañarla en cuerpo y mente. Salen a la calle borrachos en pena, pero ninguno dice nada al respecto, y en silencio caminan el regreso a la rutina.
*
Las calles de Brooklyn están desiertas mientras las caminan (con pasos hacia atrás, como si pudieran). Esta lleno de locales cerrados, de la actividad que merma con el final de la semana, del día, de la noche (de su noche). Las luces de las viviendas iluminan su camino como historias que aún no han sido contadas, aquellos podrían, pudieron, tal vez... y no.
- Crees que... -las palabras se atragantan en su boca, y siente la mirada de Howard constante sobre ella. Decidido, eso lo describe, y eso le alcanza como respuesta, pero no niega la mano que se entrelaza con la suya, apretando suavemente y la débil sonrisa escondida entre las sombras de la noche.
*
Lo arrastra dentro de un callejón por impulso, casi olvidando que aún no han separado sus manos. - Aquí, -dice, y no sabe que más decir en realidad. Puede sentir la voz de Steve contándole, explicándole, creyendo. Howard no entiende, y ella no puede explicárselo, no sabría como hacerlo de todas formas.
Se sienta sobre un cajón que encuentra por allí, todo lo que le permite su vestido y su coherencia. Es como si el vacío se llenara de aire y respira y llora y Howard apoya frente contra frente y la acompaña. Se dejan ser, por hoy, por esta noche, se lo permiten, las lágrimas abiertas y libres y de ambos, por sus mejillas, un tributo. Y así se quedan, en la realidad de la perdida y en la soledad de su única compañía, hasta que el sol comienza dibujar sombras sobre la ciudad.
- La próxima vez, deberíamos ir por una fondue. -Howard está sonriendo, no de esa manera que ella ha aprendido a conocer milímetro por milímetro, pero aún no es la sonrisa de antes. Es algo, supone, y aquello evita que le empuje y lo golpee, y tardan dos segundos de mirarse a los ojos antes de reír. Libres, como si algo se hubiera levantado ligeramente de su pecho, con el maquillaje de ella aún corriendo por sus mejillas. Pesa, pesan entre ellos, esos recuerdos, pesan como los labios de él cuando limpian la humedad de su rostro y como el calor de sus bocas cuando finalmente se besan. Y es torpe y es incorrecto y no es lo que quieren, no, pero vaya si necesitan contentarse con algo, con alguien, alguien que entienda.